Lithium(Evanescence)
Ya no era una necesidad dormir para mí, por lo que deseaba aprovecharla al máximo en todo sentido, no sé que horas eran, pero de seguro ya pasaba de la media noche. Una larga y tranquila noche lluviosa en Forks.
Suspiré viendo como Renesmee se acomodaba sobre mi pecho, una de sus manitas se prendía de un mechón de mi pelo, movía sus labios sonrosados soñando. La acurruqué junto a mí con ternura respirando su perfume.
-No quiero irme-se lamentó, acariciando mi piel.-de veras que no.
Sonreí en la oscuridad, despacio respondí a su beso, tratando de que nuestra bebé no se despierte.
-¿Y si no voy?
-Yo no te estoy obligando amor.-dije contra su garganta perlada.
-Mejor me quedo, Emmett se las puede arreglar solo. No me necesita…
Se desperezó cómodamente atrayéndome más aún, yo tampoco quería que se vaya.
Tomé la mano de Nessie, quería ver sus sueños coloridos y tiernos, como un cuento de hadas mágico, y al parecer donde los protagonistas éramos sus papás.
-Será mejor que vayas, no queremos que Emmett eche abajo la casa-reí.
Se puso de pie de un salto, y vi como abandonaba la habitación de manera graciosa desde la ventana, apenas se escuchó un ruido en seco cuando tocó suelo firme.
Debía acompañar a Emmett, de “caza” según mintió de forma muy convincente pero a mi no me iba a engañar, preferí dejar el tema en que le creía siguiendo la corriente.
Quedé mirando por unas horas cómo la lluvia mojaba el cristal de la ventana principal de nuestra habitación, en mis brazos Renesmee descansaba profundamente mientras le cantaba algo para no dejar que despertara.
Extrañaba a Edward, miré la hora, ya pronto amanecería, y sería tiempo de alimentar a mi bebita hermosa.
Bajé la vista y me encontré con unos ojos chocolates claros que me miraban intensamente debajo de unas largas pestañas.
-Buen día, preciosa-besé sus cabellos.
Quedé maravillada cuando terminé de vestirla, Alice le había regalado prácticamente toda la colección de su guardarropas, y un vestidito blanco con estampado de flores silvestres le quedaba perfecto. Mi hija no lloraba, no molestaba, era única, intenté darle una fórmula, pero no hay caso, prefiere su dieta especial.
-Nessie, vamos a ordenar tu cuarto-susurré una vez que la levanté de la cama matrimonial.
El tiempo se pasa volando cuando se hace algo, aunque terminé antes de lo previsto. Y mi bebé, se colgaba de mi, con gesto soñoliento, la dejé en su cunita para que siga con sus sueños hermosos.
Miré el celular, Edward no me había mandado ningún texto, comencé a imaginarme en qué andaba con su hermano más fuerte de todos, “Sólo serán unos cuantos pumas, nada fuera de serie” había dicho Jasper en nuestra larga noche, reí, esa había sido la despedida de soltero del amor de mi vida, cacería nocturna de los Cullen. No me sorprendería que el esposo de Alice, les esté haciendo compañía. Parecían los tres mosqueteros.
No había nada en la televisión, pero la canción de fondo de la película “Encantada” daba un aire tranquilizador al ambiente, además a mi bebé le gustaba ver esa peli. Para colmo… El príncipe se llamaba Edward.
Lancé un suspiro bajando la vista, algo suave rozó mi mano, Nessie había llegado hasta mí gateando. Ya tenía casi un año de vida, pero tenía un aspecto algo más maduro. Su rostro ya no era tan redondeado, con el tiempo se hacía un tanto anguloso, sus cabellos a la altura de la mitad de la espalda, caían como tubos rojizos ensortijados, y el perlado de su piel marfileña era muy bonito, un matiz entre las tonalidades de Edward y la mía, y sus ojos… nunca podía dejarle de mirar esas pupilas, que según me contó mi amor, cuando nació eran de un color más citrino, algo así como un tono apagado del granate, ahora eran bien ambarinos café, y según el clima variaba, dejando ver ese verde cielo que tanto amaba, un recordatorio de los ojos de Edward. Me asustaba la idea de que crezca tan rápido, pero no había registros o informes que indiquen cuando se detendría, si es que lo hacía. Su madurez mental iba a la par, era muy inteligente.
Frunció el ceño en forma chistosa, seguí su mirada pero no vi nada.
-¿Qué tienes Nessie?
Un par de manos glaciales, que ya no me helaban la piel más bien su contacto era como una llama que no quema, cubrieron mis ojos, y sus labios bajaron a mi boca.
Estaba en casa.
-Edward…
Nessie pedía un poco de atención, entonces su papá la tomó en brazos, dirigiéndonos a ambas al jardín.
-Vamos a dar un paseo-murmuró.
En lo que tarda un suspiro, llegamos a la casa Swan, la extrañaba… pero eso no fue nada al darme cuenta de que no había nadie en mi casa.
-Tu mamá esta en Florida con Phil.-comentó Edward-y Charlie… ya sabes… es fin de semana, de seguro está de pesca.-miró para todos lados con gesto entre culpa y sigiloso, todavía seguía tramando algo y no me lo quería decir!-Bella, amor, quedate con Nessie aquí, ya regreso.
Me besó dejándome en el umbral de la puerta, el subió como si fuese el dueño de la casa.
-¡SORPRESA!-gritó suavemente cuando me dejó en el jardín de nuestra casa ya.
Quedé muda.
-Aaaaah! De esto se trataba todo… eh?
Alice llegó a nosotros dando saltitos, llenando de besos a nuestra adorable hija.
-Feliz cumpleaños Bella!
-Hoy no es mi cumpleaños Alice-recriminé.
Edward comenzó a reirse junto a Nessie.
-Es tu aniversario desde que te transformaste, amor.
Mi hija aplaudió chistosa.
-Ahora... si no te gusta amor, podemos cambiarlo.
En mi mente se debatían dos ideas; la primera… si este era mi aniversario significaba que hacía un año nació mi bebé pero nadie confirmaba nada, y la otra era que si hablaban de mi transformación tal vez era la primera de todas, esa en la que me encontré sola en la grama allá en Florencia, mejor esperaba a estar a solas con Alice, ella me contestaría mis dudas porque de seguro si se las planteo a Edward, el remordimiento y la culpa , que bien guardadas están desde que recuerdo, no quiero que vuelvan.
Quedé atónita cuando mi hija tendía sus bracitos en mi dirección, queriendo volver a mi, se acurrucó en mi cuello, Edward suspiró.
-¿Nessie?-preguntó frunciendo el ceño. Eran idénticos en ese gesto.
-Ya, Edward-dijo Alice-déjala, no ves que no te lo quiere contar.
El viento sopló en mi cara llevando unos mechones de pelo a mi cara, y Nessie se puso a jugar con mis cabellos.
-¿Qué sucede mi niña?-le urgí.
Dejó ver sus hermosos ojos detrás de sus pestañas largas, tímida, sonrió. Le lanzó una mirada amenazante a su papá.
-¿Qué hiciste?-dije un tanto enojada-Edward, nunca se había puesto de esa forma-comencé a hablar rápido trabándome con las palabras-Renesmee habla!
-Nada, amor-reía.-Ya bebé, las dejo solas.
Una vez solas, Nessie se calmó, llevó mis manos a sus mejillas, me quería mostrar algo.
No sabía que decir una vez que vi todo…
Ella entendió perfectamente mis pensamientos cuando aun no los formulé, estaba preocupada por mi...
-Ay bebé!-la estreché contra mi pecho hundiendo su perfume conmigo.-estoy bien cariño, no te preocupes por mamá. Ay Nessie!
Estaba tendida sobre unas sábanas blancas hospital, parecía muerta, mi palidez de humana no era nada en comparación con esta nueva, se me podían ver las venas moradas, casi azules por debajo de mi piel perlada, mis cabellos sujetos en un lazo, mis manos encruzadas sobre mi abdomen, una escena nada linda. La habitación oscura, apenas tenue por las luces del techo, afuera, la lluvia tormentosa cubría todo. Nada era como yo lo recordaba.
Un Edward afligido, con sus ojos desencajados del miedo y pavor, con las manos en señal de rezo, al costado de mi cama, suplicante, un llanto desconocido reinaba rompiendo el silencioso grito de la lluvia.
Quitó las sábanas de encima mío, me limpió, estaba bañada en sangre, alrededor de donde hace un tiempo había estado mi bebé. Ocupó su lugar junto a mi , acunándome, hablándome, esperando que despertara. El reloj seguía funcionando pero nuestra vida se había congelado en ese instante.
Ahora lo que se detenía eran los segundos, Carlisle entró por la puerta, me desconectó todos los cables que tenía en mi brazo, me cubrió con unas sábanas limpias, y Edward… sus ojos brillaron de nuevo, cobraron vida, y hasta el creería que volvía a tener alma, arqueó sus brazos para tomar a nuestra bebé. Una pequeña cubierta por una manta color crema, su cabecita asomó a la luz cuidadosamente.
-Te reconoce, felicidades hijo-dijo orgulloso su padre.
Edward respiró su aliento con dulzura, canturreó su nombre unas cuantas veces, diciendole que su mamá, yo, sostenía que sería un niño y no ella, pero que de seguro no me arrepentiría de tener la bebé mas hermosa del mundo.
Me señaló y la colocó sobre mi pecho.
-Está dormida-le susurró, como esperando que ella entienda, al parecer, así lo hizo, sus manitas se quedaron en mis mejillas, mostrándole a Edward sus pensamientos.-Si es ella-su voz reventaría de la dicha-es tu mamá.
-¿En verdad crees que me iba a afectar esto amor?-pregunté con cierto temor.
-¿De que hablas?
Me apoyé en un codo para verle el semblante, estaba tranquilo con sus ojos posados en mi.
-Nessie me lo explicó todo…-musité.
Sus manos se unieron en un puño, escondiendo su rostro.
-Edward…-tomé sus manos- necesitaba saberlo, no quiero que sigas así, te enfermaras, cargas con una culpa que no tienes, no pasó nada.
Antes que diga algo, le besé, comenzó con fuerza, estaba enojado, hasta que se disipó calmando las aguas.
-Ya lo olvidé, pensé que nuestra hija no sabía nada de esto-estaba siendo sincero-pero supongo que entre sus tantos bloqueos, este es uno de los que mas se preocupaba con esconderme, para que no me sienta como me siento, lo siento amor.
Suspiré aliviada.
-Ya no lo haré mas, y mira, para demostrarlo, cuando quieras, iremos a Verona de nuevo.
-No necesito que me demuestres nada, yo te quiero así.-confesé-y gracias por la hermosa fiesta.
-era algo acorde a tu belleza amor.
Un sonido retumbó contra nuestra pared.
-Será mejor que les regale una casa nueva para su aniversario!-gritó Nessie desde su cuarto-Quiero dormir! Mañana tengo clases!
Reimos por lo bajo, Nessie ya tenía siete años, pero era mucho mas grande mentalmente, Edward me había hecho una fiesta de cumpleaños pero era noche de celebración, ese sería mi regalo.
-Ya Nessie, arriba-le animé-date prisa.
Ya estaba vestida, lista como siempre.
-¿Durmieron anoche?-bromeó.
Edward no rió para nada.
-Anda hija, estamos retrasados.
Me dio un beso fuerte, intuí que algo andaba mal…
-Amor, no te preocupes.
Me dio una carta con el papel viejo.
Estimados sr y sra Cullen:
Nos dirigimos a ustedes para informarles que sabemos acerca de su existencia, y que pronto tendremos que arreglar unos asuntos, Bella, como bien indica tu nombre serías la envidia de todo Volterra, y tu Edward Cullen, hijo de mi viejo amigo Carlisle, esperamos que juntos se nos unan, sus poderes nos serían de verdadera utilidad en estos días, Vaya familia que conformaron! Un padre lector de mentes, una madre escudo y una niña prodigio con capacidad para bloquearse y comunicarse por el tacto! Ansiamos verlos, denle la bienvenida a Renesmee y deséenle un buen comienzo de clases, con cariño
Aro Vulturi, en nombre de toda la realeza vampírica
|