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Ya habíamos llegado del Picnic que habíamos hecho en La Push –Leah, Seth, Jacob y yo-. Al parecer los licántropos no comen, tragan. Hasta Leah, que se ve tan delgada y en forma. Capaz y se comería un vaca ella sola. - Coincido contigo –se rió Jacob, mientras veníamos caminando de regreso a la casa de cristal donde ya esperaban las visitas, por ser ya de noche. No me había dado cuenta que le había transmitido mis pensamientos con mi don. - ¿Sabes? Podre tener un don que me facilita muchas cosas cuando no quiero hablar, para meterme en cabezas ajenas… ¡Pero, a veces es muy molesto si no lo sé usar correctamente! - ¿Por qué? No querías que viera eso, ¿cierto? - No me molesta que te lo haya “mostrado”, pero, luego no me doy cuenta de que lo estoy usando de tan sumida que estoy en mis pensamientos. - Tranquila… -eso no serviría esta vez, ya estaba frustrada-. ¿Sabes algo? –me rodeo la cintura, y me susurro al oído-; me encantas más cuando estas enojada. Sentía como la sangre subía a mis mejillas, y mi corazón aceleraba el paso. ¿Cómo era posible que siempre lograra hacerme sentir…bien? De momento, se me olvido de que estaba enojada, porque sus labios ya estaban sobre los míos. Sus manos me tomaron más fuerte de la cintura, y me pegaron contra su cuerpo. Yo pasé mis manos por su cuello, y tomé los leves mechones de pelo que tenía –ya que lo tenía corto-, para empezar a jugar con pequeños mechones. Lentamente, nos fuimos moviendo en la obscuridad, hasta que mis espalda pego con un árbol y sonreímos aún sin despegar nuestros labios. Con mis manos tome su cabeza y lo apreté más hacía mí. Cuando me di cuenta, estaba arrinconada entre el árbol y el amor de mi vida. - ¿Por qué siempre ocurre este en los momentos equivocados? –susurré apartándome de él contra mi voluntad-. Todos nuevamente nos esperan en la gran casa. - Lo sé…-susurro aún con su rostro a pocos centímetros del mío. Tome impulso con mis manos –que estaban enrolladas en su cuello-, y di un brinco, enrollando mis piernas en su torso –que estaba al descubierto, porque había olvidado su camisa en la playa-, mientras él me sostenía en donde terminaba mi espalda, y nuestros labios quedaron aún más cerca. - Creo que será mejor irnos a casa –dije, rozando mis labios con los suyos. Que mala era. - Si, supongo que si –susurró. - ¿Nos vamos? –roce de nueva vez mis labios con los de él, mientras me apretaba más hacía su cuerpo con mis manos. - Si…-parecía que ya no podía más, y di una risita para mis adentros. - ¡Ok, vámonos! –y me baje de un salto, para dejarlo a mis espaldas. - ¡Oye, pequeña…monstruito! ¡Tramposa! –y echo a correr tras de mí, pero ahora yo ya le llevaba suficiente ventaja. Una vez que llegamos a la casa de cristal, todos estaban en el porche de la casa, parecía que acababan de llegar nuestras visitas del Amazonas. Todos se volvieron hacia Jacob y a mí, cuando aparecimos. Cuando vi a Zafrina, era tal y como la recordaba, no había cambiado en lo absoluto. Supongo que era ridículo esperar que tuviera algún cambio. Y por supuesto, Senna, aún con sus rizos negros puestos en varias direcciones con tez obscura, relucía sus dientes blancos. Me percaté de que estaban acompañadas por una tercera en ese clan. Kachiri. Claro, yo no había podido verla porque Alice en ese tiempo les había dicho que se tenían que separar para ello…Y no la recuerdo. - ¡¿Nessie?! –la voz de Zafrina sonó impresionada, pero alegre-. ¡Cuánto has crecido! –me acerqué a ella rápidamente, y la abracé. - Zafrina, que alegría verte, ha pasado mucho tiempo desde la última vez… -di una sonrisa apenada por recordar aquello. - Lo sé. De verdad, te ofrezco disculpas de parte de todas nosotras, por no haber venido en 7 años, y sobre todo a este cumpleaños que sucedió. Últimamente, creo que hemos tenido…complicaciones –al decir lo último su voz se perdió, pero rápidamente una grande sonrisa se iluminó por su rostro. - ¿Qué? ¿Para mí no hay abrazo? – dijo de momento Senna. - ¡Por supuesto, que si! –contesté, y fui a abrazarla. Así saludé a todos nuestros invitados, al parecer el clan de Denali llegaría mañana. Vaya que teníamos visitas, de momento, Alice interrumpió y me jaló para enseñarme una sorpresa “atrasada”. Como era de ella, se subió a mi espalda y me tapó los ojos. - ¿Alice? –dije en forma de reproche. - Cállate. Te aseguró que cuando te destape los ojos me amaras, e inclusive serás mi esclava. Está bien, exagero un poco. Pero, créeme, me lo agradecerás. ¿Lista? –asentí con la cabeza-. ¡sorpresa! Me quedé sin habla, al ver al espectacular deportivo que tenía enfrente de mí. Su pintura plateada hacía que me diera escalofríos. ¿Era mío? ¿Realmente lo era? ¿No es una broma? Relucía por todos lados esa textura plateada. Sin duda era un excelente MCLAREN F1 . Noté como todos los rostros de mi familia pasaban de mi rostro al auto. - ¿Y bien? –inquirió Alice-. ¿no te gustó? –parecía angustiada.
- Ah…Este…-no podía hablar, balbuceaba demasiado-. ¡ES INCREÍBLE! ¡SIMPLEMENTE LO MEJOR! ¡GRACIAS! –y me lancé sobre ella para darle tremendo abrazo. - ¡Oye! ¡Yo también ayudé con el modelo! –cuchicheaba Jasper. - ¡Por supuesto yo también en la pintura! – gritaba Emmett. - ¡Vaya! ¿qué tienen el día de hoy con mis abrazos –y los rodee con ambos brazos uno para cada uno, pero Emmett abusó de eso y me levantó del piso-. ¡Emmett! - Nessie –gritó Edward, lanzándome algo-. Diviértete –una sonrisa traviesa se iluminó en su rostro. Vi mis manos que había atrapado unas llaves de MI nuevo carro.
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