Un Amor En 1920

Autor: vaneian08
Género: Drama
Fecha Creación: 12/08/2010
Fecha Actualización: 12/09/2010
Finalizado: SI
Votos: 12
Comentarios: 43
Visitas: 46626
Capítulos: 27

En la epoca de 1920 las mujeres eran obligadas a casarse, aunque no existiese el amor. ¿Como sera la vida de Bella una adolecente de alta sociedad , cuando se enamore de un campesino hijo de su nana, Edward Cullen? ¿Que hara su padre para separarlos?

Hola chicas aca les traigo una nueva historia otra q me encanto y la queria compartir con ustedes, la autora es LOkiicita Cullen. Esperoq les guste y la voten y comenten.

Terminada

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Capítulo 25: -"Condena"-

Sra. Isabella su padre esta muerto.

Su padre a muerto, padre muerto, a muerto, muerto se repetía en mi cabeza una y otra vez, pero era algo incomprendido, no sabría como explicar lo lejana que me parecían aquellas palabras, no sabría decir si era mi subconsciente quien no quería procesarlas o es que ya lo había hecho pero me negaba a creerlas ¿Quién había muerto? No imposible ¿mi padre? Si él siempre ha sido como un viejo roble, fuerte he imponente como él solo, si hubiese estado enfermo o su salud peligrando yo lo sabría, ¿un accidente? Pero en que momento si Edward estuvo con él hace un par de minutos… no imposible, tienen que estar confundiéndolo de persona, como pude salí de donde me encontrase en mi cabeza.

-Le diré a mi padre la sarta de tonteras que estas diciendo, no puedes llegar a un lugar y decir ese tipo de mentiras, le pediré a mi padre que te despida por la gravedad del asunto- le dije firme, sentía la mano de Edward apretar la mía fuertemente, como dándome apoyo.

-¡Deja de hacer eso!- le dije molesta –no necesito que me des apoyo, estoy bien por que todo esto es una mentira- e inexplicablemente un par de lagrimas salieron de mis ojos –Llévame a la casa de mi padre, por favor- le exigí a Edward- necesito hablar con él y exigirle que me explique que esta pasando, no creo que sea tan malo para enviar a alguien que me haga creer que se a muerto y así acepte dejarte- le dije molesta. Esa idea parecía incluso esperanzadora.

Al salir de la habitación el resto de la familia me miraba con suma tristeza, lo que me molestaba de sobremanera, es que a caso ellos no entendían que mi padre era capaz de jugar con esto para hacerme volver con él.

Edward y yo caminamos en un completo e incomodo silencio, sentía que él con sus gestos y caricias intentaba apoyarme, pero eso no era lo que yo necesitaba, no lo quería por que sentía él creía aquella mentira, simplemente no le preste atención y seguí mi camino concentrándome en la gran charla que tendría con mi padre, por respeto nunca le recrimine nada, incluso después de que me enterara de lo de mi madre, después de todo era mi única familia y no era quien para enrostrarle sus errores, pero esta vez si me escucharía, esta mentira superaba toda cordura, como podía ser capaz de inventarse una mentira tal a su propia hija.

Todo pensamiento coherente de mi cabeza fue borrado cuando divisé en la entrada de la casa de mi padre dos patrullas de la policía, una ambulancia y el servicio de criminología. Mis huesos instantáneamente se hicieron de gelatina provocando que casi cayera al suelo, casi por que Edward estuvo en una minima fracción de segundos a mi lado abrazándome por la cintura para sostenerme, sentía un leve susurro proveniente de Edward ya que estaba frente a mi y veía que movía sus labios, pero yo simplemente no podía oírlo, no podía o no quería ya que si lo hacia sabia que seria algo que no querría oír y en ese momento algo en mi cayo con mucha fuerza trayéndome a la realidad violentamente.

De la nada sentí mis piernas volver a recobrar su fuerza, el entorno, el sonido de las sirenas, a Edward llamándome para que volviera con él, entonces decidí correr para ver a mi padre, mi mundo cayo a pedazos cuando vi al personal medico sacar a alguien en un saco negro.

-¡NO!- grite como pude, corrí para intentar llegar a aquel cuerpo inerte encerrado en aquel lúgubre saco negro. Vi al fiel compañero de mi padre, Harry Clearwater llorar junto a su mujer, quien lo abrazaba para consolarlo, él desvió la vista a mi e intento llegar a mi pero lo detuve con un gesto de la mano, lo que menos quería es que alguien viniera a decirme algo. Sentí los brazos de Edward intentar abrazarme pero como pude me zafe de él, me miraba desconcertado pero no podía, mi cabeza giraba descontroladamente, las luces me parecían cada vez más brillantes, las voces cada vez más roncas y distorsionadas hasta que finalmente no vi ni escuche nada, incluso la negrura de mi mente me traía la paz que necesitaba.

Comencé a sentir un fuerte olor, haciéndome volver a la cruda realidad, no quería abrir mis ojos y aceptar lo que estuviese sucediendo, quería quedarme en aquel lugar de paz y serenidad, aquel lugar donde no tenia que pelear por amar y ser amada, donde no tenia que ser alguien que no quería ser, aquel lugar que sin duda el dolor era una simple palabra que podía irse con él viento.

Al abrir los ojos me encontré de lleno con los inconfundibles esmeraldas de mi marido, los que me miraban con suma preocupación y tristeza, tristeza que me dio de lleno haciéndome volver definitivamente a la realidad, me senté de golpe sintiendo una fuerte puntada en la espalda.

-Tranquila- me dijo la voz suave de Edward –Se supone que tienes que estar en reposo, así que por favor lleva las cosas con calma- me pidió con amor, no quería ser cruel, le agradecía enormemente su preocupación y cariño, pero no quería lastima de nadie, necesitaba comprenderlo todo por mi misma. Lentamente puse mis pies sobre el suelo, rechazando su mano que tendía para mí para ayudarme a incorporarme. Sentía su mirada extrañada pero no quería tener más preocupaciones en mi cabeza, para cuando ya estaba completamente incorporada me percate de que me encontraba en mi vieja habitación, en la casa de mi padre. Me gire para ver a Edward y que me explicara que hacia en ese lugar.

-Cuando te desmayaste parte del personal medico quería llevarte al hospital enseguida para revisar que estuvieses bien, les explicaron que eras hija del Jefe Swan por ende comprendieron tu reacción, así que les pedí que de dejaran aquí ya que me imaginaba que no querrías separarte del lugar- me dijo Edward tristemente, ya comenzaba a molestarme su cortesía, por que no era capaz de decirme las cosas tal cual eran, si ya no era una niñita pequeña que no entendiera las cosas, por que todos insistían en tratarme como de porcelana…esperen, fui yo la que no quiso creer lo que el empleado de mi padre dijo.

-¿D…dond…donde esta? –pero me auto corregí- ¿Dónde se lo llevan?- y preguntarlo de esa manera provoco que un gran agujero se abriera en mi interior, quemándome con una intensidad única.

-Al servicio medico para la autopsia- me dijo Edward, su mirada estaba concentrada en el ventanal de detrás de mi espalda.

-Él no…no puede…pero tú…como- no sabia como preguntar coherentemente, mi cabeza seguía confundida.

-No lo se amor, no quisieron decir nada por el momento- en ese momento alguien toco a la puerta haciéndonos girar a ambos, detrás de ella se encontraba Carlisle y Esme.

-Hija ¿Cómo estas?- me pregunto con ternura Esme.

-No lo se- le dije sinceramente, y la verdad es que no sabia.

-Veníamos a ofrecerte nuestra ayuda para todo lo que venga a continuación- dijo Carlisle, ¿venga? Pensé, ¿Qué no era suficiente con todo lo que había pasado, que hay más?

-¿Qué más tiene que pasar?- y mi voz se quebró en la ultima palabra.

-Hija hay que darle sepultura a tu padre- me recordó Esme –Nosotros podemos encargarnos de eso- y me abrazo, pero no quería abrazos, mimos, consuelos, nada, me sentía vacía y podrida, aceptar que mi padre se había muerto era aceptar que él se había muerto enojado conmigo, que se había ido sin decirme si quiera si me quería realmente, era aceptar que me encontraba sola en este mundo. Mis piernas volvieron a ceder cuando todos estos miedos comenzaron a tomar mi cuerpo.

-Amor tómalo con calma- me dijo Edward quien ya estaba a mi lado sujetándome.

-¿Qué lo tome con calma? ¡¿Qué lo tome con Calma?- mi voz cada vez subía más de tono, era involuntario pero estaba llenado al colapso.

-Se que es difícil pero tienes que hacerlo, debes ser fuerte por él y por ti- me dijo amablemente, ¿Por qué todos se empeñaban en ser amables? si yo era un ser despreciable, hacia sufrir a las personas sin importarle sus sentimientos.

-¡¿Cómo puedes saber si es difícil si tienes a tus padres? ¡A AMBOS Y VIVOS!- le grite –Así que no digas que lo sabes, no sabes nada- y salí corriendo como pude de la habitación, no tenia idea donde iría pero corrí con todo lo que mis piernas daban, con todo el aire que pueda tener el los pulmones y corrí como si de esa manera pudiera echar a volar ésta pesadilla.

Sabia y sentía que Edward venia cerca, su presencia la podría sentir a kilómetros a la redonda, ¿Cómo lo se? Fácil, si somos uno y aunque me encontrara enojada con todo el mundo, eso no cambiaria.

Cuando necesite un respiro me detuve y me encontré con que había llegado a las caballerizas, camine lentamente hasta encontrarme con Aura tan majestuosa como siempre, me acerque a ella y ella en ese momento me reconoció acercando su hocico a mi para que lo acariciara.

-¿Cómo estas?- le pregunte como si pudiera contestarme, ¿o sea que además me estaba volviendo loca? –Entiendo por que mi madre te prefería a ti antes que a nadie, traes contigo una paz inexplicable- le dije luego de un rato cuando sentía que me tranquilizaba un poco más -¿Puedes sentir a mi madre?- y me extrañe por preguntar aquello –Por que yo no- le conteste, sus ojos me hacían sentir como si me entendiera y responder aquella pregunta me trajo consigo un nuevo sentimiento…rabia –Por que ella se fue y me dejo sola sin importarle que fuera de mi- masculle con rabia –¡Por que no le importe, maldita sea!- dije un poco más alto –Por que ni a mi padre le importe, por que nunca le importo mi felicidad, por que siempre estaba más pendiente del resto de la gente en lugar de su hija- y sentía las lagrimas picar en mis ojos -¡Por que nuevamente no le importe!- grite más alto y las lagrimas ya eran visibles, la angustia que se había formado desde que vi las patrullas y la ambulancia comenzó a llegar con una fuerza imparable -¡Maldita sea que ni esta vez le importe que me deja sola!- y las lagrimas llegaron con fuerza, haciéndome caer al suelo, debilitándome por completo. Mi cuerpo se convulsionaba fuertemente debido al gran llanto y al poco consuelo que encontraba y de la nada me encontraba envuelta en unos calidos brazos, en unos brazos que al fin los sentía realmente necesarios, lo amaba por cada cosa que hacia por mi, lo amaba por su forma de ser y su manera de entregarse, lo amaba por encontraba en él el complemento perfecto para mi.

Amaba que me diera mi espacio y a la vez estuviera en el para consolarme, amaba que me diera el silencio para simplemente desahogarme y llorar.

-¿Por qué me hace esto? si yo le perdono lo que sea ¿Es que a caso soy tan despreciable que me deja sola?- le pregunte entre sollozos, sentí su mano acariciar mis cabellos y bajar por mi espalda para darle pequeños cariños circulares.

-No eres despreciable amor, aunque lo intentaras no podrías serlo, además no estas sola- me aparto levemente para mirarme a los ojos –Me tienes a mi y a toda mi familia que es tan tuya como mía- me dijo con todo su amor, con tanta sinceridad en sus ojos que mi corazón se salto un latido de pura emoción y dicha de tenerlo en mi vida.

-Eres lo más importante en mi vida y si me faltaras no sabría que hacer, o mejor dicho, se perfecta que haría y eso seria acompañarte estés donde estés- le dije a los ojos.

-No pienses en eso amor, jamás, entiende, ¡Jamás! Nos separaran, además no me gusta que esas ideas crucen por tu cabeza.

-Prométeme que siempre estarás conmigo- le dije casi enojada, él me sonrío con ternura.

-Te lo juro- me dijo –No te desharás de mi tan fácilmente- y me regalo aquella sonrisa que yo tanto amaba.

-No rompas jamás a tu palabra- le dije preocupada, recordando a mi padre, recordando que yo siempre desde pequeña pensaba que él era casi inmortal pero me había equivocado.

-Todo estará bien amor- Edward se levanto tendiendo su mano para mi para ayudarme a levantar.

El camino de vuelta a casa se hizo a paso lento ya que el miedo comenzaba a consumirme pensando en que encontraría, Edward no dejaba de acariciar mis hombros, brazos y manos para darme su apoyo. Al llegar a casa nos encontramos con el mismo vehiculo de criminología que se encontraba cuando llegue a casa, mire a Edward extrañada y camine rápido para entrar y ver que sucedía, dentro de la casa habían tres hombres inspeccionando minuciosamente la recepción y la sala.

-¿Qué sucede?- le pregunte a uno de los hombres que estaba más cerca de la entrada.

-No podemos decir nada por el momento señorita, estoy informado que usted es la hija del jefe Swan, pero no puedo entregar información hasta que me reporte con mis jefes- me dijo el hombre disculpándose con la mirada al no poder darme detalle.

-¿Dónde se encuentran sus jefes? Necesito que alguien me diga por que el departamento de criminología esta aquí- le pregunte extrañada, pero como si fuera obvio la pregunta correcta llego a mi -¡¿Se tiene la sospecha de que mi padre fue asesinado?- pregunte horrorizada, la rabia, la pena y el espanto comenzaron a aflorar nuevamente en mi, tensando mi cuerpo el que se vio envuelto nuevamente de los brazos de Edward.

-Dejemos que estos hombres hagan su trabajo y luego puedes preguntar amor, estas cosas no te están ayudando- me dijo calmado.

-¡Deja de pedirme que me calme, entiende que no es momento para eso! ¡Quizás alguien mato a mi padre, alguien que anda por ahí tan calmante y yo aquí comportándome como niña!- le grite, vi como los hombres que caminaban por el lugar se detuvieron a mirarme como si fuera un bicho raro, como si tuviera dos cabezas.

Y ahí venia nuevamente el descontrol, lo sabia y Edward también, veía en su cara la preocupación y la pena pero extrañamente los parpados me pesaban horrorosamente, mi cuerpo se debilitaba pero no por eso no distinguí el pequeño dolor que sentí en el brazo algo así como un pinchazo, gire mi cabeza lentamente debido al peso que sentía en ella y vi a un hombre de bata blanca con una jeringa en su mano, mire a Edward quien se disculpaba con la mirada, se acerco para sostenerme y todo calzó perfecto…a negro me fui nuevamente.

Me removí incomoda sobre la superficie blanda donde me encontraba, el peso de todo lo sucedido en mi cabeza giraba como un torbellino y a la vez me impedía respirar con normalidad. Cuando abrí mis ojos me di cuenta que estaba nuevamente en mi antigua habitación, lo que me provocaba hundirme aún más en mi propia miseria, los recuerdos en los tiempos que vivía con mi padre llegaban a mi cabeza con tal rapidez y vivacidad que la angustia nuevamente llegaba a mi, por suerte me encontraba sola y en completa oscuridad lo que me permitió llorar sin vergüenzas o sin impedimentos a que alguien me dijera que me descontrolaría en cualquier momento, de hecho quería hacerlo, sentía rabia, impotencia, pena por no haber quedado en mejores términos con mi padre, él me quería lo se, yo lo quiero pero no se si el lo alcanzo a entender, ahora era tarde para pensar en eso.

Las lágrimas resbalaban por mis mejillas sin miedo, con suma libertad y a gran velocidad, fue cuando escuche voces en el pasillo que intente contenerme.

-Hijo ella aún duerme, pase a revisar hace unos minutos atrás- escuche decir a Esme.

-No soporto verla así madre, es una impotencia horrible el no poder ser lo suficientemente necesario en su vida en estos momentos, el no poder ayudarla al menos para que encuentre algún consuelo- le dijo mi marido con la voz quebrada, no me gustaba escucharlo hablar así, es mi culpa apartarlo en estos momentos de mi vida, pero Dios sabe que la culpa me carcome, el pensar que mi padre murió pensando que casi lo odiaba.

-¿Vienes de hablar con los forenses?- pregunto Esme, aquella pregunta me hizo saltar de la cama, necesitaba escuchar sin perder detalle.

-Así es- le respondió, algo en su tono de voz me alerto de que algo andaba mal, alguna pregunta no formulada verbalmente por Esme lo hizo responder –Es afirmativo- le dijo sin saber de que hablaba.

-¿Y se tiene sospecha de quien pudo ser?- le pregunto Esme.

-Por lo me dijeron al parecer tienen a un testigo- le informo –No se como le diré a Bella que su padre fue asesinado- se notaba claramente angustiado, preocupado, enojado e incluso triste, sentía esa necesidad de correr he ir a consolarlo y decirle que todo estaría bien…esperen ¿Qué dijo? ¡¿Mi padre asesinado?

-¡¿Qué has dicho?- rugí saliendo de la habitación, la cara de asombro de Edward fue tan grande que no me contesto -¡Te hice una pregunta!- le grite nuevamente, ya la poca paciencia que podría cultivar en estos momentos se había ido por el desagüe –Contéstame maldición Edward- le pedí enojada, Esme intento tranquilizarme acercándose a mi y abrazándome, pero la empuje para impedírselo.

-Lo que escuchaste- me dijo al fin Edward sin mirarme a los ojos, ya que miraba sus manos que jugueteaban nerviosas sobre su estomago.

-¿Cuándo se sabrá quien ha sido?- pregunte enojada, asombrándome por el gran sentimiento de venganza que afloro en mi interior.

-No lo se, solo me informaron que existía un testigo y que harían los peritajes correspondientes en la escena del crimen, mañana por la mañana entregaran el cuerpo a los familiares- me sentía mal por estar empleando un tono tan duro con él, ¡pero basta de tratarme como una niñita que no sabe nada!

-Iré a recostarme nuevamente- le informe, vi por el rabillo del ojo que se iba a acercar pero Esme lo detuvo y sinceramente se lo agradecí internamente, era extraño el hecho de que apartara a todos en estos momentos, pero sentía pena, rabia y la verdad es que muchos deseos de vengarme, parte de estos sentimientos hacían que alejara a Edward por no querer contaminarlo con mis malos pensamientos.

Me recosté nuevamente pensando en lo que debía hacer, por el momento me quedaba honrar lo mejor posible la memoria de mi padre en su velatorio el que comenzaría mañana cuando entregaran el cuerpo. Así pasaron lo que de seguro serian horas, pero yo seguía despierta sin poder encontrar consuelo, escuche como la manija de la puerta se abría lentamente, como no tenia ánimos ni deseos de hablar con nadie me hice la dormida sin ver quien era.

Cuando sentí una tibia y suave mano acariciar mi mejilla reconocí inmediatamente al dueño de aquel roce…Edward.

-No me alejes pequeña, lo que estas pasando es muy doloroso para vivirlo sola- sus palabras calaron en mi corazón, él también había notado mi distanciamiento y me dolía aún más provocarle dolor –Se que eres fuerte y muy testaruda, pero recuerda que ahora somos uno y lo que le sucede a uno también le influye al otro- una melancolía comenzó a crecer, no tenia que ver con la muerte de mi padre sino que esto era diferente, quería dejarlo estar conmigo en estos momentos peor inconcientemente, o no se que tanto en realidad, no podía hacerlo. Edward dejo un tierno besos sobre mis labios, un beso que se prolongo unos segundos más demostrándome lo afligido que se sentía, cuando escuche la puerta cerrarse levemente suspire sintiéndome aún peor.

Por la mañana Esme apareció por mi habitación con una charola con jugo y frutas, la verdad es que no recuerdo en que momento me quede dormida pero creo que más que nada fue por cansancio que otra cosa.

-Te ves cansada cariño, no has comida nada tampoco- me dijo con tono maternal.

-No tengo hambre Esme, gracias- le dije levantándome de la cama para ir por mis ropas he irme al baño a darme una ducha.

-Tienes que comer por favor, hazlo al menos por tu padre que se preocupaba de que siempre comieras a las horas correctas- y escuchar nombrar a mi padre hizo que me detuviera bruscamente quedándome plantada en el suelo, recordándolo. Me gire a ver a Esme quien tenia en su mirada un "disculpa" marcado, no era su culpa ella solo intentaba hacerme entender, así que me acerque a ella y tome la bandeja –Gracias- le dije y me senté en la mesita para desayunar.

Iba de camino a la iglesia junto con Edward y su familia, al llegar mi corazón se detuvo cuando vi el ataúd donde yacía mi padre en el centro de la iglesia, me acerque a el a paso lento siempre escoltada por Edward quien no soltó mi mano en ningún momento.

Me quede al lado del féretro de mi padre, conversando con él internamente, me sentía ajena al exterior ya que venían amigos de mi padre y de la familia en geral, personas que no conocía la verdad, a abrazarme para darme su apoyo y condolencias pero yo sinceramente no sabia quienes eran, tampoco es que prestara mucha atención, pero una sola persona consiguió atraer mi atención.

-Deberías tener más respeto, tu padre yace muerto y tu de la mano con la persona equivocada, con un marido que él no quería para ti- escuche la voz de Dídima y me tense inmediatamente, Edward en cuestión de segundos estuvo a mi lado sujetándome por la cintura haciéndose notar –Ten cuidado muchachito con lo que hagas- le dijo Dídima con su voz cargada de amenazas. Dídima camino hacia los asientos y luego le siguió Alec quien me miraba extrañado y recordé que Dídima cuando fue a la casa de Edward me informo que su hijo no sabia nada de mi boda con Edward, de seguro se preguntaba por que tal acercamiento con él.

Marco el padre de Alec se acerco a mí y tomo mi mano para besarla en el dorso.

-Mi más sentido pésame Isabella, tu padre era una excelente persona y un muy buen amigo- me dijo mirándome a los ojos, pero algo en ellos me hizo temblar de miedo –Nos vemos pronto- me dijo y se alejo para estar junto a su familia y desde ese momento me sentía inquieta, los tres no dejaban de mirarme y hablar entre ellos.

Al llegar la tarde Carlisle me informo que era hora de partir al cementerio para darle sepultura a mi padre, tragué en seco al pensar que esta seria la última vez que vería su cuerpo. No se como llegue al coche que conducía Carlisle y seguimos a la carroza fúnebre, tengo que decir que mi mente iba simplemente en blanco.

Al llegar al cementerio que al menos era relajante, pues se veía la extensión de césped cubrir la tierra, en cada pequeña lapida que indicaba donde se encontraban las otras tumbas, se encontraban flores de diversos colores que honraban a sus muertos. Al llegar al lugar que seria el de mi padre, el sacerdote de la iglesia ya esperaba en el lugar, habían muchas personas y podía contarlas con los dedos de las manos a quienes yo conocía como cercanos a mi padre, después de todo él era el jefe de policía del pueblo y muchos lo respetaban y admiraban por su forma de manejar las cosas.

Las palabras del sacerdote no llegaban a mi corazón, no encontraba el consuelo para aceptar las cosas, no podía perdonarme el saber que él se había ido sin haberle dicho lo mucho que lo amaba y que le perdonaba cualquier cosa, no me perdonaría él no haber quedado en paz con él.

-Ya es hora- me saco de mis pensamientos la voz de mi marido quien me miraba preocupado, no entendí a que se refería hasta que vi a los hombres encargados de comenzar a bajar el ataúd al pozo.

-¡No!- grite lanzándome automáticamente al ataúd de mi padre, lo abrace lo más fuerte que pude para que no lo bajar aún y fue en ese momento en que toda la cruda verdad realmente me dio con violenta fuerza en el corazón, él se iba y no lo volvería a ver, era huérfana de padre y madre y estaría sola en este mundo sin sus consejos, sin sus risas y sus locas ideas, sin su manera estricta de vivir, sin su abrazo calido que intentaba aligerar cuando me sentía mal, aligerar por que siempre intentaba ocultar sus sentimientos para no verse menos hombre, pero yo lo conocía y sabia que él disfrutaba de aquellos momentos de padre e hija.

-Yo estoy aquí amor, no estas sola- escuche levemente a Edward darme apoyo, quien me mantenía abrazada por los hombros intentando jalarme para que soltara el féretro.

-¡No!- grite nuevamente -¡No me dejes por favor, no quiero estar sola!- le grite a mi padre como si pudiera oírle, las lagrimas salían por montones sin encontrar un consuelo en mi débil corazón.

-No estás sola amor, entiéndelo- me recrimino Edward, su voz sonaba enojada lo que me hizo mirarlo atentamente por primera vez, al fin alguien me hablaba con dureza como una mujer grande, no pude resistirlo más y me abrace a él para llorar como no había podido hacerlo realmente, mi padre se había ido y no había marcha atrás, mientras lo bajaban el sacerdote rezaba algunas oraciones para que su única hija encontrara consuelo al igual que aquellos amigos desconsolador pos perder a un camarada.

Yo me abrazaba fuertemente a Edward para que no me dejara, lo necesitaba y deseaba demostrárselo, que me perdonara por haberlo alejado en estos momentos en que en realidad lo necesitaba como el aire.

-No es el momento- escuche decir a un hombre, me causo curiosidad de ver de que se trataba así que levante mi mirada para ver al hombre, al cual no lo había visto por ende deduje que había llegado recién.

-Son órdenes del jefe- le informo al amigo.

-Respeta a la hija- le dijo el señora que ya había visto aquí, quien me miro inmediatamente con pena.

-¡Son ordenes!- dijo nuevamente el hombre, levantando un poco más la voz provocando que el resto de las personas presentes se giraran a mirarlo, me pare inmediatamente para exigirles respeto por mi padre.

-Pueden tener la decencia de respetar el funeral de mi padre he irse a conversar a otro lugar- les pedí enojada con la mirada fija en el hombre que recién apareció.

-Lo siento señorita pero tengo ordenes que cumplir- me dijo –Tengo que arrestar al hombre que mato a su padre- me informo y yo me tense, aquel sentimiento que había abandonado al salir de casa reapareció con todo su esplendor, quería ahorcar a quien me haya arrebatado a mi padre con mis propias manos, hacerlo pagar con todo el peso de la ley, el hombre saco un papel de su bolsillo y cuatro hombres más se acercaron a él flanqueándolo –Por ordenes de la policía civil y bajo el cargo de homicidio a un jefe de estado, esta arrestado el Sr. Edward Cullen.

-¡¿Qué?- escuche gritar al resto de la familia Cullen.

No podía ser cierto, no podía ser cierto.

-Eso es imposible- dije casi sin aire, vi como aquellos hombres tomaban a Edward por los brazos quien forcejeaba y me miraba sin entender, Esme se abalanzo sobre aquellos hombres para que lo soltaran y Carlisle corrió a su lado para sujetarla, quien forcejeaba ahora con su marido para ir con su hijo.

-¡Eso es una mentira, mi hijo jamás seria capaz de hacer algo así!- les gritaba Esme a los hombres, yo seguía plantada sobre el suelo sin poder moverme, sin reaccionar o pensar si quiera.

-Bella tienes que creerme de que no seria capaz de algo semejante- escuche decir de pronto a Edward, el hombre que había venido por él me miro con arrogancia.

-Existen testigos de que escucharon a su padre pelearse a gritos con un hombre, luego vieron salir al Sr. Cullen de la casa y a los diez minutos su padre fue encontrado muerto- me informo el oficial.

-No puede ser- fue todo lo que dije en un susurro, sin moverme, los gritos de horror del resto de los Cullen eran devastadores, aquello fue lo que me hizo volver en si.

-Apelare para que lo suelten- le dije al oficial no muy convencida de poder hacer algo.

-Lo siento señorita, no puede hacer nada la condena será llevada a cabo mañana al alba.

-¿Condena?- pregunte nerviosa -¿Cómo pueden condenar a alguien sin pruebas?- pregunte, desvíe mi vista a Edward quien se veía confundido y triste, intento zafarse de los hombres y me estiro sus manos para que las tomara, me acerque a él para tomárselas pero los hombres lo empujaron para evitar el contacto.

-Este hombre será encarcelado por asesinato.

Lagrimas a borbotones comenzaron a salir por mis ojos, cuando los hombres comenzaron a arrastrar a Edward para llevárselo fue cuando encontré movilidad en mi cuerpo, pase por entre medio de las personas que miraban asombrados, enojados y asustados toda la escena.

-¡Edward!- grite con el corazón a mil, él se giro al escucharme y sus ojos reflejaban la peor de las tristezas que pueda haber visto algún día.

-¡Te amo!- me grito a modo de despedida, no, él no podía estar haciendo eso, él no podía estar despidiéndose de mi como si no hubiera otra solución.

Corrí donde estaba los hombres a punto de subirlo al vehiculo, empuje a uno que se encontraba desprevenido y me acerque al hombre de mi vida.

-Te esperare amor, te lo prometo- le dije tomando su mano –Siempre juntos amor, esperare lo que sea por ti y haré lo imposible por demostrar que no has hecho nada- y lo bese con fiereza dejando todo mi corazón con él.

-Amor yo no he hecho nada- me dijo cuando me separe de él, sus ojitos reflejaban la angustia que le causaba que yo pensara lo contrario, no alcance a responderle que creía en su inocencia pues lo subieron al vehiculo el cual partió enseguida, el oficial que llego por el me miro extrañado.

-Debería de aborrecer al hombre que mato a su padre- me dijo el hombre, yo no le preste atención y le di la espalda para no escucharlo –Tengo que informarle algo- me dijo llamando mi atención, me limpie las lágrimas y me gire para encararlo

-¿Qué más quiere?- le pregunte enojada.

-Este hombre es condenado a ejecución- y mi corazón término por quebrarse, no podía ser.

-Pero usted… usted dijo…él iba…no puede- balbucee.

-Es lo menos que merece esa rata- dijo con rabia –Era la única forma de sacarlo de aquí, ahora, si me disculpa tengo que hacer mi trabajo.

El hombre se fue detrás del vehiculo donde iba Edward, donde iba mi corazón, mi vida, mis sueños, mi alma, mi vida en si.

Ya nada podría tener sentido para mi, si mañana al alba se iba lo único importante de mi vida, llore como jamás lo habia hecho en mi vida, llore pór el hombre que moriria por haberme cruzado en su camino, llore desgarradoramente por el hombre que moriria simplemente por haber hecho lo mejor que me a pasado en la vida...amarme.

¿Fin?

 Hola a todas aca les dejo el ultimo capitulo de este historia y no me odien a mi yo no lo escribi aviso no hay epilogo

Capítulo 24: -"Descubiertos"- Capítulo 26: -"NOTA INPORTANTE LEEANLA POR FAVOR"!!!

 
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