Todo a su tiempo (+18)

Autor: AtalCullen
Género: + 18
Fecha Creación: 16/09/2012
Fecha Actualización: 07/10/2012
Finalizado: SI
Votos: 9
Comentarios: 15
Visitas: 58365
Capítulos: 27

Edward, un joven médico que ha dejado que sus prioridades sean lo más importante lo más importantes en su vida, dejando de lado lo más importante,... el amor.

¿Qué pasará cuando llegue la jefe de enfermería?

 


Hola amigas les dejo otra locura de mi mente,... esta es una historia que escribí hace un tiempo, la he publicado en otras partes, pero aquí la he querido colocar un poco editada, he corregido algunas cosas, sobre todo la gramática y redacción.

Espero les guste y pueda recibir comentarios y votitos,... un beso a mis lectoras que no me abandonan

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Capítulo 25: "Comenzando en el paraíso"

EPOV

Nuestra primera noche como marido y mujer ya había llegado y ya habíamos consumado nuestro amor en entrega de alma y cuerpo. Bella era el tesoro más preciado que tenía en mi vida. Las sensaciones que me hizo tener jamás me lo hubiese imaginado. Entrar en ella fue glorioso, sus paredes vírgenes eran solo para mí. No podía estar tan agradecido de la vida que me estaba dando este regalo que no lo merecía.

Me desperté y al abrir mis ojos ahí estaba mi dulce esposa, mis brazos la rodeaban por su cintura y cuello, ella estaba en mi pecho durmiendo plácidamente, no quería despertarla pero teníamos que levantarnos o si no perderíamos el vuelo a nuestra luna de miel.

-Bella, amor, despierta- le dije con cautela para que no se asustara.

-mmm no quiero levantarme, quiero seguir así junto a ti- me dijo entre durmiendo y sus manos me rodearon y apretaron por mi contorno.

-si no nos levantamos no tendremos luna de miel- le dije acercándola a mis labios para despertarla como en los cuentos de hadas.

Abrió los ojos y me besó con dulzura, después que aceptó levantarse me dio un beso en mi pecho donde me dejó con ganas de más, pero no podíamos ya que si nos distraíamos más no alcanzaríamos el vuelo a Europa.

Bella se levantó de la cama y se dirigió a darse un baño rápido mientras yo hacía lo mismo, sabía que ella no se había percatado de la cama, pero al desatarme de las sábanas vi las manchas de sangre que tenían, era mucha y me llamó la atención ya que no me di cuenta de cuanto había sangrado, claro fue en el momento que la penetré. Ahora entendí cuan doloroso había sido el momento, pero sabía que después solo sintió placer.

Me regocijaba saber que yo había sido el primero y el único. Al verla salir del baño entré rápidamente y me di una ducha y me vestí. Bella se había puesto bien cómoda para viajar, ya que serían algunas horas para cruzar el atlántico y hacer algunas escalas para nuestro destino.

Bella no sabía donde realmente iríamos, tenía sus sospechas pero aun no lo adivinaba, pero la llevaría y estaríamos en las Islas Santorini, en Grecia, ella quería conocer, era uno de sus deseos desde niña y le daría ese deseo. Mis padres nos hicieron ese regalo y estaba muy emocionado ya que Bella sería feliz.

Al llegar al aeropuerto, Bella vio hacia donde nos dirigíamos y vio que era Europa, ya que nuestra primera escala era llegar a Madrid y ahí a Roma y después a Atenas. Desde ahí iríamos en avioneta hasta las Islas Santorini, era varias islas pero eran muy hermosas, con la infraestructura que caracteriza a Grecia antiguo, pero con el toque moderno. Estaba tan emocionado ya que solo quería llegar para poder hacerla mía una vez más.

Nos subimos al avión y como si nada, mi amada esposa se quedó dormida durante todo el viaje, yo dormía en momentos y me quedaba contemplándola junto a ella, no podía creer que ya estábamos casados y que había sido mía. La imagen de ese momento se me vino a la mente y sin más me salió un gemido. Bella sin más abrió los ojos y me quedó mirando.

-¿amor, te pasa algo?- me dijo preocupada.

-no amor, no me pasa nada, solo que estaba pensando en ti en el momento que te hice mía- le dije sonrojado de la vergüenza, ya que no solo mi esposa me escuchó sino que los demás pasajeros también y me dio mucho pudor.

Bella se sonrió y me besó, fue dulce, pero como aun su imagen estaba en mi mente, hice que ese beso se convirtiera en un beso pasional. En ese instante la deseaba, y no sabía como controlarme, una de mis manos toma la de ella y la puse encima de mi miembro que palpitaba por su contacto. Ella sin decir nada me miró fijamente y me comenzó a tocar, era grandiosa la sensación, pero me incomodó que estuviéramos en el asiento del avión con más gente a nuestro alrededor, le tomé la mano y la saqué, la abracé y le pedí perdón.

-Amor no quiero esto, no quiero esto, perdóname, pero te necesito y parece que tendremos que esperar- le dije con mi cabeza entre su cuello y su oído.

-amor no te preocupes, yo también te deseo en este instante y no importa darte placer aquí mismo, pero es mejor esperar- me dijo entre jadeos.

-¿Amor y si vamos al baño? – le dije con lujuria.

-Edward pero eso está prohibido- me dijo mirándome.

Me levanté del asiento y le dije en el oído que la esperaba en el baño. Justo una de las azafatas me vio que me dirigía al baño así que esperé que pasara y entré a esperar a Bella, me dolía tanto mi erección ya que estaba muy listo para comenzar la tarea pero Bella se estaba tomando el tiempo. De pronto sentí la voz de Bella y le abrí y cerré inmediatamente, Bella se lanzó a mis brazos y como pudimos nos besamos en ese cuartucho diminuto que apenas podíamos entrar los dos, así como pude le bajé sus pantalones y sus bragas y ella hizo lo mismo con los míos y ella me tomó y la puso en su orificio. Bella estaba tan deseosa como yo. Cuando sentí su mano agarrando mi miembro, me salió un gemido que Bella hizo callar con un beso.

Ella tomó el control de la situación y comenzó su vaivén. Estábamos incómodos por que estábamos parados, Bella un poco curvada con una de sus piernas en mi cintura para tener un mejor ángulo y poder penetrarla mejor, pero realmente la necesidad de tenerla otra vez era muy grande, y la de ella era igual. Sus besos era sabrosos, era como si el tiempo se acabaría y que esta era la última vez juntos, pero sabíamos que era el comienzo de tanta pasión acumulada.

-Edw… así, dame más…-me decía en mi oído, mientras la penetraba con más rapidez.

Se sentía tan bien, mi esposa estaba tan estrecha que me parecía estar en cielo estando dentro de ella. Sus paredes apretaban el pedazo de carne que latía por ella. Mi corazón palpitaba tan fuerte que me di cuanta que estaba teniendo un orgasmo ya que sus paredes me apretaban más fuerte y sus manos estaban agarrando mis brazos con fuerza, su tronco se arqueo de tal manera que una cuantas mas estocadas y me fui también dentro de ella. Nos quedamos así con un vaivén suave, ya que no quería salirme de mi casa.

Bella jadeaba al mismo ritmo que yo. Estábamos sudorosos, Bella me tomó de mis cabellos y aun sin salirme de ella, se quedó mirándome.

-Esposo mío, te amo, y eres grandioso- me lo dijo entre jadeos.

-tu eres grandiosa amor mío, eres maravillosamente estrecha y eso me hace enloquecer más sabiendo que eres solo mía- le dije besando sus tibios labios que estaban hinchados por habérselos mordidos y besados.

-me quedaría así pegada a ti por siempre- me dijo sin dejar de moverse.

-Bella deja de moverte, ya que estas despertando al pequeño- le dije sintiendo como estaba reaccionando por el vaivén que tenía Bella de sus caderas y pelvis.

-es que quiero más antes que nos vayamos a sentar- me dijo estirando su trompita haciendo un pucherito.

Sin decir nada, le tomé sus nalgas y seguí sus movimientos pero esta vez fui más rudo, fueron movimientos con dureza, rápidos pero profundos. Bella cerraba sus ojos y abría la boca cada vez que estaba en su fondo. Sus gemidos lo reprimía y se le iban para adentro sabiendo donde estábamos y que no quería que nadie nos escucharan, aunque muchos sabía que estamos en baño juntos. Bella tomó mis cabellos y puso su vista en la mí que la miraba con devoción y pasión, estaba por llegar, unos cuantas estocadas más y llegaría a la gloria, pero veía que Bella aun le faltaba, sin más me salí de ella y me agaché y me fui a saborearla, ella en la misma posición se abrió un poco más para darme más lugar y comencé a saborear todo, su vulva estaba tan hinchada por la excitación que eso me hacía sentir orgulloso.

Bella gemía bajito reprimiéndose, sabía que gozaba con lo que le hacía con mi lengua y mis dedos, estaba tan mojada, tan sabrosa que no dudé en penetrarla con mi lengua, jugué con su clítoris y el agarre de mi cabello en sus manos me indicó que estaba teniendo su orgasmo. Me paré y la penetré fuerte para poder acabar juntos y así fue. Los dos acabamos al mismo tiempo. Los dos nos estremecíamos por tanto gozo. Nuestros cuerpos estaban sudorosos y nuestras piernas pegajosas por nuestros jugos. Pero eso no importaba.

Salimos del cuartucho y nos fuimos a nuestros asientos, algunos se dieron cuenta y se reían al vernos, sabíamos que no habíamos sido disimulados para eso pero por lo menos pudimos saciar nuestros deseos. Ahora ya no había pensamientos de que no podíamos, todo lo contrario, ahora estábamos casados y nada ni nadie nos impedían amarnos.

Llegamos a Madrid, estuvimos esperando dos horas, y aprovechamos a ir darnos un baño en un lugar del aeropuerto y nos cambiamos ropa. Después de lo que hicimos en el baño del avión habíamos quedado pegajosos y debíamos cambiarnos.

-¿y ahora a dónde Edward?- me dijo interrogándome para sacarme a dónde nos dirigíamos.

-a Roma- le dije así de tajante.

-¿a Roma?, pe…-me dijo pero yo la atrapé y la callé con un beso.

-amor ese no es nuestro destino final así que no seas tan impaciente- le dije besándola con pasión.

-es que quiero llegar pronto para poder hacerte el amor una y otra y otra vez sin cansarme- me dijo con un brillo en sus ojitos tan lindos.

-mmm eso deberás esperar alguna horas más ya que después de Roma nos queda una parada más y de ahí una más- le dije teniéndola sentada en mis piernas.

-¡no se vale Edward!, ¿no me dirás todavía a donde me llevas?- me dijo con gran desilusión y enojo en su voz.

-nop, aun no, cuando lleguemos a Italia te diré, en todo caso sabrás ahí cual será nuestro destino- le dije besando la comisura de su labio. –mi Bella tan impaciente, pero te amo tanto, y me encanta que seas así, me encanta que no te canses de mí.

-¿Cómo me voy a cansar de ti? Si eres mi todo, tu eres todo lo que mi ser necesitaba para estar completo- me dijo mirándome fijamente. –¿sabes algo? Me gustó lo que hicimos en el baño del avión, fue audaz y muy excitante.

-¿te gustaría volverlo hacer?- le pregunté con una sonrisa pícara en mis labios.

-no lo dudes amor, así que apróntate, que me harás el amor una vez más mientras viajemos hacia Italia- me dijo besándome y mordiéndome el labio inferior.

-te amo Bella, le dije cuando escuchamos que nuestro vuelo ya estaba listo para que abordáramos.

Subimos y nos fuimos rumbo a Italia, Roma, y así como lo había dicho, Hicimos una vez más el amor en el baño del avión esta vez nadie se percató ya que eran muy pocos en el avión, no era una temporada de afluencia, así que si hubiera querido lo hubiésemos hecho en nuestros asientos pero estaban las aeromozas.

La sensación había sido inexplicable, estando en el avión, deseosos de nosotros, el éxtasis de estar haciendo algo prohibido, era una sensación compleja pero exquisita.

Llegamos a Italia y esperamos solo media hora hasta que nos dirigimos a la puerta donde debíamos abordar y me percaté que Bella miraba el letrero donde ponían las puertas para cada vuelo y le brillaron sus ojos al ver que nos dirigíamos a uno de sus sueños que era conocer Grecia, vi como sus pecho subía y bajaba de tanta emoción y la tomé por detrás y la abracé.

-¿feliz?- le pregunté porque sabía que era unos de sus sueños.

-Gracias Edward, no sabes lo feliz que me has hecho- me dijo viendo como caía una lágrima de cada ojito, la di vuelta para tenerla frente a mí y la besé.

-no debes agradecérmelo a mí, sino más bien tenemos que darles las gracias a Carlisle y Esme, es su regalo de bodas- le confesé.

Subimos al vuelo y en dos horas llegamos a la capital de Gracia, Atenas. Bella estaba maravillada, ya que de alguna manera cuando el avión estaba bajando para aterrizar Bella vio muchas estructuras que desde niña soñaba con conocerla. Le dije que Atenas estaríamos ahí después de dos semanas para conocer más de sus atractivos, pero que esta no era nuestro destino final, sino que iríamos a las Islas Santorini. Sus lugares iban hacer que nuestra luna de miel fuese la más hermosa.

Al ver a Bella tan emocionada y tan feliz me regocijaba contemplarla. Desde Atenas tomamos una avioneta y nos dirigimos al pueblo de Imerovigli a 10 minutos de la capital de la isla, Fira, una de las localidades de las Islas. Nos alojaríamos en un pequeño hotel (Hotel On The Rocks Apartments) cuatro estrellas, muy familiar pero con todas las comodidades que necesitábamos, quedaba insertado en las rocas a 200 m sobre la cuenca de la caldera de Imerovigli. Desde ahí podíamos recorrer todos los lugares de las demás islas y disfrutar de todas las maravillas que nos brindaba este hermoso lugar.

Al llegar al lugar Bella, estaba extasiada por lo hermoso del lugar, la habitación era sencilla pero no necesitábamos más, era perfecto para los dos. Bella fue a la terraza y vio la piscina que al estar ahí se veía el mar egeo. Bella se acercó a mí y me besó con tanta euforia, que sabía que de alguna manera me estaba diciendo que estaba feliz.

Nos separamos y Bella acomodó nuestras cosas mientras yo me daba un baño en la piscina, la observaba desde fuera y veía que estaba tan emocionada. Se percató que la observaba que de pronto se apoyó en el borde de la ventana y me quedó observando, yo la miré pícaramente, y la invité a venir a mí.

-Edward ¿el agua está helada?- , me preguntó.

-no, está tibia amor, ven- le estiré la mano y ella sin más se sacó el pantalón y la polera y quedó en ropa interior y se sumergió en el agua llegando a mi.

Me tomó de mis hombros y me hundió, quería jugar, y le di en le gusto, después de tanto jugar, entre besos y caricias, salimos y buscamos unas toallas en el cuarto del baño, y nos comenzamos a secar, Bella se acercó y me besó.

-Edward debemos bañarnos en la ducha porque tenemos olor a cloro- me dijo riéndose y llevándome al baño.

Me bajó mi ropa interior y yo hice lo mismo con las de ella y nos metimos debajo del chorro y nos comenzamos a lavar. Yo lavaba con el jabón a mi esposa tocándola por todas partes, me sorprendió que sus pezones estuvieran tan erectos por el contacto de nuestra piel. Mientras ella hacia lo mismo con mi cuerpo, sus manos estaban haciendo estragos con mi cuerpo, comencé a excitarme.

Bella se puso de espalda dándome una fricción en la parte baja con sus nalgas, y eso fue el principio para darle rienda suelta a nuestros deseos más íntimos.

Le tomé sus caderas y la fricción fue más profunda, mi miembro rozaba su intimidad y el borde de sus nalgas, era rica la sensación, Bella se apegaba más a mí y sus movimientos hacía que nuestro roce nos enloqueciera.

Bella tomó mis manos y me las llevó a sus senos para que se los tocara, yo obedecí y así estábamos comenzando a amándonos una vez más, pero en forma libre. La di vueltas y la besé con vehemencia, nuestros labios se unieron con lujuria, vi cómo subía una de sus piernas a mi cintura para darme el paso a penetrarla, pero aun no quería hacerlo, mi miembro le rozaba en cada fricción que hacían nuestros cuerpos. Bella jadeaba mientras nuestras lenguas se entrelazaban entre sí y mientras nuestros movimientos pélvicos eran más intensos.

-OH Bella eres tan hermosa…- le dije besando su cuello bajando a sus pechos.

-y tu eres mío, solo mío….Edward te deseo dentro de mí- me dijo con voz autoritaria.

-a la orden esposa mía- le dije mientras le tomaba su pierna para estar más juntos y sin aviso la penetré de una sola hasta lo más profundo de su cavidad.

Bella emitió un grito mientras sentí sus uñas enterradas en mi piel. Salí de ella lentamente y la penetré aun más fuerte, la estaba volviendo loca ya que salía lentamente y entraba con fuerza. Me encantaba escuchar sus jadeos y gemidos y como decía mi nombre cada vez que llegaba al final. Su estreches me tenia loco, sus manos me agarraron mis nalgas y la apretó para que entrara aun más en ella, la tomé de la otra pierna y subió en mi sin salir de ella. La tomé y la llevé a la alfombra que había en el piso y me eché encima de ella, la penetraba ahora con más lentitud sin dejar de mirarla. Su rostro me decía que estaba disfrutando, sentía tanta felicidad al verla feliz, verla que irradiaba gozo.

Comencé a besar sus senos y con mis manos a acariciarla, mordía sus pezones y me gustaba porque Bella se arqueaba, le gustaba eso y yo me aprovechaba, quería como se estremecía en mis brazos, me sentía orgulloso que podía hacer feliz a mi esposa.

No quería salirme de ella, era una sensación extrema lo que me hacia sentir, pero quería besarla entera y al ir bajando por su vientre tuve que dejar su cavidad que estaba tan mojada que deseba probar su manjar que me daba cuando estaba lista para mí. Bella sabía que me gustaba probarla y levanté sus piernas y la puse en mis hombros y las abrió un poco para mí y comencé a lamer sus pliegues haciéndola enloquecer, sentía como se estremecía cuando mi lengua tocaba su clítoris, mientras me lo devoraba uno de mis dedos se lo introduje, haciendo que Bella gritara mi nombre, se escuchaba tan lindo en forma de locura. Mordía su centro y lo succionaba que sentí que sus paredes se oprimían ante mi dedo y me dieron ganas de introducirle otro, nunca lo había hecho y Bella abrió sus ojos y me quedó mirando jadeando por el placer que le estaba brindando y comenzó a moverse ayudándome a seguir con mi trabajo, sin sacar mis dedos subí mi rostro a donde el de ella.

-¿te gusta con los dos?- le pregunté entre jadeando por sentirla tan excitada.

-si,… mucho amor,…ah… ah… se siente bien- me dijo gimiendo de placer.

En eso le tomé sus labios y la besé mordiéndolos, saqué mis dedos y lo saboree y ella los tomó y se los llevó a la boca, esa escena me enloqueció solo quería estar dentro de ella y sin más le tomé una pierna y la llevé a mi hombro mientras la otra estaba abajo y así la penetre suavemente, entraba y salía, prolongando así el placer que nos dábamos, yo estaba aguantando no acabar pero quería hacerlo con ella, su vagina estaba tan húmeda que me deslizaba tan ricamente dentro de ella sintiendo sus paredes que oprimían mi miembro.

Me tenía al borde de la locura, Bella era tan ardiente, en eso tomó las riendas y me dio vuelta quedando encima de ella, puso sus piernas a cada lado de mis caderas y tomó mi miembro y lo introdujo en su cavidad, yo tomé sus caderas y la ayudé en el vaivén que tenía en cabalgar como una potra encima de mi pelvis, se veía tan bella verle sus pechos como subían y bajaban en el movimiento enloquecedor que teníamos, nuestros cuerpos ya estaban secos del agua de la ducha que aun corría en el baño pero que ahora estaban cubiertos del sudor. Sin más caímos rendidos después de haber acabado al mismo tiempo, nos quedamos así mientras Bella cayó encima de mi pecho, su respiración era rápida, pero no dejaba de besarme el pecho, mi miembro al haber acabado dentro de mi amada, estaba descansando fuera de ella, pero latía al sentir la sangre correr por él. Yo besaba la cabeza de mi esposa en señal que había sido grandioso este momento.

-Edward, nunca me cansaré de ti, eres mi droga que necesito a cada momento- me dijo llegando con sus labios a los míos.

-y tu la mía- nos besamos tiernamente y nos levantamos y nos fuimos a la cama.

Así comenzó nuestra luna de miel, estaríamos tres semanas en Grecia, tres semanas que compartiríamos el comienzo de una vida llena de regalos.

Capítulo 24: "Un solo cuerpo" Capítulo 26: "Mía, solo mía"

 
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