Edward me dejó en el suelo cuando notó que la velocidad con la que me estaba moviendo era demasiado rápida para conseguir que pudiera mantener la cena en mi estomago si continuaba a ese ritmo. Me soltó en el suelo, todo me daba vueltas, y tuvo que sostenerme por la cintura, ya que casi me estampo con el suelo cuando me dejo sobre mis pies. - Ups! – dije algo mareada. - Bella lo siento, estas bien? – preguntaba angustiado. - Si – la cabeza aún me daba vueltas – solo necesito un minuto de estabilidad humana. Noté como Edward se giraba hacia las escaleras, alguien subía. Era Esme su madre. Avanzaba hacia nosotros con una sonrisa dibujada en su rostro en forma de corazón. Se acerco hasta nuestra posición, nos miraba a ambos con ternura. - Se unen a la fiesta? – nos pregunto con una indicación de cabeza para que la acompañáramos al piso de abajo. Edward asintió y me indicó con la mano que avanzara yo primero. Me puse al lado de Esme y Edward nos seguía más atrás. - Todo bien Bella? – me preguntó Esme cariñosamente. - Eso creo – conteste tímidamente. Ahora debía bajar al piso inferior, y eso me daba algo de vergüenza. En una casa repleta de vampiros era bastante difícil mantener una conversación sí que te escuchen. Esme me animo con la mirada, y me agarró la mano para darme seguridad mientras bajábamos las escaleras hasta la sala. Sonaba una música suave de fondo, algo ambiental. Mi padre estaba con Carlisle y mi tío Stefan junto a la barra del mini bar charlando animadamente. Tía Katheryn y mi madre estaban sentadas en el sofá también hablando, y Jasper y Alice estaban en otro de los sofás dedicándose miraditas y carantoñas. Cuando llegamos a la sala todos sonreían. Estaba claro que si no se habían enterado de la conversación si se imaginaban el resultado de la misma. Mi padre avanzó hasta nosotros, y Edward se fue hasta la barra del mini bar con su padre y Stefan. Esme volvió con Renné y Katheryn, dejándonos a mi padre y a mí a solas. - Y bien? – preguntó mi padre divertido. Me quedé mirándolo con cara de sorpresa, pero al ver la sonrisa que tenía en sus labios no pude evitar sonreír yo también. Me encogí de hombros. - Bueno, ya lo sabes no? – le dije en tono burlón. Mi padre le dio un trago a su Whisky y me miraba divertido. Sabia sobradamente que esto me contaba una barbaridad! No me gustaban este tipo de cosas, yo era una persona a la que no le gustaba ser el centro de atención. Mi falta de coordinación tampoco ayudaba, así que mi padre me conocía suficiente como para saber que no estaba disfrutando con aquello por mucho que amara a Edward. Se oyó un carraspeo de fondo por parte de Carlisle y todos nos giramos a verlo. Mi padre me había tomado de la mano y había empezado a avanzar hasta donde se encontraba Edward con su padre. Renné, tía Katheryn y Esme también se habían levantado y se habían unido a ellos. Alice y Jasper seguían sentados en el sofá en un segundo plano, imaginaba que no se moverían de allí. - Bueno, creo que ustedes tienen algo que decirnos no? – dijo Carlisle alegremente. Llegamos a la altura de todos ellos. Edward me miraba a los ojos con una sonrisa en su cara, yo no podía apartar mi mirada de él. Y el resto de los presentes no paraba de mirarnos a ambos con cara de felicidad. Edward miró a mi padre para pedirle permiso, y éste solo asintió. Notaba como mis mejillas ardían. Mis manos se habían quedado igual de heladas que las de Edward. Estaba petrificada, no podía moverme de mi sitio ni apenas respirar. Edward avanzó hacía mi con una cajita de terciopelo negro con el mismo aspecto que la que Jasper había llevado un rato antes. Agradecí tener un sillón cerca, ya que tuve que sentarme, me flojeaban las rodillas. Edward sonreía de oreja a oreja conforme iba acercándose hasta mi altura. Llegó a mi altura y clavó su rodilla en el suelo frente a mí. - Isabella Mary Swan – me miraba con esos ojos dorados suyos. Su mirada era tierna y abrasadora – prometo amarte para siempre, todos los días de mi vida, quieres casarte conmigo? Miré el anillo que reposaba en la cajita. Era también de oro blanco como el de Alice, pero no sólo tenía un diamante, sino uno central estaba engastado a la montura del anillo, y otros más pequeñitos rodeando el más grande. Todo en su conjunto era como una roseta de diamantes sobre oro blanco. Levanté de nuevo la mirada hasta sus ojos. Me había quedado embobada mirando sus ojos de oro líquido que se fundían con los míos, era una sensación que ya me resultaba familiar y agradable. - Si – solo alcance a decir si, con la voz quebrada por la emoción, pues ya habían empezado a caer las lagrimas por mis mejillas. Edward sonreía. Nunca lo había visto tan feliz. Tomó el anillo de la caja y me lo puso en el dedo. Tomo mis manos y me levantó del sillón para abrazarme y besarme dulcemente en los labios. Lo que nadie esperaba era mi reacción, pues me olvidé de que el resto de nuestra familia estaba allí viéndonos y pegue mi cuerpo al suyo de una manera que no era nada apropiada teniendo en cuenta que nuestros padres estaban delante. Se oyeron risas y carraspeos, así que Edward me separó de él dulcemente y me coloco a su lado, de modo que el resto de la familia pudiera acercarse a nosotros para felicitarnos. Alice salió disparada del sofá y me abrazó con fuerza. Parecía mentira que algo tan pequeño tuviese tanta fuerza y a veces llegara a ser tan irritante. La velada continuó con todos charlando animadamente. Edward no se separaba de mi ni un momento, todo el tiempo me tenia cogida de la cintura o de la mano para tenerme cerca de él. Yo estaba feliz, no podía creer que hasta hace solo una semana tenía ganas de salir huyendo y ahora estaba comprometida con otro de los hermanos Cullen. Comprometida. Aún se me hacía raro pensar en eso, y más ver el anillo en mi dedo. Quería a Edward, pero no quería casarme todavía. Quería ir a la universidad el próximo otoño a estudiar literatura. Él ya estaba en la universidad de Darmonth, donde también estudiaba Rosalie, Emmet, Jasper y ahora también lo haría Alice. Estaríamos todos juntos en la misma universidad. Yo podía compartir apartamento con Alice, y Edward con Jasper. Rosalie y Emmet ya había decidido mudarse al apartamento de al lado de Jasper y Edward, el antiguo apartamento de Rosalie, que antes compartía con otras dos chicas. - Bueno chicos y ya han pensado cuando será la boda? – preguntó Carlisle animado. La pregunta me devolvió a la realidad, había estado pensando durante un rato mientras Edward hablaba con Jasper. Lo miré y él me devolvió la mirada con el ceño fruncido, sin duda esperaba que yo dijera algo, pero no sabía cómo decir que no quería casarme con él, no todavía. - Jasper y yo queremos casarnos antes de volver a la universidad, para poder compartir apartamento! – dijo el duendecillo eufórico. Esto no me dejaba demasiadas alternativas… - Y vosotros, preguntó Carlisle dirigiéndose a Edward y a mí? - Por el momento no lo tenemos decido – contestó Edward, seguro que no podía leerme la mente?, a veces tenía mis dudas. Seguimos hablando acerca de los planes para la boda de Alice y Jasper. Ella quería que fuese en Septiembre, ya que no hacía tanto calor como ahora ni en los próximos meses, y de ese modo no tenia peligro de que se le arruinara el maquillaje, de que se marchitaran las flores y todos esos detalles que solo Alice era capaz de tener en cuenta cuando planeaba su propia boda. Llegó el momento de irnos a casa, y Edward se ofreció a llevarme él mismo en su coche a mí y a Alice, él y Jasper nos acompañarían hasta casa, así el resto de la familia podía quedarse hasta que lo desearan disfrutando de la velada.
Mi padre y mi tío no se opusieron, y yo estaba feliz de poder pasar más rato con Edward. Nos marchamos en el Volvo plateado de Edward cuando Carlisle y el resto aún estaban en el salón. Ellos no necesitaban dormir, pero Alice y yo sí, y sinceramente agradecía que Edward me llevara a casa para poder descansar. Llegamos a casa de mis tíos y Alice y Jasper se bajaron del coche y fueron a sentarse al porche. Edward me miraba y yo seguía en mi mundo, pensando en la fecha de la boda. - Bella, no has abierto la boca en las últimas dos horas a parte de para bostezar - en ese momento se me escapó un bostezo y ambos empezamos a reír. - Lo siento Edward, estoy cansada, entre la fiesta de la boda, y todas las emociones de hoy…siento que estoy agotada, necesito dormir doce horas seguidas para recuperarme. Edward me miraba con el ceño fruncido. - Sólo es eso? – preguntó aún con la frente arrugada – No estarás agobiada por la fecha de la boda verdad? Se me abrieron los ojos como platos, y él asintió y sonrió, estaba claro que no necesitaba leerme la mente para saber qué era exactamente lo que estaba pensando y lo que me preocupaba. - Bella no tenemos prisa, iremos al ritmo que tu necesites y desees. No podía ser real, este hombre era increíblemente guapo, atractivo, besaba como los ángeles, y a de más de todo eso paciente. - Aja – porque me costaba tanto hablar cuando me miraba con esos ojos dorados? Tenía la esperanza que con el tiempo esto mejoraría, porque de lo contrario iba a ser algo complicado poder tener un conversación en la que sólo hablara Edward. - Bien vamos para casa, creo que si necesitas esas doce horas de sueño. Salimos del coche y me acompañó hasta la puerta de casa, Jasper se estaba despidiendo ya de Alice, quien me guiñó un ojo y entró en casa. Jasper pasó por nuestro lado para el coche. - Buenas noches Bella. - Buenas noches Jasper. Suspiré y miré a Edward. Estaba ahí, aún no se había esfumado mi sueño, parecía que era real. Él me miraba tiernamente, con sus ojos dorados. Tomó mi cara entre sus manos y me dio un beso corto pero intenso en los labios. - Buenas noches amor. Me quedé allí parada con los ojos cerrados mientras él se alejaba hacía el coche, y cuando lo ví de espaldas conseguí murmurar un “Buenas noches”. En ese momento se giró y me sonrió. Subió al Volvo y arrancó el motor y salió disparada hacía la carretera. Me quedé allí mirando cómo se alejaba el coche, ensimismada en mis pensamientos. No oí cuando Alice abrió la puerta, hasta que no me habló. - Bella, tienes pensado dormir en el porche? – me decía con tono vurlón. Me giré y me la quedé mirando y entre en la casa tras ella.
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