-¿Cómo se siente la señora Cullen?- escuche decir a Edward en mi oído, exhalándome su hálito que enviaba fuertes descargas eléctricas a todo mi cuerpo, reverberando por cada terminación nerviosa. Íbamos saliendo de la pequeña recepción que nos preparo la familia de mi esposo…Mi esposo, que maravillosas sonaban aquellas dos palabras y que él me dijera Sra. Cullen lo eran aún más.
-Deseosa de celebrar esto como Dios manda- le dije pícaramente, él me miro directo a los ojos leyendo el doble sentido de mis palabras.
-Entonces puede que le saque más velocidad a ésta cosa- y acelero un poco más el auto que iba conduciendo, gracias a toda la familia es que todo había resultado espectacular, Alice se había encargado de toda las vestimentas, desde los padres de Edward hasta los padrinos, inclusive Edward y la mía propia ¿Cómo lo hizo en tan poco tiempo? Ese sin duda seria el enigma de por vida.
Esme y Rose se encargaron de todo lo referente a la decoración de la iglesia y la recepción, recepción muy intima entre la familia y algunos amigos de la familia y mi único amigo Jacob del brazo con Nessi, inclusive el ex jefe de Edward asistió, de hecho gracias a él es que nosotros íbamos por tres días a la playa como una luna de miel.
En algún punto del camino debí de quedarme dormida, pues lo que recuerdo es que Edward me sacaba del auto con toda delicadeza y me llevaba al interior de la cabaña, no tenia fuerzas para protestar y aunque sentía vergüenza por quedarme dormida en mi noche de bodas, no podía hacer más, el cuerpo lo sentía inexplicablemente agotado.
Desperté a la mañana siguiente gracias a la luz que se filtraba de entre las cortinas, el olor del mar me llegaba intensamente. Me removí solo un poco y fue cuando note el abrazo de mi marido en mi cintura, ahí junto a mi descansaba el hombre más maravilloso del mundo, aquel hombre que conciente e inconcientemente sabia que daría su vida por mi así como yo por él.
Sonreía como boba, de eso estaba segura pero ¿Cómo no estarlo? Si al fin estábamos casados, nada ni nadie nos separaría jamás, ni la muerte como nos había dicho el sacerdote. Después de tantas cosas malas que habíamos pasado no imaginaba estar entre sus brazos, cuando me toco explicarle los motivos que me habían orillado a cometer aquella estúpida idea de acabar con mi vida él me hizo saber que estaría conmigo siempre, cuando le conté la historia de mi madre no podía creer que mi padre, precisamente él siendo el jefe de policía haya mandado a matar a un hombre inocente, que su única culpa fue enamorarse equivocadamente de una mujer casada, en fin, ni yo podía explicar eso pero no quería pensar en ello, menos ahora que me sentía plena y feliz junto a mi marido.
Moví lenta y suavemente su brazo de mi para poder levantarme, cuando ya estaba de pie me percate que él me había puesto mi ropa de dormir –Te amo- le dije suavemente al oído para que no despertara, simplemente necesitaba decirlo.¿ y le deje un pequeño beso en su frente.
Inspeccione la cabaña, desde los baños pasando por las habitaciones hasta llegar a la cocina, para dos personas era bastante amplia. Sin dar más vueltas y estando en la cocina recolecte algunas cosas para preparar el desayuno, en el tiempo que mi padre me exigía saber como mantener una casa, para ser la mejor esposa del mundo, me mofaba, en ese entonces no tenia contemplado convertirme en esposa de nadie y mucho menor servirle como esclava, bueno así pensaba en ese entonces, hoy, agradecía la insistencia de mi padre y las enseñanzas de Esme para atender como es debido a mi marido, suspire, si solo con pensar en él me quitaba la respiración, jamás podría llegar a ser inmune a sus efectos, ni siquiera a su recuerdo.
Estaba casi todo terminado cuando sentí sus fuertes brazos en torno a mí.
-Buenos días amor- me dijo cuando beso mi cuello, ganándome un erizado de piel solo provocado por él.
-Buenos días cielo- y me gire en sus brazos para besar sus labios.
-Veo que te levantaste muy temprano- me dijo al ver sobre mi hombro la comida preparada y fue que recordé que desperté temprano por que me acosté más temprano aún, arruinando nuestra noche de bodas -¿Dije algo malo?- me miro preocupado –Tus mejillas se han ruborizado, tus ojitos reflejan algo de tristeza y aunque es encantador debo decir, estas haciendo un puchero muy tierno- me dijo acariciando mis mejillas, le sonreí levemente.
-Amor perdóname- le dije mirando al suelo –Anoche estaba muy cansada, no sabría decirte de que pero lo estaba y bueno…yo…bueno tu…yo y tu no pudimos… uhm…debo ser una esposa horrible- le dije avergonzada.
-Amor- me dijo rápidamente después de que le manifesté por que me sentía así ¿, tomo mi cara entre sus manos para que lo mirara –Yo también estaba cansado- intento consolarme pero no era suficiente –Aunque me asustaste un poco, debo decir- me dijo en tono divertido, lo mire extrañada –Nunca te había visto dormir así, podría haber caído un avión y tu hubieses seguido igual- me dijo entre risitas –si hasta me daba un poco de envidia ver como dormías- y sus risitas comenzaron a ser más como una carcajada, le pegue en el hombro y me gire para seguir preparando la comida –Amor no te enojes, es solo que cuando te estaba cambiando a tu pijama eras peso muerto en mis brazos, tome hasta tu pulso pensando en lo peor- y seguía riéndose.
-Señor Cullen le aconsejo que si quiere probar bocado esta mañana coloque la mesa- le dije indiferente.
-Señora Cullen me encanta como se ve enojada, le da un toque salvaje que me provoca- me dijo mientras aspiraba el aroma de mi pelo y cuello, besaba mi odio y saboreaba con su lengua el lóbulo, luego bajaba por mi cuello dejando húmedos besos en el, me apretaba más a su cuerpo haciéndome notar en mi trasero su ya levantado problema -¿Sigue enojada?- me pregunto, pero yo ya estaba flotando y si le respondía se daría cuenta de lo torpe que sonaría mi voz, entrecortada y ronca. Sus manos ya estaban acariciando mis costados, desde mis hombros hasta los muslos, subiendo a mis muñecas que de un momento a otro las aprisiono con sus fuertes manos y en un rápido movimiento me giro hacia él. Podía ver el fuego en sus ojos, un fuego contagioso que pronto ya estaba en los míos.
-¿Hay algo que pueda hacer para que me perdonas más rápido?- me pregunto –Te extraño demasiado como para que estés enojada- y sus manos viajaron a mis caderas, su simple roce ardía en mi piel ¿o es que mi piel era la que estaba ya en llamas y con su toque se intensificaba más? A estas alturas tenia mis ojos fuertemente cerrados por las intensas sensaciones que Edward me estaba provocando, era como sentirlo amplificado.
-Aún no me haz contestado esposa mía- y sus dedos jugaban con el elástico de mi pantalón, un audible gemido salio de mis labios cuando sentí sus dedos acariciar mis muslos, sin una tela de por medio.
-E…el desa…yu…yuno s…se…enfri- intente decir, "no se burlen de mi, me gustaría saber como reaccionarían ustedes estando en mi posición".
-Esta bien- me dijo separándose de mi –Vamos a desayunar- y percibí esa mirada de maldad con su toque de humor, yo sentía las hormonas por las nubes, así que con toda la fuerza que podía tener en ese momento, lo tome del cuello y lo aprisione entre mi cuerpo y la pared, sus ojos brillaban de amor, pasión y victoria.
-No puedes dejarme así y luego irte como si nada- lo bese fieramente, demostrándole lo mucho que había provocado en mí. Me cargo a la habitación como a un niño pequeño, yo le arquee una ceja y vi la diversión en su mirada.
-No protestes amor- y beso la punta de mi nariz –Anoche no me diste la oportunidad de cumplir con todos los ritos, así que hoy eres mía y no puedes quejarte- y le sonreí llena de amor.
Decir que el desayuno lo había olvidado es quedarse corta, olvide el desayuno, almuerzo, merienda y cena, si fue hasta que me levante de la cama y me maree levemente por falta de comida que comprendí que habíamos pasado todo el día metidos en la cama explorando nuestros cuerpos, demostrándonos amor, no me quejo claro esta, pero no esta dentro de mis cosas favoritas ver a Edward preocupado.
-¿Estas bien?- me pregunto cuando me senté nuevamente a la cama para recuperar el equilibrio.
-Si amor, es solo que no he comido nada desde ayer- y mis palabras fueron confirmadas con un fuerte gruñido de mi estomago. Edward simplemente se rió de mí y me tomo para que me recostara nuevamente.
-Yo me preocupo de la comida amor, más que mal te levantaste temprano para preparar el desayuno y por mi culpa quedo desperdiciado en la cocina- note el humor en sus palabras y esa sonrisa torcida que me hacia decirle que si a todo.
Así pasamos nuestro primer día de casados, el segundo y el tercero no cambiaron mucho, pero eso si, esta vez salimos a caminar por los alrededores. Cuando desperté al día siguiente percibí todo de mejor manera, resultaba que la cabaña quedaba frente al mar, llenándonos con una fantastica imagen de postal, donde el mar se extendía para nosotros de costa a costa, el canto de las aves y el sonido de las olas traía consigo una paz única, haciéndonos olvidar todos los problemas, dificultades, percances tenidos y los que vendrían.
-Podría acostumbrarme a esto, sabes- le dije cuando me abrazo aquella por la mañana. Cuando me desperté, simplemente me envolví con la sabana de la cama y salí a la pequeña terraza para disfrutar del amanecer, disfrutar del aroma y tranquilidad del mar.
-Yo ya me acostumbre- me dijo abrazándome fuertemente y besando mi cuello, sabia que se refería a acostumbrarse a estar conmigo de esta manera, juntos sin problemas, con un futuro a lo largo de nuestras vidas.
-Yo también amor- su cabeza descansaba en mi hombro así que solo levante mi brazo para poder acariciar sus cabellos –Aún queda decirle a mi padre y todo estará bien, te lo prometo- me gire para mirarlo directamente a los ojos y darle seguridad, bese su fuerte pecho, tenerlo entre mis brazos sin duda es el mejor calmante y la mejor droga que pudiese existir.
-No te preocupes amor, estaré junto a ti cuando se lo digas –me dijo -jamás te dejare sola, ya somos uno- y me beso apasionadamente en los labios, embriagándome con su esencia.
-Tengo miedo- me separe solo un poco de sus labios para hablarle –Tengo miedo de la reacción de mi padre contigo, tengo miedo de que se desquite con tu familia, a mi me puede hacer lo que quiera pero no quiero perjudicar la tranquilidad de la tuya- le dije abrazándolo fuertemente –No podría soportar que algo te sucediera- y lo abrace fuertemente como si intentaran arrebatármelo.
-Amor primero recuerda que mi familia también es la tuya, incluso de antes que nos reencontráramos, ahora lo es mucho más- sentí su agarre más fuerte para tranquilizarme –Y bueno, creo que debemos ser cautos en la forma en que se lo decimos a tu padre, esta claro que no será una noticia de su agrado pero no le quedara de otra que aceptarlo- y volvió a besarme –por que no pienso separarme de ti nunca.
Salimos a dar un paseos en caballo y en bote, disfrutando de cada pequeñez que la naturaleza nos entregaba, pero como todo principio tiene un fin, un ciclo que sin duda no me acostumbraba en lo absoluto teniendo a Edward en mi vida.
Cuando llegamos de vuelta al pueblo, mi nueva familia esperaba por nosotros muy sonrientes, era algo vergonzoso saber que ellos ya sabían que había dejado de ser virgen y aunque lo había dejado de ser hace un tiempo atrás ellos no lo sabían, pero ahora era un hecho confirmado y me daba vergüenza que ellos así lo supieran, de hecho era un hecho que así era por las picaras miradas que me daban Rose, Esme y Alice, pero que sin duda Emmett no podía disimular al agitarme sus cejas de arriba hacia abajo pícaramente.
Cada miembro de la familia me dio su mejor bienvenida, a la casa y a la familia pero sin duda uno fue quien más llamo la atención "¿adivinan quien?"
-Ya eres toda una mujercita- me dijo Emmett dándome un leve codazo en las costillas, yo creo que él pensaba que fue leve por que lo que a mi respecta, me dolió bastante, puedo decirles que rato después me mire la zona y un cardenal estaba ya marcando la zona de mi piel ¿desde cuando era tan sensible? En fin.
-Emmett no molestes a Bella- escuche el reto de Esme, Edward me tenia fuertemente abrazada y yo ocultaba mi rostro en su pecho para que Emmett no viera mi vergüenza luego de sus comentarios.
-Vamos- decía Emmett –Si ya todos sabemos que Edward le robo su flor- y su risa era estruendosa -¿o es que Edward es aún es un niñito y no cumplió como hombre?- percibí la maldad en sus palabras, finalmente lo encare comiéndome toda mi vergüenza.
-No sabría como explicarte lo bueno que es tu hermano, es tan bueno que creo que no lo comprenderías- y sus ojos se agrandaron como plato al ver que fui capaz de contestarle a su altura, toda la familia reía fuertemente con satisfacción y Rose le hizo un gesto con los hombros como diciéndole "perdiste esta vez", mire a Edward quien era el único que no sonreía, pues estaba rojo hasta las orejas, yo le guiñe un ojo para darle valor –Es verdad lo que dije en todo caso, eres excelente- le dije cuando pase por su lado, lo suficientemente bajito para que solo él pudiese oírme.
Ya dentro de la casa les contamos lo maravilloso que era el lugar, los lugares que recorrimos, obviamente nos reservamos ciertas partes, partes bastante extensas que nos pasábamos en la habitación, entre hacer el amor y recuperar energías para la siguiente ronda.
Cuando los hombres estaban compartiendo su momento a solas frente al televisor, Rose y Alice en la habitación de ésta hablando de algunos diseños que Alice tenia en mente, aproveche mi momento a solas con Esme.
-Esme ¿mi padre como esta?-le pregunte finalmente, minutos antes había tenido un debate interno cuestionándome si debía preguntar o no, parte de mi quería saber si estaba bien, si sabia lo que había hecho pero otra parte me decía que era mejor dejar las cosas como estaban y que todo cayera por su propio peso, y creo que Esme vio en mis ojos la incertidumbre que me causaba saber como estaban las cosas por mi ahora ex casa.
-Tu padre esta bien cariño- me dijo acariciando mi mejilla –Es solo que ya es conciente de lo mucho que se a equivocado y el daño irrevocable que causo en la relación de él y tú. Tiene una leve noción de que debes estar con el muchacho que te gusta pero puedo asegurarte que ni por asomo se imagina que te haz casado y menos aún que estos tres días haz estado en tu luna de miel- me hizo saber –La que si esta como loca es la madre del chico Vulturi, pregunta a diario por ti en la casa- su voz cambio a un tono que no supe descifrar –Me a tocado atenderla un par de veces mientras conversa con tu padre y si no es por que él te extraña es que ella finalmente conseguiría que él te odie, esta indignada con tu desapareció y que hayas dejado a su hijo sin una explicación- se veía el enojo en los ojos de Esme, algo bastante raro en ella.
-¿Qué crees que debería hacer?- le pregunte a modo de consejo, un consejo que tomaría sin duda, Esme siempre a sido bastante certera con respecto a como tomarlas situaciones de la vida, quien mejor que ella para decirme que hacer cuando ella por amor también se enfrento a su padre y a la sociedad, todo por vivir feliz como es ahora con Carlisle y sus hijos.
-Ve a hablar con él antes de que la Sra. Vulturi se entere de cualquier cosa relacionada contigo y Edward, creo que es mejor que tu padre se entere por ti y no por personas cizañeras que lo puedan poner en tu contra- me dijo sabiamente. Sin duda tomaría el consejo de Esme he iría al día siguiente a primera hora de la mañana para hablar con mi padre. Cerca de las cinco de la tarde en la casa no había nadie, Emmett y Rose ya se habían ido a su casa, Alice y Jasper tuvieron que salir, Esme tenia que ayudar a una señora no me explico mucho, Carlisle trabajaba y Edward tuvo que salir debido a que lo habían llamado urgentemente desde la casa de los Denalí. Yo por mi parte le asegure que estaría bien, lo esperaría como siempre lo haría una esposa abnegada, una esposa que lo amaba con toda su alma, así aprovecharía de ordenar un poco la casa de los Cullen en agradecimiento a todo lo que habían hecho por mi, desde la ida de Edward ya eran un par de horas, cuando tocaron a la puerta supe que debía ser él que me quería dar una sorpresa. Corrí a la entrada principal con una enorme sonrisa por su llegada, enorme sonrisa que se desvaneció en cosa de segundos cuando Dídima Vulturi estaba frente a mi con una sonrisa arrogante y despectiva, mirando la casa de los Cullen como si fuera la peor de las enfermedades.
-No puedo creer que hayas cambiado este cuchitril por las comodidades que te ofrecía mi hijo- dijo despectiva, con solo escuchar a que términos se refería a la mejor casa en la que haya vivido, en una casa que claramente era mi hogar, mucho más que cualquier mansión, me comenzó a hervir la sangre.
-¿Qué quieres Dídima?- le pregunte sin rodeos, cortante y fría.
-Más respeto niña que no estamos a la misma altura- me miro con sorna y entro a la casa sin ser invitada, miraba todo a su alrededor, con cada paso que daba el asco que había en su rostro era mayor, juro que en cualquier momento olvidaría toda educación y respecto por una mujer mayor –Simplemente venia a preguntarte que paso con mi parte de matrimonio- y vi el brillo de maldad en sus ojos, un brillo que me hizo temblar de pies a cabeza, algo que se alojo en mi pecho dejándome con una angustia.
-¿De que hablas?- le pregunte haciéndome la desentendida.
-No nací ayer niñita- me dijo enojada tomando mi brazo entre sus manos, el agarre estaba siendo incluso mayor que la vez anterior que había hecho lo mismo –Nadie le hace esto a mi hijo, tolere muchos de tus berrinches pero nadie vera a mi hijo como un hombre que a sido engañado y mucho menos por un campesino, me oíste- la llama de furia que salían por sus ojos era de temer.
-Dídima…me haces da…ño- le dije con dificultad, el dolor que estaba sintiendo en el brazo era intenso, pero había algo más.
-Oh no muchachita esto no es nada, esto no a acabado aún- me dijo sonriendo he inexplicablemente temí por mi vida –Amo a mi hijo y se que él se a encaprichado contigo, no le he dicho de tus estúpidos arrebatos así que te daré la última oportunidad si es que quieres ser feliz- me dijo un poco más calmada pero sin solar mi agarre –Mi hijo es demasiado bueno para alguien como tu, pero es lo que él quiere y es lo que él tendrá- miro el exterior por la puerta abierta y luego nuevamente a mi –No lo arruines, mira que los Vulturi solo damos una oportunidad- y lo que sucedió a continuación fue extraño, en un rápido movimiento Dídima me soltó del brazo pero antes me lanzo contra la mesa en la que me golpee la parte baja de mi espalda, provocándome un agudo dolor, al caer al suelo vi cuando salía de la casa y yo perdía la conciencia.
Lentamente el dolor en la espalda comenzó a volver y la cabeza a darme vueltas, los sonidos también comenzaron a aparecer haciéndome volver a la realidad, abrí los ojos y vi a Alice, Jasper, Carlisle, Rose y Emmett, pero al no ver a Edward fue cuando me senté bruscamente provocándome otro mareo.
-Tranquila pequeña- me dijo Carlisle sujetándome de los hombros para que volviera a recostarme.
-¿Que paso?- me pregunto Alice preocupada.
-Yo, no se- dije simplemente, tenia que poner mi cabeza un poco en orden para poder hilar mejor mis pensamientos –Yo estaba sola esperando a Edward y luego llego Dídima, discutimos, me lanzo y caí de espaldas contra la mesa, es lo ultimo que recuerdo- dije mientras sentía nuevamente una punzada en la espalda, lo que me llevo a quejarme levemente.
-¿Estas bien? ¿Quieres que llamemos a un medico?- me pregunto Jasper.
-Preferiría que llamaran a Edward- dije cerrando los ojos para resistir el dolor. Hubo un largo silencio y cuando abrí los ojos para saber que sucedía vi que entre ellos se miraban de manera extraña.
-¿Qué sucede?- pregunte asustada, nadie me miraba directo a los ojos -¿Carlisle?- pregunte esperanzada de que él me dijera la verdad.
-Bella, Edward fue quien te encontró inconciente en el suelo, después de unos minutos lo único que hacías era llamar a tu padre, Edward estaba realmente asustado por como estabas, llevas horas inconciente, él estuvo en todo momento junto a ti, luego llegamos nosotros- algo no estaba bien, Edward estaba conmigo pero me dejo a pesar de la preocupación.
-¿Dónde esta ahora?- y por su semblante supe que esa era la pregunta correcta.
-Él fue a la casa de tu padre para enfrentarlo por lo que te haya pasado, algo de lo que dijiste lo llevo a pensar que tu padre tuvo algo que ver como él de encontró- mi cabeza seguía dando vueltas, pero intentaba calmarme y rogar a Dios que las cosas salieran mejor de lo que podrían salir, después de todo tendría que hablar igual con mi padre sobre todo por la urgencia de decirle la verdad a causa de las amenazas de Dídima, aunque tenia pensado hacerlo yo quizás de esta manera era mejor, entre hombres podrían entenderse.
-¿Se fue hace mucho?- pregunte un poco más calmada.
-Un par de minutos antes de que despertaras- me dijo Alice.
En eso la puerta principal de la casa se abre provocándome un sobresalto, lo único que quería era ver a Edward, pero no, era Esme.
-Cariño ¿estas bien?- me pregunto Esme preocupada –Me encontré con Edward en la casa y me explicó lo sucedido, vine en cuanto supe.
-¿Viste a Edward? ¿No escuchaste lo que hablaba mi padre hablaba?- le pregunte algo asustada, ella simplemente negó con la cabeza.
Ya me sentía lo suficientemente desquiciada, histérica por decirlo mejor con la demora de Edward, y para la mala suerte el dolor de espalda aún no se iba, lo que hizo que Carlisle finalmente llamara al doctor, estaba en la habitación con él cuando alguien irrumpió abriendo la puerta fuertemente provocándome un sobresalto, era mi esposo.
-Amor- le dije abriendo mis brazos para recibirlo, el corrió a mi lado abrazándome calidamente, inhalo fuertemente el aroma de mi cabello, intentando de cierta manera calmarse, sentía la rabia recorrer su cuerpo -¿estas bien?- le pregunte, el solo asintio y miro al doctor.
-¿Esta todo bien doctor?- le pregunto mi esposo al medico. Él le explico que tenia una fuerte contusión en la espalda y que por precaución me quedara recostada por un par de días, me aconsejo también de que fuera a un hospital si me seguía sintiendo mal ya que se había asustado un poco al verme tan pálida, le asegure que era mi estado natural pero no se convenció del todo, cuando al fin nos dejo solos pude preguntarle lo que tanto necesitaba escuchar.
-¿Qué a sucedido amor? ¿Qué haz hablado con mi padre?- le pregunte asustado.
-Primero quiero que me digas como es que terminaste en el suelo con una contusión en la espalda- me dijo algo molesto. Le explique lo sucedido con Dídima y sobre el miedo que sentía en ese momento de que fuera ella quien hablara con mi padre, le explique que de seguro fue por ese motivo que repetía y llamaba a mi padre cuando el me encontró, el simplemente asentía con cada cosa que le explicaba.
-Y bien, ahora quiero, no- rectifique -Necesito saber que a sucedido con mi padre- le exigí, ya llegados a ese momento a hablar lo que mi padre le dijo, su semblante cambio totalmente a uno triste.
-Él ya sabe que estamos casados, simplemente para decir que no le pareció en lo más mínimo, es que me dijo que te llevaría lejos de mi amor- y me abrazo fuertemente, no tanto como para provocarme dolor en la espalda, pero si fuerte como para sentir lo afligido que estaba –Me amenazo que si no te dejaba por las buenas mi familia pagaría las consecuencias, pero que de una cosa estaba seguro y eso era que nos separaría- podía sentir el miedo en su voz y el miedo crecer en mi pecho al pensar que nos separaríamos.
-Eso no amor, yo ya soy tu mujer, él no puedo hacer eso- le dije con firmeza.
-Lo se amor, eso fue lo que le dije pero me aseguro que tenia los medios para poder anular nuestro matrimonio- me miro fijamente a los ojos -Amor, dejemos todo esto atrás y vivamos juntos lejos de aquí- una sonrisa lleno mi rostro al escucharlo hablar así, asentí feliz por irme con él y él acompaño mi emoción y felicidad. Estábamos abrazados cuando escuchamos a Esme pelear con alguien desde el otro lado de la habitación.
-Le he dicho que ella no esta en condiciones de hablar con nadie- la voz de Esme cada vez se cercaba más, finalmente la puerta fue abierta de un tirón dejando a la vista al chofer de mi padre, lo que me hizo sobresaltar de inmediato, "el viene por mi" fue lo primero que pensé y me aferre fuertemente de Edward.
-Srita. Isabella- me dijo con un extraño tono, algo como tristeza y me molesto un poco.
-Sra.- le hice saber, él me miro sin comprender pero al ver mi anillo de casada y tan aferrada a Edward, los hechos cruzaron rápidamente por su mente -¿Qué es lo que quieres?- le dije molesta, si no conociera a Edward que me tenia aferrada a su cuerpo para que dejara de temblar por el miedo a que me llevaran, él estaría sacando a patadas a ese hombre.
-Su padre- me dijo sin mirarme y algo apretó mi pecho.
-Dile que no me iré con él, que mi lugar esta con mi marido y que no me importa en lo más mínimo lo que piense o haga- le dije decidida. El hombre me miro a los ojos, sus ojos reflejaban una tristeza que me comprimía el pecho y las entrañas.
-Sra. Isabella su padre esta muerto.
Continuara...
hola aca les dejo otro capitulo ya solamente falta uno para q esta historia termine. El ultimo capitulo es el miercoles
|