School Days

Autor: josycullen
Género: Romance
Fecha Creación: 21/07/2010
Fecha Actualización: 31/07/2010
Finalizado: SI
Votos: 12
Comentarios: 39
Visitas: 53308
Capítulos: 24

Isabella Swan es una chica popular, una divina. Ella, junto con sus tres amigas, tienen a la escuela bajo su poder. Chicas malas, orgullosas, odiosas y zorras. Edward Cullen y su familia acaban de mudarse y han entrado al Internado Twilight. Muchas sorpresas. Dicen que las apariencias engañan, ¿sera cierto? Edward tendrà que descubrir a la verdadera Isabella Swan, ¿lo lograra, o conseguira algo màs?


Declaimer: La historia no me pertene le pertenece a Bittersweet Melancholy y yo con su permiso la publico en esta pagina los personajes le pertenecen a stephanye meyer..... Completa

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Capítulo 23: Capitulo 23

Bella POV

Abrí los ojos lentamente, desorientada por la habitación en la que me encontraba. Era un hospital, de eso no había duda, pero, ¿por qué estaba allí?

Los recuerdos pronto volvieron y sentí los ojos húmedos. Aquella mañana había despertado con Edward después de una noche de sinceridad inconclusa, habíamos ganado el partido final de fútbol y luego visto una película, habían llegado mis padres…

Mis padres. Ellos eran el problema, la causa y la consecuencia. Nos habíamos puesto a discutir a mitad de la sala, furiosos con los otros por sus errores, aunque no reconocíamos los propios. Palabras subidas de tono, acusaciones falsas y varios golpes, ¿quién no se pondría histérico con eso? Recordé pedir su marcha entre palabras de una falsa victoria, haber escuchado la puerta ser azotada cuando sus figuras me dejaron sola –rota e inmóvil- a mitad de la sala. Recordaba estar próxima al derrumbe, y luego sólo una desesperante oscuridad.

Gotas de agua y el resonar de pastillas en un frasco llenaron mi mente, llenando el vacío que había en ella. ¿Qué me había pasado? Siempre había tomado tranquilizantes en casa, pero nunca tantos. ¿Realmente pensaba suicidarme? Negué con la cabeza y algunas lágrimas rodaron por mis mejillas.

No, no pensaba en ello. Había renunciado a lo material y a mis padres, les regresé su apellido, pero no les entregaría mi vida. Porque mi vida no les pertenecía a ellos ni a las divinas, ni siquiera era mía. Mi vida era de Edward, y él era mi vida.

Mis ojos recorrieron la habitación. Tres osos de peluche en una mesa cercana, tres arreglos de rosas. Había tres floreros –también con rosas- en una repisa, dos de ellos con siete rosas y el tercero con seis; una rosa sola se encontraba al lado del último florero. La ventana estaba abierta, permitiendo a la luz lunar alumbrar el cuarto. Alguien estaba de pie junto a ella, con la mirada perdida en la negrura.

-¿Edward?- me aventuré a preguntar. Se sobresaltó violentamente y luego se giró, su rostro estaba sorprendido y no pude evitar sonreír.

-¡Oh, Bella. Haz despertado!- en un segundo lo tuve a mi lado, alegre ante la noticia. Asentí vacilante.

-Realmente lo siento, Edward.- murmuré cuando tomó mi mano entre las suyas. –Fue estúpido de mi parte hacer eso…- puso un dedo sobre mis labios, haciéndome callar.

-Haz dormido mucho, Bella.- me regañó juguetonamente. -¿Sabes cuánto tiempo a pasado?- notaba algunas lágrimas brillar en sus pestañas.

-Tres semanas.- respondí con seguridad. Él asintió desconfiado. –Las navidades han pasado y hoy debe ser viernes, ¿antes de año nuevo?- me aventuré a preguntar.

-¿Cómo lo has sabido?- preguntó divertido, pero noté una lágrima rodar por su mejilla. Sentí una opresión en el pecho ante esa mínima gota de sufrimiento. ¿Por qué Edward no podía estar tranquilo un solo segundo? Mi corazón se rompía en pequeñas piezas al verlo en aquél estado, y sabía que eso jamás se repararía. ¿Si mi corazón se encontraba de ese modo, cómo estaba el suyo?

Esa noche me juré a mi misma cambiar cada una de sus lágrimas por una sonrisa. Él era todo lo que necesitaba para seguir viviendo, y de ahora en adelante le pertenecía en totalidad. Así me costara toda la eternidad remediar el daño, lo haría sin refunfuñar, porque no quiero ver la tristeza reflejada en sus ojos ni un solo instante más.

Edward POV

Los ojos de Bella se llenaron de lágrimas mientras sus dedos apartaban las de mis mejillas. Estaba tan feliz de verla de nuevo, de escucharla llamarme y perderme en la piscina de chocolate en su mirada. Sus mejillas sonrosadas estaban empapadas en perlas saladas. Las quité torpemente con mis dedos, deseando que no volvieran a posarse en ellas nunca más.

La siguiente hora pasó entre chequeos y suaves miradas. Carlisle se había presentado ante ella con esa sonrisa que quita el aliento a sus pacientes. Pero ella no se vio deslumbrada –como las otras mujeres-, sino que sus mejillas se cubrieron de un suave tono rosado y apartó la mirada avergonzada, buscando desesperadamente mi mirada. Estaba asustada por conocer a Carlisle en tales circunstancias. Le sonreí, tratando de infundirle valor, pero se negó a levantar la voz alguna vez y se escondió en su propia mente varios minutos.

-¿Crees que haya sido un mal momento para conocer a su suegro?- Carlisle murmuró seriamente, pero en sus ojos claros brillaba la diversión. Me encogí de hombros, pero la vergüenza se hizo presente en mí cuando sentí mis mejillas arder. –Cuídala, Edward.- palmeó mi hombro y salió de la habitación, dejándonos a Bella y a mí solos de nuevo.

-¿Mis padres han enviado eso, verdad?- sus ojos se clavaron en los tres osos de felpa y las rosas. Asentí. Su mano se cerró con fuerza sobre la mía. Pasaba la una de la mañana, pero ambos nos manteníamos en silencio.

-He hablado con ellos la última semana.- susurré. Su rostro se giró con sorpresa y confusión en mi dirección. Su mirada era fría, y sentía su cuerpo como hielo bajo mi tacto. No dijo nada ni me miró en los siguientes minutos. Suspiré agotado ante su falta de cooperación. -¿Cómo supiste el tiempo que ha pasado?- pregunté, intentando recuperar el sonido de su voz. A demás, sentía curiosidad por ese pequeño detalle.

-Me han internado el último día de clases…por intento de suicidio, ¿no?- preguntó con una extraña sonrisa. Asentí pensativo, ¿Estaba intentando evadir mi pregunta? –Mañana iniciaría mi cuarta semana acá.- suspiró y enfocó la mirada en uno de los osos. –Cuando tenía quince años, el verano antes de entrar a Twilight, Jacob me enseñó a andar en moto.- sonrió con anhelo, pero a la vez con amargura. –Olvidé cuál era el freno y me estrellé al intentar –en vano- girar en una curva.- se rió alegremente, como si aquello fuese una travesura de niños. –Estuve inconsciente dos semanas.-

Me puse de pie y tomé el oso y la rosa –que no estaba en florero-, pues los miraba con cierto interés, y los coloqué sobre su regazo. Bella sonrió agradecida y abrazando al muñeco, hizo girar la flor entre sus dedos. Me preguntó si el oso había sido puesto aquél día y asentí receloso. No entendía a dónde deseaba llegar.

-Cada oso representa el fin de una semana de sueño.- me lo mostró. Tres osos en tres semanas, era algo lógico, visto de ese modo. –Los arreglos llegan cada inicio de semana, lo que me dice que mañana habrá otro en camino.- eso también tenía coherencia. Empezaba a entender. –Los floreros de siete representan los días de la semana, empezando a contar en sábado.-

-¿Significa que siempre hay una rosa fuera para señalar el día?- pregunté viendo a dónde se dirigía. Me sonrió, confirmando mi sospecha. –La séptima rosa, en tus dedos, simboliza el fin de la tercera semana: viernes.- ella asintió, colocando ambos objetos en la mesa cercana a su cabeza.

-Mis padres lo ha hecho durante años, he aprendido a ubicarme con solo mirar sus obsequios.- sonrió, pero su mirada no brillaba. –Creen que con esto compensan todo el daño.- apretó la sábana entre sus dedos y sus ojos se humedecieron, pero no lloró.

La mantuve hasta el amanecer despierta, perdida en sus pensamientos mientras le narraba todo lo acontecido con sus padres. Lloró en partes y en otras se rió. Mi Bella estaba volviendo, más fuerte y feliz, nuevamente mía. Al salir el sol de lleno, sus ojos se cerraron de cansancio y se quedó dormida. La imité en unos instantes, descansando la cabeza en su colchón y sin soltar su mano.

Cuando mis ojos se abrieron de nuevo, eran alrededor de las tres de la tarde.

Bella POV

La historia era tan distinta a lo que yo creía recordar… ¿cómo habían logrado engañarme tanto tiempo? Sabía que en mi memoria había lagunas, lagunas que yo misma había creado para ahogar recuerdos innecesarios. Ahora podía recordar cosas que antes no, como si alguien hubiera dejado una llave sobre la mesa y la puerta pudiera abrirse.

Edward conocía a mi familia mejor que yo misma, y eso me hizo envidiarlo. Deseaba haber estado despierta para escuchar a mis padres hablar, revelar esos secretos que me ocultaban y que ahora Edward me hacía llegar. Deseaba estar en sus zapatos y saber que no me mentía…pero de eso no podía dudar, él no tenía razones para mentirme…

El Doctor Cullen volvió a la habitación a eso de las tres y media. Sus ojos buscaban los míos con frecuencia, pero yo rehusaba su mirada. Era la peor forma de conocer al padre de tu "chico". Me sentía avergonzada, ¿realmente podrían aceptarme si Edward me escogía? Su sonrisa decía que sí, pero no era capaz de ver a sus ojos para corroborarlo.

Fue hasta una hora más tarde que me atreví a mirarlo a la cara. Edward había salido a comer algo –por órdenes de su padre- y dejándome sola con él.

-No debes avergonzarte.- dijo Carlisle Cullen sin apartar su mirada de mis mejillas sonrosadas. –Ni debes temer mi rechazo. Eres lo que Edward quiere.- no supe que decir ante ello, ¿cómo conocía él mis miedos?

-¿Cuánto daño le he causado?- me atreví a preguntar mientras con su bolígrafo daba suaves golpes sobre el suero casi vacío. Su respuesta me sorprendió:

-Ninguno que no pueda ser reparado.-

Retiró la aguja del suero de mis venas y todos los aparatos fueron desconectados. Le sonreí tímidamente.

–Eres libre de irte a casa ahora.- su voz era amable, pero podía sentir un gran cariño oculto tras ese tono formal. –Espero verte mañana en nuestra casa, Bella. Eres bienvenida.- después de eso se marchó. Casi lo había olvidado, la mañana siguiente era año nuevo. Sonreí de nuevo y me dispuse a vestirme.

Cuando abroché el último botón de mi blusa blanca, la puerta se abrió. Charlie y Renée me miraron alegres y sonrieron, les correspondí la sonrisa y los invité a pasar. Hablamos poco tiempo, pero todo quedó resuelto. Mi libertad estaba asegurada y el orden restablecido.

A eso de las siete llegamos al dormitorio. El internado estaba prácticamente vacío. Los alumnos se habían retirado a pasar las fiestas con sus familias o amigos, incluso los maestros e habían retirado esa vez. Nadie estaba enterado de mi desliz, y eso me alivió en gran medida. Nuestro pasillo estaba desierto y una vez entramos al dormitorio me sentí alegre de nuevo.

Edward insistió en que debía descansar un poco, pero yo me rehusaba. Entre muchas quejas y empujones, logré que se quedara conmigo en mi cuarto. Nos metimos a la cama y pronto se quedó dormido. Estuve varios minutos observando su rostro en calma y repetí la promesa que me había hecho al despertar la noche anterior.

Acaricié su mejilla y besé sus labios antes de salir de la cama y entrar al baño. Dejé sin seguro la puerta de mi lado, confiando ciegamente en él. Abrí la regadera y dejé el agua correr con total libertad, esperando que se calentara. Me saqué los zapatos lentamente y los puse al otro lado del cuarto.

Miré mi rostro en el espejo y abrí la llave del lavabo, enjuagué mi cara varias veces, hasta que recuperé mi color habitual. La puerta se abrió en el momento que cerré la llave y clavé la mirada en el espejo de nuevo. Edward me contemplaba con sufrimiento pintado en el rostro. Cerré las manos sobre el lavabo y me maldije interiormente por todo esto.

Edward POV

Abrí los ojos con pereza, algo cansado todavía. Bella no estaba a mi lado. Me senté velozmente en la cama y escuché el agua correr en el baño, mi corazón dio un vuelco en la agonía y me precipité hacia allí. No pregunté ni pedí permiso, abrí la puerta y los ojos de Bella se clavaron en mí desde el espejo. La vi tensarse en su sitio y luego agachó la mirada.

Cerré la puerta a mi espalda y acorté la distancia que nos separaba. La tomé por los hombros y la hice girarse. Sus ojos rehusaban mirarme y gruesas gotas caían sobre el piso. Un sollozo rompió el silencio instalado entre ambos y se precipitó contra mi pecho, buscando el consuelo que se negaba a pedirme con frecuencia. La abracé con fuerza y la dejé llorar, mis dedos se enredaban en sus cabellos una y otra vez, no hice preguntas. Ella se encargó de romper aquel silencio sepulcral con voz rota.

-¿Nunca vas a olvidarlo, no es cierto?- tomé su rostro entre mis manos, sin comprender su pregunta. Intentó apartarse, pero yo seguía teniendo más fuerza. Detuvo el forcejeo, pero no me miró. –Fue una estupidez, debería estar muerta…-

-Eres absurda.- la corté furioso y por primera vez sus ojos buscaron los míos. –No vuelvas a decirlo nunca.- me contemplaba con tristeza, con dolor y una angustia infinita.

-¿Qué sentiste, Edward?- preguntó de nuevo. -¿Qué sentiste cuando me encontraste…?- no acabó esa pregunta y se lo agradecí. Mi rostro se desfiguró ante el recuerdo y la vi llorar de nuevo.

-No puedes entenderlo.- dije secando sus mejillas. –No podría soportar perderte.- sentía un nudo en la garganta y lágrimas rogando por salir.

-¿Por qué?- preguntó acariciando mi rostro con sus dedos.

-Porque eres lo más valioso que tengo, porque te necesito…-me cortó con el ceño fruncido.

-¿Por qué, Edward?- estaba molesta, su voz lo reflejaba. -¿Qué tengo yo que pueda ofrecerte?- su pregunta me tomó con la guardia baja. –Puedes tener a cualquiera y quieres a la peor de ellas.- su tono era hiriente, me lastimaba. ¿Era su modo de rechazarme? ¿El típico: "No eres tú, soy yo"? –Eres absurdo…- murmuró entre dientes.

-Te amo, Bella.- no esperé una respuesta o una queja, atrapé sus labios sin permiso. Me correspondió con el mismo deseo que expresaba cada poro de mi piel. Sus labios se movían armoniosos con los míos –como siempre lo hacía- y casi podía escuchar su corazón desbocado, igual que el mío. La había arrinconado contra la pared antes de darme cuenta.

No sé cuánto tiempo duró el beso, pero el aire nos faltaba a ambos cuando nos separamos jadeantes. Intenté acercarme de nuevo, pero colocó dos de sus dedos sobre mis labios e intentó normalizar su respiración. La observé detenidamente, memorizando cada detalle de su rostro, como si fuera a perderla pronto.

-Eres un tonto.- dijo con una pequeña sonrisa. La observé serio, esperando lo peor. –Te amo, y mucho, Edward.- esta vez fue ella la que se acercó a reclamar mis labios. La aferré con fuerza, sabiendo que ella me amaba tanto como yo a ella. Sabiendo que era mía…

Bella POV

Tomé su mano, cuando nos separamos de nuevo, y lo arrastré bajo la ducha. La curiosidad brillaba en sus ojos cuando el agua cayó sobre nosotros. Estaba tibia y el vapor rodeaba el cuarto y empañaba los espejos y vidrios.

Mi mano sobre su pecho acabó por desequilibrarlo. Lo empujé contra la pared y lo obligué a quedar sentado en el piso mojado. Me arrodillé ante él y busqué sus ojos.

-No quiero que te preocupes al escuchar el agua correr…-intentó cortarme, pero puse un dedo sobre sus labios, y obedientemente se calló. –Y no deseo que cuando estés aquí me recuerdes de ese modo…-

-Bella, no…- intentó hablar, pero lo besé fugazmente y lo detuve.

-Quiero que me veas igual que ahora: viva, alegre, tuya…- no esperé una respuesta, no la necesitaba. Lo único que necesitaba era sentir sus labios sobre los míos.

Entre besos y caricias, roces y prendas que se desprendían, conocimos el paraíso. Éramos perfectos el uno para el otro, como si el destino lo hubiera decidido así. Por primera vez descubrí esa sensación que Jacob no me había producido, sentí el cielo demasiado cerca, al alcance de mis dedos…

Porque Edward no buscaba solo sexo conmigo, Edward realmente me hizo el amor aquella noche…

Y aún bajo el agua, entre el vapor y besos ardientes, las doce campanadas resonaron en el reloj del internado. El año nuevo nos recibió juntos, marcando el inicio de algo que iba a durar para siempre. O por lo menos, eso sentía yo en ese momento…

-Feliz Año Nuevo, Edward.- susurré sobre sus labios.

-Feliz Año Nuevo, Bella.- volvimos a juntarnos en un beso más calmado.

Hay una tradición en Japón que dice que si una pareja se besa durante la última campanada del año viejo, la que recibe al nuevo año, su amor dura toda la eternidad. Y eso es lo que yo deseaba, que las mariposas en mi estómago no desaparecieran, y que Edward no se apartara de mi lado nunca.

-Te amo- susurramos ambos a la vez y nos miramos unos instantes. –Por siempre.- repetimos.

Capítulo 22: Capitulo 22 Capítulo 24:

 
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