Disclaimer: Los personajes de la saga Crepúsculo son propiedad de Stephenie Meyer y su casa editorial.
Historia original, queda prohibida su adaptación, distribución y copia parcial o total.
Gracias por darme tu calor
Soy tuya desde aquel momento
En que rozaste mi piel
Pues siempre eres mi firmamento en cada anochecer
En el lenguaje de mis besos diré
Que sólo ti te amaré
Sólo en ti es en quien siempre pienso
Esto es un amor sin condiciones
A tu lado estaré
Y siempre me entregaré
Porque soy tuya, tuya, tuya
– Hola Jen, ¿cómo estás?
– Bien Alice, gracias, Bella que gusto de verte – le medio sonreí avergonzada – ¿así que quieres saber si Edward y yo anduvimos? – dijo entrando a la recámara.
– Alice acaba de contarme lo de Tanya y cómo ayudaste a Edward a salir adelante.
– Además de que has visto como nos tratamos, ¿no? – asentí con la cabeza – está bien, te contaré la verdad – se sentó al lado de Alice – cuando teníamos 17 años, en una fiesta jugamos botella, alguien me puso de “castigo” besarlo durante minuto y medio y yo encantada lo hice, porque sí, Edward me gustaba desde que me acuerdo, pero en ese beso comprendí que éramos como hermanos, que no había química entre nosotros como pareja y cuando lo platicamos, ambos estuvimos de acuerdo, olvidamos ese beso y seguimos siendo confidentes como hasta ahora, ¿aclarada la duda?
– Sí, pero… dan la impresión de ser amigos con derechos.
– Es una táctica que usamos ya sea para alejar a alguien o confirmar si le interesamos.
– ¿O sea que están confabulados para cortar las expectativas si alguien no les gusta y si les interesa otra persona lo hacen para darle celos?
– Suena medio perverso, pero sí, le he espantado a varias y él a mí a algunos tipejos.
– ¿Entonces tú ya sabías de mí desde antes que nos descubrieras?
– Sí.
– Hija, acaban de llegar el estilista y el maquillista – anunció Esme.
Yo me quedé de una pieza, ahora comprendía muchas cosas y porque ella había cambiado su actitud hacia él de repente, Edward quería corroborar mi interés por él, pequeño tramposo, entonces me pregunté desde cuando él había roto la tercera regla. Me sacaron de mis pensamientos cuando me dijeron que sería la primera que arreglarían, ya que Jennifer dijo que tenía que bañarse y Alice tenía que vestirse antes de que la peinaran.
El chico inició con su trabajo, me recogió todo el cabello en un moderno chongo en el que se veían las ondas de mis cabellos, dejó algunos rizos colgando en ambos lados de la cara y el flequillo peinado de lado, después pasé con el maquillista y me sentí como una celebridad, me preguntó de qué color era mi vestido y le dije que azul, así que de ese color me maquilló los ojos, me miré al espejo cuando terminó y casi no me reconocí, vaya que sabían hacer bien su trabajo.
Mientras tanto peinaban a Rosalie y maquillaban a Jennifer. Por su parte, Esme ayudaba a Alice a ponerse el hermoso y moderno vestido blanco, diseñado por ella misma, una vez que lo tuvo puesto se sentó con sumo cuidado para que la peinaran y maquillaran, entonces fui a mi recámara para cambiarme de ropa.
Entré y estaba vacía, así que cuidadosamente me quité la polera y luego el pants, saqué mi vestido del enorme armario que parecía una recámara más y me lo puse al igual que mis sandalias, estaba mirándome al espejo cuando Edward entró.
– Wow, voy a ser la envidia de toda la fiesta, te ves bellísima, corazón.
– Gracias – dije sonriéndole y dándome una vuelta, de pronto la triste historia vino a mi mente y lo abracé con todas mis fuerzas y le acaricié la espalda – gracias por dejarme entrar en tu vida.
– Las gracias debería de dártelas yo a ti, tú fuiste la que me llamó, ¿recuerdas?
– Sí, pero… – me quedé callada, no sabía si era buena idea que él supiera que Alice me había contado sobre su primera novia – tú rompiste las reglas… ¿desde cuando Edward?, necesito saberlo, por favor.
– Casi desde el principio, ¿recuerdas la noche en que llovió? – asentí con la cabeza – me quedé contigo hasta mucho después que amaneció, era mentira que no traía coche, si te lo dije fue porque no quería ilusionarte, yo mismo no quería ilusionarme, estaba muy confundido Bella y quizá rompí las reglas antes que tú.
– Te amo Edward, creo que te amé desde el primer segundo que te vi.
– Creo que yo también, eres la única mujer con la que hecho el amor y, si me lo preguntas, no sabría decirte exactamente cuando sentí esa diferencia, así que como veras, definitivamente el agradecido de que hayas entrado a mi vida soy yo – me besé tiernamente los labios – ahora tengo que cambiarme, nos toca recibir a los invitados.
– ¡Qué nervios!
– Relájate, te ves preciosa, impresionarás a todos, ya verás.
Cuando vi el color de su camisa me quedé sorprendida, era azul, del mismo tono que mi vestido, cuando se lo hice notar me dijo que estábamos en sincronía y me guiñó un ojo. Bajamos y salimos a la terraza, ya había algunos invitados que platicaban con Emmett y Rosalie. Más tarde Edward me presentó a sus tíos Aro, Cayo y Marcus, hermanos de Carlisle, muy serios ellos, por cierto.
A las seis en punto nos colocamos en nuestros respectivos lugares, todos los Cullen en primera fila, Jennifer y su hermano detrás de nosotros y del otro lado los papás de Jasper. Calculé que serían unos 200 invitados. El sacerdote ya se encontraba en el altar y Jasper también, visiblemente contento y nervioso. La melodía empezó a sonar y entraron las damas, con vestidos color lila y una cinta rosa en la cintura, cuando llegaron a su lugar Alice hizo su aparición, del brazo de Carlisle, comenzaron a caminar por el pasillo, ambos con una gran sonrisa. Al llegar al altar, Carlisle entregó la mano de Alice a Jasper que la recibió gustoso y se pararon frente al padre que dio inicio a la ceremonia. Dijeron sus votos emocionados y después Edward y la madrina les colocaron el lazo. Al terminar, Alice y Jasper se dieron un dulce beso y después caminaron por el pasillo mientras les aventaban pétalos de margaritas.
Pasamos al salón, una pequeña banda de cuatro músicos amenizaba con melodías suaves, todos empezaron a tomar sus lugares, Alice y Jasper en la mesa de honor, uno de los músicos les pidió que pasaran a bailar su primera pieza como el matrimonio Hale y todos les aplaudimos, Edward me tomó la mano por debajo de la mesa y me sonrió, estaba tan feliz por su hermana. Los músicos siguieron tocando, algunos se pararon a bailar y un par de horas después sirvieron la cena. En cuanto terminamos de comer, anunciaron que era momento de las palabras del padrino y Edward se puso de pie.
– Buenas noches a todos, es para mí un gran honor dirigirme a ustedes, Alice y Jasper, es un poco difícil para mí ver a mi hermanita como toda una mujer casada, todavía la recuerdo brincando por toda la casa usando coletas y calcetas, pero el tiempo pasa y el amor tocó a su puerta y me da muchísimo gusto que haya sido de un chico ejemplar como lo es Jasper, bienvenido a la familia. Bien, tenía preparado un largo discurso, pero lo olvide en la maleta, así que sólo les diré lo siguiente.
Tomó un respiro.
– Amor es como encontrar un oasis en el desierto, hay muchos espejismos, pero sólo uno es el verdadero. Alice, Jasper mis mejores deseos para esta aventura que inician juntos, estoy seguro que serán inmensamente felices y que formaran una preciosa familia, hermanita te adoro, cuñado, más te vale que te portes bien con ella, ¿ok? – dijo con su típica sonrisa traviesa y levantó su copa – ¡Salud por los novios!
¡Salud!, exclamamos todos los presentes levantando nuestras copas y después bebimos el champagne. Edward me sonrió y me extendió su mano.
– ¿Bailamos? – propuso caballerosamente.
– No soy muy buena, pero si he hecho otras locuras por ti, ¿qué más da un simple baile? – respondí sonriendo y tomando su mano.
Nos levantamos y caminamos a la pista, ahí estaban Emmett y Rosalie, que nos vieron y nos sonrieron, al igual que Esme y Carlisle, que no podían ocultar su felicidad. Edward puso una mano en mi cintura y con la otra tomó una de mis manos y coloqué la restante sobre su hombro, empezamos a movernos al ritmo de la tranquila melodía, Edward tenía apoyado su mentón al lado de mi frente y danzábamos suavemente, me dejé llevar completamente por él y creo que no lo hice tan mal. Terminó la canción y regresamos a la mesa.
La fiesta siguió, bailamos otras melodías, platicamos y después llegó el momento de aventar la liga. Alice se sentó en una silla en medio de la pista y Jasper se la quitó lentamente mientras los hombres silbaban rodeándolos.
– ¿Sabes?, es la primera vez que Edward se une a ese ritual – dijo Jennifer sentándose a mi lado.
– ¿En serio?, ¿no lo hizo en la boda de Emmett? – pregunté sorprendida.
– No, y ni en ninguna otra boda, así que me da mucho gusto que hayas terminado con Jacob y hoy estés aquí.
– Veo que entre tú y Edward no hay secretos.
– No te creas, sí los hay, no le cuento todo lo que hago, ni él a mí tampoco, pero ese no es el punto, la semana pasada me encontré a Jacob en un bar.
– ¿En serio?, ¿y cómo está?
– Bien, dentro de lo que cabe, me contó todo lo que pasó entre ustedes, sus mutuos engaños, te admiro, yo no sé si hubiera tenido el valor para confesar algo así.
– Tenía que saber la verdad.
– Pues sí, de alguna u otra manera se iba a enterar y fue mejor que lo supiera por ti.
– ¿Piensas que soy de lo peor?
– No Bella, a veces el destino se presenta de una forma extraña, pero las cosas se acomodan de tal forma para que estemos con quien debemos estar y el tuyo definitivamente es con Edward y de la misma forma Jacob encontrará a la mujer con la deba pasar el resto de su vida, su relación sólo fue una experiencia más, por cierto, también terminó con ella, que tipa más desagradable.
– ¿Y ella se lo tomó tan tranquila?, a mí me amenazó.
– Obvio no, estuvo acosándolo, pero él tomó cartas en el asunto y logró que le pusieran una orden de restricción, así que, frustrada, regresó a vivir con sus papás a San Diego.
– ¿Y de todo eso hablaron en una noche?
– La mayoría sí, casi nos sacaron con la escoba y como platicamos muy a gusto intercambiamos números de celular y mails, así que hemos seguido en contacto.
– Te gusta, ¿verdad? – dije recordando la escena de ellos viendo el partido de hockey.
– Es muy lindo y tenemos muchas cosas en común, pero no sé, necesita poner en orden su cabeza y su corazón… claro que yo no tengo prisa.
En eso, Alice gritó que aventaría el ramo, yo no quería ir, pero Jennifer me jaló y nos paramos detrás junto con varias chicas que estaban emocionadas. Alice estuvo jugando un rato a aventarlo hasta que lo hizo finalmente y le tocó a Jennifer que gritó entusiasmada, aunque la verdad yo no creía en esa tradición.
Poco después, Alice y Jasper se despidieron, para partir a su luna de miel en las Bahamas, ella me abrazó fuertemente y después me tomó de las manos.
– Me voy muy feliz y no sólo porque me he casado con el hombre que amo, también porque en unos meses seré ¡tía!, pero más por saber que Edward ha encontrado finalmente el amor y me alegra tanto, gracias Bella por este regalo.
– Gracias a ti por tus palabras, la verdad no sé qué decirte.
– No tienes que decirme nada, sólo ser feliz con mi hermano – me dio un beso en la mejilla, se separó y lo abrazó a él.
Después Edward me abrazó y vimos como se iban en un hermoso carro convertible, que traía amarradas las tradicionales latas y el letrero que anunciaban que eran recién casados, Alice mandó besos y se despidió levantando la mano, al igual que Jasper que luego puso el auto en marcha y se alejaron.
Estuvimos un rato más en la fiesta y cuando quedaban pocos invitados, Edward tomó una botella de champagne, un par de copas y me tendió el brazo, yo le sonreí y se lo tomé. Caminamos por la playa y no muy lejos de la casa había como una especie de cama, con cuatro barrotes a los lados y un techo de donde colgaba un velo blanco. Nos sentamos ahí, Edward destapó el champagne sirvió en ambas copas y me dio una.
– Por ti, por mí y por nuestro amor – dijo chocando mi copa.
– Por nosotros y porque nuestro amor dure toda la eternidad.
Nos bebimos el contenido de las copas, después dejó la botella y las copas en la arena. Se acercó a mí y me acostó, me acarició un brazo y yo le acaricié su rostro, suspiré y lo acerqué a mí para besarlo con pasión y amor, nuestras lenguas se entrelazaron, acariciándose suavemente, saboreándose. Edward se colocó encima de mí, puso su mano sobre mi muslo y lo acarició, subiendo y bajando por debajo del vestido, luego rompió el beso para mordisquear mi cuello.
Me abrazó y se giró para que yo quedara encima de él, le sonreí y me enderecé, quedando hincada sobre él, con mis piernas a los costados, empecé a desabrochar su camisa y se la quite por completo, besé y lamí su torso perfecto, deteniéndome en sus pezones con los que jugueteé un buen rato, mientras miraba como su pecho subía y bajaba al ritmo de su acelerada respiración, bajé por su abdomen y volví a detenerme en su ombligo, sus jadeos se intensificaron. Me detuve y volví a enderezarme, bajé el cierre del vestido, él quiso ayudarme, pero le moví la cabeza negativamente, tomé sus manos y las puse a los lados de su cabeza y lo besé unos segundos para después volver a hincarme.
Bajé los tirantes del vestido y quedaron mis senos al descubierto, él subió sus manos y me los acarició mientras yo me soltaba el cabello. Lo detuve para despojarlo de su pantalón y su bóxer, me lamí los labios al ver su erección y mi corazón terminó por dispararse completamente, me quité el vestido y la ropa interior. Tomé su masculinidad entre mis manos, pero Edward me pidió que me volteara para que él pudiera también besar mi parte más íntima, así que le obedecí.
Sentí su tibia lengua recorrer mis pliegues mientras yo hundía su erección en mi boca y la sacaba, proporcionándole el mismo placer que él me estaba dando, en momentos era tan intenso que no podía seguir con mis besos y exhalaba en la punta de su sexo y a veces él se detenía por mis caricias y jadeaba en mi interior. De pronto sentí como mi cuerpo se estremecía completamente al llegar al éxtasis total y después seguí con mi labor y segundos después Edward lo alcanzó también, emitiendo un grito profundo que fue sofocado por el ruido del mar que era nuestro cómplice al igual que la luna.
Me bajé y me acosté a su lado, le acaricié nuevamente el rostro, sus párpados, su nariz, sus labios y después nos besamos, aún tenía el sabor de mi intimidad en su boca y eso volvió a encenderme intensificando el beso con ansias y hambre en tanto sentía como mi cuerpo entero se excitaba, pero sabía que tenía que esperar unos minutos así que rompí el beso y ambos tomamos aire. Nos miramos sin decir nada, sólo se escuchaba el sonido de las olas, suspiré y él me sonrió de la forma en que sabía que me enloquecía, yo le sonreí también y después cerré los ojos.
Estaba quedándome dormida cuando sentí su peso sobre mí y su boca devorando uno de mis senos, abrí los ojos de par en par y me mordí los labios, separé mis piernas y le di la bienvenida a su masculinidad que estaba más que lista para entrar en mí, el gemido fue intenso, Edward se sonrió y comenzó a moverse lentamente, entrelazó sus manos con las mías y las puso encima de mi cabeza, pegó su frente a la mía y yo le suplicaba por más y repetía su nombre una y otra vez, le rogaba que no se detuviera.
Después puso su cabeza sobre mi hombro y susurraba mi nombre en mi oído acompañado de intensos gemidos que me hacían enloquecer. Prácticamente le ordené que se moviera más rápido y me hizo caso, embistiendo una y otra vez en mí con fuerza hasta que ambos llegamos al orgasmo y Edward se dejó caer en mi pecho totalmente rendido y extasiado al igual que yo.
– Quédate así, por favor, un rato más, quiero seguir unida a ti.
– Lo que tú quieras corazón – respondió y me besó los labios – te amo Bella.
– Te amo Edward y amo la forma en que me haces el amor.
Nos quedamos así unos momentos, él recostado sobre mi hombro y yo acariciándole sus cabellos, después me dijo que pronto amanecería así que nos levantamos y nos vestimos, caminamos a la orilla de la playa y nos sentamos, Edward detrás de mí envolviéndome con sus piernas y sus brazos. Poco a poco el sol fue apareciendo en el horizonte, este era el mejor amanecer de toda mi vida, sin duda era un nuevo comienzo, al lado de un extraordinario hombre que jamás imaginé encontrar, sólo esperaba que todo siguiera igual de perfecto, pero, ¿qué podría salir mal?
Fragmento de la canción: Soy tuya.
Intérprete: Litzy (soundtrack de la telenovela DKDA)