Llegamos a Forks en dos semanas. Hablé con Evelyn hasta el cansancio en el camino. Literalmente me dolían las mejillas de tanto sonreír. Ella me sorprendía demasiado. En el camino cacé, por supuesto y todos los vampiros que me acompañaban se me quedaron viendo como si estuviera total y completamente chiflada en cuanto acabé con el primer ciervo. Yo me reí. Ninguno de ellos quiso probar ese estilo de caza. Tenían miedo, supuse. Al menos no cazaron hasta llegar a América, y siguiendo mi consejo, acabaron con un par de ladrones que acorralaban a una pobre muchacha vestida provocativamente cerca de un antro en las costas de los Estados Unidos, en la gran Nueva York, para ser exactos. La chica murió de cualquier modo, no podía pedirle demasiado al tal Ian. Yo me escondí en un callejón lejano mientras ellos cazaban.
Este suceso se repitió en Chicago, Wyoming y en Idaho, pero lejos de la frontera con el estado de Washington. Al llegar al pequeño pueblo de Forks me sentí… viva de nuevo. Aunque la aparente poco calurosa bienvenida de mi familia me puso algo de malas.
Acechamos en el mismo prado donde dejé la espantosa nota hacia los Cullen, ocho meses atrás. Puede que fuera estúpido pero me sentía nerviosa con el constante olor de Alice merodeando. Por supuesto, mis amigos vampiros estaban un poco lejos de ahí, por si Nessie anduviera cerca. De forma fascinante descubrí el porqué Evelyn tenía tanta información sobre ella, Jacob y los Cullen, tanto como yo.
“–Mi don se parece al tuyo Cynthia –había dicho ella ante mi aparente shock cuando me empezó a hablar de Nessie como si la conociera de atrás tiempo –yo puedo saber todo tu pasado, todo lo que tu sabes, ahora lo sé yo. Mándale saludos a Carlisle de mi parte –me guiñó el ojo –vamos, vas a irte con ellos o te quedarás clavada ahí todo el día.
Ha-ha, que gracioso. Las tres hermanas. Evelyn, Cynthia y Alice. Pasado, presente y futuro. Qué raro. Ignoré mis recuerdos y a mi subconsciente mordiéndose las uñas y me puse a seguir su olor. No estaban lejos. Esme, Carlisle y Jasper estaban en el prado. En cuanto me escucharon se pusieron atentos. Al reconocer mi aroma, yo salí a escena. Jasper fue el primero en verme.
Caminé despacio hasta su posición, Carlisle y Esme se habían quedado atrás, a salvo de la posible amenaza de un desconocido. Al verme dijo:
– ¿Tú? ¿Qué haces…?
– ¡Jasper! –corrí y me lancé a sus brazos, en un fuerte abrazo de hermanos, aunque al instante supe que había sido mala idea.
Él se tensó pero me devolvió el abrazo. Incluso siendo el miembro con el que menos convivía de los Cullen, lo había extrañado.
– ¡No sabes como los extrañé!
– ¿De veras? Eso no decía la nota.
Me separé, tensa y lista para el encuentro.
–Yo… quisiera explicárselos a todos juntos. De verdad me alegro de verte Jasper –dije de corazón y sonriéndole.
Él me devolvió la sonrisa y en ese momento llegaron Carlisle y Esme.
– ¡¡Cynthia!! –gritó Esme al verme.
–Hola… –dije ya abrazándola –lo siento, de verdad. Los extrañé.
Sentí el cambio de unos brazos delgados a otros más fuertes y musculosos.
–Querida… estás de vuelta –habló Carlisle abrazándome –no sabes como te echamos de menos. ¿Por qué…?
–Lo lamento padre –dije interrumpiendo –quisiera esperar a verlos a todos antes de explicar. Pero antes… hay una razón por la que me fui… y no es la que creen –comencé captando la atención de los tres –sólo les pido que se mantengan calmados, les juro que no son malas personas.
– ¿Quiénes? –dijo Jasper preocupado.
Tomé una respiración y los llamé:
–Evelyn… Vengan cariño… –Hablé alto ya que estaban en un lugar apartado, aunque no tuvieron problemas en escucharme.
Observé como Eve, Ian y Alec se acercaban a paso lento desde los arbustos, a unos cien o doscientos metros de nuestra posición.
Las reacciones fueron sucediendo rápidamente. Jasper gruñó y se agazapó frente a todos nosotros, Carlisle perdió el aliento y Esme se sobresaltó.
Ellos detuvieron su marcha hacia nosotros, para darles oportunidad de calmarse.
–Tranquilo Jasper… –dije.
– ¡¡Es uno de ellos!! –Me gritó en el rostro – ¡Cómo te atreves a traerlo con nosotros!
– ¡Jasper! –lo reprimió Carlisle.
– ¡Déjenme explicar al menos! Él nos ayudó a escapar. Yo… estoy con él ahora.
Me miraron como a un bicho raro.
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