EPOV
Al despachar al botón Bella se fue al baño, y me quedé esperando muy nervioso y ansioso. Sabía que Bella estaba igual, a pesar de nuestros deseos, sabíamos que hoy sería nuestra unión eterna. A pesar que ya le conocía su cuerpo y cómo reaccionaba a mis caricias, ahora sería diferente, ya que haríamos el amor.
Mientras esperaba nerviosamente, me saqué la chaqueta y desabroche un poco mi camisa, me quedé sentado en la cama, pero me dio sed, así que abrí la botella de champaña y serví las copas, mientras lo hacía sentí la puerta de la baño abrirse y era Bella quién salía con su cabello suelto y vestida con un diminuto piyama blanco, era una camisola que le llegaba hasta la mitad de los muslos, más bien un poco más arriba, era de gasa y en la parte de sus pechos un hermoso encaje, donde se notaban muy elegantemente y muy sobrio, por debajo de él se notaba una diminuta tanga del mismo color, al verla así todos mis sentidos desertaron, sentí como mi boca se lleno de saliva y todo mi cuerpo se quedó paralizado.
Al verla tragué en seco, se veía tan hermosa, tan apetecible, Se notaba su nerviosismo y para que se sintiera más segura, dejé mi aturdimiento y me acerqué con las copas y se la entregué.
-Te vez hermosa amor- al acercarme a su oído se lo dije.
-¿te gusta? Lo escogió Alice- me dijo casi susurrando.
-Sí, te queda muy bien…- me quede pensando en lo maravilloso que era no tener pudor ni pensar en que teníamos que esperar,…estamos aquí Bella, como marido y mujer… ¿brindemos por nuestra felicidad?- entrelacé las copas y me quedé mirándola fijamente a su ojitos que se veían ansiosos y brillantes de tanta emoción.
-¡por nosotros amor!- dijo mirándome.
-¡por nosotros mi Bella!- le respondí bebiendo el liquido que de alguna manera estaba saciando un poco mi impaciencia. Sabía que no era lo que quería, quería saciarme de su sabor, de sus caricias, de su piel, de todo de ella.
Bebimos pero le saqué la copa de la mano y me atraje a Bella a mi cuerpo, tiernamente, ella solo se dejó llevar, no quitaba sus ojos en los míos.
-¿Bella?, te amo y desde que llegaste a mi vida, has completado todo lo que faltaba en mi corazón, hoy me has hecho el hombre más feliz de este mundo, tengo a la mujer más hermosa, tierna, y apetecible que ha existido en mi vida- le dije con tanta devoción, quería que lo supiera y que la deseba tanto como ella a mí.
-Edward, mi Edward, sabía que ibas a ser mío cuando te conocí, y te amé desde ese día en el pasillo del hospital- me dijo mientras sus manos acariciaba mi pecho y terminaba de desabrochar mi camisa, sin dejar de mirarme.
Suspiramos los dos al mismo tiempo, sabiendo lo que vendría después. Le tenía tomada de su costado y la tenía bien apegada a mi cuerpo, sentía como con su contacto ya estaba haciendo estragos en mi parte baja, Bella ya me tenía excitado ya que ella hacía más presión con su cuerpo para rozarme más. Al sentirla que quería lo mismo mis manos bajaron a sus nalgas y las tomé con fuerza y la agarré y ella se subió a mí sujetándose con sus piernas en mi cintura.
Nos besamos como nunca lo habíamos hecho, era un conjunto de todo, un conjunto de ternura, lujuria, pasión…de todo. La llevé a la cama mientras me embriagaba con su sabor, y su aroma. La dejé dentro del corazón de pétalos rojos que estaba dibujado en la cama y me quedé mirándola, se veía con su pecho que estaba por salirse tan agitado que estaba.
Desabroché mi cinturón y solté mis pantalones y me los quité mientras Bella me observaba mordiéndose el labio. Ella sabía que ese gesto era una señal de que me deseaba y que a mi me fascinaba cuando lo hacía.
En el momento de que me quedé solo con mi ropa interior, unos Calvin klein negros que en ese momento se notaba el enorme bulto que tenía por saber que Bella sería mía. Me tiré en la cama encima de ella, la besé con vehemencia. Ella hacía lo mismo, sentía como sus manos me tenían a garrado de mi cabeza y como sentía su deseo por mí.
Bella bajó sus manos por mi cuello y comenzó a acariciar mi espalda y a apretarme hacia ella, quería sentirme más apegado a ella. Sentí sus manitos en mi espalda e hice lo que me pedía sin decir una palabra. Dejé sus labios y me fuí a su cuello que me llamaba. Bella tenía sus piernas abiertas abrazándome por mi cintura, sentía cómo sus caderas estaban frotándose con mi pelvi que estaba dolosamente ardiendo.
Sentí las manos de Bella bajar por mi espalda y tomar mis nalgas para hacer más fricción, yo por mi parte baje a sus hombros y comencé a bajar el tirante de su camisón y dejar su piel solo para mí, me separe un poco de ella, mirándola me quedé maravillado al verla tan excitada y veía en su rostro tanto amor, ella me amaba tanto como yo a ella.
Sin decir nada me separé de ella y quedé hincado en la cama y la atraje hacia mí y le quité su camisón que cubría su piel tersa, quedaron sus lindos senos a vista de mis ojos y sin decir nada los tomé y los comencé a devorar con besos, Bella comenzó a gemir y a acariciarme una vez más mis cabellos, eso me ponía más deseoso de ella, sus caricias en mi cabello me estimulaba a quemar todo lo que había en mí. Sus senos estaban tan duros y erectos por mis besos que era una delicia poder tenerlos en mi boca. Mi lengua saboreaba cada rincón de su tierna piel y mis dientes no dudaban en morderlos con delicadeza para hacer explotar de placer a mi esposa.
En ese instante, Bella no se quedaba atrás, una de sus manos dejo mi cabeza y se fue a mis glúteos y la comenzó a meter por debajo de mi ropa interior y eso me dijo que quería que me la sacara, pero no le hice caso, bueno un poco, le di el gusto, me separé de ella aunque no quería dejar sus deliciosos pechos y le tomé sus dos manos y las puse en el borde de mis calzoncillos para decirle así que me los quitara ella.
Bella me miró y se mordió su labio inferior y comenzó con su labor, fue una tortura que estaba disfrutando, cuando jaló un poco vio que se asomó la punta de mi miembro ya endurecido he hinchado de tanto deseo, sus ojos se abrieron al verlo y jaló aun más para poder liberarlo entero y sin más lo logró sacar pero sin decir nada se apoderó de mi miembro como una niña posee una golosina, lo comenzó a besar delicadamente, y comenzó a acariciarlo como sabía que me gustaba, era maravilloso sentir sus manos tomándolo y sus labios besándolo con tanta dulzura. Sin darme cuanta comenzó a devorármelo y sentí como se lo tragó y comenzó a darme placer, yo solo deje que me mimara por un momento.
-Bella, oh… Bella soy tuyo…- le dije casi sin volumen en mi voz, me sentía flotar en la cama sintiendo las caricias de mi esposa.
-y yo tuya Edward- me dijo dejando mi miembro y besándome con dulzura.
La abracé sintiendo sus calidos labios y su sabor entrando en mis sentidos, una de mis manos viajó a su diminuta tanga y la comencé a bajar, ella me ayudó levantando sus piernas para dejarla sin ella. Mi mano subió una vez más para tocar su intimidad, con un poco de nerviosismo le toqué su pelvis que se sentía suave con su diminuto colchón de vello, se me vino a mi mente la primera vez que le toqué ahí cuando estábamos en el parque, fue indescriptible la sensación, esa fue la primera vez que tocaba a una mujer en su lugar más intimo, pero ahora estaba libre junto a mi esposa, y ella era toda mía.
Me tomó de mis cabellos y me jaló a su labios, mis mano seguía jugando con sus pequeños rizos cuando sentí que su mano tomó la mía y la guió para que me fuese más abajo, me abrió un poco su pierna y me dio la entrada a su rincón más preciado, sentí su humedad como se posesionaba de mis dedos, y poco a poco comencé a tocarla, sus pliegues estaban empapados de sus jugos y su clítoris estaba durito, Bella mientras me besaba comenzó a jadear y a besarme con más pasión, sus caderas comenzaron a moverse de tal modo que mi miembro rozaba su piel cada vez que se contorneaba al ritmo de mis dedos.
-Edw…Edward…así, sigue así…- me dijo entre gemidos y suplica.
-¿te gusta amor?- le dije sin dejar sus labios y el deleite de mis dedos.
-Sí, quiero sentirte amor, más…- me dijo mordiendo mi labio inferior.
Sin más preámbulo, me separe de ella y comencé a besarla bajando por su vientre, di unos pequeños besos y sin más me fue directo a su centro para saborear su dulce miel que añoraba desde el día en que estuvimos en nuestro prado. Era un placer poder sentir una vez más su sabor, estaba tan húmeda, era el majar más sabroso que había probado en mi vida, los gemidos de mi Bella hacían que succionara todo lo que me daba, mi lengua recorrió todo hasta que mis dientes se apoderaron de su botón que la hacía enloquecer de placer cuando se lo tocaba, mientras hacia eso unos de mis dedos lo introduje en ella sintiendo como se arqueaba, seguía saliendo más de su miel y eso me enloquecía, con solo pensar que en un momento más sería mía de una vez por todo y seríamos un solo ser. Estaría dentro de ella con mi miembro y sería el deseo más preciado que he tenido y que solo faltaba unos minutos para que se hiciera realidad.
-Edward, por favor… hazme tuya- me pidió mi esposa.
-Amor ya lo eres, eres solo mía y de nadie más- le dije sabiendo que no era eso a lo se refería.
-Ed… quiero sentirte dentro de mí- me dijo entre jadeos.
Sus manos estaba apuñadas entre las sábanas de raso de la cama, los pétalos estaban por todos lados, ya la forma del corazón se había desaparecido, estábamos haciendo el amor y me encantaba pensarlo, por fin el día de tenerla entre mis brazos estaba siendo una realidad, sin miedos y sin ataduras. Éramos un matrimonio, no me cansaría de tenerla entre mis brazos.
Sin más preámbulos quité mi dedo de su interior y lo saboreé llevándolo a mi boca, se sentía tan sabroso, después me puse entre sus piernas y mi miembro comenzó a viajar por sus pliegues hasta que llegó a su centro.
-¿estás lista amor?- le miré y le pregunté con cautela, era su primera vez y no quería hacerle daño o que sintiera mucho dolor. Sí, dolor, ya mi padre me había dicho que la primera vez en una mujer era doloroso, por eso debía tener un juego previo para que su cuerpo estuviera preparado para recibirme.
Bella solo asintió con su cabeza y comencé a penetrarle de a poco, no llevaba ni siquiera la punta cuando la sentí tan estrecha, no sabía si era yo que estaba muy grande para su cavidad o ella era tan estrecha para mí. Quedé paralizado pensando que le haría sentir dolor, pero sin más penetre un poco más y se sentía tan bien, choqué con su barrera, quedé estático y ella levantó su pelvis para decirme así que siguiera con mi propósito.
Puse mi rostro en la cavidad de su cuello y me dispuse a penetrarla de un golpe, Bella enterró sus uñas en mi espalda y los dos nos mordimos en los hombros, quedé sin moverme y dejé su hombro y quise mirarla, Bella estaba con sus ojos cerrados y sus lágrimas caían de ellos, y me asusté, ya que sabía que era por el dolor, pero ella abrió los ojos y me miró también.
-amor no te reocupes, estoy feliz, dolió pero no pares, soy tuya, tuya- me dijo moviendo su pelvis para ayudarme a proseguir.
Comencé a moverme con un vaivén suave para que se fuera el dolor y empezara a sentir placer, me estaba aguantando de no estallar en este momento, aunque yo no decía nada, al penetrarla me dolió también mi miembro, también fue mi primera vez, aunque no era lo mismo, al penetrarla con movimientos más rápido, sentí como sus jugos me envolvía y el sudor de nuestros cuerpos nos hacían pegarnos más.
Bella me abrazó del cuello he hizo darnos vuelta y quedar encima de mí. Se veía tan hermosa, sus senos se veían tan lindos y la mirada de ella era de felicidad plena. Puso su manos por detrás de ella y se inclinó dando un ángulo donde veía como mi miembro entraba y salía de ella, vi que estaba rojizo su vagina y mi miembro, no me pareció nada extraño, pero solo era curiosidad, seguí ayudándola en su vaivén y me acerqué a ella, la tomé de su cintura y la a traje a mí, mientras me cabalgaba, yo devoraba sus senos que me tenían locos al verlos como se agitaban por nuestros movimientos.
-Bella eres mía, MÍA, solo mía¡¡¡- le dije gritando entre jadeando y gimiendo.
Cambie de posición con sus piernas entrelazadas en mi cintura mi vaivén fue más rápido hasta que los dos sentimos nuestro primer orgasmo y con nuestros pechos agitados nos quedamos ahí abrazados. Bella me acariciaba mi espalda y yo acariciaba sus cabellos que me gustaba tanto.
-¿Amor? ¿te gusto?- le susurré en su oído.
Me miró y tomó mi rostro con sus manos –me encantó Edward, dolió poquito, pero el dolor se convirtió en placer, un placer que no puedo describirlo amor- me dijo con sus ojitos brillantes.
Bella estaba a punto de llorar, pero de felicidad y la abracé tan fuerte.
-Amor, me has hecho tan feliz desde el día que me entregaste tu notita como una niña que esconde algo, hoy al escucharte que me aceptabas para toda la vida, fue una sensación tan llena, y ahora cuando atravesé tu sello, no sé como decírtelo, fue… pleno, sentirte como tu cavidad me apretaba, como hacía que mis sentidos se revolotearan, como mi cuerpo se funde cuando estoy contigo… OH Bella, me has hecho tan feliz- le dije con tanto ímpetu, que sus lágrimas cayeron junto a las mías. Estábamos tan felices.
Y ese momento fue el comienzo de la segunda vuelta, esa noche fue hermosa, no sé cómo íbamos a despertar, ya que el vuelo salía muy temprano a nuestra luna de miel. Mi esposa se veía tan bella estando sudorosa y como un cachorrito durmiendo después de haber recibido una buena porción de alimento. Me quedé dormido contemplándola, pensando en que nuestra luna de miel había empezado y que la culminaría en las costas del mediterráneo.
BPOV
Entré al baño, me solté el cabello, lo cepillé para sacar un poco lo tieso que tenía con tanta cosa que el estilista me había echado en el cabello para que mi peinado se viera hermoso, me saqué el vestido y me puse el camisón que estaba en unos de los cajones, donde Alice lo había dejado, era un camisón blanco, muy suave, al estilo mío, pero con un el gusto de mi cuñada, la tanga que lo acompañaba, me hizo sonrojarme al verla, ya que era muy pequeño que solo taparía el triángulo de mi pelvis.
Me dispuse a colocármelo y me avergoncé pensando en que Edward al verme se volvería loco. Al verme en el espejo antes de salir al encuentro de mi esposo me vi tan linda y tan sexy que sabía que le gustaría a mi hombre.
Salí y lo vi parado con unas copas de champaña en sus manos, me estaba esperando, pero al verme quedó sin habla, solo me miraba de arriba a abajo, con su mirar me devoraba completamente, le pregunte si le gustaba mi ropa y él con tremendos ojos me dijo que sí, que le gustaba mucho como me veía.
Se acercó y vi cómo mi respiración se hacía más agitada, Edward estaba con su camisa un poco desabrochada en los primeros botones, se veía un poco sus vellos de su pecho y eso me enloqueció. Entrelazó las copas entre nuestros brazos y brindamos por nosotros y nuestro amor eterno.
Dejo las copas de lado y me tomó de la cintura y me acercó a él, nos besamos como nunca, era un complemento de todo, mi cuerpo ya estaba reaccionando a su contacto y él ya no era menos, sentía como ya estaba excitado y como su miembro estaba listo para mí, seguimos besándonos y refregándonos, Edward era mi adicción, su sabor, su olor, su piel, sus gemidos, su hermosura, era todo, él me enloquecía.
Me sentí mojada con solo sentir su lengua como recorría toda mi boca, sus manos agarraron mis nalgas y las apretaba para hacer mas fricción en mi pelvis, era una sensación maravillosa, lo tenía para mí, después de tanto esperar, ahora sería mío. Sería su mujer por completo, seríamos un solo ser, con solo pensar que me uniría a el en cuerpo mi vulva latía más rápido. Lo quería dentro de mí, pero sabía que tendría que prepararme más ya que sería mi primera vez y sabía que él no quería hacerme daño.
Después de tantos besos melosos, me tomó y me llevó al medio del corazón de pétalos de rosas que había en la cama, me pareció tan lindo el detalle, me tenía en el centro de su corazón y yo lo contemplaba como se sacaba la camisa y se sacaba lentamente sus pantalones quedando solo con sus calzoncillos cK de color negro, me mordí el labio inferior verle cuan excitado estaba, se notaba lo duro que estaba y me dieron unos deseos de tenerlo entre mis manos, pero esperaría para mi turno.
Edward se puso encima de mí y me besó como nunca, yo sin más levanté mis caderas para rozarme en él y sentir su miembro que me tenía loca, él hizo lo mismo, sus caderas me aprisionaba tan fuerte que me imaginaba que mi esposo sentía dolor por tenerlo apretado, acaricié su espalda hasta que una de mis manos bajó hasta el sus nalgas y las comencé a apretar y a apegarlas más a mí.
Edward me miró y se hincó delante de mí y me levantó y me quitó mi camisón, sentí como sus labios me estaba devorando mis pechos que estaban tan erectos que se sentía tan bien sus labios y su lengua, me los besaba como loco, yo no quería que sufriera más y llevé una de mis manos dentro de su calzoncillo y le insinué que quería verlo, pero no sabía que lo quería tener en mis boca saboreándolo, cada noche recordaba el día que le di placer en su casa, ahí supe de su sabor que me perturbó todo el tiempo, quería probarlo, quería escuchar gemir a mi hombre, quería sentir su dureza entre mis manos, quería morderlo, besarlo… Edward me volvía loca.
Sin más me puso mis manos a los costados de sus caderas y se los saqué y al ver que se asomaba mi golosina, me mordí el labio y de un jalón le bajé su calzoncillo y liberé mi dulce, sin pedirle permiso, lo tomé entre mis manos y lo acaricié, acerqué mi boca y lo comencé a besar como lo más preciado, sentía como palpitaba entre mis manos y en mis labios, lo llevé a mi entrada y me lo comí, Edward estaba en éxtasis, sabía que le gustaba, a mi me fascinaba escucharlo gemir mi nombre, cuando ya lo tenía medio atontado, lo dejé y me devoré sus labios, con mucha pasión.
Mientras me besaba, puse sus manos en mi braguita para que las quitara, me hizo caso y le ayude levantando mis piernas para que me las sacara completamente, seguimos besándonos y le tomé una mano y la puse encima de mi pelvis, sabía que quería que me acariciara en ese lugar, él como un perrito obediente, comenzó a jugar con mis rizos.
Lo tomé de sus cabellos y lo jalé a mis labios, su mano seguía jugando con mis pequeños rizos cuando le tomé su mano y la guié para que me fuese más abajo, le abrí un poco mi pierna y le di la entrada a mi vulva, sintió mi humedad que él me provocaba, y a poco comenzó a tocarme, mis pliegues estaban empapados y mi clítoris estaba erecto, yo estaba sumida en sus labios sintiendo como me acariciaba, me encantaba sentir su mano en mi interior que era solo de él. Comencé a jadear y a besarlo con más pasión, mis caderas comenzaron a moverse de tal modo que su miembro rozaba mi piel cada vez que me contorneaba al ritmo de sus dedos.
-Edw…Edward…así, sigue así…- le dije entre gemidos y súplica.
-¿te gusta amor?- me preguntó sin dejar mis labios y el deleite de sus dedos.
-Sí, quiero sentirte amor, más…- le dije mordiendo mi labio inferior.
Mi esposo dejó mis labios y me comenzó a besar hasta que llegó a mi vientre y yo como una lombriz me contorneaba tanto que hacía que su miembro me rozaba, el pobre no daba más pero solo estaba esperando a que yo estuviera lista, yo lo estaba pero él no lo quería aceptar. Llegó hasta mi pelvis y yo al saber que pretendía, le abrí mis piernas para que tuviera mejor panorama y mejor sensación al igual que yo. Comencé a sentir su lengua como recorría mis pliegues y como jugaba con mi botoncito que estaba durito por su amor, seguí jadeando más cuando sentí su lengua entrar en mí, sentí como se movía dentro, después la sacó y la cambió por uno de sus dedos y sus dientes se apoderó de mi clítoris y yo comencé a gemir, hasta que le pedí que me penetrara, pero según él aun faltaba, pero yo le aseguré que ya estaba lista, quería sentirlo, quería sentir como era de él, quería sentir nuestros cuerpos fundiéndose por nuestros amor,
Lo sentí en mi entrada y sin demostrarlo estaba asustada, pero ya había llegado el momento de ser de él y el mío, Edward al escucharme que estaba lista y que no se preocupara poco a poco comenzó a entrar, de pronto se quedó quieto porque llegó a mi pared, yo levanté mis caderas para así decirle que lo hiciera, de un jaló entró en mi y yo apreté mis manos en su espalda y enterré mis uñas en su piel, el dolor fue grande, dolía, era como si una aguja atravesara tu oreja, pero en un volumen mas grande. Mis lágrimas salieron pero no era del dolor sino era de felicidad, era de él, de Edward, de mi esposo, éramos un solo ser en ese momento, sentirlo dentro de mi me llenó de felicidad.
Edward estaba comenzando a tiritar por tanta pasión acumulada y yo comencé con un vaivén para que no tuviera miedo que me dolía si no más bien que quería acostumbrarme a su miembro dentro de mí. Lo abracé de la cintura con mis piernas y lo di vuelta quedando encima de él, comencé a cabalgar encima de él y mis manos las apoyé detrás de mi dando un ángulo que me gustaba ya que él podía ver nuestros sexos unidos.
Edward se inclinó y me tomó de la cintura y me atrajo hacia él y me comenzó a besar mis senos, se los devoraba mientras yo seguía encima de él entrando y saliendo.
Me dio vuelta y se puso nuevamente encima de él comenzó a penetrarme con más rapidez y yo me sentía en la gloria, estaba apunto de llegar pero quería acabar con él, junto con él, y así fue. Edward acabó dentro de mí y los dos quedamos abrazados, sudando, agitados, cansados pero completamente felices. El tiempo había llegado para que los dos fuésemos una sola carne.
Después de un tiempo que descansamos, volvimos a hacerlo y ahí caímos rendidos a Morfeo, en unas horas más debíamos despertarnos temprano ya que salía temprano el avión rumbo a nuestra luna de miel. Aun no sabía donde iríamos, solo que era un lugar que yo deseaba ir, y mi teoría era Grecia o Egipto, así que ya faltaba poco para saber donde me llevaría.
Fue mi primera vez y fue preciosa, estaba junto al hombre que añoré siempre en mi subconsciente, y era Edward, Edward Cullen el hombre más maravilloso que había conocido y era solo para mí y para toda la eternidad.
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