-No Esme, no me alejare de él, ahora más que nunca luchare, aunque tenga que arrodillarme para que me perdona- le dije con un sonrisa – Lo haré por él, por mi madre y sobre todo por mi, por que lo amo más que a mi vida.
Y le conté lo sucedido que gatillo a que aceptara aquel compromiso.
Al día siguiente de aquella conversación, mi padre intentaba pasar más tiempo conmigo, sospecho que lo hacia con la intención de saber si había escuchado su reveladora platica con Esme, y claro que la había escuchado, procesado, he incluso asimilado, hasta perdonado aunque no fuese necesario, no seria yo quien juzgaría a mi madre por las dictaduras del corazón, lo único que tome de aquella fatal experiencia es que yo no haría lo mismo, no dejaría que el amor verdadero se fuera de mi vida por los tontos caprichos de mi padre, por su soberbia y menos aún por algo tan banal como el dinero y la posición social. A él tampoco tenia que juzgarlo, lo sabia por que es mi padre y más que mal es mi única familia sanguínea, y Dios sabe que intento olvidar, pero es difícil el hacerlo sabiendo que sus decisiones llevaron al límite a mi madre, y vaya que la entendía si yo semanas atrás intente hacer lo mismo. El sentirse ahogada y sin escapatoria es un mal consejero para decidir.
Pero ahora no seria igual, aunque tuviese que dejar a mi padre lo haría, lo haría por mí y por Edward. Desde que salí del hospital han pasado dos semanas, unas largas semanas de convalecencia en donde no he podido hablar con Edward, por los cuidados de Esme es que no me a dejado salir de casa y para que mi padre no sospeche de Edward es que él no a podido venir a visitarme, aunque sospecho que él no quiere encontrarse con Alec, quien religiosamente me visita a diario, pero después de una hora de escuchar su tediosa platica, me hago la cansada para que me deje a solas, y cuando me encuentro sola es cuando comienzo a pensar en Edward y en lo que tengo preparado para que estemos juntos.
Precisamente a eso me dirigía en este momento, había hablado con Esme y Carlisle dos días antes pidiéndoles, aunque debo decir que pareció una suplica, que me dieran su consentimiento a lo que iba a hacer, quizás algo demasiado moderno para su gusto, pero por él daría mi vida de ser necesario.
Salí de mi casa sin explicaciones, mi padre estaba furia por mi nueva manera de comportarme, una "etapa de rebeldía" como prefería justificarlo, pero de igual manera no me importo y me dirigí a la casa del campo, en la que llegue en tiempo record gracias a mi amigo Jake que estaba al tanto de todos mis planes, él por su parte estaba rebosante de felicidad, ya que después de muchas platicas con su padre, algunas peleas, y hay que decirlo, un par de amenazas quizás de mi amigo, finalmente consiguió la aprobación de su padre para poder estar con Nessi.
Llegue a la casa de Edward en donde sabía que estaría gracias a la información de Alice, esa pequeña me había ayudado muchas veces y esta no era la excepción, no me tome ni la molestia ni de golpear en la puerta, simplemente entre y el silencio era sepulcral ya que en el lugar estaba solo, pero no por mucho así que me apresure a arreglar las cosas que tenia en mente, principalmente la habitación de Edward.
Pasadas unas horas tenia todo listo, velas, rosas, esencias aromáticas y al lado de su cama, sobre el suelo, una manta extendida esperando para mi siguiente paso. Escuche la puerta principal abrirse y supe de inmediato que seria Edward, pues cortesía del resto de la familia, estaríamos solos por toda la noche. Escuche su andar por la casa, quizás por la cocina y luego al baño, para finalmente llegar a su habitación que lo recibió con una oscuridad mínima, ya que las velas le permitían mostrarle que tras todo esto estaba yo.
-¿Bella?- su voz sonó entre asombrado contento.
-Hola amor- le dije tímidamente, al escuchar mi voz no demoro ni dos segundos en llegar a mi lado y besarme de aquella manera que me hacia olvidar hasta de respirar, solo como él sabia besar.
-¿Amor? como no entiendo y… ¿bueno tu prometido? ¿Qué es todo esto?- pregunto tras separarse unos pocos centímetros de mis labios, yo por mi parte seguía en las nubes por lo que demore en contestar, pero aclare lo mejor que pude mi cabeza.
-Una sorpresa para ti, amor- le remarque, sus ojos eran miel para mi, llenos de dulzura y encanto – Sabes que tu eres mi único amor, no quiero hablar de Alec, esta noche es para ambos- y la hermosa sonrisa que me regalo fue suficiente para dejar ese tema para después.
-Amor no debiste, aún sigues convaleciente- y se separo aun más de mí para tomarme entre sus brazos y me posarme sobre la cama, yo simplemente rodé los ojos.
-Amor estoy bien, te lo prometo- le dije besando la punta de su nariz -No es como si fuera a morir- y sentí como se tensaba y me di cuenta que esas no eran las mejores palabras para expresarme.
-No digas eso- me dijo mirándome directamente a los ojos – Nunca en tu vida vuelvas a hacer algo como eso, nada puede ser tan malo como para que intentes quitarte la vida, si no hubiese llegado a tiempo tu…- y vi la tristeza en sus ojos.
-Amor, eso esta en el pasado, se que lo que hice estuvo mal pero aprendí de ello- tome su rostro entre mis manos para que no dejara de mirarme a los ojos, los suyos estaban llenos de tristeza y miedo, pero al parecer los míos estaban reflejando todo el amor que siento por él por que su rostro rápidamente se ilumino.
-No puedo estar en un mundo donde tu no estés conmigo- me dijo serio – Si tu te vas, ten por seguro que te seguiré en cuestión de minutos- y aunque no me gustase la idea de saber que Edward no estaría en este mundo, era la verdad, si a él le ocurriese algo similar yo partiría en su búsqueda para encontrar la felicidad eterna.
-Es mutuo amor, no podría seguir viviendo si no estas a mi lado, saber que no podré verte seria como estar muerta en vida así que simplemente acordaría mi estadía en la tierra y te acompañaría- le dije – Jamás podría rehacer mi vida sin ti- le confesé sinceramente.
-Pero creo que todo esto no es para hablar de cosas tan tristes ¿o me equivoco?- me pregunto juguetón, yo sonreí ampliamente por mis planes.
-La verdad es que no- y me acerque para vendar sus ojos con una bufanda que tenía escondida debajo de su almohada.
-¿Qué es…?- pero lo corte.
-Déjame esta vez a mi sorprenderte, tu solo disfruta- y antes de salir le deje un corto beso en los labios y sentí su risa en los míos –No te muevas de aquí- le advertí. Fui directo a la cocina por unas fresas con crema, Champagne, un pie de manzana preparado por mí entre otras cosas. Me temblaban las manos de nervios, al llegar aquí temía que Edward me odiara por haber sido cobarde, por mi apresurada decisión y sobre todo por comprometerme nuevamente, pero no, la bondad del corazón de Edward nuevamente se veía reflejado y había hecho caso omiso a todo cuanto había sucedido un par de semanas atrás.
Llegue a la habitación y ahí sobre la cama, sentado tal cual lo deje se encontraba el hombre de mi vida, me quede mirándolo un poco más, es que no me cansaba de hacerlo.
-No es justo que tu puedas ver y yo no- dijo he hizo un tierno puchero.
-Déjame esta vez a ser yo la que disfrute teniendo el suspenso- y deje las cosas sobre la manta, me encamine hacia él para tomar su mano y así hacer que se levantara – Por aquí- y lo guíe para que se sentara en el suelo, sobre la manta. Lo acomode de tal manera que quedo con su espalda afirmada sobre el borde de la cama y lentamente acerque a sus labios una fresa con crema y en el momento en que la sintió, abrió sus labios y mordió la fresa sensualmente con sus blancos dientes.
-Exquisito, es como comer un concentrado de tu aroma, amor- y la sonrisa de sus labios permanecía intacta llevándome casi al parco cardiaco. Saque la venda de sus ojos, la dulzura, pasión, admiración y amor que vi en sus ojos me hizo estremecer.
-Sabes que te amo con toda mi alma ¿verdad?- la conexión de nuestras miradas era única y mágica.
- uhm, algo- dijo mientras se llevaba un dedo a la boca y hacia como que pensaba – Pero no estoy muy convencido- me dijo pícaro – Podrías esforzarte más- me provoco y yo sonreí por su juego.
Me moví lo más rápido que pude para pillarlo desprevenido y así lo conseguí, me senté a horcadas sobre su regazo y le bañe el rostro de besos, sin tocar sus labios.
-Quizás no he sido muy clara- y deje pequeños besos húmedos sobre su cuello, leves caricias sobre su pecho y exhalando parte de mi aliento sobre su oído.
-Chica mala- me dijo con voz ronca, me gustaba provocarlo pero antes de que perdiéramos la cabeza necesitaba tenerlo concentrado, así que me detuve y lo mire fijamente, quizás noto que lo que le diría seria serio por que su semblante cambio a preocupado -¿Dije algo malo? Por que…- lo acalle poniendo uno de mis dedos sobre sus labios y negué con la cabeza para que no dijera más.
-Se que esto es poco convencional Edward, pero…- sentía vergüenza, no sabia como hacerlo ya que desde pequeña me habían enseñado a ser quien esperara, a ser quien esperara a que el hombre pidiera tu mano, pero no podía demostrar duda en estos momentos.
-Amor ¿tu te casarías conmigo?- le solté sin mas preámbulos y sus ojos se agrandaron de asombro, una perfecta "O" adorno sus labios, ambos cambiaron al segundo, sus ojos estaba cristalinos y rebosantes de felicidad, mientras que la dulzura de su boca me regalaba la mejor sonrisa que me había dado en todos estos meses.
-¿Estas hablando enserio?- el asombro continuaba en su voz, yo sonreí en afirmación – Sabes que esto lo debería de hacer yo, acabas de quitarle la emoción que yo debería de darte- me dijo algo avergonzado, me robe sus labios en un beso fiero – Dios- gruñí para mis adentros, solo él sabia cuanto lo necesitaba.
-Tu haz hecho ya mucho por mi, esto que te pido quizás es la guinda de la torta en cuanto a lo que podrías hacer, por que yo por ti mi vida entera, entiendes- le dije mirándolo a los ojos – Sin ti no puedo vivir, sin ti mi vida no tendría un rumbo y mucho menos un sentido para vivirla- sentía cierta nostalgia, aquella angustia de que algo inevitable sucedería continuaba, pero lo deje pasar, este no era el momento para llamar a las malas vibras -¿aceptas?- le pregunte tímidamente.
-Amor, quiero ser tu amigo, tu amante, tu esposo, el padre de tus hijos, el único hombre de tu vida- y me beso con tanta ternura que suspire ampliamente ganándome unas leves risitas de mi futuro marido –No me haz dado tiempo para conseguirte un anillo- y me sonrío feliz ante la hermosa idea de casarnos.
Pasamos el resto de la noche celebrando, hablando de nuestro futuros planes, de aquella casita que me había regalado y que esperaba por nosotros, Edward me seguro que la reconstruiría para mi. Comimos lo que había preparado, nos besábamos de vez en cuando, pero en el ultimo beso la pasión comenzó a subir un poco de nivel haciéndonos olvidar la cordura y unos cuantos recipientes y copas que estaban sobre la manta, Edward en un rápido movimiento tiro todo aquello a un lado posicionándome sobre esta y él sobre mi…creo que esta demás decir que fue la mejor noche que he tenido, ya que el amor y la entrega mutua que tuvimos fue a otro nivel, incluso mejor que mi primera vez, no sabría como explicarlo pero en mi interior sentí una paz única.
Los siguientes dos días me quede en casa de Edward, por la información de Carlisle, mi padre estaba enloquecido buscándome, le había preguntado a él si me había visto pero gracias a Dios Carlisle le mintió y me protegió con su mentira, bueno a mi y a Edward. Necesitaba tiempo, al menos hasta ya haberme casado con Edward no le diría que es él el poseedor de mi corazón y de mi vida.
Lamentablemente no tuve la misma suerte con la familia Vulturi, ya que cundo andaba en el pueblo buscando algunas cosas para mi boda, sentí que alguien me tomaba del brazo con fuerza y me giraba violentamente.
-¿A qué crees que estas jugando niñita caprichosa?- me rugió prácticamente la madre de Alec, Dídima Vulturi.
-No se de que me habla- le dije mientras intentaba soltarme de su agarre pero me fue imposible, ya que la fuerza que estaba aplicando era mucho mayor que la mía.
-Mi hijo preocupado por tu salud, martirizándose ante la idea de que lo dejes plantado el día de su boda y tú…- me miro con arrogancia y sus palabras me hicieron temblar, en mi cabeza una próxima boda con Alec no estaba ni por asomo por cumplirse, pero ella estaba aquí y por su mirada podría decir que sabia un poco más de lo que decía – Aquí paseándote como si nada, como si no tuvieses algún compromiso, dejando a mi hijo deshonrado ya que te paseas como una mujerzuela.
-Dídima, entiende que mi vida no cambiara por que me una a un hombre- eso era completamente falso, el día que me una a Edward, mi vida cambiaria completamente a una más feliz, a ser una devota esposa solo para él, pero el pensar en su hijo me producía un fuerte rechazo a la palabra boda.
-Quiero que vuelvas a la ciudad, Alec a estado muy preocupado por ti sobre todo por que no había podido dar contigo, le dije que no se preocupara que yo te encontraría y así es, no preguntare que haz estado haciendo para no tener que mentirle después a mi hijo ocultándole cosas, pero óyeme bien Isabella, te quiero a más tardar mañana por la tarde en nuestra casa para que le aclares a mi hijo que todo estará bien, que habrá boda y juntas comenzaremos los preparativos para incluso adelantarla- no me dio tiempo a responderle ya que había dado media vuelta y se marcho entre la multitud de personas que ya me cerraban el paso.
Al llegar a la casa de mi verdadera familia, Alice se encontraba en el lugar y en el momento en que me vio cruzar el umbral de la puerta supo que algo malo me había sucedido.
-¿Bella estas bien?- me pregunto preocupada y sin pensarlo dos veces le conté el pequeño enfrentamiento que había tenido con mi "suegra". Alice en ningún momento me interrumpió, escuchaba atenta cada palabra que le decía mientras veía que en su cabecita loca algo estaba maquinando.
-¿Y bueno?- le pregunte después de un breve silencio que se formo al terminar mi relato, ella seguía aun pensativa lo que me asustaba un poco, pero definitivamente termino por asustarme cuando una enorme sonrisa de satisfacción lleno su rostro.
-Es perfecto Bella- y salio corriendo de la casa dejándome con la duda marcada en el rostro.
Me había quedado sola en la casa reflexionando lo que había sucedido, de cierta forma la expresión de Dídima me había asustado pero borre cualquier funesto sentimiento cuando Edward llego al poco rato regalándome aquellas sonrisas tranquilizadoras que tanto amo.
-Hola amor- se acerco a mi y me beso en los labios, sentir su calidez me hacia relajar y olvidar cualquier mal presentimiento.
Edward estaba tan feliz que al fin estuviésemos juntos, que su entusiasmo no le hizo percatarse que estaba extraña con todo el asunto de Dídima, o al menos eso pensaba yo, pero internamente agradecía que no hiciera preguntas.
Un poco más tarde Alice apareció con una enorme sonrisa que me hizo temer un poco, a los minutos Esme y Carlisle también aparecieron, siento más precisa, toda la familia Cullen estaba ahí ya que Emmett y Rose llegaron poco después.
-Bien familia tenemos mucho por hacer, ya cada uno sabe sus deberes así que empezaos- dijo Alice teatralmente y a decir verdad no tenia idea de que hablaba. Edward me sonrío de una manera extraña, algo misterioso, me beso y se fue junto con los hombres de la familia.
-¿Qué es lo que tanto tienen que hacer Alice?- le pregunte confundida, ella me miro con cara de pocos amigos.
-No puedo creer que tú, mi amiga, no sepa que es lo que estamos haciendo- y luego me sonrío malignamente – Ahora mueve ese cuerpecito frágil que tienes a mi habitación- y me apunto con el dedo intentando darme una expresión seria, me percate que los ojos de Esme rebosaban de felicidad, solamente me limite a seguir las instrucciones de Alice por mi propia salud física.
Al entrar a la habitación de Alice el aire que tenia en los pulmones quedaron atorados ante tal imagen. Frente a mí y con todo su esplendor, estaba el vestido más hermoso que mis ojos hubiesen visto, era como si centelleara por si solo, era el vestido de novia de ensueños de cualquier chica. En un momento en que no me di cuenta, Alice estaba a mi lado sonriendo llena de satisfacción
-Es hermoso, ¿no?- y me empujo mas adentro.
-¿De quien es?- pregunté algo temerosa en el momento en que el aire pudo escapar de mi.
-¿Cómo e quien es, Bella? ¿En que mundo vives?- me dijo como ofendida pero sonriendo ampliamente – Tuyo- me dijo aún sonriendo. Creo que en ese momento palidecí más de la cuenta ya que su semblante cambio a preocupado -¿Bella estas bien? Si quieres lo puedo cambiar, no hay problema- pero la detuve ya que la información seguía llegando de golpe a mi cerebro.
-Alice es lo más hermoso que he visto, no tienes que cambiar nada pero…- la pregunta que tenia era obvia, así lo supe ya que no la había ni formulado y Alice ya me estaba contestando.
-Se que las cosas querías hacerlas un poco diferentes con mi hermano, pero dada la situación con tu "suegra" esto requiere un poco de velocidad, toda la familia lo sabe y tienen que estar en estos momentos esperándote en la iglesia junto con tu futuro marido- y su sonrisa me tranquilizo, a pesar de que me llego todo d golpe realmente era lo que yo quería, con la ayuda de mi familia podría decir mañana por la mañana que era un miembro más de la familia Cullen…Isabella Cullen.
No se con que cabeza pude seguir todas las ocurrencias de Alice, pero en el verdadero momento que me percate que todo era real fue cuando me llevo frente a un gran espejo en su habitación y me vi a mi misma vestida de novia, con mi pelo suelto en delicados rizos y entre ellos pequeñas flores que le daban un toque de princesa de cuentos de hadas – Gracias- fue cuanto pude decir y me lancé a sus brazos para ser recibida calidamente.
Como explicar el nerviosismo, ansiedad y felicidad que sentía a la vez mientras iba en un carruaje cortesía de Jasper para llegar a una pequeña parroquia que me esperaba adornada con mucho gusto, cortesía de Esme.
Cuando la puerta del carruaje fue abierta, me encontré con un muy bien arreglado y sonriente Carlisle, quien al verme sus ojos y su rostro se ilumino y me tendió su brazo para ayudarme a bajar.
-Luces magnifica, hija- me dijo mientras besaba mi mano. Una parte de mi se entristeció al pensar en que en este momento tan importante de mi vida mi padre era quien debía estar aquí, entregándome con confianza al hombre que cuidaría con fervor mi corazón y mi vida de todo el mundo, pero esa no era la realidad, él estaba en contra de mis sentimientos y mis decisiones, ante eso me veía en estos momentos siendo entregada a Edward ante Dios por Carlisle, quien fácilmente podría ser el padre con que cualquier chica soñara. También me gustaría que mi madre estuviese aquí, que ella junto a Esme hubiesen preparado todo esto en tan poco tiempo, pero sabía que estuviese donde estuviese ella estaba feliz de verme crecer y siendo la mujer más completa en este mundo.
Internamente continuaba con mi monologo interior acerca de mi vida mientras me adentraba a la iglesia, pero cuando pensamiento coherente cruzaba mi cabeza fue abandonado violentamente al tener la visión más puramente fascinante y hermosa con la que pueda soñar. Edward.
Quien lucia un traje negro que lo hacia lucir hermoso, como un sueño, incluso como un sueño irreal. Su sonrisa era nerviosa así como la mía, al momento de encontrarme con sus ojos todo atisbo de duda, nerviosismo o miedo se desvaneció. Solo con mirarnos sabíamos que todo estaría bien, que esto era lo correcto y que nadie nos separaría, cada paso que daba era el eco de mi corazón que me suplicaba correr a los brazos de aquel ángel que me esperaba al final del pasillo, que me gritaba una y otra vez que y por él seria capaz de cualquier cosa y sabia certeramente que llegado el momento, así seria.
Cuando finalmente llegue a su lado, Carlisle tomo su mano que la posiciono sobre la mía.
-Cuídala hijo, que mujeres como ella ya no existen- y tras besar mi frente fue a sentarse junto a Esme, quien recién en ese momento la note, en sus ojos se desbordaba la bondad, la emoción y la felicidad por el momento.
También note que Alice y Jasper estaban a mi costado como mis padrinos, y por el otro lado, al costado de Edward, Emmett y Rose nos sonreían felices, como sus padrinos.
Edward en ningún momento soltó mi mano, de vez en cuando acariciaba el dorso de ella con suaves movimientos circulares de su pulgar o daba leves apretones cuando el sacerdote citaba alguna frase que nos identificaba, era como confirmar cada palabra que él decía, a decir verdad, palabras que no pude razonar 100% ya que mi mente seguía viajando una y otra vez exclusivamente al hombre que se encontraba a mi lado, sosteniéndome como sabia que lo haría eternamente.
Y tuve que volver a la realidad cuando Edward se giro a mi, mirándome intensamente con aquellos ojos que me embriagaban con su amor.
-El tiempo es demasiado lento para aquellos que esperan...demasiado rápido para aquellos que temen...demasiado largo para aquellos que sufren...demasiado corto para aquellos que celebran...pero para aquellos que aman, el tiempo es eterno- me dijo con suavidad sin perder la conexión con mis ojos, suspiro – El tiempo será nuestro mejor aliado para amarnos, acompañarnos, comprendernos, apoyarnos. Ante Dios te juro que jamás podré dejar de amarte, que te cuidare con mi vida ante cualquier adversidad- y beso mi mano antes de deslizar una alianza de oro sobre mi dedo. Fue cuando sentí la mirada de todos ¿era el momento que dijera algo? Y fue cuando caí en la cuenta que era el momento de decir mi propio juramento ante Dios para Edward… ¡OH OH! Como todo había sido tan abrupto, no había pensado en ello. Simplemente dejaría a mi corazón hablar por si mismo, aunque sabia que jamás llegaría a ser tan perfecto como las palabras de Edward.
-Te amo no solo por como eres, sino por como me haces ser cuando estoy contigo.
Te amo por besarme de aquella manera que me roba el aliento y me haces perder el conocimiento, por cuidarme, apoyarme- sentía un leve rubor en mis mejillas, no era lo mío ser expresiva ante otras personas -Soportarme y tenerme paciencia- baje mi mirada al recordar todos aquellos horribles momentos por los que tuve que hacerlo pasar, él entendió de alguna manera el curso de mis pensamientos pues tomo mi barbilla entre sus suaves manos y me acerco más a su rostro.
-Somos uno, si tu cometes un error es por que yo lo cometí primero, te amo… simplemente por como eres- y me besó dulcemente, cada respiro que sentía de su boca era el propio aire que necesitaba para vivir, su mano subió tiernamente a mi mejilla y en cada caricia sentía su anhelo por mi. Mi maravillosa burbuja fue pinchada con un carraspeo y me gire sumamente avergonzada al sacerdote quien nos sonreía con sus ojos ante nuestra muestra de cariño.
-Aún no hemos llegado a esa parte- y pude ver el atisbo de diversión en sus labios.
Por el rabillo del ojo pude ver la enorme sonrisa de Edward que asentía. Me aclare la mente y tras mirarlo intensamente, deslice el símbolo de mi amo por el sobre su dedo. Desde ese momento intente prestar más atención a cada palabra, y en efecto cada dulce palabra me llenaba de nuevas esperanzas. Cada vez que el curita nos hablaba acerca que el verdadero amor podía superar cualquier muro, por muy impenetrable que se viese a simple vista, el amor cuando es bendecido por Dios todo lo puede, y así sería desde ahora en adelante…junto a mi esposo.
Cuando llego el momento de las alianzas, mis ojos ya no aguantaba más la comenzó con las poderosas lagrimas de felicidad que sabia que tarde o temprano saldrían.
-Por el poder que me otorga Dios y la iglesia…los declaro marido y mujer- nos sonrío a ambos de una manera muy calida y acogedora – Esta vez si, Sr. Cullen, puede besar a la Sra. Cullen- Sonreí abiertamente ante como sonaban aquellas dos simples palabras… Sra. Cullen.
Edward me besó con tanta adoración y amor que el fuere suspiro que salio de mis labios hizo reír al resto de la familia.
Mire a Edward una última vez, antes de ser acaparados por las felicitaciones de los demás, para sellar aquel momento – Juntos para siempre- le dije con todo el amor que podía entregarle en cada palabra, que salía desde el fondo de mi corazón con la certeza de saber que con nadie más podría ser feliz por el resto de mi vida.
-Por toda la eternidad, esposa mía- me dijo besando mi frente y separándose solo lo necesario para recibir los abrazos de su familia. Mi familia.
Continuara...
hola aca les dejo otro capitulo y q le parecio e hermoso por fin se casaron nuestra parejita.
ACLARACION :
Yo no soy la autora de esta historia la auutora es LOkiita Cullen solo yo la estoy publicando por q me encanto cuando la lei.
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