Dos días sin rastro de Alec. Su ausencia me había hecho pensar en cosas como la ausencia de Aro y los demás guardias. ¿Dónde estarían? Lo único que sabía era que teníamos poco tiempo para huir y que cada minuto que pasaba lejos de Alec, me dolía como una puñalada en el pecho. No sabía si vendría conmigo o se quedaría. La duda me atormentaba cada minuto.
Entonces, como obedeciendo a mis pensamientos la puerta se abrió estrepitosamente.
– ¡¡Cynthia!! ¡Vámonos! ¡¡Ahora!! –Evelyn me jaló de la mano y pude salir de la habitación tenebrosa.
Ian, el tipo al lado de ella me miró y ella me abrazó. La estreché fuertemente y dije:
–Eve… yo…
–Ya habrá tiempo para hablar… vámonos.
Hasta entonces vi a Alec encabezando la fila hacia la salida del castillo de Volterra. Llevaba puesta la capa negra sobre la cabeza, lo que lo hacía parecer mucho más a la sombra tenebrosa que había conocido antes.
Salimos a paso humano veloz, o a paso vampiro lento. Llegamos a la recepción y la humana me hizo estremecerme con su olor a pesar de haber cazado hacía poco. La sangre humana era la culpable, me hacía ser más sensible a la sed.
Salimos con tanta facilidad de Volterra que me pareció una estupidez haberlo intentado hasta esa ocasión. ¿Por qué no antes? En fin. Alec debía tener sus razones. Su recuerdo me estremeció.
Salimos de la hermosa ciudad en minutos y huimos de ahí. No dimos vuelta atrás… quizá algún humano nos vio.
En las fronteras de Italia era hora de correr de verdad. Miré a Alec con la pregunta en los ojos. ¿Qué decidiría?
Me devolvió la mirada y me abrazó con vehemencia. <> –susurró.
Yo me acurruqué contra su pecho y esperé a que se alejara de mí, tratando de no caer al piso. Al ver que no se iba le fruncí el ceño, a lo que él respondió:
– ¿No creerás que te has librado de mi aún? ¿O sí? –sonrió radiantemente.
Yo le devolví la sonrisa con mucho entusiasmo. Me amaba. Sellamos nuestro trato con un último beso, que pareció ser el primero, porque de alguna forma todo estaba bien ahora. Evelyn y su acompañante nos miraron como a dos extraterrestres.
Las sombras de los Vulturi no se cruzarían de nuevo en nuestro camino. O eso creíamos.
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