Bella POV
El sonido de una alarma –que no era la mía- me despertó. Sobresaltada y sin ninguna orientación, emergí de las mantas e intenté recordar donde me encontraba. Unos firmes brazos me envolvían la cintura, y había otro cuerpo pegado al mío, el calor subió a mis mejillas al saber en qué cama y con quién estaba.
Me giré entre sus brazos, apartando algunos revueltos mechones de su frente para contemplar su rostro. Edward seguía dormido, a pesar que su alarma era para sobresaltar a cualquiera. Mis dedos acariciaban distraídamente su mejilla, aunque me encontraba demasiado avergonzada por haberme dormido en nuestro momento de sinceridad.
No pude evitarlo.
Mis dedos se enredaron entre los cabellos cobrizos y mis labios acariciaron los suyos con suaves roces. Era demasiado bueno el momento para dejarlo pasar. Lo escuché gemir entre sueños al apartarme, por lo que me acerqué de nuevo y presioné nuestros labios con mayor intensidad. Me respondió lentamente, al mismo tiempo que abría sus ojos.
El agarre alrededor de mi cintura se intensificó. Sonreí contra sus labios antes de apartarlo y salir de la cama. Su ceño se frunció, molesto por cortarlo.
-Es tarde.- murmuré mirando la hora en mi celular. –Tenemos un partido.- pareció reaccionar. Comenzó a juntar las cosas que iba a necesitar, y justo cuando tomó la toalla para dirigirse al baño, azoté la puerta de su lado.
-No es justo, Bella.- rezongó contra la puerta cerrada del baño.
-Yo desperté primero.- respondí al tiempo que abría la llave de la ducha.
Después de prepararnos y desayunar, ambos salimos rumbo al gimnasio para reunirnos con nuestros equipos y enfrentarnos al nuevo reto: el partido final.
Edward POV
-¡Vamos, vampiros!- escuché la melodiosa voz de Bella cantar desde su posición. Mis ojos buscaron ansiosos su figura, hasta encontrarla agitando sus pompones con una enorme sonrisa. Le devolví el gesto y regresé la mente al juego; no nos estaba permitido perder. -¡Vamos, Edward!-
Me giré a contemplarla una vez más. Se encontraba sobre el pasto del campo, con Alice y Rosalie sobre ella, casi podía escuchar sus risas a esa distancia.
-¡Edward!- gritó Emmett, mientras con su mano golpeaba mi hombro para despertarme.
-Debes decírselo…-comenzó Jasper, asustándome ante su repentina aparición. -…pero cuando ganemos…- asentí y una sonrisa se instaló en mis labios, era momento de ganar el juego y luego ganar el corazón de Isabella Swan.
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-¡Ganamos!- Ben golpeó mi hombro, reía encantado. –Felicidades, Edward.- gemí, Ben no solo lo decía por el juego.
-¡Vengan esos cinco, hermano!- Emmett chocó su mano entre la mía y luego golpeó mi hombro, su brazo pasó por mis hombros y me sacudió levemente. -¡Vamos con Jasper!- mi primo se encontraba abrazando la pequeña figura de Alice, quien estaba prendida de su cuello. Rosalie saltó hacia Emmett tan pronto lo vio.
Me aparté lo suficiente para darles su espacio. Unas manos me cubrieron los ojos y unos labios depositaron un beso en mi cuello, me reí al sentir el cuerpo de Bella abrazado al mío. -¡Felicidades, capitán!- separó sus manos de mi rostro y me di la vuelta para verla de frente.
-Bella…- acorté la distancia entre sus labios y los míos, al tiempo que rodeaba su cintura; no importaba si todos nos veían. Sus brazos pasaron por mi cuello y su cuerpo se presionó contra el mío, intentando eliminar el mayor espacio posible. Una de mis manos subió hasta su nuca, impidiéndole apartarse –aunque no lo intentara- y dándole mayor profundidad al contacto.
Nos separamos jadeando, con la respiración entrecortada y las mejillas enrojecidas; pero, había algo distinto en su mirada, un brillo distinto al habitual…
-¡Edward!- Alice saltó sobre mí, casi provocando que cayera al suelo. –No debes hacer eso en público.- susurró en mi oído, refiriéndose a tocar a Bella de esa forma. –Bella es la chica perfecta para ti, hermanito. No la pierdas.- la miré un instante, incapaz de creer que la celosa Alice me lanzara a los brazos de Isabella Swan de aquella forma. No pude evitarlo, me reí y la abracé con mayor fuerza.
-Vamos a ver una película.- propuso Rosalie, alegre por nuestra victoria. Jasper, Emmett y yo nos negamos ante su propuesta –Es viernes, es el inicio de vacaciones, y es la última noche que estaremos con Bella…- tres pares de ojos distintos –azules, verdes y cafés- nos miraban con una expresión similar; y el Apocalipsis comenzó al fijarnos en ellas…
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-¿Palomitas, Edward?- Bella me contemplaba con una sonrisa de victoria en sus labios. Negué con la cabeza.
Emmett estaba acostado en el suelo, de lado; con la cabeza de Rosalie acomodada en su cuerpo, usándolo de almohada. Jasper estaba sentado en el piso, con la espalda pegada al sofá y Alice apoyaba la cabeza en su regazo. Yo estaba sentado el sillón de siempre, con Bella sobre mi pecho. Por alguna razón las tres gimotearon cuando Edward le propuso matrimonio a Elinor; los chicos soltamos un bufido.
Bella tomó mi rostro con su mano y me obligó a mirarla. –No es tan malo, ¿o sí?- leí en sus labios, realmente se preocupaba por los demás. –No lo es.- respondí en un susurro que solo ella escuchó. Una gran sonrisa adornó su rostro antes de darme un corto beso en la mejilla.
La película terminó a eso de las seis de la tarde, dejándonos tiempo suficiente para perdernos en los ojos de nuestra pareja. Miento, estábamos aburridos. Mirando la nada y soltando suspiro tras suspiro…
La melodía "Claro de Luna" –de Debussy- inundó el ambiente. Todos arqueamos una ceja en la dirección de Bella, cuyas mejillas estaban teñidas de un suave color rosado.
-¿Qué pasa?- preguntó desconcertada. -¡No es verdad!- se puso de pie de un salto y comenzó a recoger el desorden de platos, vasos y palomitas. Se resbaló con una y cayó sobre Jasper, suerte que Alice se había movido. Todos soltamos una carcajada, pero ella nos mandó una mirada envenenada que nos hizo callar. -¿Cuánto?- preguntó mientras se ponía de pie de nuevo y alisaba la falda de su uniforme. –Gracias, James. Por eso te quiero tanto.- cerró el teléfono.
-¿Qué demonios fue eso?- preguntó Jasper, mientras intentaba levantarse él también.
-No hay tiempo para explicaciones, ni para que se vayan…- su voz sonaba aterrada, como si algo grande se nos viniera encima. – ¡Vayan a la cocina, ahora!- gritó molesta, mientras con su dedo señalaba la dirección. Nos levantamos sin discutir y fuimos a donde nos ordenó, observando desde ahí lo que ocurría.
-¡Maldición!- la escuché chillar mientras cogía unas revistas de la mesa y se sentaba en el sofá a hojearlas.
-¿Qué hace?- preguntó Emmett en mi dirección.
-No tengo idea.- susurré, pero mi voz fue interrumpida por dos toquidos en la puerta.
-Pase.- murmuró Bella sin despegar la vista de su "Biblia". Dos figuras cruzaron la puerta.
Bella POV
La llamada de James había bastado para que se me formara un nudo en el estómago, disponía de unos tres minutos antes que mis visitantes llegaran a la puerta. Los chicos no alcanzarían a dejar el dormitorio –ni aunque se fueran corriendo- y yo no permitiría que se quedaran en la sala. No tuve mas opción que enviarlos a la cocina, aunque ni siquiera ese era un lugar apropiado.
Busqué una revista de moda, de esas que Lauren se olvidaba de vez en cuando y me senté en el sofá. Fingiendo leer. Tocaron la puerta y ordené que pasaran. Dos figuras se encontraban ante ella: un hombre y una mujer. El rostro masculino estaba serio, el ceño fruncido y los puños crispados a un lado del cuerpo. Vestía un traje negro, con una camisa azul y una corbata con diferentes tonadas del mismo color. El celular en el cinto. Ojos marrones fijos en mí. La mujer vestía unos pantalones negros y una blusa de botones a presión rosa. Tacones en sus pies, el bolso colgando del hombro y un rostro inexpresivo. Charlie y Renée Swan habían llegado.
-Isabella.- susurró mi padre. Sus ojos me traspasaron por completo y un escalofrío me recorrió la espalda.
-Bella.- la voz de mi madre no sonaba tan dura, pero tenía un tono ácido en ella.
-Padre, Madre.- me puse de pie de inmediato y deposité la revista en la mesa de centro. Me puse derecha y me permití observarlos detenidamente, jamás había visto a Charlie tan "oscuro". Sentía los nervios a flor de piel y el estómago cerrado.
Renée avanzó con sus sensuales pasos hasta posarse frente a mí. Mis ojos buscaron con desesperación los suyos, incapaces de entender lo que pasaba. Su mirada era fría, peor que una "mirada divina"; ésta helaba la sangre. Su mano impactó contra mi mejilla, y el eco fue suficiente para que mi corazón se acelerara de golpe. Agaché la cabeza avergonzada, incapaz de apartar la mirada del suelo. La mejilla me ardía y los ojos se me estaban llenando de lágrimas; lágrimas que no iban a escapar.
-Eres una vergüenza para nosotros.- su voz sonó lejana, como si le hablara a una extraña y no a su propia hija. No era un sermón o una simple llamada de atención, era mucho peor, y apenas comenzaba. –No entiendo cómo llegaste tan lejos.- no entendía de que hablaba. Mi mente se rehusaba a seguir conectada, no deseaba escuchar nada.
La mano áspera de mi padre me tomó el rostro y lo alzó. Sus ojos me fulminaron. -¿Sabes lo qué haz hecho?- preguntó de modo cortante y sarcástico. Negué lentamente, incapaz de ver a dónde deseaban llegar. En sus ojos resplandeció la ira y su risa sonó siniestra. Me empujó contra el sillón, cayendo sentada en este. Con la vista clavada en el mueble y sin ser capaz de apartarla del sofá. Mi madre lanzó una revista contra el respaldo, cayendo ésta a escasos centímetros de mí. Busqué sus ojos, pero no fue la mejor idea. Las manos me temblaron cuando cogía la revista entre mis dedos.
"¿Isabella Swan, una zorra?" El encabezado me dejó sin aliento, mis ojos se abrieron ante la sorpresa. "La hija del respetable ejecutivo Charlie Swan, y la ex modelo y dueña de la disquera más importante de Estados Unidos, Renée Swan, causa revuelo entre los chicos de su escuela, o eso afirmó su mejor amigo y ex novio: Jacob Black"
Apreté la revista entre mis manos, doblando sus hojas. Ese imbécil de Jacob, ¿no se cansaba de arruinar mi vida? Me las iba a pagar tan pronto lo viera, porque con Isabella Marie Swan nadie juega.
-Le haz costado a Swan Corp. un socio, Isabella.- la voz de Charlie resonó en aquél lugar. Leí el artículo de nuevo.
"Jacob Black, hijo de Billy Black –colaborador y socio de Swan Corp.- ha reconocido haber mantenido una relación sentimental de un año con Isabella Swan, la hija del prestigioso ejecutivo. Después de narrar la historia vivida entre ambos, y haber descubierto a su novia con otro chico, los Black se retiraron oficialmente de la empresa."
¿Qué tan lejos pensaba llegar? Sentí la ira fluir por mis venas. Aventé la revista en el sofá y me puse de pie, moviéndome frenéticamente por el espacio, ante la encolerizada mirada de mis progenitores. –Esto es un error.- murmuré entre dientes. ¿Qué más les había dicho ese idiota?
-Nos costaste miles y miles de dólares, rebajaste a la empresa a una burla y pisoteaste nuestro prestigio; deshonraste a tu familia y humillaste a tus antepasados.- el tono formal y ofensivo de Charlie me ponía de nervios. –La abuela está muy decepcionada de ti.- me congelé. ¿Le habían ido a contar a la abuela esa idiotez?
-¿Le hablaste de esto a la abuela?- chillé molesta. -¿Por qué?- no tenía sentido, ni siquiera yo estaba enterada de ello. -¡Eso es caer demasiado bajo, incluso para ti, Charlie!- nunca había usado su nombre, me mordí la lengua al ver de nuevo la ira en su ojos. Y entonces sentí la bofetada. Más fuerte que la de Renée, más dura, con odio y rencor. Una gotita de sangre corrió por mis labios y caí sentada sobre el sofá de nuevo.
-¡No te atrevas a faltarme al respeto, estúpida!- el corazón me dio un vuelco. ¿Él me hablaba de respeto? –No pensaba estar educando a una cualquiera.- no levanté la mirada, dejé que las lágrimas cayeran sobre el tapizado del sillón.
-Si lo hiciste.- repuse en un murmullo. –Me enviaron a Twilight para ser una maldita zorra como las divinas, como mi madre.- la mano de Renée se cerró sobre mi brazo y me obligó a levantarme, me sentía como una muñeca de trapo entre sus dedos.
-Podías ser una zorra aquí.- escupió las palabras ella. –Pero no debías dejar que eso saliera de Twilight, y mucho menos arruinar los negocios de tu padre.- sus ojos resplandecían en cólera. Me recordaba a la mirada de Lauren o Kassandra, incluso peor que las de Leah. Mi madre seguía siendo una divina en todo su esplendor.
-¿Eso es lo único que te importa?- escuché mi nombre escapar de labios de mi padre cuando me solté del agarre de Renée. Me alejé unos metros y me llevé una mano al pecho. -¿Los estúpidos negocios de mi padre?- estaba molesta, lloraba con más fuerza, las lágrimas no cesaban. -¿Qué hay de mí, de mi reputación?- le grité entre sollozos. -¿Sabes qué pasó en verdad, o solo confías en Jacob Black?- su nombre salió roto de mis labios, quise morderme la lengua de nuevo por ser tan débil.
-Jacob Black es más honesto que tú.- el tono de mi madre abrió una nueva herida; esas heridas que ni el tiempo curaba, de las que tenía un montón. -¿Por qué iba a mentir?- preguntó con fastidio. Mi padre rodó los ojos, incapaz de dudar de la "integridad" del hijo de su amigo.
-Porque es un maldito idiota que se burló de mí. Yo no lo engañé con nadie, él fue el que se acostó con Leah. Puedes preguntárselo a Emily, o a Sam, en quien más confíes. Porque sé que a mí no me crees…- le devolví el golpe, su expresión se suavizó un poco, pero pronto volvió a ser dura como el hielo.
-Tienes prohibido regresar a La Push.- ordenó mi padre desde su lugar a unos cuantos metros de mí. –No asistirás a la boda de Sam y Emily, y mucho menos mantendremos contacto con alguien de ahí.- abrí los ojos desmesuradamente.
-Yo no soy la culpable aquí. Jacob y Leah tuvieron un "romance" mientras éramos pareja.- repuse amargamente, incapaz de tranquilizarme.
-Tú eres la culpable.- señaló Renée con odio. –Te lo dije miles de veces, nada de relaciones fijas…- abrí la boca para protestar, pero era cierto. Primer fallo. Los Swan: 1. Bella: 0.
-No basta con eso.- repuse entre dientes. Apretaba los puños con fuerza; la sensación de hormigueo estaba presente en las palmas. No quería equivocarme esta vez…
Mi padre tenía la misma sensación a mí parecer, pues su mano impactó contra mi rostro de nuevo. Esta vez estaba lo suficientemente alejada del sillón como para detener la caída. El suelo me recibió alegremente, y una cortina de pelo cubrió mi rostro. No levanté la mirada ni me puse de pie. La puerta se abrió en ese instante.
-¡Charlie, Renée!- tres voces chillonas y alegres corearon.
-Lauren, Jessica, Ángela.- podía imaginar la gran sonrisa de mi madre al verlas. -¿Cómo se encuentran, princesas?- ¡Pero cuánta hipocresía!
-Muy bien, Renée.- respondió Jessica suavemente. –Hemos ganado el juego de hoy.- mi madre rió encantada.
Pronto sentí la mano de Ángela apartar el cabello de mi cara. Sus ojos mostraban preocupación, y con un pequeño paño limpió la sangre de mi labio. Secó algunas lágrimas de mis mejillas y susurró: -Todo va a estar bien, Bella.- asentí, y me puse de pie lentamente.
-Lauren, cielo.- le llamó mi madre. Los ojos azules de Lau resplandecieron con malicia después de observar mi rostro. -¿Sabías tú de la relación entre Jacob y Bella?- un mal presentimiento se apoderó de mí. Lauren puso cara de sorpresa, mientras Jessica se llevaba una mano a la boca.
-No es verdad.- chilló Jessica, aparentando no estar enterada de nada.
-Bella dijo que saldrían un tiempo, para dar apariencias en Twilight.- respondió Lauren, la fulminé con la mirada. –Le dije que lo dejara, y ella aseguró haberlo hecho.- cuando me miró, lo descubrí. Todo lo de "buenas amigas" y "las pases" en la "Noche Divina" eran una treta. Ésta era la venganza de las divinas. -¿Pasó algo malo?-
Mi madre señaló la revista y sus ojos se clavaron en mí. Asentí resignada y tomándola entre mis dedos se la pasé a Lauren. Jessica y ella leyeron lo escrito y se esforzaron por no echarse a reír en ese instante, al parecer la nota era cortesía de ellas.
-¡Lo siento tanto!- dijo Jessica, movía la cabeza de un lado a otro. –No puedo creer que esto llegara tan lejos.- susurró, luego clavó la mirada en el suelo y el cabello le cubrió el rostro. Una sonrisa apareció en sus labios, dado que mis padres no podían verla, pero yo si.
-¿Les molestaría dejarnos solos con Isabella?- preguntó Charlie. Apreté la mano de Ángela, aterrada. Ella articuló con los labios un "lo siento" –por ambas cosas: su partida y la venganza- y luego se fue con las otras dos.
-Debiste obedecer a Lauren, Isabella.- cortó mi madre todo pensamiento racional en ese momento. Apreté los puños.
-¿Y si no lo hago?- ambas nos fulminamos con la mirada.
-¿Renunciarás a todo por un simple capricho?- la voz de mi padre denotaba diversión. Una sonrisa se apoderó de mis labios, ¿necesitaba lo que ellos me ofrecían? No, no lo necesitaba.
Fui a mi cuarto bajo su atenta mirada y regresé con el bolso en mis manos. Sus expresiones lucían desconcertadas.
-No necesito nada de esto: celular, tarjetas, dinero, las llaves del coche…- fui aventando todo sobre la mesa de centro. –No tienen nada que ofrecerme que necesite.- dije triunfante. –Lo único que podría querer de mis padres, nunca lo he obtenido, así que renunciar a ustedes es muy sencillo. Si lo que les importa es el apellido, quédense con él.- Renée abrió la boca para hablar, pero no emitió sonido alguno. Charlie suavizó su expresión.
-No es necesario…- comenzó Charlie más calmado.
-No.- me negué antes del espectáculo. –Si quieren exhibir a alguien en sus "fantásticas fiestas y cenas" llamen a Jacob Black.- sonreí angelicalmente. –Estoy seguro que estará encantado.- me reí suavemente ante sus rostros impactados. –Por favor, márchense.-
-Isabella Marie Swan…- el muro de Renée se había limitado, ya no intimidaba. Pero estaba próxima al derrumbe… no soportaría mucho…
Negué con la cabeza y señalé con la mano la puerta. Renée levantó el rostro indignada y Charlie sonrió amargamente, luego ambos desaparecieron bajo el umbral, azotando la puerta al salir. Fue algo teatral…
Mi sonrisa se borró y nuevas lágrimas empaparon mis mejillas. Ahogué un sollozo en mi pecho. Derrumbe en 3, 2, 1, 0… me temblaron las piernas y me precipité hacia el suelo.
Edward POV
Estaba furioso. Emmett y Jasper tuvieron que sujetarme en repetidas ocasiones para que no me lanzara sobre los padres de Bella. ¿Cómo podían ser tan idiotas? Quería decirles algunas cosas, pero Alice me lo impidió. ¿Por qué la trataban de ese modo? Tan hipócritas, ambos…
-Lo hizo muy bien, Edward.- susurró Rosalie al ver a los padres de Bella marcharse.
-No, esto está mal…- susurré tercamente.
-Edward, la vez que se enfrentó a las divinas…- empezó con curiosidad Alice.
-Se derrumbó a penas se fueron.- respondí cortante. Bella estaba congelada en el mismo punto, mirando la puerta cerrada del dormitorio. Salí de mi escondite en el momento que sus piernas fallaron y se precipitó hacia el suelo. La abracé contra mi pecho y caí de rodillas con ella junto a mí. Rompió en sollozos y su respiración comenzó a entrecortarse, le costaba hacer pasar el oxígeno a sus pulmones.
Mis hermanos y primos le llamaban, yo lo hacía, pero no escuchaba nada. Sollozaba y las lágrimas rodaban sin cesar, sus labios temblaban mientras balbuceaba cosas sin sentido. Pasada una hora sus ojos se cerraron, sumiéndola en la inconsciencia, ese fue el momento en que todos se fueron, no sin antes preguntar que tan mal estaba con respecto a las últimas ocasiones.
Pero esta vez era distinto. Estaba mucho peor. La llevé a su cuarto y la acosté en la cama, su rostro estaba empapado en sudor, ardía completamente. Tomé un paño y lo empapé en el baño para depositarlo en su frente. Me mantuve con ella algunos minutos, pero pronto el sueño me venció y me quedé dormido a su lado.
Bella POV
Desperté, estaba cubierta de sudor y tenía demasiado calor. Me sentía pálida y débil. Me levante de la cama –donde Edward también dormía- y entré al baño, asegurando la puerta de mi lado. Fui hacia el espejo y me miré: pómulos enrojecidos y ojos hinchados, labios lastimados y una palidez poco común. Abrí el botiquín y el frasco de tranquilizantes llamó mi atención, los necesitaba.
Tomé una pastilla mientras algunas lágrimas empapaban mis mejillas de nuevo, no funcionó. Tomé la segunda y no hizo efecto. Tomé otra, nada…
Cuando el frasco se hubo vaciado lo dejé en el lavamanos. El calor no se iba y el llanto no paraba, me dolía el pecho y me costaba respirar. Abrí la regadera y sin desvestirme me metí bajo el agua helada, pronto me encontraba sentada en el suelo, con el agua empapando mi cuerpo y el cabello pegado en el rostro. Escondí el rostro en los brazos, y apoyé estos sobre las rodillas.
Poco a poco me fui quedando dormida, semi-inconsciente es la palabra.
Edward POV
-Bella.- abrí los ojos preocupado al no sentirla en la cama. El paño que había puesto en su frente se encontraba en el suelo y la regadera estaba abierta. -¡Bella!- grité después de tocar la puerta. No obtuve respuesta.
El agua seguía corriendo, no había respuesta del otro lado. Giré la perilla, estaba cerrada. Fui del otro lado y abrí la puerta por mi cuarto, logré entrar. Algo brilló en el lavabo, Bella se encontraba tras la cortina de la regadera. Me acerqué al lavamanos, un frasco de pastillas descansaba en él, completamente vacío…
-Oh, no, Bella.- murmuré. Estaba seguro que había sido ella. Descorrí la cortina, y ahí estaba. El agua caía sobre ella, pero no parecía demasiado viva. Estaba vestida y el cabello le cubría el rostro. Era un ovillo en el suelo mojado. –Bella.- murmuré levantando su rostro. Estaba pálida y mantenía los ojos cerrados. –Bella.- la llamé de nuevo, y mi voz se rompió.
La abracé contra mi pecho y pronuncié su nombre repetidas veces. –Ed…Ed..ward.- murmuró, mientras sus manos se detenían sobre mi pecho. La aparté lo suficiente para mirar sus opacos ojos chocolate.
-¿Q-que h-hiciste, B-bella?- pregunté, mientras apartaba los empapados cabellos que se pegaban a su rostro.
-Ed-Edward, l-lo s-sient-to- sollozó débilmente. Sus dedos limpiaron mis mejillas. A pesar que el agua caía sobre nosotros, ella diferenciaba las lágrimas que comenzaban a correr por mis mejillas. –P-perdón.- rompió a llorar de nuevo, pero más lentamente. Sus ojos se comenzaron a cerrar de nuevo.
-Bella…no puedes dejarme.- sollocé suavemente. –Te necesito, Bella. Te amo.- no abrió los ojos, la moví un poco. –Por favor…- la tomé en brazos y la saqué de ahí. Llamé a Carlisle al hospital y le avisé del estado de Bella, la subí al volvo – nadie se dio cuenta -pues no quedaba casi nadie en la escuela- y la llevé al hospital.
Mi padre y varias enfermeras nos esperaban en la entrada. No sé que vio Carlisle en mi rostro para descomponerse tanto, y pronto estuvimos dentro. Y por primera vez en mucho tiempo, volví a llorar…
No estaba dispuesto a perderla, y Carlisle no iba a permitirlo. Solo necesitaba fe. Todo iba a salir bien.
Pero estaba equivocado…
Muy equivocado…
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