Bueno ya solo k da un capitulo espero k os haya gustado la historia jajaja tanto como a mi.
Besos y muxisimas gracias a to@s que haya gustado la historia pero sobretodo a una nelda k siempre me da su apoyo,
GRACIAS A TODOS DE CORAZÓN YA SOLO FALTA EL ULTIMO.
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El mozo de cuadra obedeció con recelo la orden de que ensillara a "Babette". Argumentó, con todo respeto, que ella no contaba con la autorización del conde para montar la yegua y, por una vez, Bella empleó su herencia aristo crática y le informó altivamente que, siendo como era la nieta de la condesa, no debían cuestionarse sus deseos.
El mozo de cuadra obedeció, murmurando por lo bajo una protesta en lengua bretona, y pronto Bella estuvo montada en la yegua y se dirigió de inmediato hacia el sendero que Edward había tomado en la primera lección.
El bosque era un lugar apacible y hermoso, y Bella vació completamente su mente esperando que la respuesta que anhelaba encontrara su camino para hacer su aparición. Llevó la yegua al paso durante unos minutos y descubrió que le resultaba bastante sencillo conservar el control y la autoridad sobre el animal, ahora que se sentía parte de él.
Sin embargo, la solución de su problema no parecía estar cerca e inició un ligero galope. Ella y la yegua se movían acompasadamente, y el viento agitaba su pelo apartándolo del rostro y sumiéndola en esa sensación de libertad que estaba buscando. La carta de su padre es taba bien segura en su bolsillo posterior y Bella decidió galopar hasta la cima de la colina que dominaba el pueblo y volver a leerla, esperando encontrar entonces la sabiduría necesaria para tomar la decisión correcta.
Oyó un grito a sus espaldas y, al volver la cabeza, divisó a Edward que se acercaba a la carrera montando a su brioso alazán. Al volver se, su pie hizo presión en el flanco de "Babette" y la yegua lo tomó como una orden y empezó a galopar velozmente.
Bella estuvo a punto de caerse de la montura y luchó por permanecer er guida sobre la yegua, mientras "Babette" parecía volar por el estrecho sendero. Al principio, toda su atención se concentró en mantener el equilibrio, sin pensar siquiera en intentar frenar la desenfrenada carrera de la yegua. Antes de que su cerebro tuviera la oportunidad de comunicarse con sus manos y ordenarle que frenaran a "Babette", Edward llegó a su lado.
Luego, extendiendo un brazo, detuvo a la yegua mientras exclamaba innumerables insultos en una apasionante variedad de idiomas. "Babette" se detuvo dócilmente y Bella cerró los ojos con profundo alivio.
Inmediatamente sintió que la cogían de la cintura y la sacaban de la montura sin ningún tipo de ceremonias, mientras los ojos de Edward, como ascuas encendidas, la miraban fijamente.
-¿Qué pensabas conseguir escapando de mí? -preguntó sacudiéndola como si fuese una muñeca de paño.
-Yo no estaba escapando de ti -protestó Bella con voz trémula a causa de las sacudidas que le propinaba Edward-. Supongo que debo haber azuzado a "Babette" cuando me di la vuelta al oír tu grito. -Su propia ira comenzaba a reemplazar la sensación inicial de alivio-. Nada de esto hubiese sucedido si tú no hubieras salido en mi persecución.
Bella comenzó a debatirse para apartarse de él, pero Edward acentuó dolorosamente la presión de su mano.
-¡Me haces daño! -gritó ella-. ¿Por qué siempre tienes que lastimarme?
-Un cuello roto es mucho más doloroso, mi pequeña chiflada -dijo él, alejándola de los caballos y caminando con ella por el sendero-. Eso es lo que hubiese ocurrido. ¿Qué hacías cabalgando sin escolta?
-¿Sin escolta? -repitió Bella, echándose a reír y apartándose de él-. Qué exótico. ¿Acaso a las mujeres no se les permite pasear a caballo sin escolta en Bretaña?
-No a las mujeres que carecen de cerebro-replicó él con furia-, y tampoco a aquellas que sólo han montado dos veces en su vida.
-No había tenido ningún problema hasta que tú llegaste. -Bella alzó la cabeza márchate y déjame sola. -Ella notó que Edward entrecerraba los ojos al tiempo que daba un paso hacia ella-. ¡Vete! -gritó Bella retrocediendo-. Necesito estar sola. Tengo cosas en qué pensar.
-Yo le daré algo más en qué pensar. -Edward se movió de prisa, cogiéndola por detrás de la cabeza y cortándole el aliento con sus labios. Bella trató de separarse de él sin éxito, luchando contra su abrazo y también contra el torbellino que empezaba a formarse en su cabeza. Aferrándola por los hombros, Edward la sacudió mientras sus dedos se hundían en la carne de Bella.
-¡Basta! ¡Deja de luchar! -Volvió a sacudirla y ella descubrió por la expresión de su rostro que el aristócrata se había esfumado y ahora sólo quedaba el hombre-. Te deseo. Y quiero aquello que ningún hombre ha podido conseguir... y, por Dios, que te haré mía. Edward la ciñó contra su cuerpo y Bella se debatió con un miedo salvaje y primitivo, golpeando su pecho como un pájaro prisionero que golpeara las rejas de su jaula, pero él no se movió y su abrazo se hizo más seguro, como si en lugar de una mujer aterrorizada ella fuese una chiquilla obediente.
Un momento después Bella se encontró sobre la tierra húmeda y aplastada bajo el peso del cuerpo de Edward, mientras sentía que sus labios le devastaban la boca. Sus protestas no tenían más efecto que el de un guijarro arrojado en el océano. Con un movimiento veloz y violento, él le abrió la blusa reclamando su piel desnuda con dedos ardientes; su pasión estaba llena de una urgencia desesperada que con quistaba todo intento de resistencia, toda vo luntad de lucha. La lucha se transformó en exigencia y su boca se volvió anhelante bajo los labios de Edward, las manos que hacía un momento habían intentado separarle de ella ahora lo atraían con frenesí.
Sumergida en el vértigo de la pasión, Bella se recreó en la intimidad de aquel cuerpo duro que se movía al ritmo del instinto atá vico. Con absoluta libertad y con creciente urgencia los dedos de Edward trazaban surcos de calor sobre su piel desnuda, su boca seguía el rastro del incendio y volvía una y otra vez a apa gar la sed entre sus labios. Pero la sed aumentaba sin cesar y sus demandas la transportaban a un mundo nuevo y atemporal, a una frontera que separaba el cielo y el infierno, donde sólo podían existir un hombre y una mujer.
Edward la llevó hacia insondables profundidades, hasta que el placer y el dolor se convirtieron en una sensación turbulenta que exigía la satisfacción inmediata del placer. Indefensa bajo la ardiente pasión, Bella sintió un lento temblor que fue haciéndose más intenso a me dida que el viaje la llevaba lejos de lo conocido y más cerca de lo no visto. Con un gemido en el que se mezclaban el temor y el deseo, sus dedos se clavaron en los hombros de Edward como si intentara no caer en un vacío eterno. La boca de Edward se apartó súbitamente de sus labios y, con la respiración entrecortada, su mejilla descansó brevemente sobre su rostro antes de levantar la cabeza y mirarla intensamente.
-Creo que estoy haciéndote daño otra vez, ma petite. -Lanzó un suspiro y se apartó de ella hasta quedar de espaldas a su lado-. Te arrojé al suelo y estuve a punto de violarte como si fuese un bárbaro. Me resulta terriblemente difícil controlar mis instintos cuando estoy contigo.
Bella se sentó y comenzó a abrocharse la blusa con dedos temblorosos.
-Está bien. -Intentó que su voz pareciera indiferente, pero no lo consiguió-. No me has hecho daño. A menudo me han dicho que soy una mujer muy fuerte. No obstante, creo que deberías aprender a controlar tu técnica -balbuceó para ocultar la profundidad de su dolor-. Angela es más frágil que yo.
-¿Angela? -repitió él, apoyándose en un codo para mirarla directamente a los ojos-. ¿Qué tiene que ver Angela con esto?
-¿Con esto? -contestó ella-. Oh, nada. No tengo intención de contarle nada de lo que ha ocurrido hoy. La quiero mucho.
-Tal vez debiéramos hablar en francés, Bella. No logro entender lo que quieres decirme.
-Angela está enamorada de ti, ¡idiota! -exclamó ella ignorando su petición de que hablasen en francés-. Ella misma me lo dijo. Vino a pedirme que la aconsejara.-Bella logró controlar la risa histérica que pugnaba por escapar de sus labios. -Ella me pidió que le aconsejara -repitió- qué debía hacer para que tú la considerases una mujer y no una chiquilla divertida. Yo no le dije qué opinión tenía de ti; Angela no lo hubiera entendido.
-¿Ella te dijo que estaba enamorada de mí? -preguntó él con los ojos entrecerrados.
-No mencionó tu nombre -dijo ella, deseando que esa conversación no hubiera empezado nunca-. Dijo que había estado enamorada de un hombre toda su vida y que él la miraba como si fuese una niña. Yo simplemente le dije que hablara claramente con él y hacerle comprender que ella era una mujer y... ¿de qué te ríes?
-¿Y tú pensaste que ella estaba hablando de mí? -Edward echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír convulsivamente, de un modo que ella jamás había visto en él-. ¡La pequeña Angela enamorada de mí!
-¿Cómo te atreves a reírte de ella? ¿Cómo puedes ser tan cruel y reírte de alguien que te ama? Edward le sujetó los puños antes de que establecieran contacto con su pecho.
-Angela no te buscó para que la aconse jaras con respecto a mí, chérie. -Edward la mantuvo inmovilizada sin mayor esfuerzo-. Ella estaba hablando de Alex. Pero tú aún no has conocido a Alex, ¿verdad, mon amour? -Ignoró sus furiosos movimientos y continuó hablando con una sonrisa burlona bailando en sus labios.
-Crecimos juntos... Alex, Mike y yo, y la pequeña Angela siempre nos seguía como un cachorro. Mike y yo seguimos siendo sus "hermanos" cuando se convirtió en toda una mujer, pero estaba enamorada de Alex. Él ha estado en París por negocios durante todo el mes pasado y regresó ayer a Bretaña. -Con un ligero movimiento de sus muñecas la estrechó contra su pecho-. Angela me llamó por telefono esta mañana y me dijo que se había comprometido. También me dijo que te diese las gracias en su nombre y ahora sé a qué se refería. La mueca burlona de Edward iluminó su rostro cuando Bella mostró su perplejidad con sus ojos ambarinos totalmente abiertos.
-¿Que ella se ha prometido con Alex? ¿En tonces no estaba hablando de ti?
-Sí, ellos van a casarse. Y no, no estaba hablando de mí -contestó él-. Dime, mi preciosa prima, ¿te sentiste celosa al pensar que Angela estaba enamorada de mí?
-No seas ridículo -mintió Bella, tratando de alejar su boca de la proximidad de sus labios húmedos-. No estaría más celosa de Angela que tú de Mike.
-Ah. -Con un rápido movimiento Edward se colocó encima de ella y la miró con sus ojos verdes-. ¿Eso piensas? ¿Y debería decirte que estaba terriblemente celoso de mi amigo Mike y de que estuve a punto de asesinar a tu amigo estadounidense? Les regalaste a ambos sonrisas que debían ser para mí. Desde el momento en que te vi apearte del tren, me sentí perdido, hechizado, y luché contra ese sentimiento como lucha cualquier hombre contra algo que quiere esclavizarle. Tal vez esta forma de esclavitud sea la libertad. -Su mano acarició el oscuro cabello de Bella-.
Ah, Bella, je t'aime. Ella tragó con creciente dificultad, en un intento para encontrar su propia voz. -¿Querrías repetir lo que acabas de decir? Edward sonrió y su boca recorrió sus labios por un instante.
-¿En inglés?
-Te amo. Te he amado desde el primer momento en que te vi, y ahora te amo infinitamente más y te amaré por el resto de mi vida. Sus labios descendieron hasta posarse sobre los de ella, moviéndose con una ternura que Bella no había sentido antes, apartándose sólo cuando percibió la humedad de sus ojos.
-¿Por qué lloras? -preguntó Edward con el ceño fruncido-. ¿Qué he hecho ahora? Bella meneó la cabeza.
-Es sólo que yo también te amo y pensé... -Vaciló por un momento y luego suspiró profundamente-. ¿Edward, crees que mi padre era inocente o piensas que soy la hija de un ladrón? La expresión de su rostro se hizo más severa y la estudió en silencio.
-Te diré lo que sé, Bella, y también te diré lo que pienso. Sé que te amo, no sólo al ángel que se apeó del tren en Lannion, sino a la mujer que he llegado a conocer. No habría ninguna diferencia si tu padre fue un ladrón, un timador o un asesino. Te he escuchado cuando hablas de tu padre y he visto tu mirada cuando lo haces. No puedo creer que un hombre que mereció este amor y esta devoción pudiera haber cometido semejante delito. Eso es lo que creo, pero no tiene ninguna importancia, porque nada de lo que haya hecho o dejado de hacer podría cambiar el amor que siento por ti.
-Oh, Edward -susurró Bella acercando su rostro-, toda mi vida he estado esperando a alguien como tú. Hay algo que debo mostrarte. -Se apartó suavemente de él y sacó la carta que llevaba en el bolsillo-. Mi padre me dijo que escuchara a mi corazón y ahora mi corazón te pertenece.
Bella se sentó frente a él, observó la expresión de su rostro mientras leía la carta y sintió una profunda paz, una alegría que no había experimentado desde que sus padres habían muerto. El amor que sentía por Edward la, colmaba y sabía que él la ayudaría a tomar la decisión correcta.
El bosque estaba en silencio, la tranquilidad reinaba en la floresta, y sólo se oía el susurro de la brisa entre las hojas de los árboles y el canto de los pájaros. Por un momento, se convirtió en un lugar fuera del tiempo y habitado sólo por una mujer y un hombre.
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