Our kind of love (Lady Andebellum)
Ya me estaba haciendo a la idea, estos dos meses me ayudaban a caer en la cuenta de que dentro mío algo estaba creciendo, un mini Edward o una niñita… mi vientre parecía mas voluptuoso y redondeado con cada día que pasaba. Mamá regresó a su casa con Phil, supongo que así deberían de ser las cosas, tal como estaban antes de todo, y eso nos facilitaba el echo de no tener que dar explicaciones sobre mi embarazo acelerado… crecía tan de golpe… hasta llegamos a pensar, a Edward se le ocurrió el disparate de que sean mas de un bebé. No, no puede ser, eso me aterraba, apenas podía concebir la idea de que iba a ser… madre. Y a este ritmo, no creo que se cumpla la regla de los nueve meses.
-¿En que piensas amor?
Todavía tenía los ojos cerrados y me despabiló su voz baja y algo bullido acariciaba mi cara.
-Cariño… que tierno-dije tomando su rostro entre mis manos-gracias, que bonito esta, le voy a llamar… mmm… Emmett.
Frunció el ceño de una manera graciosa, no me dejó explicarme, sus labios susurraban sobre los míos sin tener ganas de despegarse de allí.
-¿Emmett?
-ya sabes… es que el osito es marrón, y Emmett me recuerda a un oso.
Ambos reímos a la vez, el tiró de mi con ternura y nos levantamos del alfombrado.
-Pues… manos a la obra-murmuró una vez que volvió del garaje con unas cuantas latas de pintura en sus manos.
-De verdad que estas loco, amor-ayudé a dejar las cosas en la pieza del bebé.
Ni que se piense que él iba a hacer todo el trabajo, no estaba inválida, sería mi venganza…
-No Bella, no Isabella Marie Swan de Cullen… Noooooo-chilló mi hermoso esposo cuando tomé unos pinceles llenos de pintura-Bella…
-Ups…-sonreí pintándole un poquito su rostro perfecto de pintura azul.
-Esto no se queda así…
Me tomó en brazos con cuidado, y me besó con las mejillas teñidas de azul. Fue divertido.
-Mi linda pitufina-bromeó, era verdad, ahora estábamos hechos dos pitufos manchados de pintura.
La habitación quedo preciosa, yo limpié el desastre que hicimos y el colocaba de nuevo los muebles en su sitio, el moisés de madera clara quedó en centro en dirección a la ventana, la cuna en una esquina, el ropero blanco junto a ella, ya encontraríamos lugar para los juguetes, Edward hizo del dormitorio una mini juguetería muy alegre por sus colores, el techo de un azul intenso, las paredes de un verde agua hasta la mitad ya que alrededor de todo el cuarto había un camino de machimbre, dándole un estilo country y sencillo, y el piso era suave… una alfombra con estampado de un rompecabezas cubría cada recoveco libre.
-Estoy…muerto-dijo simulando hablar entrecortadamente-no sé como lo haría un humano…
-Edward, no exageres, yo soy la que lleva la carga al hombro.
Terminó de meter un baúl rojo a lunares multicolores, pesado… según el pero debería de creerle, ya que lleno de muñecos, peluches, dados, osos gigantes, el sueño de un niño echo realidad.
-Yo quiero este-pedí tomando un conejo de mejillas rosadas-por fa…
Abracé fuerte al peluche, y lo acerqué a mi panza.
-Cuando nazcas será tuyo bebé…-canturreé despacio.
-Bien… me voy a enojar si sigues así amorcito.
Le miré perpleja. El comenzó a reír sin disimulo.
-¿Qué pasa?
Alisó las marcas de tensión dibujadas en mi frente.
-Ya no me das importancia, amor, primero que le pones Emmett al oso, y ahora… me reemplazas por un conejo…
Le pegué sin fuerza sobre su pecho, me había asustado.
-Sabes que al único que amo es a ti.
No podía dejar de mirar una de las esquinas del cuarto que espaciamos para más juguetes. Un enorme payaso de belfa que por poco llegaba al techo, abrazaba a otros peluches y esos puffs se veían tan cómodos, era una nube mullida hecha arco iris.
-Me rindo-dije perezosa cayendo sobre uno de los tantos almohadones del suelo. Edward ya estaba a mi lado, estrechándome contra su costado, su rostro bajaba a mi abdomen así el podía darle besos como ya se hizo su costumbre.
-Bebita… mira… serás la más consentida de todas, bonita…
-¿Quieres que sea niña?
-No importa que sea mientras nazca bien… y tu y el o ella estén a salvo, si no moriría Bella, no sabes lo que pase… ese calvario cuando no te encontraba, y no había señales de que estés viva… No Bella, no puedo ni imaginarlo.
-Calla, no pienses mas eso… nada malo pasará, no permitiré que le pase algo a nuestro bebé.
-Deberías pensar también en ti cariño.
-El es mas importante… es lo que vale-dije firmemente, temiendo por la salud del bebé, esos síntomas que siempre amenazaban complicar todo disminuían para ser más fuertes en la etapa siguiente-debemos estar preparados para todo.
Su ansias eran como las mías, intensas y repentinas, así como así, sin darme cuenta, pasó de estar con el rostro pegado a mi torso a tener su boca en la mía.
Apenas podíamos respirar, su voz sonaba entrecortada.
-Ni… se te ocurra volver a decir algo como eso…-puso dos de sus dedos sobre mis labios impidiéndome hablar-eres mi vida, y lo sabes.
Mi estómago rugió de improvisto, al menos, eso quitó un poco la tensión de nuestra charla, cómo quisiera que volvamos a tener conversaciones tranquilas, sin miedo de nada… normales… ojala todo cambie cuando me haya convertido.
-¿Tienes hambre amor?
-Algo… mira la hora… se nos fue la tarde en la habitación de la criatura.
-¿Qué quieres que te cocine?
Me retorcí entre los osos, para levantarme, pero el no me dejó.
-Mmm…
-Te quedas aquí, no te muevas, te ves hermosa allí.
-¿Dónde vas?
Ya no estaba en la habitación, en menos de un respiro estuvo frente a mi tomándome una foto entre mis amigos suaves.
-Que bonita… mi esposa con nuestro bebé y nuestros… amigos de belfa.
Le miré feliz, odiaba las fotos pero no me podía negar cada vez que me daba su sonrisa torcida, mi favorita.
-¿A quién llamas?-pregunté cuando se recostó otra vez a mi lado.
-Me gane una cena gratis, es todo.-sonó divertido-Un momento cariño…
Apoyé mi cara en su pecho y jugué perdida con el conejito.
-Todo listo. ¿Qué me decías?
-Que como quieres llamar al bebé, Edward.
-Mmm… Bella…
-No. Sigues convencido que será niña-espeté.
-Si es niña, una versión miniatura tuya… pues haber… Me gusta Renesmee, como se te ocurrió a ti, la mezcla de Esme y Reneé.
Se había acordado, si que era un amor.
-¿Y si es niño?-ahora era él.
-Edward.
-Oh…-suspiró-no me queda de otra… pero hay otros nombres bonitos…
-Amor, me gusta Edward pero si no te agrada… Collin.
-Ya arreglaremos eso…. Después de todo, será mi hija, niña, mi Renesmee.
Chasqueé con la lengua.
-¿Qué?
-¿Cómo te ganaste una cena gratis?
Vaciló un momento sacando de mis manos al peluche, y después de todo yo era la infantil… Já.
-Haber conejito, me parece que tengo aquí a una pinocha hermosa-le hablaba al animal de juguete sin prestarme atención-Pues… un pajarito me contó que mi linda esposa y su cuñada, por lo cierto mi hermana favorita… mantuvieron reuniones en secreto.
No supe que decir, ruborizada, esquivé mi respuesta perdiéndome en el azul noche del techo donde Edward colocó una constelación entera brillante flour en la oscuridad.
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