Hasta los vampiros cometen errores.

Autor: Huellas
Género: Romance
Fecha Creación: 24/07/2010
Fecha Actualización: 24/07/2010
Finalizado: SI
Votos: 7
Comentarios: 31
Visitas: 33966
Capítulos: 16

¿Qué hubiera pasado si Reneesme no hubiera venido al mundo? Aquí les dejo un Amanecer alterno. Hasta los vampiros cometen errores.

 

 

 Todos los derechos de autor reservados a Stephanie Meyer autora de la Saga Crepúsculo, quien es la autora oficial de los personajes conocidos del siguiente FanFic.  

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Capítulo 3: Lo siento.

 

Bella POV

Esa fue la primera noche que Edward me mintió desde que estábamos juntos. La primera, pero no la última. Dos días después mientras yo jugaba con Emmett pulso, ya que no se resignaba a haber perdido contra su hermana nueva, él se escabulló de la casa a eso de las tres de la tarde, para volver a las siete.

Esa vez no me asusté, porque sabía que estaba haciendo lo mismo que el primer día de su mentira. Y al volver, dio la misma patética mentira. La tercera fue un día después de ese, cuando ayudaba a Esme a pensar en la casa que ocuparíamos cuando nos marcháramos una vez más. Regresó a las seis, más temprano, relativamente. Pero, ¿qué era lo que hacía?

Alice sabía, de eso no había duda, y que no me hubiera dicho me ponía más nerviosa de lo que ya estaba.  ¿Qué era lo que Edward me ocultaba?

Ya había pasado un mes desde entonces, y sus escapatorias habían ido en progreso hasta llegar al punto que iba todos los días a la misma hora al mismo lugar, claro que yo no tenía idea de nada, para él. No le dejaba ver que sabía que me ocultaba algo, porque si le preguntaba algo… temía que me dijera la verdad, y que esa verdad no me gustara.

Ya no le pedía explicaciones para sus desapariciones, me dedicaba a recordarle que lo amaba como una forma de decirle que sabía que no me estaba siendo sincero. Cuando regresaba, borraba su sonrisa por una máscara de dolor. Estábamos juntos en las noches, y después jugábamos a dormir. Pero ya no era lo mismo. Ya mi Edward, no era el mismo.

Alice no se me acercaba mucho desde entonces, y no entendía el porqué. Después de todo, me daba cuenta que su rabia y decepción eran con su hermano, no conmigo. Ese domingo, no lo soporté más y cuando él se fue a las cuatro de la tarde, llamé a Alice para salir un rato.

-¿Quieres salir, tú? –Preguntó alzando una ceja mientras yo le pedía que fuéramos de compras –Ok, ¿Quién eres tú? ¿Y qué hiciste con mi Bella?

-Vamos, Alice, por favor –prácticamente me arrodillé frente ella. Me mostró la lengua y entró a su cuarto. Escuché cuando se despidió de Jasper y salió como un bólido hasta la puerta de la casa Cullen.

-¡Vamos a salir Bella y yo! No sé cuando volvemos –dijo Alice antes de salir de la casa. La seguí hasta la tienda de esa vez, y cuando estaba entrando a la primera tienda me decidí a preguntarle. Ella se paralizó y me miró con temor. Entrecerré los ojos.

-Creo que no tiene caso que te haga la pregunta. Sé que sabes, y yo quiero saberlo –dije mientras me sentaba en una de las mesas de la cafetería. Alice iba detrás de mí mirando el suelo.

-Bella, no sé si sea yo quien deba decírtelo. Creo que debes preguntarle a él.

-Es malo, ¿a que si? –ella no respondió. Tomé aire, a pesar de ser del todo innecesario. El resultado de una vida llena de inseguridades, fue el de pensar en otra mujer, en otra vampira más bien. Solté las palabras torpemente, como si me atragantara –Alice, Edward se está viendo con otra mujer –no sonó como una pregunta, y Alice no respondió.

Me levanté sin decir nada más y cuando estuve fuera de la vista de los humanos corrí directo a casa. Alice venía detrás de mí, pero ahora yo era una neófita, bueno lo que quedaba de ella al nunca tener que probar sangre humana, era más rápida y más fuerte.

-¡Regresa a casa, Bella! –me gritó a unos centímetros.

-Alice, ve tú. Yo voy a buscar a mi marido –tenía que comprobar con mis propios ojos lo que los de Alice me habían confirmado con los suyos.

Cuando llegué a casa, Emmett, Jasper, Rosalie y Esme salieron a mi encuentro, cada uno con la mirada preocupada. No les dije nada y perseguí el olor de Edward.

-Nadie me siga –medio ordené.

-Emmett, ayúdame –pidió Alice cuando yo seguí corriendo, siguiendo el olor. No era muy buena en esto, pero dormía con ese olor hace años.

-¿Qué pasa? –preguntó Esme. Emmett me siguió al igual que Alice, los demás se quedaron en casa. Mirándome.

-Bella, detente por favor. Volvamos, espéralo  -me pedía Alice. Pero yo seguía corriendo. El camino me llevaba a mi ex casa, a donde viví con Charlie. Me detuve frente el principio de la carretera, observando el cuadro que tenía enfrente. Emmett se puso a mi derecha, y Alice a mi izquierda.

La casa seguía igual que siempre, pero el carro patrulla se alcanzaba a divisar entre los árboles, donde yo lo había dejado. Ahora no había carros en frente, así que no había nada que me estropeara la vista.

Edward salió con una expresión atormentada, seguido de una mujer, de una hermosa mujer humana. Detrás de ellos se asomó una niña de unos quince años, más o menos. La mujer hermosa estaba un poco asustada cuando nos vio, la niña estaba asombrada y fascinada. El que no estaba muy feliz era Edward.

-Alice, Emmett, no me sigan que no voy a responder –cuchicheé con ácido en la voz. Ninguno de los dos se movió cuando yo avancé hacia la casa. Traté de componer mi expresión cuando caminé y llegué hasta ellos. Hablé pausada, tratando de no soltar la neófita que pugnaba por salir.

-Hola, Edward. Te estaba buscando, ¿Quién es ella? –traté de sonar normal, con mucho éxito. La mujer salió de detrás de Edward y me extendió la mano. La tomé y procuré no rompérsela.

-Hola, soy Lizzie. ¿Y tú?

-Bella C… Bella. ¿Edward viene a menudo? –me soltó la mano y volteó la mirada a él. Él me miraba, sus ojos parecían tallados, no se movía, estaba segura que no respiraba.

-Sí, todos los días. ¿Tú eres su hermana? Me llamo Julay –respondió la pequeña. La miré y le sonreí, me recordaba a mí de niña. Eso me tranquilicé un poco. Miré a Edward y lo fulminé con la mirada, pero se debía al dolor.

-¿Edward no les ha hablado de mí?

-No, nunca habla de su familia. Solo está aquí, con Lizzie, creo que le gusta –me guiñó un ojo cuando dijo eso. Edward se tensó más, si es que eso era posible.

Miré a Lizzie, luego a Edward sin contener la expresión de horror que tenía en el rostro. Edward dio un paso hacia mí y al mismo tiempo retrocedí. Miré a Lizzie y volví a ponerme la máscara.

-Oh, bueno, entonces no los interrumpo. Un gusto conocerte, Lizzie.

-¿Eres su hermana? –preguntó otra vez pero esta vez Lizzie, un tanto confundida y preocupada.

-Yo… -miré a Edward –sí, soy su hermana.

-Bella –susurró Edward cargado de dolor. Volteé a mirar a Alice y Emmett, pero ninguno de los dos estaba allí ya.

-Será mejor que me vaya, adiós Lizzie, chao –le dije a las mujeres. Luego me volteé hacia mí… hacia mi esposo –. Adiós, Edward.

-Bella, espera –dijo antes que yo corriera al paso más humano que pude improvisar.

Alcancé a escuchar conforme me alejaba.

-Edward no te puedes ir ahora, no hemos terminado la partida. Luego buscas a tu hermana –decía la pequeña.

-¿Te tienes que ir, Edward? –la voz de Lizzie era melosa.

No quise escuchar más y cuando estuve segura que no me veían corrí lo más rápido que pude. Me perdí en el bosque y volví a la casa Cullen sin saber para qué. Llegué y todos me miraban con miedo y tristeza. Claro, yo era la pobrecita que Edward había engañado.

Subí a mi habitación y Alice tocó la puerta cuando la azoté.

-¡Déjame sola, Alice Cullen! –grité mientras me tiraba sobre la cama. No podía creer esto. Lo sabía, en el fondo de mi alma, lo sabía. Edward estaba con otra mujer.

La puerta fue tumbada al suelo y Edward apareció, me pegué a  la ventana cerrada. Cerré los ojos y me sentí repentinamente cansada, como pensé que no sería posible con mi condición de vampira. Escuché cómo se acercaba a mi posición, recogí mis piernas y abracé mi cuerpo con mis manos mientras la cara la llevaba a las rodillas. Edward se sentó a mi lado sin tocarme, sin hablar.

Sollocé sin que me interrumpiera. Alcancé a notar como el sol se ocultaba tras el horizonte, entonces hablé.

-Tienes cinco minutos para explicar –dije con voz gutural. Escuché cómo tomaba aire innecesariamente.

-La conocí el día que regresé tarde y todos se preocuparon, de eso un mes. Fue la primera vez que la vi y sentí la necesidad de… de protegerla –cerré los puños, eso fue lo que me dijo a mi hace muchos años, que tenía la necesidad de protegerme. Él se detuvo.

-Cuatro minutos –le recordé.

-He estado visitándola desde entonces sin poder evitarlo. Simplemente la… la necesito cerca. Al principio creí que se trataba de su historia, ella es huérfana y tiene una hermana menor, Julay. Lizzie es muy frágil, tal como lo eras tú…

-No… te… atrevas… a… compararnos –cuchicheé con la misma voz con la que le exigí a Alice y Emmett que me dejaran sola.

-Lo siento –susurró.

-¿Qué sientes? –alcé la mirada hacia él. Tratando de encontrar la respuesta. Él me miró, cerró los ojos. Después de cinco minutos habló.

-Siento haberte mentido, siento hacerte sufrir y… siento estar… -suspiró.

-Dilo –exigí mientras me levantaba. Él también se levantó y me tomó en brazos, lo aparté y lo miré –Dilo, Edward.

-Siento estar atraído hacia Lizzie –al final lo dijo.

Capítulo 2: Mentiras. Capítulo 4: Y mi "felices por siempre"?

 
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