Estaba de pie en mi sala, frustrada por perder el control de la situación en mi encuentro con James. Había ido a la biblioteca preparada para cumplir con nuestra tutoría programada e incluso había hecho notas en el libro de mano que el Sr. Yokley les dio a todos los tutores. Me encontraba en el problema de crear un programa para usar con James, haciendo notas de los días y horas de nuestras sesiones. Escribí instrucciones para él, sobre qué llevar y cómo tomar notas en clase. Todo parecía tan cortante y seco. Aun así, nada salió como se planeaba. No había tomado en consideración que estudiar con James en el último periodo sería imposible dado que todos los jugadores de fútbol americano debían reportarse en el campo en el último período. Tampoco había pensado en sus prácticas de la tarde y en el trabajo en la tienda de surf de su tío al atardecer. El timbre sonó antes de que pudiera enojarme más por que nada iba en la forma en que lo había planeado. No pude quitarme la irritación mientas abría la puerta.
James sonrió compungido. —Realmente lo siento sobre esto. Me siento mal por que tengas que trabajar de acuerdo a mi agenda. Sé que a las siete es tarde y bueno, lo siento.
La indignación que me había arreglado para sentir mientras pensaba en tener que trabajar alrededor de James, se evaporó. Parecía sincero y un poco nervioso. Esta no era la forma en que esperaba que actuara. ¿Dónde estaba su arrogancia? ¿Siempre era tan amable? Seguramente no. El tipo había salido con la perversa bruja de la costa sureña por dos años. Di un paso atrás para dejarlo entrar.
—Está bien. Pasa y siéntate en la mesa, nos traeré algo para beber. ¿Te gusta la cerveza sin alcohol? —pregunté, caminando hacia el refrigerador, así no tendría que mirarlo.
—Eso es genial, gracias.
Me tomé mi tiempo, sacando las sodas del refrigerador y abriéndolas antes de caminar de regreso a la mesa de la cocina. Esta sería la primera vez que había hablado realmente con James más allá de las breves conversaciones de ayer y hoy.
—Traje el programa de clase y todo lo que se espera en este curso. Tengo una semana antes de que el primer discurso sea dicho y necesita ser sobre algo en lo que me sienta entusiasmado.
Muy bien. Era una tutora. Podía hacer esto. Él era sólo otro estudiante que necesitaba mi ayuda. —Así que, necesitamos decidir qué te apasiona. — Se rió entre dientes y levanté la vista—. ¿Qué? —pregunté cuando vi su expresión divertida.
—¿Qué me apasiona?
Rodé mis ojos y sostuve el programa de estudios. —Ya sabes, algo con lo que te sientas fuerte. Como tu propósito o base.
Asintió con su risa divertida aún en su lugar. —Apasiona, me gusta eso. Pensemos en algo que me apasiona.
Esto no debería tomarle mucho para darse cuenta. Algún tema relacionado con el fútbol americano o problemas en el deporte tenía que estar dando vueltas en su cabeza. Estiré la mano para abrir la portátil. — ¿Tienes alguna idea? —pregunté.
Aparentaba estar muy compenetrado en su pensamiento. Me sorprendió un poco. ¿Cuán compenetrado puede volverse uno si se trata de futbol americano? —La importancia de la adopción.
Comencé a escribir su respuesta mientras sus palabras lentamente se hundieron. ¿Adopción? ¿Quería escribir sobre adopción? —Muy bien. — repliqué preguntándome si iba a explicar con detalles por qué quería discutir esto. Estuve completamente de acuerdo con él, pero, ¿Cómo podía el Sr. Popular estar apasionado sobre algo tan importante?
Estudiaba el bolígrafo en su mano y lo deslizaba hacia atrás y hacia adelante entre sus dedos. Podía decir que decidía cómo explicarme por qué quería hablar sobre adopción. Así que me las arregle para mantener mi boca cerrada y esperar. Finalmente me miró. —Fui adoptado después de vivir en hogares de acogida por cinco años. Ya no tenía la esperanza de pertenecer a una familia, para el momento en que cumplí nueve porque la mayoría de la gente quiere bebés. Se me dio una oportunidad con la que la mayoría de los huérfanos de nueve años sólo sueñan.
Si él simplemente me hubiera hablado en un fluido chino no hubiera estado más sorprendida. ¿Adoptado? ¿James? ¿En serio? —Oh, wau, no tenía idea. Yo, uh, puedo ver por qué este sería un tema importante para ti. —Cuando había dicho que no conocía a James, no me había dado cuenta cuán precisas eran mis palabras. El pequeño niño en un hogar de acogida sin padres y una dificultad de aprendizaje no parecían encajar con el tipo que caminaba por los pasillos de Harbor High como el rey actual. Las cosas acerca de James que me desagradaban ahora parecían logros impresionantes. ¿Era posible que lo haya etiquetado incorrectamente? Los atletas superficiales no superaban la adversidad ni lograban las cosas que James había logrado. Lo había catalogado, sin siquiera conocerlo. El hecho de que las chicas se volvían tontas por él y que cada chico quería ser él, no lo hacían un idiota. La única idiota en la habitación resultó ser la elitista y prejuiciosa mujer. Yo.
—Escuchaste la parte donde soy adoptado, ¿Verdad? —Su voz rompió mis pensamientos y lo miré confundida. Una sonrisa tiró de sus labios—. Te ves muy perturbada. Pensé que quizás te perdiste el final feliz.
—Lo siento. Es sólo, bueno, no esperaba eso. Me sorprendiste un poco.
Se inclinó hacia atrás en su silla. —Me parece que tienes un montón de ideas en lo que a mi respecta. Seguro pensaste mucho en alguien que no te gusta demasiado.
Mi rostro se calentó y sabía que me sonrojaba. —¿Quién sabe, Bella? Quizás te guste antes de que termine esto.
***
Nos tomó tres noches consecutivas de tutoría tener su discurso listo. También me tomó sólo tres noches darme cuenta que realmente me gustaba el mariscal estrella de Harbor High. James no era nada parecido a como siempre lo había asumido. Aún me sentía culpable por el estereotipo en que lo había ubicado. Sin embargo, aunque estábamos pasando dos horas juntos cada atardecer, nada cambió en la escuela. A pesar de que James sonreía y asentía cuando nos cruzábamos en el pasillo, no llevábamos la fácil amistad que parecíamos tener durante las tutorías, a la vida diaria en la escuela.
— así queeeee, Emmett y yo estuvimos hablando un poco y me pidió ir al Baile de Bienvenida. Eso significa que tendrás que buscar una cita y venir también. Sé que planeamos ir al cine esa noche pero buenoooo...
Rosalie sacudió sus pestañas hacia mí a través de la mesa. —Estoy encantada de que Emmett y tú hayan vuelto. Odiaba que estuvieran enojados.
—Yo también. Apestaba, ¿No? —intervino Emmett, mientras tomaba asiento al lado de Rosalie. Ella se inclinó sobre él y de repente, me sentí un poco dejada de lado.
—Y Bella necesita una cita para el baile. No podemos ir sin ella. —dijo Rosalie sonriéndole a Emmett.
—Estoy bastante seguro de que Bella puede conseguir una cita si quiere una —Mordió su hamburguesa. Sabía que intentaba hacer lo posible para frenar las ideas de emparejarme que tenía Rosalie. Le di una sonrisa agradecida.
—Realmente no hay nadie con quien quiera ir. —Esto era una mentira y lo sabía. Me obligué a no mirar la mesa de James porque hacerlo me delataría de inmediato. Emmett, sin embargo, miró hacia la mesa de James y luego a mí con una sonrisa burlona. Por suerte, Rosalie se perdió su sutil insinuación y Emmett decidió no verbalizar sus pensamientos. Rosalie, enterándose de mi interés por James, era la última cosa que necesitaba.
—Pero no será divertido sin ti. —Rosalie hizo un puchero. Tomé otro trago de mi té. No quería discutir con ella sobre esto—. Vamos, Bella, han sido seis meses desde que Jared se fue. Lo extrañamos también, pero él se mudó. Necesitas tener citas de nuevo.
Era la primera vez que la mención de mi antiguo novio no me ponía triste. Había comenzado a salir con él en mi noveno grado y él había sido un alumno de décimo primer año. Después de la graduación este pasado Mayo se fue a la Universidad y sus padres se mudaron a otro estado. Ambos acordamos que una relación a distancia sería muy difícil y rompimos. Al principio, había estado perdida. Había asumido que debía ser el corazón roto. No me tomó mucho tiempo darme cuenta de que extrañaba la comodidad de nuestra relación. En el fondo, habíamos sido sólo muy buenos amigos. Nos gustaban las mismas cosas y nos preocupábamos por lo mismo.
—No es por Jared. No he conocido a nadie que me interese.
La sonrisa de Emmett se hizo más grande mientras le daba otro mordisco a su hamburguesa. Si él no fuera cuidadoso le estrangularía esa sonrisa tonta de la cara. Rosalie hizo una mueca de desagrado. —Es una lástima que pases cada noche con James y que ni siquiera te guste. Simplemente no lo entiendo.
Emmett levantó las cejas hacia ella y frunció el ceño. —¿Qué estás diciendo, Rosalie?
Ella frunció los labios y trató de parecer seria. —Oh, basta, Emmett, sabes que te amo. —Él se agachó y le dio un beso en los labios antes de regresar a su comida. Ella volvió su atención a mí, con una sonrisa tonta en la cara y quise reír—. Sólo estoy diciendo que si pudieras ver más allá de tu desagrado hacia él, sería una gran oportunidad.
Pensé por un minuto acerca de seguir dejándola creer que realmente no me gustaba James. De alguna manera me parecía injusto con él. No se merecía mi disgusto y dejar que otros creyeran que no me gustaba era incorrecto.
—No me desagrada James. No es como yo pensaba. Me equivocaba acerca de él. Sin embargo, tampoco estoy caliente por él. —Miré a mi bandeja con un poco de miedo de que Rosalie pudiera haber conseguido leer entre líneas, pero, en cambio, parecía un ciervo encandilado por los faros. Ella no se enfocaba en mí, su mirada se centraba en algo o alguien detrás de mí.
—Bueno, me alegra saber que no estas caliente por mí. Una preocupación menos en mi mente.
Cerré mis ojos con fuerza, esperando sólo haber imaginado la voz de James.Su hombro rozó el mío mientras se sentaba a mi lado y lentamente abrí los ojos para ver a un muy divertido Emmett, mirándome. Me aclaré la garganta y forcé una sonrisa que no sentía, antes de darme vuelta para mirar a James.
—Hola. —Le dije simplemente y se echó a reír, empujando mi hombro con su brazo.
—Relájate, Bella, está bien. Entiendo que odiabas mis entrañas y has tenido la revelación de los dioses de que no soy tan malo después de todo. Es genial. —Me resistí las ganas de suspirar de alivio.
—Así que, ¿Qué te trae a las mesas de la clase baja? —Preguntó Emmett, sonriendo a su propio humor.
James lo miró y levantó una ceja con sorpresa. —Oh, ¿Te refieres a que esto es la clase baja? No tenía ni idea. Tiene el atleta estrella que ser guiado por universitarios. —Señalando a Emmett—. Su novia. —Señalando a Rosalie—. Y la reina del Baile de Bienvenida del año pasado. —dijo, volviéndose hacia mí.
Rodé mis ojos. —Eso fue sólo por mi cita y lo sabes.
—No, no lo sé.
Sabía que me ruborizaba y lo odiaba. Mi mirada se encontró con la de Rosalie y me di cuenta de que absorbía cada palabra. Esto no era bueno. No iba a extrañar mis mejillas rosadas. —¿Qué es lo que necesitas? —Le pregunté, tratando de no parecer grosera.
Sonrió como si pudiera leer mi mente. —Quería decirte que obtuve una A en mi discurso.
—Eso es maravilloso. Es un discurso muy bueno. Pusiste algunas grandes cosas en él.
—Sí, pero no podría haberlo hecho sin tu ayuda.
Sonreí y miré hacia mi comida.
No le había contado a nadie, incluida Rosalie, acerca de la dislexia de James o su adopción. Esas no eran mis historias para contar.
—¿Vienes al juego de esta noche? —Preguntó y lo miré sorprendida por la pregunta.
—Um, no, probablemente no.
Frunció el ceño y luego asintió con la cabeza y se levantó.
—Bueno, gracias de nuevo y creo que te veo el lunes, entonces.
—Está bien. Buena suerte esta noche. —Le contesté. ¿Había herido sus sentimientos por el hecho de no ir al juego? Me giré de nuevo en mi asiento y Emmett negó con la cabeza.
—¿Qué? —Pregunté.
—El pobre tipo no está acostumbrado a ser derribado. —dijo y tomó un trago de su leche.
—¿Derribado? —Le pregunté, confundida. Colocó la caja de leche de nuevo en su bandeja y me miró con una expresión seria, rara vez vista en el rostro de Emmett.
—Quería que fueras a su juego y dijiste que no.
Fruncí el ceño, tratando de recordar si me pidió que fuera. Estoy segura de que él me preguntó si planeaba ir. Ni una sola vez me pidió que fuera. —No, no lo hizo.
Emmett se echó a reír y sacudió la cabeza. —Salir con Jared te arruinó. La mayoría de las veces la gente no sale con alguien exactamente igual a ellos. Pero tú te entendías con Jared, porque, como tú, era directo y serio. No todos los chicos, no, la mayoría de los chicos, no son así. —Asintió con la cabeza hacia donde James hablaba con Kate—. Te estaba invitando, confía en mí. —Emmett se alejó y miré de regreso a James.
Kate giraba su largo cabello rubio alrededor de un dedo mientras le sonreía. Hacía apenas una semana, hubiera pensado que él se merecía a alguien tan superficial y hermosa.
Ahora, lo conocía mejor. Volteó y me sorprendió mirándolo. Sus ojos parecían decir algo que no entendía, pero antes de que pudiera averiguarlo ellos cambiaron y adquirieron una expresión educada.
Volvió su atención a Kate. Confundida y un poco molesta, agarré mi bandeja y comencé a pararme. Comencé a decirle a Rosalie que la vería más tarde, cuando me di cuenta de que me miraba con la boca ligeramente abierta.
—¿Qué? —Le pregunté, un poco a la defensiva, porque sabía, por la expresión en su cara, que lo había descubierto.
—Te...gusta...él. —dijo lentamente, como con asombro.
Rodé los ojos y me reí. —No del todo. —Agarré mi bandeja y me dirigí a la basura, lejos de los ojos conocedores de Rosalie.
***
—Las chicas de tu edad, normalmente, ¿No salen y hacen cosas el fin de semana? —Esta vez no fui capaz de detener el grito de sobresalto que estalló de mi boca. Por suerte mi mamá no se encontraba en casa para oírme. Me di la vuelta para encontrar al alma parlante sentada en mi cama, mirándome.
—Podrías POR FAVOR dejar de aparecer de la nada y asustarme. ¡Jodidamente! Y ¿Qué estás haciendo en mi habitación? ¡Vete! —Le arrojé la camisa que había estado a punto de colgar en el armario como una buena medida. Esto comenzaba a ponerse rancio. Tenía que dejar de seguirme.
Una de sus cejas se levanto —Normalmente no eres tan irritable
Gruñendo en voz alta, me acerqué a mi ventana, la abrí y luego me volví hacia él. —Vuela lejos por favor. Mantente fuera de mi habitación. ¡Podría haber estado desnuda!
Una risa profunda causó un calor extraño a través de mi cuerpo. Parecía tener mareos, pero apenas. —¿Quieres que vuele lejos? Eso es lindo.
No quería ser linda, pero parecía que ya no podía seguir estando enojada tampoco. Algún extraño letargo se había apoderado de mí. ¿Su risa había causado este calor relajante en mi cuerpo?
—No, no exactamente, pero tengo la capacidad de controlar la ansiedad o el pánico. Mi risa no tuvo nada que ver con eso.
¿Acaba de leer mis pensamientos o había dicho eso en voz alta?
Parecía encontrarme divertida, si la sonrisa de su cara era alguna indicación. Otra razón por la que debía estar furiosa con él.
Estúpido tipo muerto parlante.
—Si vale de algo, siento haberte asustado. No era mi intención, pero, ¿Si hubiera aparecido en frente de ti, de pie en tu armario, hubiera sido eso menos terrorífico?
Pensé en él apareciendo en frente de mí y una pequeña risa escapó de mis labios. Tenía razón. Probablemente me hubiera desmayado. Pero podría haber tratado de golpear la puerta o algo así. Espera, ¿Podrían golpear puertas los fantasmas o sus puños simplemente la traspasarían?
—Veo tu punto. —Respondí y comencé a cerrar la ventana, luego decidí no hacerlo. Me hacía sentir más segura si estaba abierta—. ¿Por qué estás aquí? —Pregunté.
—¿Por qué estás aquí? —respondió. ¿El tipo quería evadirme hablando en clave?
—Vivo aquí.
Se encogió de hombros. —Sí, pero eres joven. Tienes amigos. Es el fin de semana. Sé que están afuera, pasándola bien así que, ¿Por qué estás aquí?
Genial, ahora el alma parlante quiere ser entrometida. —No estoy de humor para salir.
—¿Debido al jugador de fútbol?
¿Qué sabía él sobre James? Me acerqué y me senté en la silla de felpa que mantenía en un rincón de mi habitación para la lectura. Al parecer, iba a tener que hablar con el chico para lograr que se fuera. —En realidad no, mayormente es porque no quiero ser la tercera rueda de Rosalie y Emmett.
—Pero ella sigue llamando e invitándote a salir con ellos. A mí me parece que te quiere alrededor.
¿Cómo sabía que ella me había llamado? Me senté con la espalda recta y metí los pies debajo de mí, tratando de lograr un poco de rabia por su entrometimiento, pero no pude.
—¿Has estado observándome? —Le pregunté, estudiando su expresión en busca de cualquier señal de una mentira.
Él me dedicó una sonrisa maliciosa, puso las manos en su nuca y se inclinó hacia atrás. —Durante semanas, Bella, durante semanas.
¿Semanas? Abrí mi boca y luego la cerré sin saber qué decir. ¿Me había visto desnuda? ¿Realmente quiero saber si lo hizo?, ¿Cómo se había escondido de mí? ¿Permanecía en mi habitación cuando dormía? Sacudí la cabeza, tratando de aclarar las preguntas corriendo en mi mente.
—Te veré más tarde. Tu madre está en casa. —Levanté bruscamente la mirada de mis manos, que había estado retorciendo en mi regazo con nerviosismo, pero mi cama seguía vacía.
—¡BELLA! ¡Ven a ayudarme a entrar las compras! —Mamá llamó desde la parte inferior de las escaleras. Suspiré y me puse de pie, mirando hacia atrás, una vez más, a mi cama vacía, antes de correr escaleras abajo para ayudarla a descargar el coche.
***
El sueño no vino fácil el resto del fin de semana. Incluso me había dormido con la puerta abierta y la luz en el armario encendida. Era ridículo que él me hiciera temer a la oscuridad. Los círculos oscuros debajo de mis ojos habían sido imposibles de cubrir por completo esta mañana. Con mi bolsa de libros cargada en mi hombro, me dirigí por el pasillo lleno. Pasé a James y él asintió con la cabeza educadamente. Las otras veces que lo había visto hoy, ni siquiera se había fijado en mí. Por qué su falta de atención me hizo querer volver a casa y meterme en la cama, no lo sé. Pero, tal vez sólo quería meterme en la cama porque el sexy-tipo-muerto- acosador me quitaba el sueño y me sentía exhausta.
—No lo mires la próxima vez. Va a volverlo loco. —El acento familiar no me asustó. Era casi como si lo esperase. A pesar de que había estado frustrantemente ausente desde que me dijo el sábado por la tarde, que había estado observándome durante semanas. Por supuesto, no había manera de que pudiera responderle en este momento y él lo sabía. Me volví y me dirigí a mi casillero—. Está tratando de hacerse el duro. Demuestra lo infantil que es, pero puedo ver que te está molestando.
—No estoy molesta. —Le dije entre dientes cuando abrí mi casillero.
—Sí, lo estás. Hay una pequeña arruga entre tus cejas que aparece y mordisqueas tu labio inferior cuando algo te molesta.
Sabía que no tenía necesidad de mirarlo, pero no pude evitarlo. Volví la cabeza y lo divisé a través de mi pelo. Apoyado contra el casillero junto al mío, con los brazos cruzados sobre el pecho, observándome. Nadie me había prestado nunca la suficiente atención antes, para ser realmente capaz de describir mi expresión facial cuando me sentía molesta. Era extrañamente entrañable.
—Te estás perdiendo la exhibición pública de afecto, en el pasillo, entre tus dos amigos. Es posible que te necesiten para que lances un cubo de agua helada sobre ellos. —Me mordí el labio para no reírme. No tenía necesidad de darme vuelta para saber de qué hablaba. Rosalie y Emmett podían ser un poco asquerosos.
—Así está mejor. Me gusta cuando estás sonriendo. Si el niño futbolista sigue haciéndote fruncir el ceño, voy a tomar el asunto en mis propias manos. —Abrí la boca para protestar, pero él se fue.
***
Le eché un vistazo al reloj. James estaría aquí en cualquier momento. Mi madre se había ido hacía media hora, a otra cita con Carlisle. Había pasado el tiempo a solas, caminando por la casa buscando al alma de la cual parecía que no podía deshacerme. No estaba segura de dónde esperaba encontrarlo. En realidad no parecía ser el tipo de chico que se sentaba y no hacía nada.
Si él estuviera aquí, ¿No estaría tratando de decirme qué hacer o haciéndome preguntas que no eran de su incumbencia? Pero lo busqué de todos modos. Quería hablar sobre el comentario que hizo más temprano. El timbre interrumpió mi búsqueda y me dirigí a la sala para abrir la puerta.
—Hola. —Di un paso atrás y dejé entrar a James. Lo había ignorado el resto del día. No estoy segura de qué tan bueno fue eso, pero decidí que no quería que James pensara que me importaba si me hablaba o no.
—Hola. —respondió y entró. Lo llevé a la mesa de la cocina y esperé a que dejara sus libros en ella.
—Sexo seguro. —anunció.
Me quedé inmóvil y lo miré fijamente, insegura de si lo había escuchado correctamente. Su rostro serio se rompió en una sonrisa y luego se echó a reír.
—Desearía que pudieras ver tu cara. —dijo a través de sus ataques de risa.
—¿Dijiste sexo seguro, entonces? —Pregunté, tratando de determinar qué era tan gracioso. Él era quien hablaba de sexo.
Él asintió con la cabeza y levantó su papel. —El tema para el discurso de esta semana.
Me reí débilmente. —Está bien, bueno, esa si fue una manera de anunciarlo. —Le contesté, mientras iba a la nevera para conseguir las bebidas.
—Espero que estés bien educada en este tema, porque no tengo ni idea.
—¿Qué? —Chillé en respuesta.
Se rió de nuevo y me quedé allí, esperando que se controlara. —Lo siento. —dijo —. Es que eres tan linda cuando te sorprendes.
Me puse tensa al oír la palabra linda y deseé no haberlo hecho. Con la esperanza de que no notara mi reacción, tomé una respiración profunda y recé en silencio para que mis ojos no me traicionaran cuando me di la vuelta. No era como si quisiera que James me viera diferente pero no quería exactamente que él pensara que era linda. Tal vez atractiva o bonita incluso, pero no linda. Aunque, él refiriéndose a mí como linda, ayudó a recordarme dónde estábamos. Cualquier idea delirante que pude haber tenido de nosotros siendo algo más que amigos se disipó.
—Creo que tener la experiencia real no es necesario. Se supone que es básicamente acerca de tus creencias sobre el tema o la importancia del mismo. —No me atreví a mirarlo a los ojos.
Alargó el brazo y levantó mi barbilla así no tendría otra opción. —Estás avergonzada. —Aparté los ojos y sonrió —. Eso es lindo.
¡Ugh! Volvimos a mí, siendo linda. Lo miré de regreso. —Por favor, deja de decir que soy linda. Es una especie de insulto.
Él frunció el ceño mientras dejaba caer la mano de mi barbilla. — ¿Cómo es eso un insulto?
Me encogí de hombros, sin querer hablar de ello y deseando haber mantenido la boca cerrada. —Simplemente lo es. Nadie quiere ser lindo. Los cachorros son lindos. —Alcancé su cuaderno, mantuve los ojos en el papel y leí sobre el tema o al menos intenté actuar como si estuviera leyendo sobre él.
—Bueno, definitivamente no te ves como un cachorro. —dijo con una sonrisa.
—Bueno, eso es algo por lo menos. —Necesitábamos cambiar el tema y yo tenía que aprender a controlar mi lengua—. Muy bien, entonces, ¿Cuáles son las tres principales razones por las que crees que el sexo seguro es importante? —Tal vez ahora podríamos dejar el tema de mí, siendo linda. Él no respondió y lo miré a los ojos. Me miraba con una expresión seria.
—¿No estás seguro?
Él no respondió.
—Um, bien, ¿Qué pasa con el embarazo adolescente? Ese es un buen punto. Nadie necesita convertirse en padre mientras todavía es un niño.
Una vez más, él no respondió, así que lo escribí.
—Tus sentimientos están heridos. —dijo en voz baja. Me quedé inmóvil, pero mantuve los ojos en el papel—. No fue mi intención decir algo para herir tus sentimientos. —Continuó.
Quería negarlo pero me di cuenta de que aceptar sus disculpas y seguir adelante sería la mejor manera de manejar esto. —Está bien. Vamos a trabajar en tu ensayo.
Se quedó mirando el papel. —El embarazo adolescente es sin duda una de las razones. —Estuvo de acuerdo.
—Está bien ¿Qué hay de las Enfermedades de transmición sexual? —Sugerí, escribiéndolo mientras hablaba.
—Esa es otra buena.
Empecé a escribirlo, pero se estiró y me quitó el cuaderno.
Sobresaltada, sacudí la cabeza para ver lo que hacía. Él me dio una sonrisa de disculpa. —Lo siento, pero no podía pensar en otra manera de llamar tu atención.
Insegura de cómo responder, me senté en silencio y esperé a que terminara.
—No eres sólo linda. Sí, haces caras lindas y haces cosas lindas pero no eres sólo linda. —Escucharlo explicarse me hizo sentir estúpida por decir algo al respecto.
—Está bien. —Logré balbucear. Deslizó el cuaderno de regreso a mí.
—Ahora, vamos a ver... ¿Qué hay sobre el hecho de que el uso de un condón quita el placer, deberíamos hablar de eso?
Me atraganté con mi refresco y empecé a toser incontrolablemente mientras James me daba palmadas en la espalda. Una vez estuve bajo control, levanté la vista y lo atrapé reteniendo una sonrisa.
—Una vez más, haces un montón de cosas lindas, pero no eres sólo linda.
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