Llevaba mucho tiempo viajando, notaba como mi garganta se comprimía pidiéndome sangre pero me negaba a satisfacerla, fui al bosque y noté el olor de un cervatillo, perdí el control, hacía semanas que no me alimentaba y mi autocontrol menguaba. Corrí, iba sola, así había sido desde siempre y así sería para siempre dado que nunca moriría “¿vas a seguirme incluso muerta?” aquellas palabras retumbaron en mi cabeza una vez más, la única persona que había matado, la única persona que jamás pensé que tendría el valor de matar, la persona que, en cierto modo me había empujado a esta vida, volví a recordar el ardor que sentí con la transformación para regresar a la realidad y recordé lo que estaba haciendo, el ciervo, yo, corriendo, la cadena de la vida en la que los fuertes sobreviven y los débiles mueren, la cadena que me ascendió un nivel hace mucho tiempo, volviéndome cazadora en lugar de presa, olía el miedo del ciervo y me entristecía pero no había opción, era él o yo.
Cuando llegue a su altura salté sobre el haciendo que los dos cayésemos rodando por una ladera, protegí al cervatillo, a pesar de que fuera a alimentarme de él no significaba que fuera a matarlo. Era algo que había aprendido hace tiempo, había logrado alimentarme un poco sin dañar al animal, únicamente para saciar mi sed ligeramente, cuando nos paramos cogí su cuello y le mordí suavemente tratando de provocarle el menor daño posible pero al notar como la sangre amainaba mi sed perdí de nuevo el control.
De pronto tuve una sensación extraña que paralizó mi cuerpo, tenía que ir a un lugar, no sabía cómo se llamaba pero sabía hacia donde debía ir, miré al cervatillo que me miraba atemorizado y lo solté, pude verificar que no le había causado demasiado daño cuando salió corriendo, sonreí, había logrado alimentarme sin matar a nadie de nuevo. Desde que me convertí he estado yendo de aquí para allá, sin rumbo ni hogar , y aunque no esté muy orgullosa de ello, robando en las tiendas lo que necesitaba, no me he encontrado con ningún vampiro en todo este tiempo dado que, cada vez que hallaba el rastro de alguno salía huyendo en la dirección contraria pero esto es diferente, desde hace mucho tiempo he tenido sensaciones… extrañas, como si algo dentro de mí me dijese el cómo son o van a ser las cosas si hago algo o no, ese sentido es el que me ha guiado prácticamente toda mi existencia y nunca falla. He seguido al ciervo sigilosamente para asegurarme de que volvía con su madre y he iniciado mi camino.
No sé a dónde voy, ni a donde tengo que llegar, solo se que lo notaré cuando esté allí, he echado a correr y he notado como el paisaje se difumina a mi alrededor, aunque con mi vista sigo viendo todo con una nitidez perturbadora, siguiendo mi costumbre para evitar que nadie siga mi rastro he subido a un árbol de un salto y he seguido saltando de árbol en árbol sin aminorar mi marcha, he visto como anochece a mi alrededor pero la oscuridad ya no es problema para mí, solo siento que debo apresurarme, como si el tiempo se acabase. He pasado la noche corriendo y he mirado a mi alrededor, me he acercado levemente a la carretera para verificar que estoy a las afueras de Canadá, he acelerado mi paso, no puedo llegar tarde.
El sol ha seguido ascendiendo y yo he seguido mi paso. Seguía en los bosques cuando un olor delicioso ha llegado a mi nariz, sangre humana, mi cuerpo ha vuelto a perder el control y he detenido mi avance para regresar al origen del olor, he visto a una chica en una piedra, ella es el origen, estaba dispuesta a saltar para matarla cuando he notado otro olor extraño que emana un vampiro, mi cuerpo se ha detenido en el acto frente a ella, y esta me ha mirado asustada, la he saludado mientras seguía investigando su olor, huele a vampiro pero la sangre fluye por sus venas y oigo los latidos de su corazón ¿Qué es? Al preguntárselo me ha contestado que es medio vampira aunque no sé exactamente cómo es eso posible me he rendido ante las evidencias. He empezado a hablar con ella, me cae bien, hace mucho que no hablo con nadie y es agradable, lo echaba de menos, me ha preguntado por mi historia y no he podido evitar contársela, le he contado todo, todo lo que llevo tanto tiempo guardándome, bueno censurándole en gran parte el final para no horrorizarla y que se haga una idea equivocada de mí, no estoy orgullosa de aquello.
Ella ha escuchado sin rechistar, cuando he terminado y la he mirado he notado que su expresión no reflejaba horror, miedo o asco que esperaba, sino aceptación y compasión, me ha dicho que ella en mi situación habría actuado igual y me ha sorprendido su sinceridad.
Le he preguntado por su historia, tengo curiosidad por saber cómo ha llegado a ese estado, ella ha mencionado a unos vampiros, también ha mencionado a unos ¿hombres lobo? Me he asustado, jamás pensé que existieran aunque, en cierto modo tiene sentido, teniendo en cuenta que los vampiros existen… ¿Por qué no las hadas, los duendes o los hombres lobo? Según los libros mitológicos, los hombres lobo y los vampiros son enemigos mortales, pero, en este caso no parece del todo exacto.
Cuando me ha preguntado si me quedaría me he quedado pensativa y me he dado cuenta que hace un buen rato que no siento la necesidad de correr, lo que me da a entender que he llegado a mi destino, me ha llevado a conocer a los que ha denominado como su “familia”. Cuando nos acercábamos hemos visto a un grupo aguardándonos ¿es que acaso sabían que yo llegaba? Lo dudo, pero una chica pequeña con cara de elfa se ha abalanzado sobre mí, estaba dispuesta a defenderme cuando me he dado cuenta de que tiene los brazos extendidos con ademan de abrazarme, he dejado que lo hiciera, se siente extraño, sé que suena raro pero jamás nadie me ha abrazado de esa forma, con sinceridad, con… cariño, es agradable, a pesar de que las dos tenemos una temperatura inferior a los demás se siente… cálido, me he sentido en casa, como si este ya fuese mi hogar, como si después de tanto divagar por fin regresara a casa.
- Vaya Mai, por fin llegas – me he quedado en silencio ¿de qué habla? He notado como uno de ellos se reía y me he enfadado, ¿es que se están riendo de mí? Me ha recordado a cuando los alumnos se burlaban de mí en la escuela y he notado como el enfado me invadía – aunque con un poco de retraso, ¿Qué tal el viaje? Estoy segura de que nos llevaremos genial ¿verdad que si?
- Alice tiene visiones – he mirado al chico que antes se reía, ahora me miraba serio, ¿pero de qué va? ¿Es que acaso lee mí mente? He notado como asentía levemente y he mirado sorprendida ¿sabe lo que pienso? Otro asentimiento, esto empieza a ser extraño.
- Eso lo explica – Alice seguía abrazada a mí hasta que Ann me ha agarrado de la muñeca y me ha llevado consigo.
- Te presentaré al resto.
Me ha llevado a una casa enorme pero esta vez no había nadie aguardándonos.
- ¡Hey! – he visto como un gran grupo de vampiros aparecía, me he quedado boquiabierta y he sentido pánico, no es algo agradable encontrarte con tantos vampiros después de llevar tanto tiempo esquivándolos. Ann me ha mirado sonriente para infundirme ánimos y me ha presentado a cada uno de ellos, yo les he observado uno por uno, sin atender a sus palabras, no tengo intención de saber sus nombres dado que no siento que vaya a tener conexión alguna con ellos, ninguno ha llamado mi atención lo más mínimo.
Después de las presentaciones, todos comenzaron a pensar en donde podía alojarme para que no fuera sospechoso. A Ann se le a ocurrido una brillante idea, me podía quedar en su casa con ella y su padre alegando ser una prima lejana de los Cullen que ha llegado recientemente al pueblo y pidiendo permiso a mi padre para que se quedara con nosotros, ya que en la casa del doctor Cullen andaban escasos de sitio.
A todos les a parecido bien la idea, sobre todo a una tal Rosalie que me mira con cara de pocos amigos y se alegra de que salga de su casa, a dicho algo de una ONG vampírica y no sé qué más, no parece que le agrade mi presencia.
Cuando Ann me llevo a su casa su padre me miraba con cierta desconfianza, lo cual era normal teniendo en cuenta que nunca antes me había visto. Pero al oír que era familiar de los Cullen se ha relajado y me ha dejado pasar sin problemas.
Apenas llevaba equipaje, una pequeña maleta de viaje llena de ropa que Alice me había prestado, ya que ella no se la iba a volver a poner.
Ann me guio hacia una puerta cerrada al fondo del pasillo del segundo piso. Cuando llegamos ella abrió la puerta y me hizo pasar cerrándola a mis espaldas dándome intimidad para que pudiera acomodarme sin la presión de alguien que observa lo que haces.
Era un cuarto pequeño, tenía las paredes verde, un armario para guardar la ropa y una cama con su colcha del mismo color que las paredes. También contaba con una mesita de noche con una lámpara sobre esta.
Había una ventana por la que no pude evitar asomarme y ver el paisaje, no había rastro alguno de civilización solo kilómetro y kilómetros de bosque, allí, hasta donde alcanzaba la vista. Deje las prendas en el armario y salté por la ventana. Me di una vuelta de reconocimiento por los alrededores y la verdad me gustó mucho que la casa no se encontrara en medio del pequeño pueblo.
Cuando termine mi paseo, ya había anochecido, me acerque a la casa pero en vez de escalar y entrar por mi cuarto, decidí hacer una visita a Ann y escale hasta su ventana. Ella se asustó al oírme y antes de que diera un grito y despertara a su padre le tape la boca con la mano y le dije que era yo. Ella se relajó al instante. Nada más entrar por la ventana había llegado a mí un olor de vampiro, mientras trataba de que Ann no gritara reconocí el olor. ¿Edward? ¿Porque olía tanto a él? Miré a Ann y ella me miraba sonriente así que decidí preguntarle a ella.
- Oye… ¿a ti te gusta Edward? – ella me miró sorprendida.
- ¿Por qué lo preguntas? – sonreí
– Te has sonrojado.
- Bueno… puede que un poco… si… - le mire sonriendo – vale si… mucho – se mordió el labio inferior.
- ¡Lo sabía!- sonreí aún más.
- ¿Por qué lo has preguntado?
- Porque tu cuarto apesta a SU olor.
- ¡¿Qué?! – vi cómo se sonrojaba por momentos.
- Sssshhhhhhh – me quede un rato en silencio escuchando los ronquidos de su padre y al rato me relaje – no grites.
- Perdón, ¿pero porque dices que mi cuarto huele a Edward?
Le explique que cada vampiro tiene un olor diferente y que su cuarto olía a él por todas partes sobre todo en un sillón que había en una esquina de la habitación. Mi intuición me decía que iba allí a las noches a verla dormir. Y seguramente esta noche no será una excepción. Oí como Edward se acercaba y decidí que era hora de dejarla me despedí al saltar por la ventana y decirle que fingiera dormir.
Al tocar el suelo decidí irme corriendo antes de que Edward me viese y se fuese por mi culpa. Pasé varios minutos corriendo hasta que llegué a un rio. Me detuve pensando por donde podía cruzarlo, no había puentes, no había troncos caídos, ni piedras por las que pasar. Era como si alguien hubiese puesto ese rio a modo de frontera entre dos estados o pueblos.
Mire a mi alrededor y divise un saliente al que me acerque corriendo y salté para llegar al otro lado. Aterricé sin emitir ningún sonido.
De pronto escuche atentamente, juraría haber oído algo, a alguien a mis espaldas. Me giré lentamente tuve que taparme la boca a mí misma para no gritar. A mi espalda había un lobo, o eso parecía, era enorme medía dos metros por lo menos dado que me sacaba más de dos cabezas. Tenía el pelaje dorado y los ojos marrones verdosos. Me miraba en silencio, la razón me pedía que huyera, que me fuera corriendo, que era peligroso, pero el cuerpo no me respondía.
De pronto oí unos aullidos y más lobos acercándose, mire al que tenía delante y vi como este me señalaba el rio con la cabeza, indicando que me fuera.
-Gracias- murmure.
Salté el rio de nuevo me fui corriendo. Me sentía estúpida por haberle dado las gracias a un animal, como si este fuera a entenderme.
Pasé el resto de la noche corriendo por el bosque, procurando no cruzar el rio de nuevo.
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