Una luz entre las sombras

Autor: Kenny
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 28/07/2013
Fecha Actualización: 20/11/2013
Finalizado: NO
Votos: 1
Comentarios: 3
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Capítulos: 30

Sinopsis:

Luego de la aparente victoria de los Cullen contra la amenaza Vulturi, aparece un nuevo punto de ambición para las capas negras. Alice Cullen, antes de ser inmortal vivía en Biloxi, Missisipi junto con su madre y sus dos hermanas: Cynthia y Evelyn Brandon. La historia se enfoca en la vida de Cynthia Brandon, la hermana mayor de las tres, quien fue separada de ellas al ser atacada por los vampiros. Ahora deberá aliarse con el clan Cullen para salvar lo único que jamás tuvo y en la inmortalidad consiguió al fin: una familia a quien amar.

 

Prefacio:

Incluso en el mundo de fantasía, de lo inexistente, puede llegar a existir el dolor en magnitudes en las que se llega a cuestionar lo que es real y lo que no.

Incluso yo, que después de vivir una eternidad valiéndome da vidas de humanos inocentes, al encontrar una luz en mis tinieblas no supe como manejarla.

Ni siquiera estoy segura de que fuera una luz. Tal vez sólo era una sombra diferente que llamó mi atención en la oscuridad. No lo sé. Y tampoco me importaba, ni siquiera entonces que podía ver el inmenso daño que le hacía a la gente a mí alrededor. Mi familia.

De entre todo el sufrimiento albergado a mi alrededor, sólo el de él me importaba. Tal vez sonara egoísta. Pero era la verdad y nadie podía cambiarla, ni siquiera yo. O él. 

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Capítulo 3: Un encuentro inesperado.

El estado de Washington era bastante decepcionarte. Había llegado ahí con bastante rapidez, incluso para un vampiro lento como yo. Sólo comparándolo con la ciudad donde había vivido por casi dos años, me hacía querer regresar y continuar con mi monótona vida. Ahora podía recordar la razón por la que había dejado este deprimente pueblo hacía tantas décadas, era totalmente aburrido... hasta para un vampiro. 

Aunque la promesa de encontrar algo nuevo parecía mucho más emocionante.

Una pequeña parte de mi mente me advertía que aquellos seres extraños podrían no ser buenas personas, incluso podrían ser violentos y terminaría herida o muerta, pero por alguna razón que ni yo misma comprendía, quería concerlos. Eran lo más nuevo que había conocido en los últimos treinta años y no lo iba a desperdiciar. Si me mataban, al menos sería algo nuevo que ver –pensé feliz –y no creía que fueran malos sino bastante extraños.

Recientemente había entrado en el pequeño pueblo de la península. Forks. Puaj. No sonaba nada bueno aquel lugar y me traía demasiados recuerdos desagradables. Bueno con un total de habitantes menor de lo que podrías imaginar se podría decir que era una enredadera verde que te atrapaba y absorbía las energías en cuanto lo veías.

Me sentí exactamente así cuando llegué. Sin ganas de seguir y muy, muy aburrida. Me temía que la hora de volver a cazar se acercaba, pues con la sangre de un solo humano no duraría más de tres o cuatro días, pero quería aplazarlo lo más posible hasta encontrar a esos tipos, si me mataban, quizá no había necesidad de cazar a nadie más. Le sonreí al pensamiento.

Pasé un largo día inspeccionando el pueblecillo ese, lleno de gente que veía dos o tres veces, no importaba cuan lejos me fuera del lugar donde los viera. Lo más genial de ese pueblo era que no importaba la hora del día, unas nubes densas cubrían el cielo y no era necesario esconderse del sol, eso me consolaba un poco. Pero había tan poca gente de la cual esconderme por mi apariencia extraña -pues estaba descalza, pálida y además estuve segura de que notarían mis enormes ojo color escarlata -que comencé a dudar en como hacían esos vampiros para alimentarse.

¿Cómo hacían esos vampiros para cazar en ese territorio tan escaso de sangre?

En fin, lo descubriría pronto, o moriría en el camino. Comencé a caminar hacia los bosques, me adentré y busqué un aroma familiar de vampiros.

Lo halle fácilmente, la verdad apestaba a vampiro por ese lugar, por eso estaba segura de que estaba en el lugar correcto.

Caminé por varias horas, no quería correr, ¿Para qué apurarse? No tenía ninguna prisa.

Me adentré en los inusuales canales entre los bosques de Forks, una enredadera verde de problemas. Caminando a paso humano sería mucho más tardado encontrarlos, aunque no me importó. Seguí los olores familiares a vampiro, ya tan conocidos por mi olfato. Los hallé luego de unas dos horas, los primeros indicios de vida fueron unas voces, familiares voces de vampiros.

Caminé con mucho sigilo y los espié entre las ramas de un árbol. Estaban a unos cuantos metros de donde yo me encontraba, demasiado cerca para mi gusto y estuve segura de que me encontrarían pronto, si no por el ruido que hacía, por el olor. 

Reían de nuevo. Su buen humor me irritaba. ¿Por qué si eran tan vampiros como yo, ellos si podían ser felices?

Esta vez sólo había tres vampiros. Uno enorme y musculoso, de cabello negro y rizado, una vampiresa hermosa y escultural de cabello café y un vampiro delgado y alto, pero igualmente fornido y con cabello cobrizo. El trío estaba muy bien vestido, con ropa que parecía de nueva o de pasarela, usaban zapatos –miré mis pies descalzos y fruncí el ceño, al igual que mi ropa no tan buena – y los estudié con más atención. Me creía capaz de no hacer ningún ruido para que no notaran mi presencia y mi olor, bueno… bien podía parecerse al olor de la maleza, si no me ponían atención no me notarían en unos buenos cinco minutos. Evité respirar y así me convertí en una roca más del paisaje.

Pero el vampiro delgado se giró hacia los arbustos y gruñó, yo me sobresalté. Demonios, me había escuchado demasiado pronto.

 

– ¡Emmett! –dijo en tono de mandamás.

 

Entonces en un segundo tenía ese par de brazos enormes a cada lado de mí. Me apretaban con una fuerza escalofriante y me arrastraron con una mano en mi cuello hacia el centro del lugar donde estaban. Grité y les gruñí involuntariamente. El peligro que sentía me obligó a hacerlo. El vampiro me jaló del cabello para que los viera a los ojos y yo me quejé.

 

– ¡Ey! ¡Ten cuidado! –dije gritando.

– ¡¿Qué quieres?! –dijo el vampiro más delgado.

– ¡Ey! ¡TRANQUILO! Está bien… No quiero hacerles daño… Sólo… au… ¿serías tan amable de soltar mi cabello?

–Tranquilo Emmett… no exageres –habló por primera vez la vampiresa.

 

El vampiro enorme sonrió y me soltó. Yo los miré con recelo y me alejé unos cuantos metros de ellos sin perder de vista al más grande de todos, dije:

 

–No quise… asustar a su amigo… –miré al musculoso, que más bien podría llamarse vampi-hulk –tranquilo Hulk…

 

Retrocedió, con su ego visiblemente herido, se lo merecía por haberme tratado de ese modo. Se veía a millas que era un fanfarrón que confiaba en su fuerza ciegamente.

Casi me ataca de nuevo, pero el vampiro lo detuvo mientras se reía cálidamente.

 

–Ey… ¿Quién eres tú? –Volvió a ser serio – ¿Qué quieres? No puedes cazar por aquí.

–Lo lamento es que… -contesté, tratando de explicarme, pero ¿Qué decir? –Verán…

 

Me callé y perdí la respiración en cuanto una visión me asaltó muy desprevenida. Un vampiro rubio que parecía muy serio sonreía y tomaba de la mano a… ¿Alice? me quedé sin aliento. Se hallaban en un lugar despejado del bosque parados justo enfrente de una enorme roca de granito. Ella se veía hermosa con sus facciones de muñeca de porcelana, pero lo ma´s extraño era que no se veía como yo la recordaba. No tenía el miedo ni la locura grabada en los ojos. Ella estaba consiente.

Alice. Alice. Alice. ¿Qué? Mi hermana Alice. Dios mío. ¡Si! No podía ser nadie más. Sus facciones eran iguales que las de la antigua Alice que recordaba. Pero era ¡imposible...! 

Alice. Mi hermana…de quien me separé el día en que… no quería recordar, era demasiado doloroso… ¿Cómo ERA POSIBLE? Alice. De repente recordé a la pequeña niña gritona, que siempre se escondía en el sótano de la casa, mi madre siempre alegaba que ella era peligrosa y la mantenía aprisionada ahí. ¡¿Cómo era posible que fuera un vampiro?!

Jamás la había buscado, siempre dí por hecho que estaba muerta, al igual que Evelyn, mi otra hermanita.

Recuerdos extraños inundaron mi mente, recuerdos que habría jurado ya no poseía. Aquellas niñas pequeñas que siempre cuidé y amé... Alice estaba viva. ¡Cómo! Entonces la visión desapareció.

Volví al presente y observé a tres vampiros de ojos dorados que me miraban con rareza. Demonios. ¿Y ahora que les digo? De cualquier modo no pude pensar con claridad, no en aquel momento. Dios mío. Alice estaba viva. VIVA. Más viva que yo, por supuesto.

–Alice… –jadeé diciendo su nombre mientras miraba al vacío totalmente consciente de las miradas a mí alrededor.

El trío de vampiros se miró entre sí y luego a mí, el vampiro delgado me miró boquiabierto y luego me jaló del brazo, sacándome de mi ensoñación y también disipando la visión de Alice que nuevamente había aprecido ante mis ojos.

 

– ¡¿Tú eres Cynthia Brandon?! –casi gritó.

 

Fulminé con la mirada su brazo en mi hombro hasta que lo quitó.

 

– ¿Cómo es posible?... Alice está viva… –dije aún confundida.

 

Entonces me escapé de la vista de aquellos vampiros extraños y corrí al encuentro de Alice, los dejé confundidos y mirándose entre sí, temía que me siguieran e intetaran hacer algo pero no tuve tiempo de temer más. Corrí por unos dos kilómetros entre los árboles de Forks saltando y esquivando ramas caídas, siguiendo el olor de vampiros recientes y guiándome por la enorme roca de la visión, no podía estar muy lejos. Antes de lo previsto me detuve en seco y la vi. Me quedé con la boca abierta, como una idiota en frente de ella, me miró estupefacta y dijo en tono tranquilo y consiente:

 

–Oye… debías esperar a que llegara allá –sonrió –Hola Cynthia.

 

Me le quedé mirando como idiota y entonces el vampiro rubio a su lado se posó frente a ella en actitud posesiva y me enseñó los dientes, algo confundido sin saberque hacer exactamente. Me sacó completamente de quicio. Lo miré enojada y completamente desubicada. Habló por primera vez:

 

– ¿Quién eres tú?

–Alice… estás… –tartamudeé, mientras ignoraba al tipo rubio.

–Creo que necesitamos hablar Cynthia –dijo ella alejándose del amparo del rubio.

– ¿C-com-o sabes quién soy? –conseguí decir cuando tomó mi mano.

–Te explicaré en un minuto, ven…

 

La seguí como un corderito, como una polilla hipnotizada por una brillante luz. ¿Cómo tenía idea de quién era yo? ¿Y por qué no estaba sorprendida, si es que me recordaba, de verme luego de cien años? ¿Qué demonios pasaba por esa pequeña cabecita? Ella había pasado toda su vida dentro de un cuarto sin luz, gritando incoherencias mientras mi madre la ignoraba y Evelyn y yo llorábamos en silencio.

Tuve tiempo para estudiarla con atención, usaba ropa tan fina como los vampiros de hacía un minuto, su cabello no estaba “liso y largo” como yo lo recordaba. La suavidad de su amano me impactó como un meteoro cuando me apretó la mía, que estaba en un puño. La relajé un poco y me dejé llevar por ella mientras el rubio me vigilaba y ella le sonreía.  

Me arrastró hacia el lugar de donde había huido, hacia los otros vampiros, yo estaba estática, como un retrato que sólo respiraba con dificultad y miraba la espalda de la muchacha que me tomaba la mano y las miradas de advertencia del rubio a su lado.

Llegamos y encontramos al trío de vampiros enterrados en la tierra, como tres postes, sin expresión mientras llegábamos.

Aunque yo no entendía nada, tuve tiempo para sentir desconfianza de aquellos inesperados vampiros, lo cual me recordaba… ¿Y esos ojos amarillos?

Miré a Alice y comprobé que ella y su acompañante también los poseían.

Capítulo 2: En busca de algo nuevo. Capítulo 4: ¿Que yo hice... qué?

 
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