Les recomiendo para este capítulo escuchar kiss the rain de Yiruma
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Capítulo beteado por Daniela Lozano, Betas FFAD www facebook com / groups / betasffaddiction
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Poco a poco volvía a retomar la conciencia, abrí los ojos despacio y observé las conocidas paredes blancas del hospital, pero todo era muy confuso, miré hacia uno de mis costados y allí se encontraba Angela sentada en una silla cercana a mi cama.
—¿Bella? ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? —dijo preocupada al verme reaccionar.
—Bien, pero… ¿Qué pasó? —pregunté aún un poco confundida.
—Te desmayaste después de que escuchaste que… que tu… —respiró profundamente y continuó —Bella, tu mamá… murió —habló en un susurro apenas audible y en ese momento me pude percatar de sus ojos rojos y la profunda tristeza y pena que reflejaba su rostro. Entonces, todos los recuerdos me llegaron de golpe.
—No, Angela. Dime que es mentira —rogué— ¿Por qué? ¿Por qué ella? No se merecía morir.
En ese momento hice lo que nunca hacía: lloré. Saqué todo el dolor que sentía mientras Angela me brindaba su apoyo, me abrazaba y trataba de consolarme. Alrededor de media hora después, mi llanto se convirtió en sollozos y, debido a mi agotamiento emocional, caí en brazos de Morfeo nuevamente.
Cuando desperté, pude ver que era de noche y que aún me encontraba en el hospital, me incorporé y observé a Angela dormida en la silla en una posición que no se veía para nada cómoda.
—Angie —llamé mientras le tocaba un brazo tratando de despertarla—. Angie, despierta —dije alzando un poco más la voz, lo cual pareció funcionar ya que se empezó a remover en la silla y en seguida despertó —¿Me puedes sacar de aquí, por favor? Sabes que detesto los hospitales y en este momento, lo único que quiero es estar con Eli.
—Está bien amiga, voy a hablar con el doctor para ver qué me dice, no te muevas. —dijo mientras se dirigía a la puerta.
—Angie —la llamé antes de que saliera del cuarto— ¿Qué hora es?
—Son las… —miró su reloj —diez y media.
—Ok, gracias —dije recostándome de nuevo.
Salió de la habitación y después de diez minutos, volvió.
—Listo, ya firmé tu salida. Sólo tienes que vestirte y nos vamos. Sam nos está esperando en la puerta trasera, ya que la entrada aún está llena de reporteros.
Me cambié y antes de irme, pedí al personal médico mantener la muerte de mi madre en total discreción. Nos dirigimos hacia la salida y efectivamente, ahí estaba Sam esperándonos, nos subimos al coche y nos dirigimos a mi casa. Al entrar, Jessica corrió hasta donde me encontraba y me abrazó llorando.
—Lo siento mucho —susurró en mi oído —. Cualquier cosa que necesites, no dudes en decírmelo, Tyler y yo estamos para ayudarte.
Jessica y Tyler eran hermanos mellizos quienes a los siete años perdieron a su mamá. Cuando tenían doce, Phil, su padre, conoció a mi Renée. Al principio, la relación entre los hermanos y mi madre no era muy buena, pero al quedar Renée embarazada de Phil, su trato mejoró notoriamente. Después de cuatro meses de gestación, la empezaron a ver como una madre y eran tan apegados a ella que incluso llegué a sentir celos de ellos.
Los pocos días que mi madre no viajaba y podía quedarse en casa, ellos se quedaban también; y cuando se marchaba, ellos también lo hacían. Con el tiempo logré aceptar aquello, aunque habían veces en las que me molestaba mucho que permanecieran más pendientes de mi mamá que de Eli ¡Por Dios! ¡Ella era su hermana!
Sin embargo, yo sabía que Jess en este momento entendía mi dolor, así que lloré junto con ella, estuvimos abrazadas, dándonos fuerzas una a la otra. Pudieron haber pasado segundos, minutos o hasta horas, pero el dolor era tanto que el tiempo carecía de importancia. Me separé de ella, me limpié las lágrimas y le dediqué una triste sonrisa.
—Estoy cansada y se ve que ustedes también —dije refiriéndome tanto a Jessica como a Angela —. Ni piensen que las voy a dejar ir solas a esta hora de la noche, pueden dormir en la habitación que deseen, que descansen. —me despedí y me dirigí hacia las escaleras.
—Tú también descansa, Bella. —dijo Angela a mis espaldas.
—Hasta mañana. —habló Jess.
Subí al cuarto de Eli, la alcé con cuidado tratando de no despertarla y la llevé a mi habitación, la recosté en mi cama y me acosté al lado de ella abrazándola. Lloré en silencio mientras acariciaba su cabello; el único recuerdo latente que me quedaba de mi madre. Momentos después, en algún momento de la noche, la inconsciencia me llamó.
A la mañana siguiente, unas pequeñas manitas en mi cara me despertaron.
—Hola muñequita ¿Cómo amaneciste?
—Men, ¿y tú?
—Bien —me limité a contestar —¿Quieres desayunar?
—Sí — dijo contenta.
Bajamos hacia la cocina y ahí ya estaban Jessica y Ángela desayunando.
—Hola —saludé a mis amigas.
—Hola —respondieron las dos al mismo tiempo.
Le di el desayuno en silencio a Eli, quien pareció sentir la tristeza que reinaba en la casa ya que también se quedó callada. Todos en la casa teníamos expresión lúgubre y triste, tanto los empleados como Jess, Angie y yo. Cuando acabamos de desayunar, Emily se llevó a Eli para bañarla y yo me senté en la sala junto con Jessica y Ángela.
—¿Pudiste hablar con ella? —preguntó Jessica.
—Sí, me pidió perdón y me hizo prometerle que me encargaría de Eli, que lucharía por ella.
—Sabes que te apoyaremos en todo. —dijo Jess y Angie asintió respaldándola.
Nos quedamos en silencio un rato hasta que Emily volvió.
—Dejé a la niña tomando su biberón. Bella, siento mucho la muerte de tu madre —expresó dándome un fuerte abrazo.
—Yo también, Emily; pero tengo que ser fuerte, por Eli —me separé de ella y volví a hablar —. Emily, por favor ¿Podrías ayudarme a arreglar todo lo del funeral?
—Claro, Bella. Ahora me encargo de eso — aseguró y se dirigió hacia la cocina nuevamente.
—Chicas, —giré la mirada hacia mis amigas — ¿Pueden ayudarme a organizar todos los papeles que mi mamá tenía en el estudio? —pedí.
—Por supuesto, Bella. Vamos —dijeron y nos pusimos de pie.
Nos dirigimos al estudio y empezamos con nuestra tarea. Habían cuentas bancarias, el registro civil de nacimiento tanto de Eli como el mío, entre muchas otras cosas. Nos tomó el resto de la mañana terminar de organizar todo y entre las tres nos turnábamos para estar con Eli y no dejarla sola. A las dos de la tarde almorzamos y Emily me informó que el funeral se había organizado para mañana por la tarde, así que tendría el resto del día para pasar tiempo con Eli, ya que las últimas cuarenta y ocho horas no había podido estar con ella tanto como me hubiera gustado. Subimos a mi habitación y no pusimos a ver televisión.
—Mami —dijo de repente Eli —¿Cuándo mene mamá? —preguntó dejándome perpleja ¿Cómo decirle a una niña de dos años, casi tres, que su mamá murió? Traté de pensar la mejor forma para decírselo, pero no se me ocurría nada.
—Mamá no va a poder venir. —contesté, esperando que no preguntara más.
—¿Pol qué? —obviamente y muy a mi pesar, siguió preguntando.
—Porque… —traté de buscar las palabras adecuadas. Apagué el televisor y la senté frente a mí— ¿Te acuerdas que hace poco te conté que la abuelita Christine? Es un angelito que desde el cielo nos está cuidando —ella asintió —. Bueno, mamá también se convirtió en un angelito que nos cuida desde el cielo junto con la abuelita Christine. —esperé unos instantes hasta que ella volvió a hablar.
—Y al igual que la ameita Tin, ¿mamá no va a volvel? —preguntó.
—No amor, mamá no va a volver. Ella se va a quedar arriba en el cielo vigilando que nada malo nos pase. —contesté con toda la serenidad que me fue posible.
—¿Tu tambén te vas a il con la ameita ymamá? ¿Me vas a dejal soita? —preguntó llorando. La abracé tratando de no llorar también, tenía que ser fuerte por ella.
—No amor, yo me voy a quedar contigo ¿Cómo se te ocurre que te voy a dejar sola? —unas cuantas lágrimas traicioneras salieron de mis ojos —ya con dos angelitos tenemos suficiente ¿No crees, cielo? —dije tratando de aligerar el ambiente, lo cual funcionó ya que sonrió un poco.
No salimos de casa en todo el día, el resto de la tarde nos la pasamos viendo películas y tratando de dejar de lado todo el dolor. Ya de noche, poco después de que Eli se terminara la cena, cayó en un profundo sueño, nos arropé y la observé por un momento para después yo también caer dormida.
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