Anarquía en New York

Autor: MarCeCullenHale
Género: Acción
Fecha Creación: 25/04/2013
Fecha Actualización: 30/04/2013
Finalizado: NO
Votos: 2
Comentarios: 1
Visitas: 2604
Capítulos: 4

"La Bestia" y "Cherry" son de esas personas que nadie conoce, y sin embargo todos saben de su existencia. Ellos llegarán a NY para ponerlo de cabeza y traer el caos. Adiós, Corrupción, hola, Anarquía.

 

Los personajes no me pertenecen, al igual que esta historia no es de mi pertenecia la autora (ninfaffadd - FF.Net) me ha dado la autorización de publicar.

 

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Capítulo 3: Ya vienen...

 

 

Capítulo 2: Ya vienen...

6:00 a.m., 16 de noviembre de 1997.

Salieron del refugio, todo estaba en silencio, limpio, como si nada hubiese pasado. No había cristales rotos, manchas de sangre o siquiera algo fuera de lugar.

Isabella, con ojos llorosos y rojos, echó a su hombro la mochila con el dinero y las joyas. Edward, con enormes ojeras, hizo lo mismo pero con una llena de comida y ropa de él.

Sólo Isabella había dormido unas pocas horas en la madrugada, cuando el cansancio mental la hizo caer y con Edward susurrándole como poseso que todo estaría bien. Pero esas palabras eran no sólo para la niña, sino para él convencerse de ello.

Se tomaron de las manos y se marcharon de ese lugar, el que ya nunca más sería su hogar.

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A las 3:30 p.m. llegaron a la casa de su único familiar: la tía Brandy, su nombre hablaba de la adicción de ésta.

Brandy Masen era de esos personajes que salen de malos en las películas; la típica tía obesa, maloliente, ebria y ambiciosa. Aceptó a sus sobrinos sólo porque traían dinero consigo, pero cuando ella lo gastara en alcohol y cigarrillos, los mandaría a un orfanato.

Eso nunca sucedió, Edward y Bella supieron cuidar bien sus pertenencias de su tía y sus abusivos amantes. Y no pasó mucho tiempo para que Aro —amigo íntimo de los Swan— los contactara y les ofreciera protección en un departamento que tenía.

Ambos aceptaron, todo era mejor que vivir con su asqueroso pariente.

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16 de septiembre de 2001. New York.

A sólo cinco días del incidente de Las Torres Gemelas, Edward y Bella decidieron efectuar su "plan" —por así decirlo—, que consistía en un pequeño, rápido y sencillo robo al JP Morgan Chase.

Entraron por la puerta principal como si fueran cualquier ciudadano, Edward usó una peluca para evitarse que su cabello llamara la atención. Se formaron y a los 2 minutos Edward se marchó "al baño", pero lo que en realidad estaba haciendo era seducir a una de las cajeras —con su natural encanto, por supuesto—. Fue extremadamente fácil, la chica temblaba de excitación cuando Edward le pidió con voz sensual y oscura que depositara dinero en una mochila que le ofrecía. La chica obedeció como si una voz siniestra y demoníaca le hablase.

Cuando Edward estuvo satisfecho con la cantidad de dinero que la chica le dio, tomó la mochila, le sonrió a la chica —que esperaba por lo menos un besito de despedida— y se fue. La cajera, al verlo marcharse, le susurró un "llámame"… Pobre ilusa.

Llegó con Bella y en su rostro había una sonrisa de triunfo y arrogancia. Se marcharon sin más del banco, y nadie se dio cuenta de lo que hicieron.

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A los pocos días del robo al banco, la pandilla más peligrosa de Chicago —"Las Sombras"— solicitaron a Edward y a Isabella unírseles; aceptaron inmediatamente. Para su sorpresa, no eran simples pandilleros que se alojaban en cuchitriles, no. Su "cuartel" era un gran edificio de ladrillos, lleno de tecnología y lujos. Y es que ya no eran simples pandilleros, habían evolucionado hasta volverse una mafia unida e incorruptible.

Rápidamente se volvieron parte de la familia, y ambos fueron entrenados, aunque no lo necesitaban. Edward sacó todo el stress, el que tenía dentro desde hace años, boxeando, el mismo entrenador le ordenó que descansara y dejara descansar, ya que había durado horas y horas pegándole al costal de arena.

No hizo caso, obviamente.

Pero luego llegó Isabella y lo convenció, tenía ya los nudillos terriblemente ensangrentados y raspados.

Bella también recibió entrenamiento; las pocas artes marciales que no sabía, las aprendió en sólo unas semanas. Aprendió a armar y desarmar una pistola con los ojos vendados en el tiempo récord de 8 segundos.

A las 2 semanas de su estadía en Las Sombras, el Condado de Cook ya corría un grave peligro.

Las Sombras tenían dos nuevos miembros, y eran de temer…

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2013.

La Bestia, Cherry y su equipo viajaban en un jet privado hacia New York, el jet obviamente no lo habían comprado, ¡caray! Ese no era su estilo. Garret McLune —tercero al mando del equipo— lo había tomado prestado de su muy querido "amigo" el gobernador de New Yersey: Owen Marshall, corrupto hijo de puta.

Ambos —Edward y Bell— estaban en la habitaciòn del jet, haciendo el amor como locos desde hacía horas. Edward, completamente desnudo, subió a Isabella a su regazo.

—Mierda, nena... —decía mientras la besaba en el cuello— No puedo estar quieto —ella le dedicó una sonrisa dulce —. Me excita hacer una visita... —tomó sus senos, los mordisqueó y ella gimió— ¿A ti no, mi cereza?

—Sí —tomó el rostro de él y lo besó duro—, siempre, siempre...

Edward rompió los ligeros, los que se había contenido a romper porque le fascinaban, y frotó su miembro contra el centro de su chica.

—Estás húmeda de nuevo, Swan...

—Es tu culpa —rió—, me estás volviendo una ninfómana.

— ¿Y eso es malo?

—Yo no me quejo, Masen, no lo hago —le guió el ojo y alineó sus sexos.

Penetró lentamente en ella hasta que la llenó por completo, Bella puso sus manos en el pecho de él y se balanceó perezosamente hacia adelante y hacia atrás, disfrutando de la presencia dentro de ella.

—Más rápido, nena... —ella no hizo caso— Bella... —gruñó él, sin que ella le obedeciera. De hecho, se movió más lento. —Eres mala, pequeña bruja —ella se mordió el labio y asintió.

—Y así me quieres, cariño —siguió sin obedecer, así que Edward la tomó por las caderas y la puso debajo suyo.

—Te amo, niña, te amo —tomó las piernas de su amada y las puso cada una en sus hombros. La dobló hasta que sus pechos se tocaron.

Qué bueno que soy flexible.

Comenzó a embestirla de manera fuerte y rápida, arrancando gemidos de su boca.

—Yo también te amo, mi amor, mucho... mucho —lo miró y con los ojos le gritó: bésame. Él lo hizo y sintió cómo poco a poco las paredes de Isabella se estrechaban.

Siguió embistiéndola de manera contundente hasta que el clímax arrasador llegó sin previo aviso. De sus bocas salieron gritos y gemidos de sus nombres.

—No tienes idea de cuánto me fascina esto... —jadeó Edward, aún dentro de ella.

— ¿Hacer el amor como conejos, durante horas? —soltaron una risilla y él asintió— Claro que tengo idea, me fascina tanto o más que a ti —un beso post-coito y un bufido.

—No lo creo, pero te daré la razón por hoy —salió de ella y la colocó bocabajo—.Por lo pronto, te necesito de nuevo —y de nuevo entró en ella.

Capítulo 2: Donde el caos nace Capítulo 4: Llegaron

 


 


 
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