Así que es aquí donde te mudaste -dijo Jasper Whitlock- mientras entraba a la espaciosa y soleada habitación en la embajada británica. En un extremo se encontraba Lord Cullen escribiendo en su escritorio.
-Olvide decirte que me ascendieron -respondió Lord Cullen.
El ilustre Jasper Whitlock se sentó en una esquina del escritorio , golpeando la punta de la fusta que llevaba en las manos enguantadas, contra sus negras y lustrosas botas de montar.
-Tendrás que ser cuidadoso muchacho. -dijo en un tono jovial- En Eton siempre fuiste muy estudioso y aquí, si te descuidas, te harán embajador o algo parecido!
-No hay peligro de que ocurra. Charlie Swan se enfermo yo ocupo el puesto que el tubo que dejar.
-Si deseas mi opinión -agrego Jasper Whitlock- la enfermedad de Swan se debe a tantas noches pasadas en Maxim's y de los dispendios de esa amante que siempre llevaba a Cartier al día siguiente de la sena.
-No me sorprende respondió Lord Cullen en un tono aburrido. Siempre le había desagradado las murmuraciones y evitaba participar en ellas.
-Por cierto -continuo Jasper Whitlock-, hablando de ese tipo de chicas... Cual fue la historia que me contó Emmet McCarty? Lo encontré esta mañana cabalgando en el bosque de Bologna. Conto las cosas sensacionales que pasaron anoche en casa de Rene de Forks.
-No prestes mucha atención a lo que diga a lo que te diga el Conde -repuso Lord Cullen con frialdad-. Generalmente, o es inexacto o es producto de su imaginación.
-Vamos no te pongas pesado, Edward. Algo debe haber de cierto en la historia. McCarty me contó, que la duquesa importo una nueva diversión del Moulin Rouge disfrazada de monja o estudiante. Pero, antes de que pudiera representar su acto, se desplomo en tus brazos y tu te la llevaste a una habitación y cerraste con llave!
Lord Cullen rió brevemente con desgano.
-Bueno, es cierto o no? No creo que tu McCarty lo halla inventado.
-Hay algo de verdad pero muy adornado con la viva imaginación del conde. En lo partícula McCarty me agrada, pero hasta cierto punto. Es divertido en una noche de juerga, pero a la mañana siguiente es un engorro ! Yo procuro evitarlo y te aconsejo que hagas lo mismo.
-No sigas tratando de evadir el asunto -dijo Jasper golpeando la fusa en el pulido escritorio. Quiero saber y te juro que me lo contarás! Edward.
-Y si no lo hago?
-En ese caso iré derecho a ver a Rene de Forks para averiguarlo.
Lord Cullen rió de nuevo.
-Me parece difícil a esta hora de la mañana. Ademas no creo que haya nada mas deprimente que contemplar los despojos de una de las alocada fiestas en la casa de la Forks.
-Entonces, quien era esa monada? Emmet la elogio con mucho entusiasmo. Cabello café, ojos chocolate, un ovalo de cara en forma de corazón, combinado con un toque de inocencia, real o pretendida! Me pareció lo mas intrigante.
-McCarty estaba borracho!
-No puedo imaginármelo sobrio a ninguno de ustedes pero, debido a mi mala suerte, tuve que escoltar a la embajadora a una fiesta mientras ocurría todo aquello. Que aburrimiento! Permanecimos sentados durante dos horas, escuchando tocar el piano a un polaco de cabello largo. Después bailamos. No había una mujer en la habitación de menos de cincuenta años! Aquello provoco una franca carcajada de Lord Cullen. A continuación, poniéndose de pie, coloco una mano sobre el hombro de su primo.
-Pobre Jaspi, en momentos como ese, de verdad te ganas el sueldo!
-No me importa decírtelo -replico Jasper acalorado-, pero si continua ese tipo de reuniones presentare mi renuncia, ya me estoy cansando de todo esto. Si no fuera por ti y algunos amigos, regresaría a Londres. Después de todo, en pocas semanas comenzaran las carreras de Ascot.
Lord Cullen se aproximo a la ventana y miro hacia el jardín de la embajada. Florecían las lilas y las magnolias y los tulipanes formaban una gloriosa alfombra roja.
-Inglaterra es muy hermosa en esta época del año -dijo en voz baja-, quizás somos unos tontos al desperdiciar nuestro tiempo y dinero en un país extranjero, aunque sea Paris.
-Te causa problemas Tanya? -pregunto interesado Jasper.
-Oh, no! Se porta tan encantadora como siempre. Lo que ocurre, Jasper, es que a veces todo me parece absurdo y artificial. Exceso de fiesta, de bebida, de gente como el conde, que hacen una dama nada.
-Aun no me contado lo que significa ese "nada". Lord Cullen se aparto de la ventana y regreso a su escritorio.
-Es algo insignificante -comento-. Cuando el conde y yo salimos, encontramos a una dama sentada en el vestíbulo. Era Inglesa, iba mal vestida y se veía fatigada de bajar y, desde luego, completamente fuera de ambiente. Cuando McCarty intento besarle, se opuso. Por supuesto, acudí en su ayuda y después se desvaneció por falta de alimento, no por temor a los latinos encantos del conde.
-Así que el mentía! Y era de verdad tan hermosa? Emmet se deshizo de alabanzas acerca de ella.
-En realidad no me di cuenta -contesto Lord Cullen con desgano-. Ordene a los sirvientes le trajeran algo de comer y a ella le di un consejo, que por cierto no dio muestra de querer seguir. Después, la deje sola.
-La dejaste después de toda esa conmoción?
-No hubo tal conmoción -respondió Lord Cullen curvando los labios-. La chica estaba exhausta. Había viajado desde temprano, y me inclino a creer que los vagones de madera de los trenes franceses no son nada cómodos.
-Pero, quien era ella? Lo averiguaste?
-Dijo que era sobrina de la Duquesa!
-Su sobrina! En ese casa Emmet estaba en lo cierto. Es una astilla del mismo tronco! Con seguridad, le echaste a perder su entrada triunfal. O algo por el estilo. Según Emmet ella se proponía meterse en su baúl, vestida de viajera y a continuación, salir con un atuendo mínimo de lentejuelas.
-McCarty dice muchas tonterías. No creo ni por un momento. que ella fuera otra cosa que una genuina viajera. Y en cuanto a ser sobrina de la Duquesa, Quien puede saberlo? Jasper se encogió de hombros y se dispuso a ordenar los papeles de su primo.
-Que haces, Jasper? Vamos a comer al Traveller's Club. Tienen un nuevo chef que prepara el mejor roast beef que jamas haya probado fuera de piccadilly.
-De acuerdo, pero te diré algo Edward. Vamos a visitar de paso a esta nueva protegida de Rene. Vale la pena echar un vistazo y resultara divertido llegar antes que Emmet y los damas. El jura que nada le impedirá ir esta noche a la casa Forks; sin embargo, su madre dará una recepción a la que asistirá todo el cuerpo diplomático. Me pregunto como se las ingeniara para zafarse.
-Jamas e podido verle ala cara o saber como luce la duquesa durante el día. -Dijo Lord Cullen.
-Oh, Edward ! En realidad la vieja no esta tan mal! Mi padre dice que hace treinta y cinco años era un preciosidad. Y puedo asegurarte que el era todo un experto en aquellos días!
-Es eso cierto? -exclamo Lord Cullen, y por un instante pareció interesado-. Quien era ella? Siempre pensé que su titulo era falso.
-Oh, no! Estas equivocado. El duque existió. Yo mismo lo vi en una ocasión, hace muchos años cuando era niño. Lo recuerdo bien. Vine a Paris de vacaciones; Mi padre era primer secretario en ese época y me llevo a come al Ritz. "Ahora veras a la élite de la capital, muchacho", le dijo. "Te resultara útil cuando trabajes para el ministerio de relaciones exteriores".
Por un momento Edward guardo silencio, rememorando aquellas primeras impresiones de las que siempre había sido para el una ciudad encantada.
-Vamos, continua. -Dijo Lord Cullen-, estabas contándome acerca del duque.
-Oh, si, desde luego! Estaba sentado en un mesa junto a la entrada y tenia el aspecto de una tortuga: La cabeza sumida en el cuello de la camisa, el rostro lleno de arrugas y mas calvo. Mi padre me lo enseño diciendo: "Ese es el duque de Forks" y, mientras yo lo miraba, una mujer entro en el restaurante haciendo que todos se volvieran a mirarla. Debió ser Rene con seguridad, pero yo era muy joven para apreciar la belleza femenina y continuaba estudiando al duque diciéndome que no correspondía en nada a la idea que me había forjado de un duque francés.
-Entonces si existió! -Exclamo Lord Cullen sorprendido.
-Es un hecho! Años mas tarde cuando regrese a Paris, escuche de mi padre la historia completa: al parecer Rene estuvo casada anteriormente con otro francés; Un tipo desabrido, un noble vividor quien tenia la suficiente sangre azul para lograr ser aceptado siquiera a medias por su estirado y engreído grupo social. De todas formas se caso con Rene en Inglaterra y la trajo a vivir aquí. De algún modo conocieron al duque. El viejo había enviudado en dos ocasiones y le vasto mirar a madame Reinbard, para tomar a los dos bajo su protección.
-Un viejo sucio! -comento Lord Cullen.
-En efecto. Pero ademas, decía mi padre, era un gran conocedor de la belleza femenina, y sin duda, Rene era lo mas hermoso que había visto.
Los tres se volvieron inseparables. El duque no solo le pago las deudas de Dwyer, sino que los instalo en un apartamento que el jamas hubiera podido pagar, y le proporciono una vida fácil, particularmente fácil en lo que a su esposa se refería.
-Relatas muy bien la historia Jasper - Dijo Lord Cullen sonriendo-. Ten cuidado o te encontraras escribiendo una novela acerca de la formidable Rene.
Jasper rió.
-Todo lo supe por mi padre, y te aseguro que si alguien conoció la verdad acerca de Rene, fue el. Aparentemente lo impresiono durante un tiempo.
-Entiendo que lo mismo podría decirse de la mitad de los hombres de Paris de aquella época. Los noventa debieron ser años muy alegres!
-Por Dios que lo fueron! y me parece que Rene sentía cierta debilidad por mi viejo. Acostumbraba contarle de ella: que provenía de una decente familia inglesa y que jamas se hubiera casado con Dwyer si no hubiera sido tan pobre.
Ademas, la idea de vivir en Paris le atraía.
-Recibió un buen dividendo de todo ello. -Replico Lord Cullen con cinismo.
-Así fue, cuando Dwyer murió. Bebía en exceso y contrajo una pulmonía durante un invierno muy crudo. Los enemigos de Rene aseguran que ella estaba muy ocupada entreteniendo al duque para hacer traer un medico. Pero, cualquiera que hubiera sido la causa, lo cierto es que murió y hubo apuestas de cien contra una a que el duque jamas se casaría con ella.
-Pero lo hizo. -Añadió Lord Cullen con un ligero parpadeo sentándose de nuevo. Mientras escuchaba la historia. Sin embargo había un gesto de incredulidad en su boca, a pesar de su atención.
-Rene se encargo de lograrlo. En esa época apareció un gran Duque ruso. He olvidado su nombre, pero tal como Riley y el otro sujeto que esta aquí ahora, derrocha el dinero, se procuraba las mejores mujeres, gastaba mucho en regalos y daba mejores fiestas que nadie mi padre me contó que Rene le dio veinticuatro horas al duque para decidirse.
-A casarse con ella?
-Así es. Las alternativas eran o una argolla de oro o los rublos rusos.
El gran duque ya le había ofrecido un castillo en las afueras de Paris. Llego a tener la osadía de lucir el collar de perlas que el gran duque le había obsequiado con el vestido de novia.
-Y así fue como Rene se convirtió en duquesa. -Dijo lord Cullen.'
Volvió a ponerse de pie y camino hacia la puerta-. Una lección muy saludable para las damas jóvenes que aspiran al éxito en la vida. Vamos, Jasper, tengo hambre.
-Maldición eres un desagradecido! -Exclamo Jasper Whitlock, levantándose del escritorio-. Te deleito con una de las historias mas intrigantes que ha producido Paris y solo se te ocurre pensar en tu estomago.
-En realidad pienso en mi cabeza. El champaña de anoche era de muy buena cosecha, pero tome demasiado.
-Suena como una fiesta de primera -musito Jasper-. Lo que no puedo comprender es por que te marchaste tan temprano.
-Te diré la razón -respondió Lord Cullen mientras bajaba la escalera de mármol que conducía al vestíbulo de la embajada-. Empezaron el acostumbrado juego del caballo salvaje. Fred mojaba a las muchachas con los sifones de soda y Shelly -creo que así se llamaba- gritaba tan fuerte que me exasperó.
-El archiduque Riley parece interesado en ella.
-Por mi puede quedársela!
-En realidad ninguna de ellas se puede comparar con Tanya -dijo Jasper en tono jovial-. Hay algo que puede decirse con justicia de ti, Edward: tu gusto en cuanto a mujeres y caballos es impecable.
-Es exactamente lo que siempre he pensado, pero me complace saber que estamos de acuerdo.
-Maldición, siempre he estado de acuerdo contigo, no es cierto? Y ese es el problema. Si yo hubiese visto a Tanya antes que tu, con seguridad le hubiera ofrecido protección. Lord Cullen sonrió.
-Pobre Jasper, siempre llego antes que tu, pero para consolarte te diré que no eres lo suficiente rico para Tanya.
-Estoy de acuerdo con eso también -repuso Jasper en un tono resignado- Pero puedo decirte que si no encuentro una amante pronto, mi reputación en esta ciudad se hará trizas. Todos lo estirados como tu lo han logrado. Yo tengo mala suerte. Recuerdas ese ajado príncipe alemán que engatuso a Rachel alejándola de mi? No pude competir con una villa en Montecarlo y un yate. Como estaban las cosas, casi me arruine comprándole un auto. Resulto una cafetera! Siempre se descomponía!
-Con todos ocurre igual. A mi mejor dame un buen caballo.
Atravesaron la puerta de la embajada hacia el patio.
-Eso me recuerda -prosiguió Jasper- que estoy pensando en adquirir un nuevo caballo de carreras. Me gustaría conocer tu opinión. Es de los establos Labrise.
-No digas mas -repuso Lord Edward-. No lo hagas. Labrise es uno de los mas grandes pillos de las pistas francesas. No tocaría nada que el me ofreciera, aunque fuese un burro.
El rostro de Jasper se Descompuso.
-Maldición, Edward, me desalientas -Refunfuño.
-En lo que a ti respecta, te resultara mas placentero perder el dinero con una mujer.
-Quizás tengas razón. Vayamos a echarle un vistazo a la monjita de Emmet. Podría agradarme. Quien puede saberlo?
Lord Cullen no respondió, y su amigo tubo la impresión de que había perdido interés en lo sumo.
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