-Jasper, no es lo que crees, por favor escúchame- escuchaba decir a Alice. No quería mirar otra cosa realmente que no fuera el piso. –Bella, por favor…, no es lo que crees- No voltee a mirar.

Edward de repente estuvo a mi lado – Bella mírame- intente con todas mis fuerzas no mirarlo. Había soportado que me abandonara en el bosque, que obligara a toda su familia a irse, el hecho de que estuve destruida tanto tiempo por él además de el hecho de que siempre me decía que me amaba que bla bla bla ¿y a hora? ¿¡Se acuesta con mi mejor amiga!-Edward, suéltame- Estaba furiosa, por primera vez yo no era la culpable de esto, era él y Alice…

Subí la mirada y no para ver a Edward, para ver a Alice quien estaba gritando algo tan rápido que no podía entender y era hacia Jasper. Solo pude llegar a entender con toda mi concentración cosas como necesidad, pasión, momento, es diferente, excitante. Esas palabras me bastaron para que las lágrimas salieran nuevamente. –Oh vamos Isabella, no me ves a mi pero si a Alice? ¡Maldita sea! Deja la estupidez, mírame- ¿estupidez? Me voltee y lo vi con odio, odio porque lo amaba demasiado y me había engañado, odio porque todo era perfecto hasta hoy, odio porque simplemente lo seguía amando.

-¿Estupidez? Escúchame de una vez Edward, ¿en qué maldito mundo esto es una estupidez? ¡Te acostaste con mi mejor amiga! No le podía creer a Jasper, pensaba que era una broma, pero maldita sea ¡Alice tiene tu camisa!- Como pude me pare, no sentía realmente las piernas. Me agarre de una silla y encare a Edward. Sentía el cuerpo como si un camión me hubiese pasado por encima, en el pecho se hallaba el vacio que alguna vez el mismo dejo.

-Isabella, ¿Quién rayos te crees para gritarme? ¿Qué? A hora si te vas a poner rebelde y tal. Haz me el favor y supéralo, si, me acosté con ella ¿Por qué? Porque a ella no la voy a romper, a ella si la beso no hay manera de que pueda morir. Te amo, ¿okey? Pero un hombre tiene necesidades, mas de cien años sin nada, creo que eh aguantado lo suficiente –No podía creerlo. Edward siempre fue un caballero, siempre fue un maldito caballero y a hora me sale con esto… Una oleada de calma llego a mi cuerpo. Se sentía como la briza que azota tu cara en la playa, refrescante. Edward y Alice también se calmaron. -¿Bella?- me sentía mal…, el hecho de que todo esto estuviera pasando, hizo que la habitación empezara dar vueltas.

-¡Bella!- Chillo Alice antes de llegar a mi lado y evitar que callera llevándome conmigo la caja donde estaban todos los cuchillos en la mesa. Había jalado tanto el mantel que apenas unos pocos centímetros más caería la caja junto a las demás cosas -¿Estas bien?- por un momento quería decirle gracias, era mi mejor amiga, simplemente eso, pero el dolor que ella y el…, habían causado no era normal.

-Edward sal de la casa- dijo Jasper caminando hacia mí. -¡Sal de la casa!- Alice me ayudo a parar y me separe de ella murmurando un gracias. No sería maleducada.

-¿y quién te crees tú?- ¿Qué rayos le pasaba a Edward? ¿Le pico un bicho raro?- ni se te ocurra. No me voy a ir, no eres el dueño del lugar.- mire a Edward y este miraba con rabia a su hermano.

-Edward Cullen, sal de mi casa, a hora- lo mire con tanta ferocidad como nunca lo había hecho. –Sal de mi casa, lárgate!- unas lagrimas salieron por mis ojos. Este me miro por última vez y salió como una sombra de la casa.

Vi como Alice empezaba a hablarle otra vez a Jasper pero esta la callo. –Lo siento Bella, de verdad. Llámame cualquier cosa, de verdad. – El dolor en sus ojos me hacia querer abrazarlo y consolarlo pero en vez de eso fue él quien me envió una oleada de calma y serenidad. Yo asentí y vi como salió igual que su hermano de mi casa.

-Bella, de verdad…, no sé cómo explicarte- Me voltee hacia ella y no podía finalmente creer lo que veía. Era la pixie, de cabello oscuro, corto, vistiendo nada más la camisa de Edward.

-¿Por qué Alice?¿Por qué?- me intente acerca pero ella negó con la cabeza.

-Bella…, lo siento de verdad, lo siento. Prometo que vendré a buscarte y te explicare, pero a hora me tengo que ir- A diferencia de los hombres ella salió caminando y empezó a correr apenas estuvo afuera de la casa.