No me Olvides

Autor: lolovampira
Género: Romance
Fecha Creación: 17/07/2011
Fecha Actualización: 07/12/2011
Finalizado: NO
Votos: 2
Comentarios: 0
Visitas: 3001
Capítulos: 3

 

 

 

 

 

 

 

Querido diario:

¿Por qué la vida es tan difícil?

 

Cuando me sorprendieron robando, creí que el mundo se derrumbaba. Fue

Una estúpida travesura, pero eso no fue lo peor: la jueza me impuso una

Pena de trescientas horas de servicio comunitarios. ¡Toda una eternidad!

Claro que nunca hubiera creído que me encantaría trabajar en un centro

Asistencial, y que alguien como Edward se cruzaría en mi camino.

Desde que lo conozco, me siento otra persona. Tenemos tantas cosas en

Común, y se nos acaba el tiempo... ¡Ahora querría que esas trescientas

Horas fueran eternas!

PD: ¿Cómo se le dice adiós a alguien que se ama?





Esta historia es una adaptacion de un lindo libro, la verdad espero que os guste.

Mas adelante les dire el nombre de la autora de este libro

Lore Espinosa 

 

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Capítulo 3: Las cosas pasan

19 de Septiembre

 

Querido Diario:

 

 Como dice mi madre cuando trata de ser moderna, ¡que depre! Por momentos se cree todavía una hippie del setenta. ¿Te la imaginas con una vincha en la cabeza y pantalones de bocamangas anchas? ¡Imposible! Pero, volviéndola tema anterior, ¡que depre! Estoy cumpliendo mi condena en un hogar para enfermos terminales. Trabajar trescientas horas es una carga, pero tener que hacerlo en un lugar en el que la gente se recluye a esperar la muerte es un peso insoportable. Deprimente. No me resultaría tan tortuoso si sólo se tratara de un puñado de ancianos, si bien tampoco sería lo ideal, en el fondo guardaría la esperanza de que al menos tuvieran una oportunidad en esta vida. Aquí hay personas de todas las edades, incluso hay un chico que tenía casi la misma edad que yo. Por suerte todavía no lo conocí. La señora Drake me tiene tan ocupada preparando bandejas para la cena y doblando sábanas, que en realidad no me queda mucho tiempo para hacer sociales. Este sitio es decadente. No porque tenga mal aspecto ni nada por el estilo, sino porque no puedo cumplir mis servicios comunitarios allí. De ninguna manera. Es demasiado mórbido. Aunque sea lo último que haga voy a encontrar el modo de huir de Lavender House. ¿Las razones? Saltan a la vista: la directora me detesta, está ubicado en el peor punto de la ciudad, y no me creo capaz de pasar los próximos seis meses conviviendo con personas sentenciadas a muerte. Algo se me tiene que ocurrir. Si hago un balance, lo único bueno que me pasó fue haber conocido al bombón del autobús. ¡Lástima que fuera tan grosero!

Bella oyó la voz de su madre, que desde abajo le avisaba que ya era hora de salir. Arrojó su diario en el cajón de su mesita de luz, tomó la mochila y corrió hacia las escaleras.

 

 No hablaron mucho camino a la escuela. Otra situación que la desalentaba. Recordaba aun las épocas en que no podían dejar de charlar. Pero desde que su madre había empezado a trabajar, cada vez tenían menos que decirse. A veces, pensó Bella, mirándola de reojo, parecían seres de distintos planetas.

 Vio a Jessica no bien bajó del auto. Estaba parada bajo un inmenso roble, frente a la escuela. Con aquellos ojos enormes color avellana, su figura elegante y sus perfectos cabellos castaños, era una de las chicas más populares del Landsdale High.

 

 — Hola—Saludó  Jess a Bella cuando se le acercó—¿Cómo te fue ayer?

  Fue espantoso. Contestó su amiga. Echó una mirada furtiva a su alrededor para ver si había alguien observándolas. La mayoría de los chicos estaban reunidos en pequeños grupos, frente al edificio de dos pisos. Bella no detectó ninguna mirada intencional dirigida a ella. En realidad, todos la ignoraban lisa y llanamente. Tal vez la suya ya fuera historia antigua.

 — Ese lugar es escalofriante y queda en le peor sitio de la cuidad. Podré llamarme dichosa si no me asaltan.

 —¿Cómo es la gente?  —preguntó Jessica.

 — Bueno sólo conocí a la directora y a dos miembros más del personal  — Al ver que Jacob se aproximaba a ella, le sonrió — y no fueron nada del otro mundo.

 —Hola, chicas . Jacob sonrió a ambas— ¿Cómo van las cosas? Me enteré que te han condenado a trabajar algunas horas en un hogar de ancianos.

 Bella lanzó una mirada furibunda a su amiga, pero Jessica estaba tan embobada con Jacob, que ni cuenta se dio. Era imposible no mirarlo, pensó Bella. Alto, cabellos negros, apuesto hasta decir basta y uno de los mejores jugadores de fútbol de Landsdale… Decididamente el chico más disputado de la escuela. Varias veces había salido con Bella, aunque desde un primer momento había dejado bien en claro que no tendrían una relación exclusiva. Él salía con muchas chicas. Pero a Bella le gustaba de todas maneras. Una de sus esperanzas era que algún día, Jacob descubriera que estaba perdidamente enamorado de ella.

— Bien —respondió Bella, avergonzada. Una cosa era trata de autoconvencerse de que una no era una ladrona, pero otra muy distinta, persuadir a los demás, sobre todo teniendo en cuenta que la habían pescado. . Sólo espero que todo esto se transforme en una experiencia positiva para mí . Bien podía ganar algunos puntos tomando las cosas con filosofías. ¿A quién no le gustan las santas? . Quiero decir, admito que he cometido un error. Pero siempre hay que encontrarle el lado bueno a las cosas.

 

 — No era eso lo que me decías hace un rato. —La interrumpió Jessica de inmediato . En tu opinión ese lugar es de lo peor.

—Dije que estaba en el peor punto de la cuidad . Corrigió Bella ¿Qué rayos sucedía con su amiga? ¿Acaso pretendía dejarla como una idiota? Bastante con que, confirmando sus sospechas, hubiera hecho arder las líneas telefónicas la noche anterior. Guardar secretos no era el punto fuerte de Jessica. Pero tampoco esperaba que la hiciera quedar como una estúpida frente a Jacob y a propósito.

 —¿Dónde queda ese lugar? — preguntó Jacob.

 —En la parte antigua de la cuidad, en Twin Oaks Boulevard.

 —Uh, ese barrio se viene abajo— Jacob la miró compasivo—Será mejor que tomes precauciones Bella. Una chica como tú podría ser un blanco fácil. Eres preciosa. Cuídate las espaldas y aléjate de los callejones oscuros.

 Bella sonrió agradecida. Conocía sus atributos. Las castañas de ojos chocolates y buena figura no eran moneda corriente. De todos modos, le resultaba agradable oírlo de otros labios.

 —No te aflijas —dijo — tendré cuidado.

 — ¿Vendrás al partido el viernes por la noche? — Bella no pudo determinar a quien de las dos se dirigía Jacob. Pero Jessica no se detuvo a pensarlo ni un segundo.

— Yo sí —respondió con descaro —pero ella no podrá ir.

 —Tal vez pueda — la contradijo Bella, ignoraba que se traía su amiga entre manos, pero ya se estaba hartando de su juego. . Los viernes salgo a las cinco y media.

—¿No era que en tu casa te habían prohibido las salidas? . Jessica recogió su mochila y se la cargó al hombro. Sonrió a su amiga con aire candoroso. . Además, ¿cómo llegarías allí sin auto o licencia para conducir?

—Oh ¿quieres que te lleve? — preguntó Jacob — Jugamos de locales, de modo que tendré que estar en la cancha a las seis.

 —Esta bien . Respondió Bella con su ánimo en una vertiginosa caída libre, comparable a sus notas de física. No obstante, el dolor más grande en ese momento era la actitud de Jessica. Tal vez no eran tan amigas como había creído.

— Estoy castigada . admitió . Al menos por el resto del mes. Pero te agradezco la invitación.

 — Puedes llevarme a mí —acotó Jessica.

 Jacob la ignoró.

 — No me parece tan malo trabajar en un geriátrico. Mi abuela está internada en uno y el entorno es bastante agradable.

 Bella decidió que lo mejor era decir la verdad. No tenía sentido mentir. Además, a pesar de que Lavander House era espantoso, había empezado a sentirse un poco culpable por su actitud. Lo peor de este mundo debe ser saber que uno se va a morir sin remedio.

— En realidad, no esto en un geriátrico — explicó — Es un hogar para enfermos terminales.

 — ¿Qué es eso? — preguntó Jessica.

— Un lugar al que la gente va para morir — Con su atención aun concentrada en Bella — Qué extraño.

 — ¿Extraño? — preguntó Bella — ¿Por qué?

 Él se encogió de hombros y la muchacha no pudo menos que rearar en aquella espalda ancha, cuyos músculos se marcaban por debajo de la chaqueta.

 — Por tu edad.

— ¿Mi edad? ¿Qué tiene que ver eso con mi edad?

 — Todo — contestó él . —Además de ser la primera vez que infringes la ley, se trata de un delito que no implica violencia — Se interrumpió. Parecía bastante incómodo — Espero que no te moleste, pero he discutido tu caso con mi tío.

 Por supuesto que le molestaba, pero no era mucho lo que podía hacer al respecto. Tenía plena conciencia de que se había convertido en el tema de conversación de sus amigos y sus respectivas familias.

—No hay cuidado.

 Él le sonrió agradecido.

 

 —De todas maneras en su opinión . que debe ser calificada porque trabaja para el Departamento de Libertad Condicional . Tendrían que haberte asignado a un hogar o centro comunitario. De hecho, estaba casi convencido de que conocía el lugar exacto. ¿Te has asegurado de que no cometieron un error contigo? No sería la primera vez que metieran la pata, ya lo sabes.

 

 — Oh, por el amor de Dios — interrumpió Jessica — ¿A qué tanta discusión? Después de todo, lo único que tendrás que hacer es vaciar orinales o cambiar algunas sábanas.

 

 Jacob meneó la cabeza.

 

 — Destinar a Bella a un sitio donde será testigo de cómo cierta gente espera la muerte es la estupidez más grande que podían haber hecho. Esa clase de cosas puede causar daños psicológicos.

 

 —Que tontería —contestó Jessica.

 

 — Ninguna tontería — insistió él —se necesita una capacitación especial para trabajar en un establecimiento como ese. Sé que es así. Mi otro tío es cura y siempre habla de lo desgastante que es trabajar con enfermos terminales— Miró a Bella — Los funcionarios del departamento deben haberse equivocado. De ninguna manera pueden enviarte a un lugar semejante. Imposible ¿Quieres que le pregunte a mi tío?

 Así se le ocurrió la gran idea. Tenía que existir un modo de zafarse de esa situación. Jacob

estaba en lo cierto. El trabajo en Lavender House podía acarrear consecuencias muy perjudiciales: agotamiento, depresión, insomnio, pérdida del apetito. Las posibilidades eran infinitas.

 

 — Es un gesto muy amable de tu parte, Jacob — contestó, obsequiándole la más calida de sus sonrisas— Tal vez sea una buena idea preguntarle. Por supuesto, si el Departamento de Libertad Condicional cometió un error me gustaría saberlo.

 

 Cuando sonó el timbre, los tres se encaminaron hacía el edificio. Bella sonrió para sus adentros mientras escuchaba a medias la charla de Jessica. ¿No era una suerte haber mantenido esa pequeña conversación con Jacob? De pronto, vio una pequeña luz de esperanza. Se marcharía de ese lugar aunque fuera la última cosa que hiciera en este mundo.

 Esa tarde se aseguró de tomar el autobús anterior. La dejó en la parada a las tres menos cinco. Miró la calle, tratando de decidir si le convenía entrar a trabajar media hora más temprano o tomar una Coca en el bar de la esquina. Pasó un grupo de chicos, que se detuvieron a pocos metros de la entrada del Hogar. No parecían muy sociables. Eso la decidió: salió corriendo hacia la esquina. Tal vez se hubieran ido para cuando llegara la hora de empezar su turno.

 

 Con gesto ceñudo, Bella empujó las pesadas puertas de vidrio y se encaminó directamente hacia el mostrador. Limpieza no faltaba, pero era lo único respetable de ese lugar. Los pisos estaban recubiertos de linóleo gris de alto tránsito, los bancos giratorios presentaban grietas en sus tapizados de cuero rojo y el mostrador gris, cromado, había sido nuevo en la época de Segunda Guerra Mundial. La muchacha se sentó en uno de los bancos, sacó su libro de Física y lo abrió. Podía aprovechar para adelantar la tarea.

 

 — ¿Qué vas a tomar? — Bella levantó la vista y se encontró con el bombón del autobús. Llevaba un delantal blanco atado a la cintura y, en la mano, un anotador y un lápiz. De cerca era mucho más lindo de lo que había imaginado. De ojos grises, cabellos oscuros y hombros muy anchos, sin duda arrancaría más de un suspiro femenino al pasar.

— Oh, una Coca, por favor.

 

 —¿Algo más? —Meneó la cabeza y soltó un suspiro de alivio. No la había reconocido como la idiota que no sabía que hacer para que se abriera la puerta del autobús, pensó, mientras lo miraba con el rabillo del ojo.

 

 — ¿Eres estudiante? —Le preguntó cuando le trajo la Coca al mostrador.

—Estoy en quinto año en Landsdale—Los latidos de su corazón se aceleraron. Qué hermosa voz tenía. De locutor.

—Oye, Nathan — vociferó un hombre desde el otro extremo de la barra, al tiempo que levantaba su taza—¿Nos sirves más café?

 El chico no volvió a dirigirle la palabra. Sin embargo, Bella advirtió que no dejaba de observarla cada vez que creía que ella no lo miraba. Fingió estar fascinada con su texto de Física.

 Quince minutos después, pagó su cuenta y se marchó. El grupo de muchachotes que se había reunido frente a Lavender House ya no estaba allí, pero de todas maneras Bella se apresuró a entrar. En ese barrio, lo mejor era no quedarse en la calle.  No bien cruzó la puerta, la señora Drake la hizo subir.

 

 — Hoy te presentaré a los pacientes — le dijo.

 Bella disminuyó la velocidad.

—A veces hacemos cosas por ellos —Continuó la mujer. Si en algún momento notó la vacilación de Bella, supo disimular. Cuando llegaron al descanso, se detuvo y esperó.

—¿Qué clase de cosas? —preguntó la chica, con tono aprensivo—Oh, Dios . pensó — no soy enfermera. No pretenderán que aplique inyecciones o ponga catéteres, ¿no? —  Pero no le habría llamado la atención un pedido semejante: hasta el momento no había visto pasar a nadie que remotamente se pareciera a un médico o una enfermera.

La directora sonrió de mala gana.

 

 —No te preocupes. No te pediremos que practiques una cirugía cerebral. A ciertos pacientes les gusta leer, y a otros, salir a dar un paseo, pero necesitan un poco de ayuda para hacerlo. Algunos, simplemente prefieren compañía. Es parte del trabajo de una voluntaria. Hacer un poco de todo. Una vez que hayas conocido a todos, podrás preparar las bandejas para la cena.

 

 — Oh —comentó Bella, y se encogió de hombros — de eso sí que puedo encargarme.

 

—Bien — dijo la señora Drake — Y antes de que me olvide, recuérdame que te presente a la señora Meeker. Es la enfermera que está de turno hoy. Se encara de suministrar los calmantes y las medicinas y hacer que nuestros paciente se sientan lo mejor posible.

 Bella asintió con la cabeza y luego miró por detrás de ella al oír un taconeo que subía por las escaleras. Una mujer de mediana edad, bastante robusta, con su negra cabellera convertida en una montaña, subía en dirección a ellas. Llevaba un traje de pantalón y chaqueta verde, muy ajustado, que ceñía con un cinturón color cereza, aros largos de piedras falsas y unos zapatos claros, de plástico, ajustados con una cinta elástica al talón; los tacos tendrían unos ocho centímetros de altura como mínimo.

—Polly — la llamó la directora — te presento a Bella Swan, la chica de quien te hablé— Bella, ella es Polly Dickson, la mejor de nuestras voluntarias.

—Es un placer conocerte —dijo la mujer, mientras le tendía la mano.

Gracias —contestó Bella. Tuvo que contener el impulso de no quedarse mirando el brillo dorado que decoraba las largas uñas granate de Polly —Para mí también es un gusto.

 

—Tengo que ir a una reunión. Agregó la señora Drake vPolly te pondrá al tanto de todo. .

Bajó las escaleras a prisa.

—¿Ya conociste a algún paciente? —preguntó la voluntaria.

 —No hasta ahora aprendí donde están todas las cosas y a preparar las bandejas con la cena.

—De acuerdo — Con una sonrisa la tomó del brazo. Vamos, empezaremos con el señor Kenworthy. Es muy amable—Avanzaron por el pasillo.

 

 De pronto, Bella sintió miedo. ¿Qué se le dice a alguien que se está muriendo? ¿Cómo ha que actuar? ¿Había que fingir que nada pasaba? 

Capítulo 2: Para morir

 


 


 
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