Alec nos condujo como a su rebaño hacia la habitación principal, donde una vampiresa con lentes de contacto azules, alta y con ropa excepcionalmente provocativa conducía a un grupo de humanos. Necesité de todas mis fuerzas para no lanzarme a la garganta de alguno de ellos, acomodé mis manos en los oídos e hice una mueca.
De repente la de los lentes de contacto, en un gruñido gutural se abalanzó hacia el primer humano que estuvo a su alcance. Verla alimentarse simplemente fue demasiado. Evelyn la imitó, sin esperar más motivaciones, y su amigo miró a Alec con miedo y con ansia notables, para después imitar a Eve.
Yo no soporte mirarlos y desvié la mirada, puede que estuviera loca, pero logré sentir cierto temblor en mis extremidades, aunque fuera imposible. Miré a Alec y el frunció el ceño, con un asentimiento.
Y entonces gruñí y me abalancé hacia un hombre de mediana edad, que gritaba fuertemente.
* * *
Cuando terminé con tres hombres más pude pensar de nuevo en lo que había hecho. Solté el último cuerpo y retrocedí tres pasos, aturdida.
Miré apilados los cuerpos de Evelyn, era cinco y aún no se veía con intenciones de acabar, y el otro muchacho ya le llevaba contados siete cuerpos, y aún no acababa tampoco.
Ya no se veían rastros de la chica que estaba ahí en un principio. Miré a la sombra. Él frunció el ceño, parecía confundido.
–Ya no puedo… –susurré asustada –por favor… déjame irme a mi casa.
–Ya estás satisfecha… ¿de verdad no necesitas más?
–No puedo… por favor, por favor… quiero irme…
–Vamos.
No contestó nada y simplemente me condujo al lugar donde estábamos hace un minuto.
Y de nuevo me sumergí en la oscuridad del momento, totalmente ajena a que tenía a mi verdugo en otra sala con mi hermana y otro tipo extraño.
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