Amor, rencor, ¿perdon? (+18)

Autor: fiofio
Género: Romance
Fecha Creación: 23/10/2011
Fecha Actualización: 22/01/2012
Finalizado: SI
Votos: 13
Comentarios: 59
Visitas: 149990
Capítulos: 44

¡¡¡FIC TERMINADO!!!

Esta historia relata la vida de Bella cuando se ve abandonada por el hombre que ama.

Les dejo el link de mi nueva historia por si alguien quiere derle una leidita

Perderlo todo: http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=2539

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Capítulo 19: Despedida

Luego de retirarse Lydia de mi habitación me levante y me dirigí al baño para asearme, lave mi rostro y arregle mi cabello. Fui al encuentro de Edward y mi hija, me los encontré en el salón mirando dibujos animados. En cuanto llegue a su lado Edward me dedico una sonrisa, pero en su rostro se notaba que estaba algo afectado por todo lo sucedido con Lydia.

-                     Te has divertido hoy cariño? –le pregunte a mi princesa una vez me senté a su lado y acariciaba sus rizos.

-                     Si mami, a Dalila le han regalado una nueva muñeca y hoy la llevo para mostrármela, es muy linda –Dalila es una de sus amigas del jardín-. Luego Ed me llevo a tomar un helado y al parque, ahí fue donde me dijo que se ira. –lo ultimo lo dijo triste. A Edward se le dibujo una mueca de tristeza en la cara.

-                     Ya lo hablamos princesa. –no quería que se lo haga mas difícil a su pobre padre.

-                     Porque no fuiste a buscarme tu mami? –pregunto cambiando de tema. Por lo general asi lo hacíamos y luego veníamos directo a casa donde nos esperaba Edward.

-                     Es porque hoy no fui a trabajar y le pedí a tu padre si podía ir a buscarte para yo poder dormir una siesta. –le explique.

-                     Estas enferma mami? –pregunto muy preocupada y se sentó en mi regazo.

-                     No mi amor, no tienes de que preocuparte, solo estaba un poco cansada. –la tranquilice haciéndole mimos, vi como Edward se reía de la conclusión de nuestra hija.

Seguimos mirando los dibujos y hablando trivialidades hasta la hora de la merienda, cuando le serví leche y galletas a Lydia y un par de cafés para Edward y para mi.

El resto del día paso muy rápido, preparamos la cena los tres juntos, Lydia le pidió a su padre que estas últimas dos noches durmiera con ella, el acepto encantado pero luego quedo indeciso ya que se suponía que las noches serian para nosotros, muy sutilmente le recordé que su hija era primero. Si estábamos destinados a estar juntos este tipo de sucesos solo serian una especie de prueba, trate de convencerme a mi misma.

Al otro día Lydia no fue a clases, ni yo a trabajar, hoy nos despediríamos de Edward, su vuelo salía a primera hora por lo que prácticamente no podríamos despedirnos, mi princesa se veía claramente afectada no quería alejarse de su padre por nada, todo lo quería hacer con el, me sentía tan mal por ella, aunque yo no estaba mucho mejor. Esa noche cenarían en casa Emmett y Tanya para despedirse de mi huésped, al otro día seria mi hermano quien lo llevara al aeropuerto ya que Edward había devuelto el auto esa tarde y yo me quedaría con Lydia, no nos pareció buena idea llevarla y tampoco la iba a dejar sola obviamente, aunque moría de ganas de ser yo quien lo acompañe.

La cena fue muy tranquila, mi hija, Edward y yo estábamos muy deprimidos, Emmett me miraba de forma extraña por mi reacción, cundo me encontró sola en la cocina me pregunto al respecto y lo único que fui capaz de contestar fue “puedo negarlo todo lo que quiera pero el nunca dejo de ser el hombre de mi vida, al más amo, al único que amo”, quedo mudo con mi respuesta hasta que pudo reaccionar y me sugirió “en ese caso pelea por el, no se si sienta lo mismo pero se nota que aun tiene sentimientos muy fuertes hacia ti”, me tire a los brazos de mi hermano, el es el único que me había apoyado desde siempre. Esa noche luego de que mi hermano y Tanya se fueron Lydia nos pidió dormir los tres juntos en mi cama, cosa que Edward y yo aceptamos gustosos.

A la mañana siguiente me desperté con la imagen mas hermosa de todas, mis dos amores durmiendo pacíficamente, me levante con el mayor de los cuidados ya que haría el desayuno para Edward, apenas eran las cuatro. Mientras preparaba el jugo sentí un par de brazos que rodeaban mi cintura.

-                     Buen día hermosa. –deposito un dulce beso en mi cello.

-                     Técnicamente aun no es de dia. –dije a modo de broma a la vez que relajaba todo mi cuerpo entre sus brazos.

-                     Muy chistosa –trato de hacerse en enojado pero se notaba que estaba fingiendo-. Que haces? –pregunto luego de regalarme otro beso y recordándome que debía de ponerme manos a la obra.

-                     Nuestro desayuno. –dije con tono de “no es obvio”.

-                     No debiste molestarte, podía haber comido cualquier casa en el avión, es mas tendrías que estar durmiendo. –me recrimino.

-                     Y perderme de mi ultima comida a tu lado? Ni soñarlo. –dije muy segura no dando lugar a discusión.

-                     Alguna vez te dije que eres hermosa? –su voz desbordaba ternura.

-                     Mmm… no lo recuerdo. –respondí haciéndome la pensativa.

-                     Eres hermosa. –dijo a mi oído en un susurro, un escalofrió de deseo recorrió todo mi cuerpo.

-                     Compórtate que nuestra hija puede despertase en cualquier momento y ni Freud podría hacerla superar el trauma si nos encuentra. –no debía de ser nada bueno para una niña de seis años encontrar a sus padres haciendo el amor en la cocina.

-                     Mis intenciones nunca fueron esas cariño. –aseguro haciéndose el inocente, pero su actuación fue pésima.

-                     Claro, vamos a desayunar Sr. buenas intenciones. –se rio de la forma en que lo llame y deshizo el abrazo, con el que aun me rodeaba, para ayudarme a llevar todo al desayunador.

Comimos en silencio, tomados de una mano, ninguno de las dos tenia ganas de separarse del otro pero tampoco dijimos nada. Una vez terminamos nos dirigimos a la habitación para que Edward pudiese darle un último beso a Lydia. En cuanto sus labios tocaron la frente de nuestra hija sus ojos se abrieron de forma automática.

-                     Ya te vas? –pregunto muy afligida.

-                     Si princesa, tu tio no demora en llegar y no puedo perder este vuelo. –vi como una lagrima escapaba de sus ojos.

-                     Te echare mucho de menos. –Lydia también había empezado a derramar lagrimas, hasta yo estaba llorando por lo conmovedora escena.

-                     Las llamare todos los días para que me cuentes de la escuela y me digas como se está portando tu mami, si se porta mal avísame y yo la regañare –dijo un poco mas bajo, a mi se me escapo una risita tonta-. Te prometo que pronto estaremos juntos de nuevo. –sello su promesa con un beso en la punta de su nariz. Lydia se tiro a sus brazos que la esperaban bien abiertos, luego de unos segundos ambos me miraron y abrieron sus brazos invitándome a participar de su muestra de cariño. Los tres lloramos en silencio hasta que escuchamos el timbre sonar.

-                     Yo voy. –me ofrecí para concederles un momento a solas, era obvio que se trataba de Emmett. Cuando abrí la puerta me encontré con mi hermano que estaba mas dormido que despierto.

-                     Hola Em, lamento que hayas tenido que madrugar tanto. –lo salude y deposite un beso en su mejilla.

-                     No hay problema Bells –me aseguro, me miro a los ojos un par de segundos-. Veo que las despedidas no vienen bien. –debía de tener la cara llena de lagrimas secas.

-                     Algo así, iré a avisarle a Edward que se tienen que ir, ahora esta despidiéndose de Lydia. –le explique y me encamine al pasillo que conducía a las habitaciones. Llegue a la habitación y me encontré a mis dos soles abrazados.

-                     Edward ya es hora. –avise ya que no habían notado mi presencia.

-                     Recuerda lo que te dije princesa. –dijo Edward a Lydia.

-                     Claro que si. –la afirmación de nuestra hija sonó como una promesa. El le dio un beso en la frente, uno en cada ojo y mejillas y por ultimo en la punta de la nariz.

-                     También recuerda que junto a tu mami son las personas mas importantes en mi vida y que las amo con toda mi alma. –dijo parándose de la cama. Salimos de la habitación tomados de la mano.

-                     Te extrañare mucho. –le confesé algo insegura.

-                     Yo también, no imaginas cuanto. –me aseguro abrazándome muy fuertemente.

-                     Debes irte. –le recordé, mis ojos volvieron a llenarse de lagrimas.

-                     Te prometí que me volvería a ganar tu corazón, recuerdas? –asentí- Esa es una promesa que pienso cumplir. Ustedes dos son mi vida ahora Bella, en adelante todo lo que haga será por ustedes, para darles la vida que se merecen. –me prometió.

-                     No tienes que ganarte algo que ya es tuyo –dije refiriéndome a mi corazón, que fue suyo desde siempre-, ni hacer nada por nosotras, con tenerte cerca nos basta. –le asegure. Me abrazo aun mas fuerte y estampo sus labios contra los mios.

-                     Te amo Isabella Swan, no lo dudes nunca. –y volvió a besarme.

-                     También te amo Edward Cullen y te prometo que pronto estaremos juntos, y esa es una promesa que también voy a cumplir. –dije y me abrace a el, en parte por la vergüenza que me ocasionaron mis palabras.

-                     Hasta pronto cariño. –dijo separándome un poco para mirarme a los ojos.

-                     Hasta pronto lindo. –esa era la forma en que nos llamábamos cuando novios, cariño y lindo, ambos reímos al revivirlo. Fuimos tomados de la mano al encuentro con mi hermano, cosa que no le paso desapercibida pero no hizo ningún comentario. Los acompañe hasta la puerta del auto.

-                     Avísame cuando llegues. –le pedí a Edward.

-                     Claro cariño –prometió y me dio el ultimo beso y subió al auto, cuando se pusieron en marcha me grito por la ventanilla-. Te estaré esperando hermosa! –me quede riendo como tonta hasta que los vi perderse en el horizonte. Entre a la casa con lagrimas en los ojos, fui al baño a enjuagarme la cara y luego al encuentro con mi hija. La encontré hecha una bolita en medio de la cama, me senté a su lado y de inmediato se tiro a mis brazos.

-                     Como te sientes princesa? –le pregunte aunque la respuesta era bastante obvia.

-                     Ya lo extraño mami. –dijo entre sollozos.

-                     Lo se amor, yo me siento igual –le confesé-. Te prometo que encontraremos la forma de que esto sea mas llevadero, pero por ahora lo único que podemos hacer es esperar.

Capítulo 18: Celos Capítulo 20: Planes

 
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