Crepúsculo del Amanecer

Autor: mili
Género: Romance
Fecha Creación: 09/02/2011
Fecha Actualización: 18/07/2011
Finalizado: SI
Votos: 10
Comentarios: 40
Visitas: 127647
Capítulos: 45

FIC TERMINADO

¿Puede uno darse cuenta de que nuestras decisiones tienen un por qué y una consecuencia? Siempre nos dejamos llevar por los impulsos, pero hay veces que eso lastima a quien más amamos, cuando eso pasa... que hacemos?

recomendado por LunaNuevaMeyer : 4puntos :D

Si se quieren pasar, les dejo el link de mi otro fic :D

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=1766&id_capitulo=18

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Capítulo 20: ¿Hielo o Fuego?

 

Cada día me sentía diferente, podía pasar de las nauseas a llegar a estar normal, del frío al calor. No podía hacerle entender a Edward que no estaba mala ni enojada con él, por mas que lo intentara terminaba fracasando, claro… mis fuertes dolores eran imposibles de negar, pero después de eso, tenía todo para estar agradecida a la vida.

Extrañaba mucho ver a mi mamá, tenía algunas dudas sobre el embarazo que me hubiese gustado discutirlas con ella pero apenas podía moverme en la casa sin que Edward se preocupe.

Aproveché un día en que él fue a comprar unas cosas para mí, y seguramente se internaría en alguna que otra juguetería para traer regalos, ya no sabía donde colocar tantos adornos y muebles, Edward estaba realmente entusiasmado con el bebé como yo, tenía una excusa para encontrarme con Alice, necesitaba saber que ocurría en verdad.

Llamé, no contestaba. ¿Me estaba esquivando? ¿No era que ella estaba de nuestro lado? Una angustia se apoderó de mí al clarificarse en mi mente la idea de que por mi culpa la familia Cullen se esté desintegrando en dos bandos, bandos donde no había ganadores ni tampoco empate.

Busqué unas galletitas saladas y me senté en el sofá a hacer zapping esperando la bendita respuesta de mi cuñada y, una de mis mejores amigas.

 

 

Bella, lo siento, lo siento, lo siento! Me tienen de pies y manos aquí, literalmente… “Glamour’s Shop”. No hay moros en la costa.

 

¿Iba o no iba? Ese lugar donde me citaba era el café del local de ropa de Alice, de seguro estaría inspeccionando como iba todo allí.

Me calcé un abrigo grueso por si acaso, y salí. Confiaba en que Edward se tardaría bastante, después de todo, hacía menos de unos diez minutos que se marchó.

La noche anterior había caído una lluvia en Forks, como de costumbre, y el viento asentaba más aun el clima nórdico de Norteamérica.

Alice me abrazó hablándole a mi panza… bueno al bebé.

Fue lindo entablar relación con alguien además de Edward, ya me estaba volviendo un poquito loca.

-Alice, ¿estará a salvo este secreto?-pregunté tomando asiento.

Se quitó su tapado rojo entallado al cuerpo, y luego sus guantes de seda.

-Eso espero… El que podría llegar a saberlo es Edward, pero como no tengo contacto con él fue por esto mismo.-pidió un café para mi, cierto… ellos no comen.-Wow… Bella, esa criaturita si que está creciendo…

Acaricie el pequeño bulto con deleite.

-Ya, bueno… Carlisle en verdad está apenado por el… este, incidente, y llama a Edward varias veces al día pero nada…

-No atiende a nadie, es que cuando estamos en casa, apaga el móvil. Lo siento Alice.

Sacudió su cabeza negando con un gesto.

-Y tú… ¿Qué tal te sientes?

Sorbí lo último de mi café lentamente.

-Pues… embarazada y culpable.

Le expliqué todo y comprendió un tanto triste. Era una situación compleja.

-Bueno, allá no es que hayan cambiado los aires, Esme está preocupada pero apoya a Carlisle, quien intenta averiguar alguna forma para que… ambos estén a salvo.-miró su reloj de mano favorito, el que le había regalado Jasper para su aniversario-Bella… se nos pasó volando el tiempo.

No quería que se vaya, pero era cierto. No había que dejar sospechas si queríamos mantener estos encuentros clandestinos.

-Te lo debía-aclaró depositando en mis manos color nieve una bolsita amarilla.-estuvo guardada en casa desde hace un tiempo.

¡Alice había tenido una visión! Lo sabía… ¡Y no me lo había dicho! Era el colmo…

Me tranquilizó diciendo que era por seguridad, era mejor confiar en ella.

Apenas llegué a casa, guardé en el pequeño roperito blanco el conjunto que me regaló Alice, un enterito a cuadros en verde y naranja. Ni siquiera una pista sobre el sexo del bebé. Alice… ella sabía que prefería mantener la sorpresa en vilo hasta el día del nacimiento, sea niño o niña, mientras esté sano.

Hacía frío, así que subí un poco la calefacción.

No sé como se las arregló Edward para cruzar la puerta con ambas manos llenas de bolsos enormes.

Levantó la mesa rápidamente, cocinó pasta lo cual me recordó a nuestra estadía en Verona… mientras yo subí las bolsas a la habitación de nuestro bebito.

El ya me esperaba acostado en la cama, era tan hermoso… fui al tocador para colocarme mi pijama nuevo (entre los quinientos regalos del bebé, había algunos para mi, como el camisón maternal celeste claro que me iba a poner).

Me envolvió en sus brazos y miramos una película. Me dolió mentirle sobre mi día, Nada importante amor, mensajes con las chicas…

Su piel estaba tan fría que me costaba mantener el contacto cercano. Mis dientes castañeaban, y dentro de mí sentía unos sacudones que me alteraron.

-¿Amor?

-Nos-sse-q-que-me… passs-sa.-tartamudeé.

Me llevó en brazos al baño, se movía como un loco, todo mecánicamente. Estábamos desesperados, y no, no llamaríamos a Carlisle, ya sabíamos cual era su “medicina”.

Preparó la tina, me metió en ella con cuidado. No quería, estaba temblando.

-Eddd-dwardd… No.

El me consolaba con lágrimas que no alcanzaban a brotar de sus ojos dorados. El dolor lo consumía.

-Tienes fiebre, amor. Lo siento… pero te sentirás mejor en un rato.

-El agua esta…. Hee-laaa-daa.

-Es que tu piel esta ardiendo amor, no pienses en ella. Deja tu mente en blanco, por favor… inténtalo.

¿Fuego? Si yo sentía solamente frío correr por mis venas… ¿Fuego o hielo? ¡Que alguien me explique que mi bebé estará bien! ¿Por qué mi voz se secaba y mi garganta pedía a gritos algo que no descifraba?

-No te vayassssss-musité viendo que se ponía en pie en dirección a la puerta.

Se sentó en el piso junto a mi, hablándome, cantándome, hacía lo que sea con tal de verme mejor, pero me era imposible olvidar el hielo que helaba mi piel punzando mi panza… por el bebé.

 

 

Capítulo 19: Lágrimas Rubí Capítulo 21: Pitufos

 
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