Así no la pasamos durante un largo tiempo observando la fiesta…Bueno, mi fiesta. El viento había aumentado a tal grado que ni mi temperatura me permitió no sentir frió –ya que no es muy fácil que me de frío, pero no soy tan fuerte en eso en comparación a Jacob-, así que MI lindo licántropo me tenía entre sus brazos. Él tenía su espalda y cabeza recargadas en el gran árbol, mientras que yo estaba en la misma posición solo que en lugar de estar mi espalda y cabeza recargadas en el árbol era contra su pecho –para eso él tenía sus piernas abiertas a los lados, para que yo cupiera en esa especie de cuna-. Me dio un ligero apretón entre sus brazos, que sentí acogedor. Coloqué mis manos lentamente alrededor de las suyas que me mantenían prisionera.
- “Te amo” –tenía cerrado mis ojos, manteniendo una gran sonrisa, y le mostré varios recuerdos de nosotros, y de lo bien que me sentía estando así. Le “mostraba” una y otra vez como imaginaba que nos veíamos en estos momentos.
- Yo también, Nessie. No sabes cuanto…-su voz se desvaneció en un susurro-. Eres lo único por lo cual daría mi vida, bueno, eso de “mi vida” dudo que este bien dicho. Ahora te pertenece.
- “¿O sea qué yo decido que hacer con tu vida?” –de momento soltó una risa de las que tanto amaba. Al parecer había captado el tono que emprendían mis pensamientos.
- Oh, por supuesto, pequeña traviesa –susurró en mi oído ahora con el mismo tono de mis pensamientos-. Usted manda. Es tu cumpleaños aún ¿Recuerdas?
- Consté, yo mando –hice precensiar mucho la palabra “yo”-. Y ¿Por qué no vamos a mi cuarto en la pequeña cabaña? –dije por fin sin necesitar de mi don.
- No creo que sea buena idea –dijo, y me hizo señas con los ojos para que siguiera su mirada. Señalaba con los ojos a todos en la..bueno, mi fiesta.
- “No importan…O…¿Acaso el lobo feroz sigue las reglas?” –me mordí el labio al finalizar de pensar eso.
- Eres imposible, Nessie –me dio un beso en la mejilla.
Fruncí el ceño.
- ¿Por qué esa carita? ¡No seas chantajistas! –me atajó
- “¿Es mi cumpleaños, no? Entonces tienes que hacer lo que yo quiera” –nuevamente hice presente en mis pensamientos la palabra; yo.
- De acuerdo –se rindió-. Pero ¿Qué pasará con los de abajo? Es tu cumpleaños, y también es tu fiesta ¿Recuerdas?
- ¡Oye, no uses mis frases en mi contra! –casi sonó como grito mi reclamación. Odiaba que siempre me hiciera lo mismo de usar las frases que yo decía a mi reverso.
- Estoy bromeando, hermosa –se rió-. Claro que no me tienes que rogar para que vayamos a tu cabaña.
Di una sonrisa de satisfacción. Se levantó, y me ayudo a mi también a pararme. Me tomo entre brazos, y solté una risita.
- Es que Edward estaba cerca escuchando nuestra conversación, y tus pensamientos –me aclaro en un susurro muy leve en mi oído.
- ¡Oh! –exclamé, antes de besarlo.
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