Narra Jake
Estaba quitándole la falda y se quedó con sus braguitas, me dio en ese momento en la situación que estábamos mucha vergüenza, pero ella estaba mal. Luego me tocó el corsé que llevaba y se quedó con el sujetador blanco.
Fui a buscar su pijama y lo encontré, ahora le puse la camiseta de tirantes y el pantalón.
Una vez cambiada le puse los paños y noté como caía en el sueño profundo.
Me acosté a su lado y me dormí.
Eran las tres de la mañana cuando me desperté y Alma estaba aun dormida, me levanté para cambiarle los paños.
Cogí el paño que tenía sobre la frente y me fui al lavabo para mojarlo. Una vez lo tuve regresé a la cama y se los puse.
Me volví a acostar y dormí hasta las seis de la mañana que le volví a cambiar los paños, y ahí ya no pude dormir. Me quedé despierto mirando a Alma. Eran tan guapa… tan solo pensar en ella sonreía, era tan feliz a su lado.
Al rato empezó a moverse y por fin se giró en mi dirección y abrió los ojos.
- Buenos días, princesa.
- Buenos días, mi lobito. –me sonrió.
Me incorporé para verla mejor – ¿Cómo estás? –y me volvió a sonreír.
- Gracias a ti, estoy bien. ¿Qué haría yo sin ti?
- Perderte. –nos reímos ambos.
- Pues eso… ¿Qué hora es?
Miré en mi reloj y ya eran las nueve de la mañana. ¿Cómo había pasado tan rápido las horas?
- Nueve, ¿tienes prisa?
- Que va, te digo lo que yo haría. Me quedaría aquí todo el día junto a ti, pero eso no es posible.
- ¿Por qué no? – le pregunté.
Se incorporó y se quitó el paño –Por que hoy mi tía Alice y yo nos tenemos que ir.
- ¿A dónde?
- A un sitio… -sonrió picadamente.
- ¿Puedo saberlo? –le pregunté y ella me negó.
- Que mala que eres.
- Lo sabía.
Se acercó a mí y nos dimos un beso.
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