Estoy confusa y temblorosa, ya estamos en casa y él no ha dicho ni echo nada desse que usó su mano conmigo de una manera... digamos que poco ortodoxa. No se como demonios reaccionar ni tampoco como decirle que independientemente de eso, ese ha sido el orgasmo más intenso de mi vida hasta ahora y que se lo debo a él.
Llaman a la puerta y Nico se baja de mi regazo, miro el despetador de letras luminosas y marcan las doce y media de la noche, justas. Nico araña la puerta y en pocos segundos entra Carlisle.
Su visión me droga, huele como deberían oler los ángeles, el hombre perfecto, me sonríe un poco y toma con una mano al gato que le ronronea cuando lo acaricia, Carlisle se sienta a mi lado, lleva una camiseta de tirantes blanca y un pantalón ancho de chándal color negro, de algodón, dejando ver el principio de su bajada marcada y escultural. Me mira fijamente y respiro hondo.
-¿Estás bien?-.
-Si- susurro y mi voz es un jodido murmullo- si- me aclaro la garganta e intento decirlo de nuevo- estoy bien-.
-Sabes que siempre puedes irte Jane-.
-No... la verdad es que me ha gustado-.
-Entonces me alegra porque fui leve-.
“LEVE”-.
-Soy mucho más intenso que solo unas palmaditas de advertencia-.
Y la palabra “palmaditas” suena de lo más erótica por su tono de voz, mierda, estoy perdida. No tengo el control de mi cuerpo, Nico se mueve por la cama inquieto como si supiese que está estorvando en este momento. El gato se baja de la cama y se mete en el baño, dándonos privacidad, me siento a horcajadas sobre sus caderas y él me está mirando. Yo me miro las manos inquieta y echo las cutículas de mis uñas hacia atrás primero un dedo y luego otro...
-¿Porque no querías que mirasen?-.
Su mirada se fija en la mía cuando levanto la cabeza para mirarle a él y está serio, sus labios juntos en una fina línea y hay una arruga en su frente.
-Creí que había quedado claro- respira hondo y pone sus manos en mis caderas, en ese momento hubiese dado lo que fuese por no llevar esos pantalones de franela grises- no sabes en el mundo de pervesión en el que estaba metido antes Jane, con mi esposa, no sabes que monstruo era, llegó a darme mucho asco, demasiado, había prácticas que hice de las que no me siento demasiado orgulloso, pero ahora tengo la oportunidad de escoger y tengo la oportunidad de darle a escoger a una virgen inocente, lo que quiere hacer ¿te hubiese gustado que mirasen?-.
Niego energéticamente y le sostengo la mirada.
-Entonces no te tienes porque preocupar, si algo no te gusta me lo puedes decir y lo adapataré a sus gustos, en cuanto a lo del sadomasoquismo, no puedo suprimirlo es mi estilo de vida y me gusta tal cual está-.
-Entonces lo acepto-.
-Bien...-.
Mete sus manos bajo el pantalón de franela y tira levemente de las tiras de mi tanga, me sonrojo y él sonríe sabiendo lo que hace.
-Estás muy sexy Jane, vestida como una cría de quince-.
-Pervertido- susurro-.
-No sabes cuanto- me susurra y jadeo en respuesta, cierro los ojos y trago saliva-.
Me besa en los labios, lentamente, cada roze es un avance entre nosotros y mis dedos de meten en su cabello, cierro los ojos y Carlisle es todo mío, pero no hace nada, solo me acaricia bajo el pantalón de pijama y cuando el beso se vuelve más enfurecido me tumba a su lado y me besa en la mejilla.
-Mañana tengo que ir a trabajar nena, y tu, tienes que estudiar-.
Asiento como una completa idiota.
-Buenas noches Jane- dice con la voz ligeramente ronca-.
-buenas noches- susurro-.
Se baja de la cama y Nico sale trotando, toma su lugar preferente justo a mi lado y se enrosa.
-Buenas noches nico- susurro-.
En realidad estoy cansada, ha sido una noche intensa.
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