Amor, rencor, ¿perdon? (+18)

Autor: fiofio
Género: Romance
Fecha Creación: 23/10/2011
Fecha Actualización: 22/01/2012
Finalizado: SI
Votos: 13
Comentarios: 59
Visitas: 150012
Capítulos: 44

¡¡¡FIC TERMINADO!!!

Esta historia relata la vida de Bella cuando se ve abandonada por el hombre que ama.

Les dejo el link de mi nueva historia por si alguien quiere derle una leidita

Perderlo todo: http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=2539

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Capítulo 18: Celos

No había pasado dos minutos desde que me había encerrado en mi habitación, debido a mi enfado con Edward, cuando sentí que llamaban a la puerta.

-                     Bella, que ha sucedido? Porque te has ido de esa forma? –se notaba la confusión en su voz.

-                     Nada, solo quiero ducharme. –dije tratando de que mi voz sonara natural, cosa que no me salió muy bien.

-                     Si hice algo que te molestara discúlpame. –me rogo. En realidad estaba comportándome de forma muy infantil, nosotros no éramos nada, yo no tenía derecho a reclamar nada, pero de todas formas los celos no me dejaban actuar de forma razonable. Necesitaba darme un baño para tratar de relajarme.

-                     Bella puedo entrar? –suplico más que preguntar.

-                     Me voy a bañar. –volví a repetir. Escuche como se movía el pestillo.

-                     Porque te has encerrado? –me di cuenta de que estaba empezando a enojarse.

-                     Costumbre. –mentí.

-                     Isabela Swan abres la puerta en este instante o la tiro abajo –era muy capaz de hacerlo, por lo que me di por vencida saque el seguro de la puerta, me encamine al guarda ropas, necesitaba una excusa para no mirarlo a la cara-. Que fue lo que hice mal? –pregunto en cuanto entro, se oía muy cerca de mi pero no quise comprobarlo.

-                     Nada es solo que quise darme una ducha antes de almorzar. –cruce mis dedos para que se creyera mi mentira.

-                     Nunca has sabido mentir. –me recordó.

-                     No quiero hablar del tema Edward. –era mejor tratar de evitarlo directamente antes que seguir inventando excusas patéticas.

-                     Pero yo quiero que hablemos. –sentí sus manos en mis hombros, intento girarme pero no se lo permití.

-                     En serio no tiene caso, son bobadas mías. –dije tratando de sonar segura.

-                     Con más razón, dime. –me sentía acorralada, no me quedaba de otra que darme por vencida.

-                     Me sentí celosa. –dije muy bajito.

-                     Celosa de qué? –su voz cambio a una mucho más tierna.

-                     Cuando dijiste que no me compartirías ni con una mujer se me ocurrió pensar en el número de mujeres con las que tú has estado. –le explique con la cara como un tomate a causa de la vergüenza.

-                     Lo lamento pero no puedo cambiar e pasado, es ciento que tuve sexo con muchas mujeres, pero solo quise e hice el amor con una –volvió a tratar de girarme y esta vez se lo permití, vio mi cara llena de lagrima, las cuales no sé en qué momento escaparon de mis ojos, me tomo en brazos y se condujo a la cama, se sentó conmigo en su regazo-. No estés triste Bella, te prometo, te juro, que tú has sido la única que ha tocado mi corazón. –se veía tan apenado que me sentí mal conmigo misma por hacerlo sufrir.

-                     No debes darme explicaciones. –le asegure y con el dorso de mi mano derecha saque todas las lagrimas de mis mejillas.

-                     Si no te doy explicaciones a ti que eras la mujer que amo, a quien se las daré? –me tense al instante, una cosa era que dijera que sentía cosas por mí, pero otra muy distinta escucharlo decir que me amaba.

-                     No juegues Edward. –dije reprendiéndolo.

-                     Te digo que te amo y esa es tu respuesta? –dijo incrédulo.

-                     No puedo creer que me ames, que puedo tener yo para que tu sientas eso por mí, soy una patética chica de 24 años con una hija. –me describí.

-                     Nunca, escúchame bien, nunca vuelvas a decir que eres patética, eres la persona más increíble que existe en este mundo, si tu no lo quieres reconocer haya tu, y respecto a la hija, eres la hermosa madre de mi hija, eso suma muchos puntos a tu favor –dijo lo ultimo con una sonrisa, yo lo mire con mis ojos entre cerrados-. No me mires así.

-                     No quiero ilusionarme Edward, tú te irás en dos días, si me hago falsas esperanzas ahora cuando tu no estés me sentiré mucho peor. –yo sabía que lo amaba pero no podía creer en sus palabras, ya estábamos demasiado creciditos como para tener una relación a distancia.

-                     Eso no tiene porque ser asi cariño –me aseguro acariciando mi mejilla-. Tu podrías irte una temporada a los ángeles y cuando mi clínica este en funcionamiento podríamos expandirnos a parís. –me ofreció.

-                     No lo se, estamos a mitad de curso, Lydia el año que viene empieza la escuela y yo tengo que encargarme de los negocios de mi familia, es complicado. –no podía dejar todo y salir corriendo, alejar a Lydia de su ambiente para llevarla a un lugar completamente desconocido, es cierto que seria para ir con su padre pero de todas formas sería extraño para ella.

-                     Bueno si tu no quieres es otra cosa. –dijo parándose y, por consiguiente, parándome a mi, comenzó a alejarse paro yo lo detuve tomándolo de su mano.

-                     No es que no quiera, todo lo contrario, es solo que no puedo dejar todo en dos días, tengo que preparar a Lydia, al menos hacer que termine el año, para que no sea un año perdido, tengo que hablarlo con ella ya que es un cambio muy drástico. –el podía ser el hombre que amo pero mi hija siempre es primero.

-                     Entonces no es porque no quieras ir conmigo? –pregunto como un nene pequeño que le pide a sus padres que se fijen si el cuco esta en el armario.

-                     Claro que no es eso tonto –lo abrace por la cintura, el rodeo mis hombros con sus brazos-. Es solo que intento hacer las cosas de la mejor forma para Lydia. –le asegure.

-                     Me siento un pésimo padre. –dijo muy avergonzado.

-                     No eres un pésimo padre, es solo que la paternidad te ha cogido por sorpresa, yo tengo años de práctica. –me sonrió a modo de agradecimiento por mis palabras.

-                     Gracias cariño –dijo y me beso en la comisura de los labios-. Ahora vamos a almorzar que ya no debe faltar mucho para que sea la hora de ir a buscar a Lydia. –dijo mientras entrelazaba sus dedos con los míos.

-                     Me harías el favor de ir tu a buscarla. –le pedí mientras nos dirigíamos a la cocina.

-                     Claro hermosa, tu tienes que salir? –pregunto extrañado.

-                     En realidad estaba pensando en dormir una horita, estoy muy cansada. –dije haciendo un puchero.

-                     Te perdono que me hagas ir solito solo porque de esa forma podrás recargar energías para esta noche. –dijo sonriendo pícaramente.

-                     Que haremos esta noche, jugar damas chinas? –le pregunte haciéndome la tonta. Me acorralo contra la pared del pasillo.

-                     Esta noche haremos lo que tu quieras hermosa, menos jugar damas chinas. –dijo con su vos endemoniadamente sexy.

-                     En ese caso esperare ansiosa a que llegue la noche. –dije tratando de adoptar un tono sensual.

Cuando llegamos a la cocina note que el rico almuerzo que había preparado Edward ya estaba frio, por lo que mientras el lo recalentaba yo me encargue de alistar la mesa, decidimos que comeríamos en el desayunador ya que éramos solo nosotros dos. Comimos entre risas y conversaciones triviales. Una vez terminamos Edward me ayudo a fregar, aunque yo me empeñe en debía hacerlo sola ya que el había cocinado, pero no hubo caso.

-                     Porque no contratas a alguien para que te ayude con las tareas domesticas? –pregunto mientras fregaba secaba el ultimo plato.

-                     Nunca me pareció necesario, somos solo nosotras dos, además me gusta hacerlo. –le explique.

-                     Eres la primera persona a la que le oigo decir que le gusta limpiar, ni Esme lo ha dicho nunca. –dijo entre incrédulo y burlón.

-                     Es una forma de sentirme útil, creo que no solo por tener dinero debo contratar gente que se encargue de todo, y mucho menos si se trata de tareas que soy perfectamente capaz de realizar. –no entendía a esas ricachonas que contrataban personas para que hagan todo por ellas, hasta para cuidar a sus propios hijos.

-                     Eres perfecta. –dijo Edward y estampo sus labios contra los míos.

-                     No exageres. –lo rete avergonzada.

-                     No lo hago, tu trabajas, cuida a nuestra hija y además te encargas de toda la casa, eres perfecta. –repitió aun mas seguro, me sentí todavía mas avergonzada a escucharlo enumerar mis actividades, a mi no me parecía gran cosa.

Cambie de tema rápidamente hablándole de trivialidades, luego es se fue a buscar a Lydia, me dijo que tal vez la llevara a tomar un helado, yo me fui a mi cama pero no podía conciliar el sueño, prendí la tv para ver si encontraba un programa aburrido que me haga dormirme, me termine entreteniendo con un documental de animales polares, hasta que en algún momento me quede dormida.

Unos gritos me despertaron.

-                     Mami! Mami! Despierta! –grito Lydia y segundos después escuche la puerta abrirse y ella saltar en la cama.

-                     Que pasa linda? –se me escapo un bostezo.

-                     Mi padre acaba de decirme que se ira en dos días, tu lo sabías? –pregunto sobresaltada.

-                     Me lo dijo hoy cariño –respondí mientras me enderezaba en la cama quedando sentada-. debe regresar a trabajar, hay muchas personas que necesitan su ayuda para ponerse bien. –ella me miraba muy concentrada mientras hablaba.

-                     Eso quiere decir que ya no lo veremos? –su voz se escuchaba triste.

-                     No mi amor, eso quiere decir que se regresara a los ángeles y que hablaremos con el todos los días pero que lo veremos poco. –le explique.

-                     Porque se tiene que ir? Que trabaje aquí. –dijo mi hija tratando de solucionarlo todo.

-                     No es tan fácil mi amor, pero te prometo que lo visitaremos en el verano. –dije tratando de convencerla.

-                     Yo no quiero esperar tanto tiempo. –esto era exactamente lo que yo quería evitar, que Lydia se encariñara con el y luego se pusiera triste por perderlo.

-                     Te prometo que en cuanto podamos iremos a verlo princesa, pero no podemos irnos en dos días, lo único que nos queda hacer es disfrutar de su compañía en estos dos días y luego brindarle todo nuestro apoyo, porque el también nos va a extrañar. –le explique.

-                     Esta bien mami, pero prométeme que lo veremos pronto. –me suplico.

-                     Lo iremos a  ver en cuanto podamos princesa, te lo prometo. –no era exactamente lo que ella me había pedido pero era lo mejor que le podía ofrecer.

-                     En ese caso me iire a jugar con Ed. –dijo muy contenta parándose de mi cama para salir corriendo de la habitación.

Se aproximaban días muy tristes, para ambas, pero tendría que ser fuerte, por mi hija.

Capítulo 17: Dejarse llevar Capítulo 19: Despedida

 
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