Crepúsculo del Amanecer

Autor: mili
Género: Romance
Fecha Creación: 09/02/2011
Fecha Actualización: 18/07/2011
Finalizado: SI
Votos: 10
Comentarios: 40
Visitas: 127627
Capítulos: 45

FIC TERMINADO

¿Puede uno darse cuenta de que nuestras decisiones tienen un por qué y una consecuencia? Siempre nos dejamos llevar por los impulsos, pero hay veces que eso lastima a quien más amamos, cuando eso pasa... que hacemos?

recomendado por LunaNuevaMeyer : 4puntos :D

Si se quieren pasar, les dejo el link de mi otro fic :D

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=1766&id_capitulo=18

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Capítulo 19: Lágrimas Rubí


                                                                         Big girls don't cry (Fergie) 


El sol estaba oculto bajo las oscuras tonalidades del atardecer, Año Nuevo… Sin festejos. Pero tenía a mi bebé y mi amor.


Debo decir que cuando estaba en marcha el Volvo de Edward, podría jurar que algo se movía dentro mio,  tal vez le gustaba la velocidad al bebé, cómo a su papá. Fantaseé con la idea, al menos así Edward me vería sonreír creyéndome de una vez por todas.

  -No sé cómo consigues estar de buenas, deberías odiarme…

Intenté calmarme, ya sabía cual era la forma… Respiré, esperé a que él se desahogara, sus ojos volvieron a la normalidad sin destilar nada de rencor o angustia.

  -Es que estoy feliz, tengo todo lo que quiero… No podría pedir más. Te tengo a ti… y ahora mi amor se multiplicó, también puedo tener a mi, nuestro… bebé.

  -Pero mi familia… Bella, de saber que ellos reaccionarían así… Te arruiné nuestro primer año nuevo juntos.

  -Pero tú no piensas como ellos, me apoyaste… aun sabiendo que tal vez tu familia tenga razón. Y no lo niegues, Alice tuvo una visión sobre esto, no lo dijo para no ilusionarme.

Adiviné. No quitó los ojos de la carretera.

  -Edward, ¿Dónde vamos?

  -A casa…-trató de sonreírme, de no conocerlo tan bien diría que fue genuina pero no era así-nuestra casa…

Callé por un momento, debía aclarar unas cosas… que yo sepa no teníamos casa propia, ni nada, nunca pensé que nos casaríamos en Italia, Verona… esos recuerdos… mis mejillas ardieron, ni mucho menos que seríamos papás tan… pronto.

  -Llegamos-me quitó de mis pensamientos demasiado rápido.

Una bonita casa de frente blanco de dos pisos estaba frente a mis ojos. El techo era de un color azul negro, un camino de adoquines acompañado de flores silvestres indicaban la puerta de color caoba barnizada. Era muy linda. Una de las únicas de la cuadra. O eso vi, porque como todo estaba a oscuras, de no ser por las luces de esta casa… nuestra casa…

  -¿Te gusta?

  -¿Desde cuando esto es nuesss…troo?-apenas lo dije, estaba realmente sorprendida.

Tomó mi mano llevándome al umbral, me alzó en brazos con mucho cuidado sin sacarme la vista de encima.

  -Solo por si acaso…-no podía verle pero su voz baja y dulce chocaba contra mi corazón-ya sabes… todo podía pasar.

  -Ya lo tenías planeado-deduje.

  -Vamos arriba, quiero que veas algo, con unos cambios…-abrí una puerta pequeña de cerezo-¿Además de leer mentes eres brujo ahora?

  -Iba a ser una habitación de huéspedes… pero puede ser la habitación de nuestro bebé-una de mis manos bajó a acariciar mi inexistente bulto-o si no… Nos mudamos a algo más acogedor, más para estas condiciones…

  -Edward… está perfecto, no me  quiero ir de aquí.

  -Te preparé la cena, digo… si no quieres ir a la casa de Reneé, pero aun estamos a tiempo.

No quería ir, mamá se daría cuenta de que algo andaba mal conmigo, esto era algo entre Edward y yo, no debíamos agobiar a los demás. Ya era suficiente. Mi estómago rugió contestando.

  -De verdad, lo siento Bella. No me gusta hacerte pasar por esto. Es injusto, estoy haciendo todo mal, un error tras otro.

Pudo dejar de lamentarse en la cena, pero no desaprovechó la oportunidad cuando le di ocasión. Incluyendo una caja de bombones y una torta helada… hasta jugamos por adelantado, comiendo una uva por cada deseo por cumplir augurando el nuevo comienzo, haciendo a nuestra manera la tradición española de comer una uva por cada campanada hasta dar las doce del reloj.

  -Si sigues así me voy a enfadar, cariño-murmuré abrazada a él en la cama matrimonial de nuestra habitación-en minutos será otro año, ¿nunca escuchaste el dicho Año nuevo, vida nueva?

  Resopló.

  -Déjame pedirte perdón.

Necesitaba que se calle, así que trabé mi boca con la suya. Su contacto erizó mi piel desde mi corazón hasta mi espalda.

  -¿Quieres verme enojada Edward?

No se rió. Le embarré la cara con un poco de helado de chocolate, claro… así tenía la excusa de limpiarle luego sus labios hermosos.

No se qué pasó, pero el helado terminó en la mesita de luz, y yo enredada con las sábanas color vainilla sobre el pecho de Edward. Sus manos recorrían todo mi cuerpo al igual que mis brazos alrededor de su cuello blanco invierno. Su aliento acariciaba mi cuello haciéndome estremecer.

De golpe, sin pensarlo, me aparté de él muy rápido, me abollé retorciéndome entre las almohadas rojo borgoña. 

  -Bella… ¿Qué tienes?-me urgió acercándose a mi.

No podía hablar, casi no lo escuchaba, me dolía demasiado la panza, unas punzadas iban y venían haciéndome imposible estar derecha.

Tenía frío, mucho frío y la piel de Edward era helada, me hacía peor.

  -Necesi-to ir al ba-ño-grazné con la voz seca.

Edward me cargó en brazos, el baño estaba a unos pasos de la cama, caminó lo más rápido que pudo con cautela, cada sacudida que daba empeoraban lo que sea que me estaba pasando.

  -Vete afuera.

Hizo caso omiso a mi pedido, estuvo sentado a mi lado cuando apenas podía permanecer sentada en el suelo frío de cerámicas blancas del tocador.

Sus ojos estaban desencajados de la pena y agonía. Estaba tan asustado como yo. Que no sea nada con el bebé-imploré.

Comencé a toser violentamente, Edward sostuvo mi rostro apartándome el pelo para que pueda respirar. Cerré los ojos, estaba avergonzada y asqueada.

  -¡Bella!-gritó Edward cuando levanté la vista.

Refregué el dorso de mi mano sobre mi boca.

No puede ser… ¿Qué tengo? De mis ojos manaban lágrimas una tras otra sin cesar. Miré mi mano roja, había vomitado sangre.

Edward me alzó llevándome a la cama, no sin antes lavarme el rostro y mojarme con agua tibia. No me odiaba ni se sentía repugnado sobre lo que vio de mi.

  -¿Qué tengo cariño?-inquirí triste recostándome en su pecho.

Edward apagó el celular que sonaba, quizás ya eran las 00:00 del nuevo día, el nuevo año…

  -No lo sé-estaba demasiado triste, sus ojos brillaban de pena. Besó mi frente deslizando sus dedos por mis lágrimas. Quiso bajar sus labios a los míos pero yo no le dejé.

  -Soy un asco Edward, no me beses.

Su boca estuvo encima de la mía llena de dulzura buscando su propio camino, no pude negarme y saboreé la sal de mi llanto.

  -Llama a Carlisle, el debe de saber esto-sugerí.

  -Sólo por ti. Y por el bebé. No dejaré que les pase nada.

Justo cuando estaba calmándose, me puse en pie para levantar unos acolchados, el mareo volvió y no llegué al baño. Una gran mancha color vino esparcida contra el piso blanco dejaba sus huellas. Caí apoyándome en la palma de mis manos.

  -Es-toy-bi…en-tartamudeé.

Edward palideció queriendo llorando sin derramar gotas de sus ojos.

 

Capítulo 18: you and me Capítulo 20: ¿Hielo o Fuego?

 
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