Disclaimer: Los personajes de la saga Crepúsculo son propiedad de Stephenie Meyer y su casa editorial.
Historia original, queda prohibida su adaptación, distribución y copia parcial o total.
Te sabes unos trucos realmente malvados
Y necesitas algo de disciplina
Pero últimamente te has esforzado en realidad
Para darme lo mejor de ti
Eres realmente adorable
Quieres amarme
Soy realmente afortunada
Has gastado todos tus cupones
Y lo único que te queda soy yo
Y de alguna forma estoy llena de clemencia
Creo que estaba destinado a ser
– ¿Cómo lo supiste? – agregué un tanto molesta.
– Un día lo vi en un restaurante, pero él no se dio cuenta.
– ¿Por qué no me lo dijiste cuando te lo pregunté?
– Porque no sabía si ibas a creerme, no quería parecer intrigante.
– ¿Qué clase de excusa es esa? – dije exasperada – yo pensando que no querías que me tocara porque estabas celoso y resulta que sólo era porque sabías que se estaba acostando con otra.
– Por supuesto que estaba celoso y mucho más sabiendo lo que él te ocultaba.
– ¿Mira quién habla de ocultar cosas?, primero lo del auto y ahora esto, ¿cómo me pides que confié en ti si haces cosas que no son para ganarse mi confianza?, ¿en qué más me has mentido?, aparte de esto y de decirme que te irías a un viaje de negocios cuando en realidad te fuiste a descansar a Las Vegas, ¿en serio Jennifer es sólo tu amiga?, ¿o es igual de buena para mentir que tú?, ¿qué clase de relación retorcida mantienen?
– ¿Cómo puedes decirme eso Bella?, por supuesto que Jennifer sólo es mi amiga y si no nos crees pregúntale a Alice.
– Ahora el ofendido eres tú, ¿no?, ya parece que tu hermana va a saber lo que en realidad hay entre ustedes, ¡por favor!
– Es que estás llevando esto al extremo, ¿ok?, sí te oculte lo de Jacob, porque sé el cariño que le tienes y no quería lastimarte, Bella, tuve más de una ocasión para gritártelo, estuve a punto de hacerlo cuando los vi en la cocina besándose, pero a pesar de mi rabia y de mis celos no iba a ser yo quien te quitara la venda, no iba a tener un enfrentamiento con él frente a ti porque sabía que te dolería, no iba a ponerte entre la espada y la pared, no soy así Bella, estaba seguro que algún día te enterarías.
– Que sobreprotector resultaste – exclamé cruzándome de brazos.
– Pues sí, así soy y si te engañe en lo del auto fue para estar más tiempo contigo a solas, sin que ellos estuvieran cerca y lo del viaje de negocios no fue del todo mentira, si fui a Las Vegas fue porque sabía que irías con Jacob, quería tenerte cerca y quería ver cómo era tu relación con él.
– ¿O sea que todo lo hiciste premeditado?, eres increíble y yo soy una tonta por seguir con esto – dije molesta y cerré la ventanita y la sesión del Messenger.
Me llevé las manos a la cara, ¿qué clase de hombre era en realidad Edward Cullen y qué era lo que verdaderamente quería de mí?, yo enamorada de él como idiota y él con sus jueguitos tontos. En eso, sonó mi celular y vi que era número restringido, no quise discutir más con él y lo apagué, necesitaba pensar y analizar lo que iba a hacer, confiar en él, que fácil se dice, ¿cómo iba a hacerlo con esas actitudes?
Al otro día que llegué a la oficina tenía una página completa de mails de él, en el asunto decían perdóname y léelo por favor, pero no quise hacerlo, no estaba dispuesta a iniciar una relación a base de mentiras, si con Jacob todo había empezado bien y como había terminado, ¿qué podría esperar de una relación que desde el principio había mentiras y engaños? No quise pensar en el asunto y me concentré al máximo en el trabajo, tenía miles de cosas que hacer y apenas iban a iniciar la búsqueda de la persona que reemplazaría a Audrey.
Al día siguiente seguía igual, metida en el trabajo, ni siquiera salí a almorzar, lo bueno es que ya habían entrevistado a una chica, ojalá la contrataran. Estaba concentrada en la computadora haciéndole cambios a un logotipo cuando tocaron mi puerta, al voltear vi que había un enorme oso de peluche blanco con una carta entre sus brazos, me levanté de la silla curiosa, el sobre decía, “Léeme por favor”, una sonrisa escapó de mis labios, tomé el sobre y lo abrí.
“Tienes razón en pensar esas cosas de mí, no puedo pedir tu confianza cuando soy el primero que la traiciona, pero no tienes idea de lo que siento por ti, es mucho más fuerte que yo y me asusta, porque aun sin conocerte demasiado te has metido hondo en mi corazón y no sé qué sería de mí si tú no sintieras lo mismo, Bella, hace mucho que rompí la tercera regla, incluso antes que las otras dos, eres lo más importante para mí y estoy dispuesto a hacer lo que sea con tal de demostrártelo.
Tuyo por siempre
Edward Cullen”
Me quedé estática al leer la nota, ¿qué era lo que estaba tratando de decirme?, ¿qué él también estaba enamorado de mí como yo de él?
– Perdóname por favor, nunca fue mi intensión herirte, pero cuando se trata de ti pierdo la perspectiva de todo, no puedo pensar coherentemente, se me ocurren las más extrañas locuras, por eso estoy aquí, no me importó faltar a la junta de socios con tal de venir a aclarar las cosas contigo – dijo en el umbral de la puerta.
Yo estaba completamente emocionada, entre el oso, las palabras de la carta, lo que acababa de decirme de su propia boca y el gesto de haber volado sólo para arreglar las cosas, no podía hablar, pero entonces, la parte cruel de mi ser salió a flote, quería ver qué tanto más estaba dispuesto a decir o hacer con tal de que lo perdonara.
– Por mí puedes regresarte a tu junta – le di la espalda antes de que la sonrisa sádica se me escapara de la cara y se acabara mi actuación, porque lo que en realidad quería hacer era echarme en sus brazos y besarlo – yo también tengo mucho trabajo.
– No me digas eso Bella, por favor, si tú no me perdonas lo demás ya no importa –me abrazó por detrás y cerré los ojos al sentir su cuerpo pegado al mío, percibí los latidos acelerados de su corazón y su perfume me envolvió por completo – ya perdóname, ¿sí corazón? – susurró en mi oído, sabía bien como desarmarme.
– ¿No más mentiras ni engaños? – dije con un hilo de voz.
– Te lo prometo.
Me volteé y nos besamos frenéticamente, parecía que teníamos meses separados, nuestras bocas se devoraban sedientas del elixir que emanaba de ambos, sus manos viajaban por mi espalda y yo lo tenía sujetado por el cuello apretándoselo con las yemas de mis dedos, mientras sentía como mi cuerpo se excitaba por completo. De pronto, se escuchó que tosían y nos separamos de inmediato, era Scott y deseé que la tierra me tragara, con pánico lo miré, la expresión en su rostro era seria.
– Buenas tardes – dijo en tono firme.
– Buenas tardes, Edward Cullen – respondió extendiéndole la mano ya que yo estaba en shock sin poder hablar.
– Sí te recuerdo, eres el hermano de Alice, ¿no? – exclamó estrechándole la mano.
– El mismo, perdón por lo que acabas de presenciar… – comenzó a explicar.
– No necesito detalles – interrumpió – mañana hablamos Bella, voy a ver a un cliente – añadió mirándome y sólo pude asentir con la cabeza – gusto en verte Edward, dale saludos de mi parte a Alice, por favor.
– Claro, con gusto, hasta luego.
Y se fue, yo sentí que estaba a punto de desmayarme, si había despedido a Audrey por el escándalo en un centro comercial, ¿que podía esperar yo si me había pillado en mi oficina en un acto poco decoroso? Vi que Edward se asomó y luego de unos segundos volvió a entrar y cerró la puerta, supuse que lo vio entrar al ascensor, yo seguía paralizada y él hizo a un lado al oso y luego se paró frente a mí.
– ¿En qué estábamos? – dijo sonriéndome mientras me abrazaba.
– Edward, basta por favor, puede regresar, además todavía hay otras personas trabajando – repliqué poniendo mis manos sobre su pecho.
– Tú lo has dicho, trabajando y no creo que tu jefe regrese – me dio unos besos en el cuello – además tú y yo no hemos terminado de reconciliarnos y no puedo esperar – agregó apretando mis nalgas con sus manos.
– Tengo que terminar unos pendientes – respondí acariciando su pecho.
– Este es el más importante, todo lo demás puede esperar.
Volvimos a besarnos desesperadamente, la interrupción hizo que las ansias aumentaran. Me hizo caminar mientras nuestras bocas seguían unidas y yo desabrochaba presurosa los botones de su camisa, sentí que mi espalda chocaba con la puerta, entonces comencé a besar su torso en tanto él deslizaba sus manos por debajo de la falda para quitar mi ropa interior, yo desabroché velozmente su cinturón y su pantalón, deseosa de sentirlo ya dentro.
Levanté los pies para deshacerme por completo de la prenda que estorbaba y él subió la falda casi hasta la cintura, me tomó de las nalgas para que lo rodeara con mis piernas y entró en mí, me mordí el labio para que el grito no se me escapara y apreté sus hombros, él comenzó a moverse con rapidez, era demasiado intenso el deseo como para hacerlo lento, sentía mi cuerpo arder en cada movimiento, lo sujetaba fuertemente de la espalda mientras me perdía en el inmenso placer que estaba sintiendo. Buscó mi boca y me besó ansiosamente, después de unos instantes rompió el beso, pero nuestros labios permanecieron unidos y sentimos como ambos llegábamos al orgasmo exhalando el uno en el otro mientras yo lo apretaba de la espalda, volvió a besarme saliendo de mí y yo bajé mis piernas.
– Esto sí es una muy grata reconciliación completa, voy a hacerte enojar más seguido – dijo mirándome a los ojos con mi rostro entre sus manos.
– No te acostumbres, quizá la próxima vez no corras con tanta suerte.
– Te quiero Bella, te quiero – dijo en mis labios desarmándome completamente.
– Yo también te quiero Edward – respondí con voz apenas audible sin quitarle mi vista de sus ojos y volvimos a besarnos.
Después nos abrazamos con fuerza sin decir nada, pero yo tenía la sonrisa estúpida tatuada en mi cara, no sólo habíamos hecho el amor, porque en esta ocasión así había sido, no sólo sexo, me había dicho que me quería y mi corazón no podía sentirse más dichoso, pero de pronto, un detalle cruzó por mi mente y me separé para mirarlo, él notó mi confusión y también me miró desconcertado.
– ¿Qué sucede corazón?
– Edward – pasé saliva – tú no… esta vez no usaste protección.
– Ya no tengo porque hacerlo, las cosas han cambiado, nos queremos, ya no es necesario – respondió frotando su nariz en la mía.
– Pero… – no pude completar la frase, esa idea me aterraba sólo de pensarla.
– ¿Existe algún riesgo? – preguntó separándose un poco para verme a los ojos.
– No, hoy no – dije no muy segura, necesitaba hacer bien las cuentas.
– Ya quita esa cara, si te tranquiliza seguiré usando, ¿ok?
– Ok, sólo cuando haya riesgo – respondí sonriéndole mientras pensaba en que tenía que buscar algún método anticonceptivo para mí.
– Lo que tú digas corazón, yo haré lo que tú me pidas – me dio otro corto beso en los labios y luego me abrazó de nuevo.
– Bueno, por el momento dejarme trabajar, tengo que terminar unos asuntos urgentes, no puedo irme hasta que los acabe – dije separándome.
– Bien, me quedaré contigo, al fin que todo mundo piensa que sigo en Europa – respondió mientras se arreglaba la ropa.
– ¿En serio no tendrás problemas por venir así de improviso? – pregunté en tanto me colocaba mi ropa interior y acomodaba mi falda.
– No, pero tengo que reportarme.
– ¿Cuando regresarás? – pregunté casi con pánico, ahora lo extrañaría mucho más.
– Pasado mañana, quería quedarme hasta el domingo, pero me es imposible, el viernes tengo una cena a la que no puedo faltar, es el cumpleaños de uno de los socios y podrá disculparme el que no haya ido a la junta, pero no el que falte a su festejo y también Alice irá a visitarme porque habrá una pequeña boutique en el hotel y quiere ver el espacio, llega el sábado por la tarde.
– No te preocupes, yo entiendo que tienes una vida y muchos asuntos que atender – dije caminando para sentarme en mi silla.
– Bella, yo no te voy a dejar sola, ¿ok? – exclamó tomándome de un brazo para que volteara – siempre he sabido administrar mi tiempo y debes creerme cuando te digo que nada es más importante que tú – añadió entrelazando ambas manos con las mías – nunca, grábatelo bien, nunca mis negocios han estado por encima de las personas que quiero, tengo todo planeado y organizado para poder pasar el fin de semana entero en Miami para la boda de Alice, a la que tú me vas a acompañar, por cierto.
– Aún no sé si pueda – dije en tono juguetón.
– Pues, si no puedes te secuestro, pero de que irás a esa boda conmigo, irás – respondió pegando su frente a la mía.
– Está bien, pero ya déjame trabajar o nunca saldremos de esta oficina.
– Yo no tendría ningún inconveniente en quedarme aquí contigo encerrado.
– Ya basta Edward, en serio.
Me dio otro pequeño beso en los labios y nos soltamos, me hizo la silla hacia atrás para que me sentara, como todo un caballero, y seguí trabajando en la computadora. Él se sentó frente a mí y sacó su blackberry. Hizo un par de llamadas mientras yo seguía trabajando con el logotipo, después vi que escribía y escribía en el aparato. Cuando terminó con sus asuntos, movió la silla para sentarse a mi lado, le expliqué un poco lo que estaba haciendo, luego respondí unos mails y terminé un par de pendientes más. Y finalmente como a las ocho salimos de la oficina, cargo al oso y después tomo su pequeña mochila que había dejado en recepción, mientras yo me reía divertida, saqué mi celular y le tomé una foto con el oso en las manos.
– ¿Podemos ir a tu departamento corazón?, ahora Jennifer está en el mío y no quiero que nadie sepa que estoy aquí – dijo al salir del edificio.
– No lo sé, podrías quedarte en alguna suite del Hotel Rose Imperial.
– Por supuesto, siempre y cuando tú te quedes conmigo, recuerda que vine única y exclusivamente para estar contigo.
– Claro que te puedes quedar en mi departamento – respondí sonriendo.
Le hice la parada a un taxi y subimos los tres, porque al oso lo pusimos en el asiento de adelante, al lado del conductor que nos miro extrañado, le sonreímos y subimos a la parte trasera, íbamos abrazados sin decir nada, escuchábamos la música de fondo que traía el taxista.
Al cabo de unos veinte minutos llegamos a mi departamento, Edward volvió a cargar el oso y yo volví a reírme, se veía tan lindo, entramos y le indiqué donde estaba mi habitación para que lo dejara ahí en tanto yo entraba a la cocina a ver que había para cenar, pero no tenía nada digno y se lo dije, entonces propuso pedir una pizza y se sentó en el sillón mientras le servía un vaso de agua. Se lo llevé y me jaló para que me sentara en sus piernas, me quejé porque no alcanzaba el teléfono y me lo pasó, pedí una pizza de peperoni mientras él me besaba el hombro, yo le recriminaba con la mirada, pero él seguía y se reía por mis expresiones.
– Listo, en media hora llega – dije entregándole el teléfono de vuelta.
– Bien, tiempo suficiente– exclamó acostándome en el sillón y se colocó encima de mí.
– Eres insaciable Edward, ¿te tomas algo? – exclamé acariciando su cabello.
– Tú eres mi mejor estimulante y esta noche lo único que quiero es hacerte feliz, amarte como mereces – respondió para luego besarme apasionadamente mientras sus manos se deslizaban por mi cuerpo.
Fragmento de la canción: Underneath it all.
Intérprete: No doubt.
Traducción: Anne Hilldweller.
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