Estoy algo nerviosa y no se porque, es como si hubiese escuchado algo indebido y no se exactamente de que se trata. Carlisle parece encolerizado cuando subimos al coche y le tiemblan las manos y se le marcan las venas de las mismas cuando sujeta los lados del volante y pone rumbo a casa.
Sigo nerviosa y miro a la ciudad que se abre paso ante nosotros, endurece su mirada hacia la carretera.
-No puedo creerlo- sisea-.
-No... no entiendo-.
-Básicamente querían mirar mientras...-.
Me enrrojezco y me tapo la cara, Dios que vergüenza.
-Y nadie tiene derecho a ver eso-.
-¿Pero tu... lo has echo antes?-.
Esa jodida pregunta sale de mi boca disparada como un revolver recién cargado y sostengo la respiración para mirarle. Sigue mirando al frente y sus nudillos están blancos por lo fuerte que sujeta el volante.
-Si- sisea como una jodida serpiente y vierra sus ojos por na fracción de segundo- antes-.
-¿Y ahora no?-.
Da un frenazo y esucho chirrear las ruedas del coche, me mira fijamente, estamos en plena carretera.
-No puedes parar aquí- susurro, estoy asustada, me tiemblan las piernas-.
Vuelve a arrancar el coche pero cambia su rumbo ahora mismo entra en un parquing y se detiene allí mismo. Me mira fijamente de nuevo y aprieta su mandíbula.
-Ahora no- sisea y me sujeta de las caderas-.
Intento quedarme quieta pero todo ocurre muy rápido, sube la tela de mi vestido y me pone boca abajo sobre sus rodillas, mi cara está sobre el asiento en el que estaba sentado y mis piernas flexionadas sobre las suyas. Rasga mi ropa interior y jadeo involuntariamente. Aleja su mano y me pega en el trasero, un grito ahogado sale de mi y los ojos se me llenan de lágrimas, el siguiente golpe con su la palma de su mano es más fuerte, cierro los ojos y lloro desconsoladamente, no me hace demasiado daño es más la humillación que otra cosa, en mi vida me habían echo algo así, y me siento tan avergonzada. Me tiembla el labio inferior y me sujeto al asiento con las manos.
Continúa con la palma de su mano y me golpea el trasero hasta que se cansa y cuando el picor y el escozor cesa, desliza sus dedos por donde antes me ha golpeado y se siente... agradable.
“Deberías estar muy enfadada no complacida”-.
Me sienta sobre sus piernas y sigue serio, callado y la palma de su mano está roja, noto más sensible la piel de mi trasero cuando la tela de su pantalón de traje me roza, pica y escuece, hago un gesto de dolor y él me sigue mirando fijamente.
-Eras virgen Jane-.
Asiento despacio como si tuviese que convencerle de sus propios pensamientos.
-Y eres mía, nadie tiene derecho a mirarte-.
Jadeo un poco y le miro fijamente, sus labios están ligeramente separados y me besa de una manera brutal, demasiado brusca y jodidamente placentera, me derrito por dentro y noto esa parte tan mía entre mis piernas escurrirse, la mano de Carlisle acaricia mi pierna y su poca incesante busca la mía, ese beso abrasa, quema y me encanta. Sus dedos me rozan y se meten en mi con brusquedad y gimo alto, estoy muy lejos de una experiencia simple terrenal, estoy en el séptimo cielo y allí mi dios es Carlilse, no hay otro.
Mueve sus dedos expertos, gruesos y anchos dentro y fuera de mi, mi pelvis marca un ritmo al compás de sus dedos queriendo mucho más de él, su pantalón se aprieta y su enorme erección está atrapada en ella.
-Aquí no- mira un poco a amobos lados y es que cualquiera puede venir y vernos en este jodido mimento-.
Asiento y muerdo mi labio intentando reprimir un grito ahogado, sus dedos se mueven más raípido y su lengua busca la mía acariciándola de una manera sin precedentes, me sujeto a las solapas de su camisa.
-¡Carlisle!- Grito su nombre y echo mi cabeza hacia atrás corriéndome bajo el calor de sus dedos-.
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