Por primera vez desde el tiempo en que nos conocimos, Edward disminuyó la velocidad en el Volvo.
Lo noté un poco apagado de sí, aferrando mi mano mientras que la otra permanecía en el volante. De vez en cuando, nuestras miradas se fundían sin querer desprenderse, eran momentos fugaces pero intensos.
Mis ojos bajaron hacia mi pancita, fue como si algo se moviera dentro, casi imperceptible pero estaba allí.
-Edward, ¿escuchas eso?-pregunté cuando él me apretaba contra su costado.
and it's you and me and all of the people and I don't know why I can't keep my eyes off of you
-Nuestra canción-recordó besando mi frente-una de ellas…
all of the things that I want to say just aren't coming out right I'm tripping inwards you got my head spinning I don't know where to go from here
-¡Qué raro que la pasen en la radio!-pensé-Hey… mira amor, helados…
-¿Cuál quieres?- miramos el congelador del súper-Mmm… ¿Chocolate granizado?
Adivinó.
Pudimos comprar todas las cosas que quería mamá, incluyendo algunas de último momento como bombones de chocolate y caramelos… no me pude resistir.
Quería pasar a saludar a Carlisle y Esme, y agradecer a Emmett por el viaje.
A Edward le encantó la idea. Me advirtió que Alice tenía algo en mente.
Todo estaba como cuando nos fuimos, Alice haciendo arreglos florales, Jasper con Carlisle en el garaje, Esme nos recibió.
-¡Bella!-me abrazó. Edward no se desprendió de mí.
No se si era cosa del embarazo o qué pero estaba mas sensorial, las flores olían bonito, la madera, el aroma que se avecinaba desde la puerta…
-¿y Emmett?
-Salió de caza con Rose, deberían de estar por llegar.
Apareció Alice, y me puso una florcita chiquita detrás de la oreja.
-Para ser precisos, en dos minutos están aquí-avisó.-Espero que le guste la flor a mi sobri… ¡Ups!
-¡Alice!-Jasper estuvo justo detrás de ella tapándole la boca.
-¿Muchachos?
Alice estaba por reventar si nadie hablaba. Saltaba impaciente.
-Vamos a ser papás-dijo orgulloso Edward.
Acarició mi panza a manera de que no queden dudas.
-Pues… No se qué decir…-vaciló Esme.
Temí, no estaba contenta.
Alice hizo señas a Edward para que se acerque a su lado. Sin preguntar, me llevó con él.
-Yo voy… por Carlisle…-fue Jasper.
Meneaba la cabeza, ¿acaso esto estaba mal?
-Fee-li-ci-da-desss….-alcanzó a decir Esme por fin.
Silencios.
Se abrió la puerta, eran Emmett y Rose.
Caminaban con una gracia, como modelos en la pasarela.
Emmett me alzó de una manera bruta. Me dolieron los músculos pero no dije nada.
Edward gruñó.
-Bájala ya mismo.
Rose miró como mis manos estaban amoldadas a mi abdomen. Ella lo comprendió.
-No puede ser-apartó de un sopetón a su esposo y tocaba con deseo mi panza. Me asustó.
-Bella, debemos irnos amor.
Mis ojos pedían una explicación razonable.
-No puedo creer que nos hagan esto-dijo Edward con el semblante duro-son mi familia…
Comencé a llorar deliberadamente, estaba apoyada sobre el hombro de Edward, él manejaba despacio.
-Dime que fue todo eso…
Estacionó en una plaza, no bajamos de todos modos. El viento en mi cara era tranquilizador.
-Esme no se decide, no sabe qué pensar, desea estar feliz por nosotros pero sabe que esto tiene sus consecuencias.
-¿Y Rose?
-Quiere nuestro hijo.
Trabé mis manos en torno a donde estaba mi bebé.
-No lo permitiré, tranquila. Alice y Jasper están de nuestro lado.
Todo esto no estaba pasando.
-¿y Carlisle?
-Es el primero que….-cerró sus ojos-ya sabes, Jasper fue a detenerlo…
-Pero… no entiendo… ¿Qué va mal?
-No sabremos qué es nuestro bebé, supuestamente podría ser un híbrido pero tú no te transformaste debido a él. De eso nadie sabe nada. Es peligroso.
-Todos le temen a lo desconocido…
No podía dejar de llorar, y Edward se lamentaba no poder ayudar.
-Ven, al menos podremos disfrutar esto…
Bajamos, los niños gritaban, jugaban, correteaban volando cometas. Unas parejitas recostadas sobre el pasto mirando nubes. Un futuro esperanzador.
Más lágrimas corrían vertiginosamente.
-Lo siento, lo siento-Edward tiraba de mi llevándome al auto-no sabía que te haría mal. Lo siento.
-estoy bien, quiero mirar, necesito un momento nada más.
Sonó su celular.
-Ve a atender.
Miré al sol, niños pequeños dando sus primeros pasos confiando en sus papás. Rubios, morenos, altos, querubines del Cielo.
-Bella-me rodeó con sus brazos-era Reneé. Quiere que lleve las cosas.
-No le dijiste nada verdad?
-No, ¿quieres venir?
Miré alrededor.
-Prefiero quedarme aquí, para pensar… si no te molesta.
-Te dejo el celular. Llama por lo que sea.
Despedí con la mirada al flamante Volvo plateado desde mi banquito celeste.
Una pelota de volley rodó hasta mis pies. La lancé a un niñito alto y menudo sonriente.
Suspiré. No iba a permitir que nada ni nadie me quite la gracia de ser mamá, y de que Edward sea padre del bebé más afortunado del mundo. Limpié mis mejillas y contemplé a una joven pareja que paseaba en el cochecito a un recién nacido.
Mi mano vibró.
-Te amo-era Edward. Un texto.
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