Hola os dejo un nuevo capitulo y ya vamos llegando al final este se lo dedico a nelda k es una fiel seguidora del fic mil besos.
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Bella se miró al espejo de cuerpo entero sin ver la imagen que se reflejaba en el cristal. La mujer alta y delgada vestida con un conjunto color amatista, cuya falda de crepé caía como una brisa enjoyada, era incapaz de admirar la imagen que le devolvía la superficie lustrosa del espejo.
La mente de Bella recordaba los acontecimientos que se habían desarrollado aquella misma tarde y sus emociones variaban desde el placer, la irritación y el desengaño a la pura diversión. Una vez que la condesa les dejó a solas, Bella había llevado a Jacob a conocer los alrededores del castillo. Él se había mostrado Vaga mente impresionado por los hermosos jardines, admirando su belleza superficial, ya que su mentalidad lógica y racional era incapaz de ver más allá de las rosas y los geranios para adentrarse en el romance que mantenían colores, texturas y aromas.
Jacob se sintió gratamente sorprendido cuando divisó al anciano jardinero y ligeramente inquieto ante el paisaje sobreco gedor que podía admirarse desde la terraza. Él prefería, según sus palabras, algunas casas o, al menos, un poco de tráfico ligero. Bella había meneado la cabeza ante su evidente falta de sensibilidad pero, a la vez, había comprendido lo poco que tenía en común con el hombre con el que había compartido tantos meses.
Jacob, sin embargo, se sentía completamente fascinado por la dueña y señora del castillo. Nunca había conocido a ninguna mujer como la condesa, había afirmado con gran respeto. Ella era increíble, añadió, y Bella asintió en silencio, aunque tal vez por razones muy diferentes. La condesa parecía pertenecer a un trono desde el cual concediera sus indulgencias, y además había sido muy amable, al mostrarse tan interesada en todo lo que él había dicho.
"Oh, sí", había coincidido Bella en silencio, tratando de mostrarse indignada y fracasando en su intento. "Oh, sí, querido e ingenuo Jacob, ella se mostró terriblemente interesada."
Pero ¿cuál era el propósito del juego que la condesa estaba jugando? Cuando Jacob estuvo instalado en su habitación, estratégicamente emplazada, según advirtió Bella, en el extremo más alejado del pasillo con respecto a su propia habitación, ella fue en busca de su abuela con la excusa de agradecerle la invitación a Jacob. La condesa que estaba sentada ante un elegante escritorio estilo Regencia en su vasta habitación, escribiendo cartas en hojas con su anagrama, la saludó con una sonrisa inocente que le confería el aspecto del gato que acaba de comerse a un canario.
-¿Y bien? -La condesa dejó la pluma y le indicó que se sentara en un diván bajo y decorado con brocado-. Espero que a tu amigo le haya gustado su habitación.
-Oui, abuela, te estoy muy agradecida de que hayas invitado a Jacob a pasar la noche en el castillo.
-No tienes por qué hacerlo, chérie.
-La delgada mano había gesticulado vagamente-. Debes pensar en este castillo como si fuera tu hogar.
-Gracias, abuela -dijo Bella modestamente, dejando que fuese la condesa quien realizara el siguiente movimiento. -Un joven muy educado.
-Sí, madame.
-Muy atractivo además... -hizo una leve pausa-, aunque en un estilo ordinario.
-Sí, madame -asintió Bella devolviendo la pelota al campo contrario. La pelota fue recibida y enviada de regreso inmediatamente.
-Siempre he preferido rasgos menos convencionales en un hombre, más fuerza y vitalidad. Tal vez -añadió curvando los labios- rasgos como los de un bucanero, si sabes a qué me refiero.
-Ah, oui, madame. -Bella asintió mientras mantenía una mirada inocente-. Sé perfectamente a qué te refieres.
-Bien. -La condesa movió sus delgados hombros-. Algunas mujeres prefieren hombres dominantes.
-Eso parece.
-Monsieur Black es un hombre muy inteligente y refinado. Y también muy lógico y formal. "Y aburrido." Bella había añadido para si este último comentario antes de hablar en voz alta.
-Ayuda a las ancianas a cruzar la calle dos veces al día -dijo.
-Ah, una bendición para sus padres, estoy segura de ello -decidió la condesa, sin percibir la ironía que se desprendía de las palabras de Bella o ignorándola por completo-. Estoy segura de que Edward se sentirá encantado de conocerle. Una débil sensación de intranquilidad se ins taló en el cerebro de Bella.
-Estoy segura de que así será.
-Desde luego que sí. -La condesa sonrió-. Edward se sentirá muy interesado al conocer a un amigo tan entrañable para ti. El énfasis que había dado a la palabra "entra ñable" era inconfundible y la intranquilidad de Bella se había agudizado, al tiempo que todos sus sentidos se ponían en estado de alerta.
-No alcanzo a comprender por qué tendría Edward que sentirse tan interesado en Jacob, abuela.
-Ah, ma chérie, estoy segura de que tu monsieur Black le resultará verdaderamente fascinante.
-Jacob no es mi monsieur Black -corrigió Bella, poniendose en pie y acercándose a la condesa-. Y no creo que tengan absolutamente nada en común.
-¿No? La condesa formuló la pregunta con una inocencia tan irritante que Bella hizo un esfuerzo para no echarse a reír.
-Eres una intrigante abuela. ¿Qué es lo que pretendes? Los ojos azules de la condesa brillaron con la inocencia de una niña.
-Bella, ma chérie, no tengo idea de qué me estás hablando.
-Cuando ella abrió la boca para replicarle, la condesa se afianzó una vez más en su postura real-. Debo terminar mi correspon dencia. Te veré a la hora del aperitivo. La sugerencia había sido absolutamente clara y Bella se vio obligada a abandonar la habitación sintiéndose insatisfecha.
La violencia con que cerró la puerta fue la única concesión de su malhumor. Los pensamientos de Bella volvieron al presente. Lentamente, su delgada figura vestida en color amatista quedó perfectamente enfoca da en el espejo. Se pasó la mano por su ondulado cabello castaño, con aire ausente, y borró la expresión sombría que tenía en el rostro.
"Jugaremos con mucha tranquilidad -se dijo, mientras se sujetaba los pendientes de perlas-. O mucho me equivoco o a mi aristocrática abuela le gustaría en cender algunos fuegos artificiales esta noche, pero las chispas no llegarán hasta mí." Llamó a la puerta de la habitación de Jacob.
-Jake, soy yo, Bella.
Si ya estás listo, bajaremos juntos al salón.-Jacob le gritó que en trase y ella abrió la puerta, viendo al hombre alto y bien parecido que luchaba con los gemelos-. ¿Tienes problemas?
-Muy graciosa. -Jacob la miró con severidad-. No puedo hacer absolutamente nada con la mano izquierda.
-Mi padre tampoco podía -dijo Bella, muy nostálgica-. Pero solía maldecir maravillosamente. Era realmente asombrosa la cantidad de adjetivos que empleaba para calificar a un simple par de gemelos. -Se acercó a él y cogió su muñeca-. Déjame hacerlo a mí. -Bella comenzó a manipular el pequeño gemelo-. No sé qué hubieras hecho de no acudir yo en tu ayuda dijo.
-Hubiera pasado toda la noche con una mano en el bolsillo -contestó él suavemente-. Hubie se sido una especie de postura educada y muy europea.
-¡Oh, Jacob! -Bella alzó la vista con una amplia sonrisa y los ojos brillantes-. A veces eres increíblemente encantador.
Un ruido en el pasillo llamó la atención de Bella y volvió la cabeza cuando Edward pasó ante la puerta abierta y se detuvo un ins tante para observar la escena de la muchacha sonriente que colocaba los gemelos del hombre, mientras ambos mantenían las cabezas muy juntas.
Una ceja oscura se alzó casi imperceptiblemente y, con una leve inclinación de cabeza, Edward continuó su camino dejando a Bella sonrojada y desconcertada.
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