Narra Jacob
Carlisle entró con Alma en brazos aun desmayada.
- Cojéela y ponla en la camilla.
Cogí a Alma con cuidado, tenía la camiseta lleva de sangre. Estaba perdiendo mucha sangre.
- ¿No puede morir verdad?
- Poder, puede. Pero no lo permitiré.
- ¿Cómo puede ser? No es humana…
- Si es humana, y mitad vampiro por parte de los poderes.
- Entonces…
- Si Jacob, podría morir, ahora mismo. Así que ayúdame.
- Si.
- Tráeme agua caliente y un paño ¡Corre! Está perdiendo mucha sangre… demasiada.
Fui al baño y puse en un cacharro el agua caliente, cogí el paño y fui al cuarto otra vez.
Oí la puerta, cuando entré estaba Edward al lado de su hija.
- Alma, venga despierta. Vamos. – le decía su padre a su hija una y otra vez.
Pero Alma… nada, no reaccionaba.
- Lleva más de una hora inconciente. – dijo Carlisle.
Entonces cogió el agua y mojó el paño.
Empezó a lavarle la cabeza, donde tenía el corte.
- Quitadle la camiseta.- dijo Carlisle.
Edward le quitó la camiseta. Sería un poco raro que se la quitara yo…
- ¿Carlisle, por que puede morir?- preguntó Edward.
- E estado estudiando al ser ella mitad y mitad, y como los humanos están a esa edad en la pubertad, son adolescentes… A ella le afecta en que está más débil, y ahora tiene riesgo en morirse como cualquier humano, ahora es como si fuera solamente humana, sus poderes le funcionan menos. A lo mejor por eso no ha podido deciros nada. Lo habrá intentado, por que no. ¿La habéis escuchado en vuestras cabezas?
- No.
- Pues es por eso, esta en la pubertad, humana. Ahora es como si no fuera vampiro.
Carlisle seguía limpiándola.
- Entonces por eso también lo que le pasó en la playa… no tuvo facilidad en salir…- dije
- Si. Ahora es una humana.
- ¿Se quedará humana?
- Eso aun no e llegado en mis conocimientos, pero sobre los dieciocho o los veinte lo más seguro que vuelva a ser como antes.
Cuando ya no quedaba rastro de sangre cogió una aguja.
- Edward pásame ese hilo.
Edward cogió el hilo, y Carlisle empezó a coser el corte que tenía a un lado de la frente que llegaba asta un tramo de la cabeza.
Entonces Alma se movió un poco.
- Alma…- me acerqué a ella.
Edward me paró.
- Está empezando a despertarse, pero ahora esta pensando…
- ¿Qué dice?
- Está recordando lo que le ocurrió.
- ¿Puedes verlo?
- Si, un momento.
Carlisle quitó el papel lleno de sangre y lo quemó, para no dejar más rastros.
Alma volvió hacer otro movimiento y se quejó.
- Le duele.- dijo Edward.
- Si.
- No tardará mucho en despertarse, quiere ya. Nos oye.
- ¿Ya nos oye? Ahora tendrá que ir con más cuidado.
- Si, no la dejaré sola tanto tiempo.- le dije.
- Gracias Jacob.- me dijo serio Edward.
Pensé en despertarla por mi mismo, no se si funcionaría, pero tenía que probarlo. Entonces me acerqué a ella y le susurré al oído.
Te amo.
Y le di un beso.
Narra Alma
Me dolía la herida, notaba como pequeños pinchacitos en la carne. A los pocos segundos empecé a oír a mi padre, Jacob y a mi abuelo, hablar. Entonces me alivié al saber que estaba con ellos, pero yo estaba inconciente todavía, pero empecé a recordarlo todo. Me moví, quería abrir los ojos, pero los párpados me pesaban.
- ¿Ya nos oye? Ahora tendrá que ir con más cuidado.
Era la voz de mi abuelo.
- Si, no la dejaré sola tanto tiempo.
Y luego el Gracias que le daba mi padre a Jacob.
¿Cómo me encontraron? Estaba en medio del bosque…
- Alma, ¿nos puedes oír? Abre los ojos cariño.- dijo mi abuelo.
No puedo…
- No puede.- dijo mi padre, me estaba leyendo la mente. Seguro.
- Inténtalo, tienes que ser fuerte.- dijo Jacob.
Hice un esfuerzo para abrirlos, a la primera no pude.
Noté caliente en mis labios, era dulce.
Entonces abrí los ojos. Vi a Jake, me estaba dando un beso. Era cálido y muy dulce.
Se separó y le sonreí.
- Alma.- me dedicó una sonrisa.
- Cariño…- dijo mi padre dándome un abrazo.
- Papá…
Me fijé que estaba manchada de sangre. Me levanté y me quedé sentada en la camilla.
- Con cuidado Alma, te podrías marear.- me dijo mi abuelo.
Me fije que estaba con sujetador. Me tapé con los brazos. Me puse rojísima.
- ¿Dónde está mi camiseta?- pregunté
- En la basura, lo siento.- dijo mi padre.
- ¿Qué? Y ahora que me pongo.
- Ve a por algo de tu tía Alice, no le importará.- dijo mi abuelo.
Me ayudó a bajar de la camilla Jake.
- Acompáñala Jacob.- dijo mi padre.
- Puedo ir solo, gracias.
- Acompáñala. – replicó mi padre.
Me acompañó asta la habitación.
Abrí el armario de mi tía Alice. Era enorme.
- Vaya, Alice si que tiene un buen armario.
- Si. Tiene cantidad de ropa.
- Ya lo veo ya.
Cogí una camiseta de color azul y unos pantalones pitillo que tenía de color negro.
Los pantalones los cogí por que estaba también sucio. Y unas manoletinas que tenía ella.
- ¿Vas a ver como me cambio?
- Si quieres…
- Jacob.- le dije seriamente.
- Ahora me giro, no puedo dejarte sola, ya as oído a tu padre.
- Lo sé, gírate.
Se giró y empecé a quitarme los pantalones que lleva y me puse los otros. Luego me puse la camiseta.
- Ay!- exclamé de dolor.
Jacob se giró rápidamente.
- ¿Qué te pasa? ¿Qué te duele?
- La cabeza, me estira.
- Los puntos.
- OH, me habéis puesto puntos…
- Si, por eso te molestará.
- Vaya, no lo sabía.
Me puse las manoletinas.
- Lista.
- Vamos.
- A Jake, una cosa
- Dime cariño.
- ¿Cómo me habéis encontrado?
- Te encontró Andrew.
- ¿Andrew? – ¿como es que me encontró él? Sabía todo sobre los vampiros, ¿estaba bien?
- Pensaba que tú o mi padre me habíais encontrado.
- ¿por?
- No recibiste cuando te dije ¿socorro?
- No, Alma.
Me senté en la cama.
- ¿Cómo que no? Yo os lo dije. ¿Y mi padre?
- No, no recibimos nada tuyo.
- ¿Qué me está pasando?
Entonces entró mi padre por la puerta.
- Cariño, estás en la edad de la pubertad.
- ¿Y que?
- Según lo que nos a explicado Carlisle, tu abuelo. Ahora no tienes casi nada de vampiro.
- ¿Por qué?
- Por la edad que tienes, y como eres adolescente…
- Y que tiene que ver eso
- Tu metabolismo cambia.
- Pues vaya.
- Si no hubiera sido por tu amigo
- ¿Pero él sabe lo que somos…?
- No, nosotros no. Pero si que sabe que existe.
- Yo no he dicho nada.
- Lo se, es por una experiencia que tuvo él y su hermana.
- Bueno…
Tenía sueño, estaba cansada. Se me cerraban los ojos.
- Alma, que te pasa.
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