Hasta los vampiros cometen errores.

Autor: Huellas
Género: Romance
Fecha Creación: 24/07/2010
Fecha Actualización: 24/07/2010
Finalizado: SI
Votos: 7
Comentarios: 31
Visitas: 33973
Capítulos: 16

¿Qué hubiera pasado si Reneesme no hubiera venido al mundo? Aquí les dejo un Amanecer alterno. Hasta los vampiros cometen errores.

 

 

 Todos los derechos de autor reservados a Stephanie Meyer autora de la Saga Crepúsculo, quien es la autora oficial de los personajes conocidos del siguiente FanFic.  

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Capítulo 15: Te amo desde siempre y para siempre.

Edward POV.

Hace una semana que Bella se había ido por el bosque, yo sabía dónde estaba. Alice me lo había dicho, pero no había ido a buscarla todavía. Ella estaba en un hotel en Port Angels con Micaela y Raúl, la pareja en un cuarto y Bella en otro.

Lo tenía todo planeado, Alice me iba a ayudar.

Todos en la casa querían hablar con Bella, pero ella no estaba segura todavía, así que les pedí a todos que no hicieran nada hasta que no hablara con ella.

Por otro lado no tenía noticias ni de Lizzie ni de Jacob, supe que regresaron a la Push ese mismo día, pero no estaba seguro qué había dicho Jacob, ni si Julay estaba con ellos. Ahora esa era mi segunda prioridad.

-¡Edward! ¡Ya la llamaré! –gritó Alice desde el piso de abajo. Corrí a su lado. Emmett y Jasper jugaban video juegos en el sofá de la sala, con Esme y Carlisle siendo los  que narraban el juego. Rosalie estaba al lado de su pareja, distrayéndolo para que ganara Jasper, y así sacarse encima a Alice.

 -¿Ya? ¿Ya? –pregunté revoloteando al lado de mi hermanita. Me calló con una mirada y volvió a tomar el auricular. Todos se quedaron en silencio, todos escuchando la conversación.

-¿aló? –era Micaela.

-Hola, Micaela. Habla Alice, la duende –explicó con una risita, ella también se rió.

-Hola, duende. ¿Cómo estás?

-Bien, ¿y por allá?

-Bien bien. ¿Quieres hablar con Bella?

-Sí, sí está disponible.

-claro, ya te la paso –puso el auricular en la mesita y gritó ¡Bella! ¡Te llaman! Escuché los arrítmicos pasos de mi esposa, y cómo el auricular tembló levemente entre sus manos. Tan propio de ella. Pero la voz no tembló ni un segundo, solo estaba un tanto nerviosa.

-¿Aló?

-Hola, Bella –respondió Alice destilando efusividad. Sí estaba feliz de verdad de hablar con ella.

-¡Oh, Alice, eres tú! –fue como una bofetada, ella estaba aliviada que no fuera yo - ¿Cómo estás? ¿Todos están bien?

-Sí, Bella. ¿Cómo estás tú?

-Yo… bien, Alice.

-Mmm, amiga ¿tú me quieres? –Bella rió atraves del teléfono, y eso fue como música para mis oídos.

-Sí, Alice. ¿Dónde quieres ir de compras? –todos en mi casa reprimieron el ataque de risa cuando Alice frunció el ceño.

-Yo también te quiero, Bella. Y no, no son compras. Quiero que vengas a Forks, quiero hablar contigo –explicó. Escuché cómo tomaba aire.

-¿Nosotras dos?

-Si–pidió Alice. Supuse que ella podía sentir el puchero en la voz.

-Está bien, Alice. Tú y yo, por favor.

-Solo dos personas –respondió Alice. Claro que ella  no se refería a ella y Bella.

-¿dónde?

-Si quieres llega a tu antigua casa, para que no estés muy cerca.

­-Bueno, entonces nos vemos. ¿Ahora?

­-En cinco minutos quiero verte salir de tu casa –explicó Alice antes de colgar.

-¿Solo dos personas? –inquirió Jasper tomando a su esposa por la cintura, ella le mostró la lengua.

-sí, no quería mentirle –corrigió –mucho.

-Bien hecho, ¿y ahora? –preguntó Carlisle.

-iré yo, y hablaré con ella.

-¿A dónde la vas a llevar? –preguntó Emmett.

-Chismoso –dije antes de correr fuera de la casa.

-¡Hey tengo derecho de serlo! -gritó Emmett y escuché la risa de Jasper y el golpe del oso, como le llamaba la familia después que Bella señalara su parecido -¡Jasper, se repite el juego!

-¡Aceptalo, te gané! -gritaba Jasper.

 

Bella POV.

Me puse mis jeans y una blusa manga larga azul, se suponía que debía tener frío en Forks. Corrí fuera del hotel antes de despedirme de los tortolitos y llegué en cinco minutos al jardín de la que fue mi casa.

Entonces me di cuenta que había sido un mentira, Alice no me esperaba en mi casa, percibí el efluvio de Edward. Mi corazón se paralizó, bueno, mi mente, porque se supone que el corazón ya estaba detenido, cuando él salió entre los árboles hablándome

-No te vayas y no culpes a Alice, todo fue mi treta. Quería hablar contigo –pidió sin acercarse mucho –Bella por favor, sígueme. Hablemos, si te quieres ir después de eso… bueno, te dejaré ir sin detenerte.

Asentí perdiéndome en sus ojos, y caminé detrás.

Caminamos por horas, pero para mí solo fueron minutos, y sí, caminamos, no corrimos. Él iba delante, volteando cada cierto tiempo para verme a los ojos. Al final llegamos, reconocí el lugar en el mismo segundo que lo miré. Era nuestro claro. Hace muchísimo tiempo que no íbamos a aquel lugar, muchísimo.

Edward me abrió paso y caminé delante de él, hasta una manta colocada en la mitad del claro, donde el sol daba de lleno. Me volteé a tiempo de ver resplandecer la piel del vampiro, y la mía propia. Recordé la primera vez que estuvimos allí, la vez que él me mostró su brillante cuerpo a la luz del sol. De eso hace unos años, y nada había cambiado en él. Para ser sinceros, nada había cambiado mucho entre nosotros. Me di cuenta que el lazo seguía intacto, quitando el hecho que yo no quería confiar en él, no quería, no es que no pudiera.

-sientate –pidió Edward cuando me quedé colgada. Lo hice en la manta, y él se sentó detrás de mí. Con sus piernas a cada lado de mi cadera, enrollando con sus manos mi cintura después de retorcer mi cabello y ponerlo delante de mi cuerpo, y pasar un mechón de cabello por detrás de mi oreja.

No reprimí el impulso y eché la cabeza hacia atrás, descansando en el hueco de su hombro y su cuello. Perdí la cuenta de las veces que escuché cómo inspiraba profundamente en mi cuello, y las veces que besó el  mismo lentamente. Ni cuántas veces acarició mis manos que estaban en mi estomago.

-Bella, te traje aquí como hace años para que vieras lo que soy. Te traje aquí como hace años para decirte que te amo, que no ha cambiado eso, a solo que consideres el agrandamiento como cambio. Porque te amo más, si es que eso es posible - Respiró en mi cuello otra vez y una corriente eléctrica se esparció por mi cuerpo entero – Te lo dije cuando nos conocimos –beso mi cuello –, te lo dije cuando James intentó acabar con tu vida –besó mi oreja –, te lo dije cuando no quisiste celebrar tu cumpleaños –besó mi lóbulo haciendo que un cosquilleo quedara allí, y bajó dando besitos por mi cuello hasta llegar al hombro -, te lo dije cuando regresamos de Italia y cuando acabamos con Victoria en el bosque, y cuando besaste a Jacob –hice una mueca, sentí su risa contra mi piel –y te lo dije siempre, te lo digo ahora… y siempre ha sido verdad, y siempre lo será… Te amo, Isabela.

No respondí, solo me abracé más a su cuerpo. ¿A quien quería engañar? Yo no podía vivir sin este vampiro, no podía vivir sin mi razón de vivir, no podía. Y aunque lo había intentado, había fracasado. Me removí intentando alcanzar sus labios pero no me lo permitió, se rió bajito.

-Antes que me hagas por milésima vez el hombre más feliz del mundo, dime que perdonas Bella, dime que perdonas mis idioteces y mis estupideces –dijo y sentí perfectamente el dolor en su voz. Me reacomodé utilizando mi fuerza, lo empujé contra el suelo y me acomodé en su pecho, rozando con la yema de los dedos su pecho que solo entonces me di cuenta que estaba descubierto. Sonreí cuando gimió al hacerle dibujos sobre el torso.

-Te perdono, Edward. Yo también te amo, desde el primer día que te vi en la cafetería del instituto de Forks, desde el primer beso en la 101, desde el partido de beisbol –él hizo un mueca. Yo reí –Edward, te amo desde siempre. Y te amaré para siempre, porque estaremos juntos hasta entonces.

Me alzó de tal modo que nuestros cuerpos aun acostados quedaron a la misma altura, y rozó su nariz con la mía.

-Te prometo ganarme tu confianza otra vez, Bella.

Y juntó sus labios con los míos.

 

Capítulo 14: confianza perdida. Capítulo 16: Epílogo.

 
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