Me preguntaba si solo podía hundirme en el asiento y desaparecer, se suponía que esos vampiros eran viejos, guapos y con dinero y claramente con mas de 100 años entonces ¿porque iban al instituto?, sabía que el mundo no gira alrededor mío pero esto parecía una tortura hecha solo para mí. Me levante bruscamente cuando un nombre relampagueo en mi mente, mi salvación, la Push, Tenia su propio instituto y por lo que recordaba, las tradiciones hacían imposible que un vampiro se acercara, estaba tan entusiasmada con la idea, que cuando mi puerta se abrió de repente, salte y me golpee con el techo, mire la abolladura que había causado, por lo menos no hice un hueco, nunca me perdonaría si mi bebe se hacia algún daño.
-Lo tienes merecido, ¿pensabas dejarme sola afuera? – dijo Maggie alegremente – castigo divino y no vuelvas a poner esa sonrisa macabra en tu cara, no vas a escapar del instituto
-No pienso hacerlo – dije dulcemente y ella frunció el ceño – iré al instituto y estudiare y me graduare…
Casi parecía esperanzada
-…En la Push – termine sonriendo mientras la empujaba y rápidamente cerraba la puerta. Estaba dando marcha atrás cuando una enorme todo terreno me bloqueo. Apreté los dientes, si no fuese mi precioso Ferrari ya hubiese embestido al otro coche y al molesto conductor del volante. Estúpidos vampiros que no me dejaban en paz. Estaba barajando la idea de convertir su coche en algún insecto, cuando fije la vista en las personas que nos rodeaban, todos nos miraban y cuchicheaban. ¡grandioso!
-Resople, mientras volvía a estacionar el coche. Dirigí una mirada suplicante al cielo nublado, no, ninguna ayuda celestial. Salvo… busque en mi cartera…genial. Baje del coche. Alice, tía rose y Maggie, me miraban frunciendo el ceño. Me acerque a ellas lentamente.
-Buenos días – sonreí, y vi con regocijo como se estremecieron– ¿vuestro hermano a dejado de escupir bolas de pelo?
Antes de que alguna de ellas respondiese una enorme mano se apoyo en mi hombro, su voz temblando de risa
-Ni idea, desde que Alice intento ponerle un lazo, se ha escondido detrás de Esme.
-Era un bonito lazo rojo – repuso la aludida, dándonos una mirada de reproche.
Jasper se coloco junto a ella justo cuando sus ojos se desenfocaron, y por unos segundos nos quedamos viéndola, hasta que un gruñido se le escapo de sus labios, y enfoco sus enojados y dorados ojos en mi.
-No creas que no sé lo que has hecho, Isabella Swan- susurro, le devolví una mirada impasible
-No me digas… - mascullo Jasper, sacudiendo la cabeza
-¿mas cosas raras? – gimió tío Emmet, mirando a todos lados como esperando que algo saltase sobre ellos. Tía rose solo arqueo una ceja. Y antes de que Maggie abriese la boca, los esquive y camine hacia los edificios.
-Que tengan un muy buen y …soleado día – dije despidiéndome con una gran sonrisa.
-Un día maravilloso, no crees? – exclame, mientras me recostaba en la sombra de un árbol. Ángela y Jessica, me devolvieron la sonrisa desde sus soleados lugares, podría haberme acostado con ellas pero no quería arriesgarme que el leve brillo de mi piel les llamase la atención. Por lo menos no resplandecía como lo hacían los demás vampiros. Que casualmente habían desaparecido en cuanto el sol estuvo en lo alto. Busque con la mirada alguno de sus coches. Ninguno.
-¿Buscas a Maggie?- pregunto Ángela, sacudí la cabeza, nuestra última clase fue cancelada, mientras que la de Maggie no, así que estaba aprovechando una hora libre de los bufidos de mi prima. No había dejado de gruñir y dirigirme miradas molestas desde que los Cullen tuvieron que irse… repentinamente.
-O ¿tal vez estés buscando a los Cullen? – comento Jessica, mirándose las uñas, y aunque su pose era relajada, podía ver cuán ansiosa estaba por escuchar la respuesta
-Desde que he llegado no había visto el cielo tan despejado – dije, ignorando su pregunta – ¿es siempre así?
-No, en realidad, es bastante extraño, el pronóstico decía que sería un día bastante lluvioso. – respondió Ángela mientras fruncía el ceño hacia el cielo
-Los Cullen suelen acampar en los días con buen tiempo – murmuro Jessica mientras se sentaba y clavaba los ojos en mi- parece que se conocen, no las invitaron a unirse?
Sonreí
-¿acampar? – me estremecí teatralmente – no menciones esa palabra frente a Maggie, odia los campamentos. Cualquier situación que arruine o ensucie su preciada ropa es como el fin del mundo.
-Viste muy bien – dijo con los ojos resplandecientes– ¿sabes donde consiguió los botines que llevaba ayer?
-¿los marrones? Si, eran muy lindos – corroboro Ángela
Me encogí de hombros.
-Ella suele ir de compras a menudo, pero no suelo acompañarla. Siempre termina maldiciéndome cuando lo hago.
-Los coches también son muy guapos, las cuotas deben salir un ojo de la cara – fruncí el ceño, otro tema difícil de esquivar, al parecer si fue una mala idea traer los coches al instituto
-Más bien, fue suerte, un tío de mi madre, quería deshacerse de ellos por su mal estado, y termino regalándonoslo. Nosotras ahorramos y los remodelamos
No era una mentira bien hecha, pero por su asentimiento, por ahora bastaba.
-Los Cullen también tienen coches como esos – escondí un bufido, esta chica era como un perro con su hueso – ¿crees que iran a el bosque? ¿No te lo dijeron?
Suspire, reconociendo su tenacidad
-No, no somos muy amigos. Conocimos a ti… a Rosalíe, en Londres hace unos años, pero no mantuvimos mucha comunicación
Sus ojos brillaron por el olor de un chisme, incluso Ángela parecía curiosa.
-Así que ya los conocías? – pregunto ansiosa
-No, solo a Rosalíe, ayer conocimos a los demás – al ver que casi saltaba de la expectación, me trague una maldición – si quieres saber más de ellos, tendrás que preguntárselo a Maggie, yo no…me llevo muy bien con ellos
Ambas parecían sorprendidas,
-¿No te gustan?- exclamó Jessica sorprendida- bueno, no importa mucho, todos ellos están emparejados. – su expresión paso a ser fría – salvo, Edward Cullen, pero el…no está interesado en… nadie.
La última palabra fue dicha como una advertencia, rodee los ojos. Si ella supiera….
-Has estado en el extranjero, debes haber conocidos lugares muy bonitos – comento Ángela lanzando una mirada reprobatoria a Jessica. Y sonriéndome, le guiñe un ojo agradecida por su cambio de tema.
Bueno si Jessica quería saber más sobre los Cullen, era mejor que acosara a Maggie. Yo pasaba de los vampiros.
Si, no había duda de que yo pasaba de los vampiros, pero al parecer ellos no pasaban de mí.
Dirigí una iracunda mirada, a la gran casa que se alzaba frente a mí, hermosa y ostentosa, con todas esas pareces de cristal y el bonito jardín. Una bonita casa para vampiros. Sacudí la cabeza molesta, hubiese sido más fácil verlos como sanguijuelas si habitasen en un oscuro castillo con fosas y torres.
Avance lo más lento que pude, fue una semana bastante buena, el sol brilló todos los días, lo que significaba cero vampiros. Las clases habían ido bien, incluso hicimos un pequeño viaje a Port Ángeles de compras y al cine. Y cuando pensaba que mi domingo seria un perfecto día para conocer el bosque, tenía que venir donde los Cullen. Bufando llegue a la puerta donde una pequeña vampira furiosa me miraba.
-Hola, Alice, ¿Qué tal vuestra semana de campamento? - me dirigió un gruñido mientras entrabamos al salón. Sin embargo, no era de allí de donde venían las conversaciones y…el olor? Me congele mientras observaba sorprendida, como los vampiros… cocinaban, encontrarlos desmembrando a alguien no me hubiese sorprendido más.
Esme y Rosalíe levantaron la mirada al verme y sonrieron, inconscientemente les devolví la sonrisa.
-Les dije que te gustaba la comida italiana, así que decidimos empezar a prepararla – comento rose con voz insegura – ¿aun sigue siendo tu favorita?
No quería tener nada que ver con vampiros, ni siquiera con tía rose, sin embargo, no pude evitar que mi estomago se retorciera por la culpa al ver su sonrisa vacilar. La observe, y a pesar de que quería ver alguna señal que me indicara que era uno de los seres viles que cazábamos, solo podía ver su hermoso rostro y recordar sus expresiones divertidas cuando fuimos a comer por primera vez a un restaurante italiano, y termine con pasta hasta en las orejas. Sonreí.
-Si, aunque espero que esta vez no termine bañada en salsa boloñesa - su expresión de sorpresa y su feliz sonrisa en respuesta solo me hizo sentir peor, al recordar lo mala que había sido con ella.
-Intentaremos que tu y Maggie no parezcan los monstruos de los fideos, esta vez – mientras reíamos, observe que Carlisle, Esme y Alice nos miraban con una sonrisa.
-¿monstruo de los fideos? – pregunto Carlisle, mientras removía una olla que olía divinamente.
-Todas las veces que fuimos al italiano, siempre había un accidente – respondió rose, riendo – y ambas terminaban bañadas en comida.
-Pero con helado en recompensa– reí recordando.
-Aunque la mayoría de veces era culpa suya – señalo rose, mientras me dirigía una mirada retándome a negarlo. Me encogí de hombros
-Un baño de comida por helado y nos daban mas cuando Maggie ponía sus ojos de cachorrito.
-¡Unos pequeños demonios! – murmuro Alice, mirando concentrada a la cebolla en sus manos – ¡no salen cuadrados!
No aplastes demasiado - aconseje acercándome cuando la cebolla quedo aplastada en sus manos – déjame
-Después de un rato, mire con el ceño fruncido, los diversos trozos en la tabla, ninguno parecía un cuadrado
-¿será el cuchillo? – propuso Alice, levantando su cuchillo, mire el mío, parecía en buen estado
-Otra vez – propuse, asentimos, pero antes de cortar ya no teníamos los cuchillos en la mano.
-Nada de otra vez – gruño Esme con los cuchillos en sus manos - lleváis masacrando a más de veinte cebollas. Sin éxito. No servís para cocinar. Poned la mesa.
Escuche las risas de Carlisle y rose y…mire hacia la ventana, unos dorados ojos gatunos me devolvieron la mirada, podía ver el regocijo brillando en ellos. Me sonroje y aparte la vista. Sin embargo, rápidamente volví a mirarlo
-¿Por qué sigues siendo un gato? – pregunte tomándolo en mis brazos y alzándolo hasta que sus ojos estuvieron a la misma altura que los míos, y me miraron acusadores
-Dijiste que tardarían varios días – comento Esme con voz preocupada – y ya ha pasado más de una semana desde que se alimento por última vez.
-Mentí – repuse sin apartar los ojos de Edward, murmure un hechizo y lo deje flotando, mientras lo examinaba, habría sonreído por sus inútiles esfuerzos de arañarme si no fuese porque no tenía ni idea de cómo hacerle regresar a su forma original.
-¿Sueles hacerlo mucho? – pregunto Rosalíe
-Uh? – la mire sin comprender
-Mentir – suspire cuando reconocí el tono de su voz, la de una madre que intenta censurar a su hijo
-Siempre – respondí volviendo la vista a Edward – y muchas otras cosas que os harían esconderos en la iglesia más cercana.
-Bella! – Maggie chilló en cuanto entro a la habitación, no necesitaba mirarla para ver su expresión suplicante, rogando que dejase de hablar. Entendía porque no -quería que contase nuestra vida, los Cullen, eran la prueba de que no todas las sanguijuelas eran asesinos, de que ella tampoco lo era. Decirles que cazábamos vampiros podría alejarlos. Suspire.
-Si, si. Lo siento – fingí una sonrisa – me llevare a Edward a mi casa, tal vez con una poción pueda cambiarlo.
Lo tome en mis brazos y salte por la ventana.
Y antes de que alguien me detuviese, salte dentro del árbol más cercano y…me estampe contra el.
Cuando me desperté, lo primero en lo que pensé fue: si esta sería la tercera vez que despertaría en una casa llena de vampiros, por suerte, cuando abrí los ojos me tope con las pequeñas estrellas que había pegado en el techo de mi habitación, suspire aliviada, antes de sentir unas pequeñas patas trepar a mi pecho. Unos dorados ojos felinos me miraron desde arriba. Alce un brazo para apartarlo pero el ya había pegado su hocico a mi boca. Y pufff. En unos segundos el gato fue remplazado por un hermoso rostro, bellos ojos oscuros, besables labios y un cuerpo de infarto.
-Parece que estas bien – murmuro con voz sedosa, mi corazón se detuvo y mi grito quedo ahogado cuando su mano cubrió mi boca.
-Ssshhh – susurro junto a mi oído – Charlie y Maggie están durmiendo.
Lo mire sin habla durante unos segundos, esperando que mi corazón bajara de mi garganta.
-¡¿Es que pretendes matarme?! - chille apartando su mano, hizo una mueca y salió disparado hacia la ventana, pero se detuvo antes de abrirla, dándome la espalda….su desnuda espalda…
Volví a sentir que mi corazón se detenía, cuando mire más abajo,
-Des…des…desnudo!- Tartamudee sin respiración ¡vaya trasero! No, no, no debía pensar en ello, pero diablos! Mis ojos no escuchaban a mi cabeza, y siguieron comiéndoselo, saboreándolo…alegrándome por primera vez de mis rápidos sentidos vampíricos, en segundos tome la manta de mi cama y se la lance. La cogió al vuelo, pero no se cubrió e iba a darse la vuelta….dios!
-Ni te atrevas a girar– ¿mi voz había sonado ronca? no, definitivamente no –ponte la manta antes
Soltó una carcajada antes de cubrirse y traspasarme con su mirada
-Para alguien que no quiere verme desnudo, no has apartado la vista – sentí mi rostro enrojecer, pero aun así no pude apartar la vista de su cuerpo.
-No tienes vergüenza – le acuse, con la garganta seca, su sonrisa se amplió cuando me escucho y camino lentamente hacia mí.
-La modestia se pierde con los años, además no parece que tuvieses ninguna objeción con mi cuerpo – su sonrisa había desaparecido y su expresión paso a ser feroz y hambrienta, trague saliva cuando tomo suavemente mi rostro en sus manos – y nadie puede escucharnos.
No, nadie podría escucharnos, mis protecciones mágicas eran muy buenas, estaba tan orgullosa de ellas…hasta ahora. Su aliento se mezclo con el mío, y saboree su olor mientras cada fibra de mi ser pedía, acortar la distancia. Nadie nos oiría, nadie sabría… ¿qué? ¿Qué me sentía extremadamente atraída por alguien que apenas conocía? ¿Un vampiro? ¿Qué pasaba conmigo?
Eche la cabeza hacia atrás, tomando impulso, golpee mi frente con la suya…y por segunda vez en lo que va de día, escuche los huesos de mi cabeza crujir, justo antes de perder el conocimiento pensé: ¡que estúpida!
Espero que os guste, pronto seguiré con los demás capítulos. Besos. Mar