Edward POV
Jasper estaba en lo correcto, como siempre. Bella estaba realmente enfadada conmigo, o por lo menos esa impresión me había dado al marcharse a su cuarto después de correr a sus amigas del dormitorio. A pesar de no tener muy en claro lo sucedido, me sentía terriblemente mal, como si el dolor de Bella y el mío fueran uno solo, como si fuéramos una misma persona atravesando un momento difícil.
¿Qué había podido pasar entre ellas para que se atacaran de ese modo?
Por más que intentaba apartar sus palabras de mi cabeza, regresaban con más fuerza.
Las palabras: apuesta, engaño, novio, divinas, Jacob, Bella y sexo, eran las claves en el embrollo. Pero, ¿cómo habían las divinas llegado tan lejos con el novio de otra de ellas? ¿Y por qué con el de Bella?
Visto desde un punto de vista distinto, lo que habían conseguido era una enorme pelea con una del grupo, y al mismo tiempo, reforzar al eslabón más débil de la cadena. Habían logrado que Bella se comportara como ellas deseaban, aunque talvez era demasiado, o todas eran estupendas actrices.
A pesar de verla tan fría, Lauren se atrevió a mantenerse inexpresiva, pero por momentos dejó caer la máscara, consiguiendo mostrar el dolor que le causaban ciertas palabras. Jessica por otra parte, intentó no llorar, pero fracasó al inicio...logrando controlarse un segundo después. No como Ángela, quien se soltó llorando desde el primer instante; creo que ella y Bella son las más unidas.
Pero nunca se sabe.
-Bella.- toqué a su puerta lentamente, abrumado por el silencio en el dormitorio y la falta de sonido alguno en su cuarto. -¿Estás bien?- la pregunta sobraba, claro que no estaba bien, pero era para romper el hielo. –Lo siento, Bella.-
La puerta se abrió un poco. Bella me miraba con sus intimidantes ojos chocolate, el rostro inexpresivo y una extraña palidez. -¿Por qué te disculpas?- preguntó con voz monótona, como si esto fuera de todos los días.
-Lamento...lo que dije y como actué y...- me cortó. La ira brilló por un momento en sus ojos oscuros, y un escalofrío me recorrió al percatarme de la pequeña sonrisa en su rostro. ¿Ésta era mi Bella? Asintió recelosa y ambos permanecimos en silencio. –Bella, tu y yo somos...-
-Pareja esta noche, ¿cierto?- completó la frase pendiente, yo asentí como respuesta a su pregunta. –Estaré lista a las 7:00 pm.- la puerta se cerró el mi rostro. Definitivamente algo anda peor de lo que pensaba.
Bella POV
Vale, no fue buena idea comportarme mal con Edward, o dejar que se disculpara...
Pero, perdonaría su orgullo si no hubiera herido el mío. O al menos escuché algo parecido de Elizabeth Bennet cuando leí Orgullo y Prejuicio, la obra de Jane Austen.
Y estoy de acuerdo con ello.
Estoy al tanto que yo fui la intrusa aprovechada, la que se metió como un bandido a su cuarto y sobretodo...a su cama. Pero el hecho de que me haya comportado de modo tan...estúpido, no le da derecho a llamarme zorra...aunque lo que dijo es que era una cualquiera como el resto de las divinas.
Él, mejor que nadie, debería conocerme. Compartimos la mayoría de las clases y por obra del demonio, o de Lauren en este caso, somos compañeros en todos los proyectos que aparecen. Vivimos juntos, soy animadora y él atleta, por lo que nuestra convivencia los días de prácticas y partidos es obligatoria. Soy amiga de su familia. Soy la tonta que se fijó en él...la que siente algo más que atracción o cariño...
Soy la mayor idiota en el internado.
...
El tiempo si que pasa volando cuando algo terrible se acerca, aunque claro, esto no va a ser tan malo una vez lleguemos a la casa de Lauren. No entiendo por qué razón no me quedo en casa...
-Bella.- la aterciopelada voz de Edward vuelve a llamarme, las 6:55 pm, realmente es un chico puntual. No es de esos hombres que te dejan esperando en una cita...¿qué demonios...? Deja de pensar estupideces, Isabella.
Esto no es una cita ni nada parecido. No somos absolutamente nada, dudo que nos califiquemos como amigos ahora. Él me gusta, es verdad, pero no tiene un buen concepto de mí.
Edward POV
Quizás estaba demasiado ansioso por ver a Bella de nuevo, pues los escasos segundos que tardó en abrir la puerta una vez la hube llamado me parecieron una eternidad. Definitivamente ella era la única capaz de ejercer tal poder sobre mí, el suficiente para dejarme embobado contemplándola durante largos minutos en los que no se percataba de mis ojos clavados en ella.
¿Qué tiene Isabella Swan para volverme loco?
¿Qué la hace tan distinta, tan especial, tan ella...?
-Estoy lista, Edward.- su voz sonó hermosa, dulce, musical. Todo rastro de tristeza, monotonía o furia había desaparecido, provocando que cada palabra sonara endemoniadamente tentadora. Así era ella, cautivadora en todo sentido.
Me puse de pie, pues estaba sentado en uno de los sillones y sin atreverme a mirarla asentí. Pareció incapaz de avanzar, talvez debido a mi falta de cooperación...
Mis ojos se clavaron en ella con cierto anhelo, pero no esperaba lo que vi.
Era simplemente...hermosa.
Su largo y ondulado cabello castaño estaba peinado en un recogido moderno. Como si hubiera intentado hacerse una simple coleta usando sus dedos, y en vez de sostenerlo con una liga, lo hacía con un broche; permitiéndole caer por su espalda. Un cuernito, como suelen llamarle, caía sobre su rostro.
El rostro estaba maquillado levemente. El rubor en las mejillas era muy similar al color que adquirían al sonrojarse o sentirse avergonzada. Los profundos ojos color chocolate estaban enmarcados por unas oscuras y espesas pestañas, los párpados cubiertos por una sombra azul, dándole profundidad a su mirada, más de la natural. Los labios eran cubiertos por un brillo rosa, con un gloss transparente, como si pequeños diamante brillaran en ellos.
Me aventuré a mirar su ropa. Su pantalón era ajustado, negro completamente y a la cadera, llevaba un cinto azul con una hebilla plateada con su nombre "Bella" grabado en ella. Me supuse que las divinas vestirían igual. Un top azul, un color que me encanta y a ella le favorece mucho, sobre el ombligo y sin tirantes. Con pedrería marcando la parte superior y descendiendo por la división de su pecho hasta quedar sobre el ombligo, en el límite de la blusa. Los zapatos eran cerrados, con un tacón de diez centímetros –mínimo- delgado y azules, como su blusa.
Reparé en dos pequeños, no tanto, detalles que nunca había visto. Un arete en el ombligo, una piedra azul brillante. ¿Cómo no había reparado en ese detalle antes? Y el otro motivo de mi aparente desvarío, era un tatuaje en el vientre, o mejor dicho una mariposa de colores rosa, rojo, azul y amarillo; con pequeños brillos plata en los otros colores.
La mirada que me dedicaba Bella dejaba claro que sabía en lo que pensaba, pero ninguna palabra escapó de sus labios, ni la pequeña sonrisa se borró de ellos.
-Lo siento...-murmuré con las mejillas un tanto encendidas, pues estaba seguro que se sentía incómoda con mi mirada.
-Nunca los habías notado...-murmuró, no era una pregunta, era una afirmación. Aún así, negué con la cabeza. Soltó un suspiro y con su dedo delineó el contorno de la mariposa. Mis ojos seguían el camino que marcaba con su dedo. –La mariposa es algo propio de las divinas...-murmuró, y tuve que hacer un pequeño esfuerzo para escucharla, dada la distancia que nos separaba. –Nos lo hacen en nuestro cumpleaños dieciséis. Y el arete, ese me lo puse cuando tenía quince, como obsequio por mi cumpleaños también.-
-Son lindos...-murmuré sin saber que decir.
-Yo también lo pienso...-su voz parecía lejana, a pesar de haberme acercado a ella, como si lo dijera para si misma y no para mí. -...pero no era cuestión de elegir. Mi madre me llevó, ella también los tiene.-
-¿Todas las divinas...?- antes que terminara la pregunta ella confirmó mis dudas.
-Es como si marcaran al ganado.- una pequeña risa aflojó de sus labios. Aunque el brillo de sus ojos se había apagado un poco.
Una oscura capa de tristeza cubría las orbes chocolate. Sin entender la razón, me sentía culpable.
Bella POV
A pesar del repentino silencio instalado entre ambos y la desilusión provocando una leve opresión en mi pecho, me permití observarlo.
El cabello broncíneo caía rebelde sobre su rostro, dándole ese toque sexy que siempre me ha gustado. Vestía un pantalón negro, con zapatos de vestir del mismo color y su camisa era de un azul cielo, un poco más claro que el mío. Los primeros botones sin abrochar, permitiendo ver su marcado pecho.
Sus ojos verdes se posaban en cada detalle de mi cuerpo, sobretodo en las marcas que me identificaban como una divina. Y eso era lo más desilusionante, el hecho de que nunca hubiera reparado en ellas.
No es que me la pase con este tipo de ropa de un lado a otro, pero si he estado en su cama una vez, es lógico que conozca un poco más de lo que se ve a diario...
-¿Nos vamos?- pregunto un tanto nerviosa.
-Claro, cuando quieras.- su mano toma la mía, y siento la sangre subir a mis mejillas.
Con la cara roja y la mirada clavada en el suelo, salí de la mano de Edward del dormitorio. Era momento de presentarse en casa de Lauren.
El coche de Edward nos esperaba.
Un flamante volvo plateado que en mi vida había visto. Desde mi impresión, el BMW de Rosalie no era nada comparado con el coche del menor de los Cullen.
Cuando cerró la puerta y avanzó hacia el lado del chofer, Edward me dedicó una profunda mirada y sentí los nervios a flor de piel.
¿Por qué logra ponerme así con una sola mirada?
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