Ella abrió los ojos despacio en cuanto la luz bañó su rostro. Me miró y me sonrió tiernamente.
–Buenos días cariño –dije devolviéndole la sonrisa.
–Hola –dijo un poco somnolienta.
Se levantó y comenzó a alistarse sin decir palabra, parecía que ansiaba ver a sus padres de nuevo, mientras yo me quedaba pensando en las posibilidades.
Se vistió en poco tiempo y la llevé con Edward y Bella, que ya debían haber llegado.
Al llegar a la casa blanca, ellos ya se encontraban ahí, con una estúpida sonrisa en los labios, mirándose. Me iban a escuchar ahora mismo, hablaríamos largo y tendido sobre lo sucedido.
En cuanto los vio, Nessie se arrojó a los brazos de su padre y él la levantó en el aire, Bella la besó en ambas mejillas.
Me quedé ahí, estática viéndolos, de nuevo sintiéndome como una intrusa en aquella escena tan… familiar.
Cuando me proponía dar media vuelta para correr hacia el bosque Edward dijo:
– ¡Ey! No te escapes, ven acá –Bella se rió.
Algo tramaban y no sonaba nada bien. Me acerqué poco a poco a ellos, como previniendo un inminente ataque de algún depredador –aunque no conocía ningún depredador para vampiros.
Más te vale que no estés planeando algo extraño Edward –pensé entrecerrando los ojos.
Él sonrió amigable, sin rastro de malicia, eso me tranquilizó un poco. En cuanto estuve lo suficientemente cerca como para tocarlos, Bella se me abalanzó en un abrazo de oso inesperado.
–Uf… Bella –dije algo sofocada e incómoda – ¿Qué me perdí? ¿Por qué tanto cariño?
Luego Edward hizo lo propio mientras explicaba:
–Gracias por cuidar a Renesmee en nuestra ausencia, oye debes aprender a ser un poco menos desconfiada, al menos con nosotros cerca –dijo mientras me soltaba.
Le sonreí dulcemente. Vi a Nessie pegada al brazo de su madre, y como caído del cielo, escuché a Jacob entrar por la puerta de la casa. Nessie también lo escuchó y se emocionó, después de todo, tampoco había visto a Jacob desde el día anterior, algo bastante raro.
Miró a su padre, como pidiéndole permiso para ir con él y Edward sólo asintió.
La pequeña corrió y entró a la casa como una bala.
– ¿Saben? Ocurrió algo interesante cuando estaba con Nessie a punto de llevarla a dormir –comencé a contarles, era buen momento para hacerlo, ellos escucharon atentos. –Ella estaba muy preocupada por ustedes, creyó que debía pasar algo realmente grave como para que sus padres la dejaran sola –se miraron uno al otro –así que me pidió de manera muy sutil que los “vigilara” –hice comillas en el aire –y ¿saben con lo que me encontré?
Se miraron con preocupación y culpa. Bella parecía avergonzada.
–No se lo dijiste… ¿o sí? –dijo Edward.
Le dediqué una mirada de ¿crees-que-soy-estúpida? Y dije:
–Por supuesto que no querido Edward –sonreí –le dije que trataban “asuntos importantes”.
Rieron a coro, carcajadas libres y llenas de calma.
Edward se inclinó hacia Bella y la comenzó a besar, yo les puse los ojos en blanco y les saqué la lengua mientras decía:
–Me dan asco, chicos…
Edward me puso su mano en el rostro y me dio un empujoncito hacia atrás, sin dejar de besar a Bella y susurró <<Lárgate Cynthia>> imperceptiblemente sin separarse de su esposa.
Yo hice un saludo militar y dije:
–Si capitán, no me preguntes dos veces…
Salí corriendo en dirección al bosque.
Trepé un árbol con destreza, y me acurruqué en una rama. Quizá pensar no fuera un problema si no tuviera a Edward vigilándome, aunque sabía que no era su culpa. No podía evitarlo, aunque a veces era excepcionalmente entrometido. Decidí que no me importaba si se daba cuenta, pensaría lo que me diera la gana, y si después me reclamaba por algo, ya pensaría en algún buen chiste para aplacarlo, siempre funcionaba.
Comencé a tejer una telaraña de pensamientos entorno a Evelyn, me di cuenta de que los quizás eran muchos.
Quizá si la buscaba… Quizá si estuviera viva… Quizá fuera vampiro… Quizá me extrañara… ¿Pero y si no era buena? Quizá no se había podido alejar de la sangre humana como yo… Quizá fuera una sádica vampira dispuesta a matar todo lo que se le pusiera enfrente… Quizá…
Aunque tardé bastante, tomé una decisión ¿Qué podría salir mal? Buscar a Evelyn no parecía mala idea…
Comencé a evocar visiones de vampiros alrededor del mundo, totalmente al azar, si encontraba a Evelyn sería una total falta de respeto a la suerte que se supone que cada persona debe poseer. Era casi imposible que siquiera ella estuviera viva, sin embargo la seguí buscando.
Encontré vampiros cazando, en su mayoría de manera sutil. Yo siempre decía o había pensado que mi don se asemejaba a las cámaras escondidas de los programas de televisión, podía “caminar” o “avanzar” en el entorno de mis visiones, y claro sin ser vista. Yo me consideraba como una espía, era divertido. Encontré vampiros corriendo, saltando, gruñendo, vampiros siendo presas de otros vampiros, encontré al clan de Tanya –Carlisle me había hablado de esas hermanas y también de Eleazar y Carmen –y por último evoqué una visión de mi tan temido verdugo, los Vulturi.
Me detuve más exhaustivamente en aquel castillo que albergaba a esas criaturas que eran lo más parecido a vampiros que conocía. Aunque técnicamente no los conocía del todo, tenía una idea. A Carlisle ni a los demás chicos les gustaba hablar de ellos, lo notaba cuando crispaban los puños, gruñían o siseaban involuntariamente sólo ante su mención. Lo único que sabía era que eran totalmente sádicos y despiadados, además de las capas.
Se extendía una formación enorme en aquel castillo, con los tres personajes principales al centro: Aro, Cayo y Marco.
Demonios. Parecían algo totalmente irreal, incluso siendo esa una de mis visiones.
De repente, me sobresaltó un grito de dolor que provenía de dentro del castillo, luego de otro y otro. Era un grito de un hombre, un vampiro, pero a fin de cuentas un hombre.
Me dirigí al nacimiento de esos alaridos, atraída por la curiosidad. Entré a un salón parecido al designado para torturas en la Edad Media. Vi una vampira baja, delgada, de tez clara –por supuesto –y con cabellos rubios, que miraba fijamente a un hombre, era alto, delgado y de cabellos negros como el carbón, rizados y por supuesto guapo, pero ¿qué vampiro no lo era? Gritaba de dolor, como si la simple mirada de esa chica, lo hiciera sufrir.
– ¡Basta! ¡Basta por favor! –gritó una vocecita familiar ¿sería posible? –Te lo suplico Jane… ya déjalo…
La rubia sonrió más y el hombre lanzó otro alarido y se dobló en el piso.
Por fin pude ver el rostro de la niña que había suplicado. Era ella. Imposible. ¿Era mi suerte demasiada o a caso alguien había planeado esto? La segunda opción era mucho más convincente. No me importó. Eve. Mi Eve ¿por qué justo en este momento había encontrado a ambas de mis hermanas? ¿Por qué? ¿Coincidencia o… algo más?
Ella era exactamente como la recordaba, delgada, baja para ser una niña de quince años, con cabello café con matiz rojizo, rostro tierno en forma de corazón, que ahora estaba desfigurado por el dolor de ver sufrir a ese tipo, incluso de su cuello colgaba aquella medallita que yo le había regalado. Sólo algo había cambiado, eran sus ojos. No eran azules como cuando era humana, por supuesto que no, era de color carmesí brillante. Ella era una asesina al igual que yo.
De repente la rubia, exasperada, dejó de mirar al tipo y miró a mi hermanita, quien soltó un chillido agudo y cayó al piso.
Yo me caí del árbol y le gruñí a la nada. Luchando contra la impotencia de no poder protegerla. Debía salvarla, debía ir por ella AHORA.
Piensa todo con cuidado Cynthia, Edward podría haberse dado cuenta de tus intenciones ahora mismo –me recordó una vocecita preocupada –primero compruébalo y después, si tenemos suerte podremos irnos sin que lo sepan.
Si los Cullen se enteraban de mis intenciones, por supuesto que querrían ir conmigo. No lo permitiría, ellos no podían correr peligro por mi culpa, además no iba a obligarlos a tener otro enfrentamiento con los Vulturis. No, no más. Debía irme sin que lo notaran, esperaba con ansias que Edward no hubiera estado escuchándome.
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