En aquel momento, Isabella recibía una lección de su tía.
-Debes hacer un esfuerzo por ser seductora -le insistió-. De nada sirve ser tímida y callada; a los hombres en Paris no les gusta. Quieren que los diviertas y si tu no lo consigues, no faltara quien lo haga.
-Trato de hacerlo -dijo Isabella desolada.
-No te portaste muy entusiasta con el Conde Emmet McCarty ahora que nos encontramos en el parque. Es un hombre muy rico y viene de las mejores familias de Francia.
-Bebe demasiado -dijo Isabella-. Me ofendió el sábado en la noche. En realidad no entendí lo que me dio, pero se que fue ofensivo. LA duquesa se recostó en el sillón con repentina expresión de cansancio.
-Hay que aprender a manejar a los hombre -repuso-. No todos son perfectos. Algunos beben demasiado; otros les gusta el juego y otros solo son difíciles.
-Hare lo mejor que pueda -agrego Isabella con vos sofocada y luego, impulsivamente, se arrodillo junto al sillón de su tía -. Te estoy tan agradecida, tía Rene. Me encantan los preciosos vestidos que me compras y estoy feliz de estar aquí con tigo. Pero, por alguna razón, me siento fuera de lugar. Supongo que es por que siempre lleve una vida tranquila y protegida. No comprendo la mitad de lo que me dice la gente y creo que no le caigo bien al Barón.
Dijo las ultimas palabras con un poco de nerviosismo.
Comprendía que era muy osada en atreverse a hablar así, pero pensó que, de alguna forma, debía poner al descubierto el ambiente de suspicacias que existía entre ella y aquel hombre que entraba y salía constantemente de la casa.
-Que te hizo el Barón? -Pregunto la duquesa con vos aguda.
-Nada, nada en particular. Es solo que siento...
-Entonces, no sientes nada! El Barón es un hombre difícil, Isabella , pero un hombre astuto, muy importante y tiene muchas responsabilidades en Paris. Algunas veces hasta a mi me resulta difícil comprenderlo. Debes aceptarlo como es; trata de facilitarle las cosas cuando venga a descansar.
-No tiene casa propia?
-Vive en su embajada.
Hubo una pequeña pausa y luego Isabella pregunto:
-No esta casado?
La duquesa se levanto y camino por el habitación.
-Si, por supuesto que esta casado -contesto al fin indiferente-, su esposa esta en Alemania administrando las grandes propiedades que el Barón posee. Tiene cuatro hijos y el es un hombre muy respetable.
-Ya veo -repuso Isabella.
Aun no comprendía por que, si el Barón tiene esposa e hijos, siempre esta rondando a tía Rene. Y por que , cuando Isabella llego inesperadamente al segundo salón la otra noche, el aparto rápidamente los brazos de los hombros de la duquesa? tía Rene lo estaba mirando con adoración, con el rostro levantado, como si el la estuviera besando. Isabella se sobresalto. No estaría demasiado vieja tía Rene para esas cosas?
Cuando pensó en ello mas tarde, llego a convencerse de que tía Rene deseaba casarse con el Barón. Después de todo, no había ninguna razón por la que ella no pudiera volver a casarse y aunque era una lastima que le gustara ese hombre, Alemán por añadidura, era al menos alguien que podía cuidarla. Podría evitar que tía Rene gastara tanto en fiestas, que debían representar un desembolso extraordinario de dinero y a las que invitaba a tanta gente rara y escandalosa.
Isabella se puso de pie. Tía Rene pretendía estar acomodando unos claveles en un florero cerca de la chimenea.
-Creo, Isabella, que debo darte una explicación -dijo con vos extraña-. Me he sentido muy sola y desdichada desde que murió esposo. El Barón ha sido muy bueno con migo. Me ayudo en asuntos legales muy difíciles y me ha apoyado cuando lo he necesitado.
-Si, por supuesto que comprendo. Solo me parece extraño que venga tan seguido. No imagine que te estuviera ayudando.
-Debes ver como son las cosas -continuo su tía, mirando las flores-. El también se sentía solo; su esposa y sus hijos están lejos y a los franceses no les gusta los alemanes.
Además, es muy sensible y le duele que la gente sea ruda con el.
Isabella no contesto. No podía imaginar que el Barón sufriera por nada o que fuera algo mas que un hombre autoritario y altanero. Pero quizás, pensó, estaba siendo injusta y después de todo tía Rene lo conocía bien .
-No quiero parecer curiosa, tía Rene -repuso-. Te pido disculpas; es intolerable de mi parte hacer tantas preguntas. Es solo que quiero entender, para no cometer errores.
-Por supuesto pequeña, y si quieres complacerme, se amable con Lord Cullen, es un hombre encantador y muy rico -repuso la duquesa.
El rostro de Isabella enrojeció.
-De eso quería hablarte, tía Rene -musito con timidez-. Veras por algo que me dijo Lord Cullen la otra noche, creo que se imagina que tratas de atraparlo.
-Eso dijo?
-Si, en cierta forma -tartamudeo Isabella-. Fue por mi culpa, le dije que tu querías que fuéramos amigos. Después me di cuenta de lo tonta que había sido y me sentí avergonzada.
No quiero casarme, tía Rene a menos que me enamore.
-Isabella, tienes que casarte -dijo la duquesa-. Ansío encontrar alguien rico y de buena posición para ti, que te cuide y te haga feliz. No hay nada mas, comprendes? Hablas de ser una institutriz o ama de compañía, que clase de vida es esa? La odiarías. Además, es degradante; una vida donde te haces vieja sin ser feliz. Las mujeres se hicieron para el matrimonio y tu debes casarte en cuanto sea posible.
-Pero, por que tan pronto? Llegara alguien a quien pueda amar. Algún día lo conoceré.
-No puedes esperar "algún día lo conoceré", eso es un hecho, Isabella. No voy a entrar en detalle; créeme que es lo mejor. Quiero que te cases lo mas pronto posible . Te daré una gran pensión, un magnifico ajuar de novia, y cuando muera heredaras todo el dinero que me queda. Eso debe ser suficiente para atraer a cualquier hombre.
Hizo una pausa y se quedo mirando a su sobrina.
-Eres muy hermosa -murmuro-. Quiero que te cases bien, muy bien. Será un bofetón para...
se detuvo de pronto.
-No tiene objeto hablar de eso. Si quieres darme gusto, si quieres demostrar tu gratitud, deberías ser muy amable con los hombres que te indique. Con McCarty por ejemplo, y por supuesto con Cullen. No permitas que se den cuenta de que vas tras ellos. Solo hazte indispensable y disponible cuando te necesiten.
Isabella no respondió. Sintió que no podía decir nada mas.
Que difícil era describir sus sueños; encontrar algún día a un hombre y saber que el la quería y que ella a su ves lo amaba. Quería ofrendar gustosa su corazón sin considerar las ventajas mundanas de la fortuna y la posición social de su futuro esposo. Casi por provocar a su tía, le pregunto:
-Que hay del señor Jasper Whitlock? No debo ser amable con el?
-Supongo que puede ser tan bueno como cualquiera -repuso exasperada su tía-. Es primo de Lord Cullen y viene de una muy buena familia, pero es solo el segundo hijo. Es una lastima que siendo tan bonita acabes con cualquiera, a menos que no te quede otra alternativa.
-Esta muy deseoso de ser amable -repuso Isabella.
-Entonces se amable con el -repuso la duquesa inesperadamente-. Te diré lo que debes hacer. Te invito al parque con el, no? Muy bien, puedes ir, pero acompañada de alguien. No tiene que ser una mujer, puede ser otro hombre. Lord Cullen, por ejemplo.
El gesto de disgusto en la cara de la duquesa desapareció al instante. Sonrío, satisfecha con sigo misma.
-No te complace eso, pequeña boba? Ve a escribirle una carta amable al señor Whitlock. Dile que cambie de parecer y que puedes ir a pasear con el, siempre y cuando no baya solo. No sugieras que Lord Cullen lo acompañe la primera vez; espera haber a quien lleva el. Sospecho que será a su primo.
Isabella estuvo a punto de decirle que no deseaba que Lord Cullen los acompañara , después de su comportamiento de la otra noche, pero sabia que eso molestaría a su tía.
Además, tía Rene podía hacerle mas preguntas acerca de que dijo Lord Cullen y sabia que no podía recordarlo y tampoco por alguna razón explicarlo. Todo era muy confuso y no deseaba hablar mas del asunto. La había puesto en una situación muy incomoda. En aquel momento sintió de nuevo aquel extraño, inexplicable latir de su corazón, igual a cuando Lord Cullen se fue y la dejo sola en la terraza.
-Ahora, ve a escribir la carta .dijo la duquesa-. La enviare a la embajada.
-Muy bien, tía Rene -respondió humildemente Isabella.
Se dirigió a la sala de escribir , cerca del salón, tomo una de las gruesas hojas de papel adornadas con monogramas y la puso sobre el papel secante. Luego se sentó, mirando a su alrededor.
De algún modo, aquello le parecía mal. Una chica de su edad, en Inglaterra, no se comportaba así: jamás le escribiría a un hombre para que la invitara, aun cuando ella lo hubiera rechazado antes. Estaba segura de que su madre no le aprobaría, como tampoco aprobaría la fiesta del sábado, ni al Barón, o la escandalosa mujeres que asistieron a la cena, ni a la gente que con la que hablo su tía en el parque aquella tarde.
Había detenido el automóvil bajo los castaños y algunas personas se acercaron para charlar. Los hombres eran, sin lugar a dudas distinguidos, pero había algo muy familiar y muy intimo en la forma en que se dirigían a tía Rene y cuando le fueron presentados a Isabella, la miraron en una forma insultante. Fue como si la desvistieran con los ojos hasta desnudarla por completo. Que sucedía? Por que las cosas eran diferentes como las imagino?
La casa de su tía era preciosa, los muebles de un gusto exquisito, que era un deleite el contemplarlo. Pero las invitadas de la duquesa, vestidas con aquellos trajes de brillantes lentejuelas y recargadas de joyas, estaban fuera de lugar. Seguramente que no todas la francesas eran así. Tal ves tía Rene conocía a la gente equivocada y sin embargo, como duquesa al fin, solo debía recibir a lo mejor de la sociedad.
"No comprendo, no comprendo", se dijo, "Que podía decir en la carta al señor Whitlock?". "Que hubiera querido su madre que dijera?" Isabella suspiro. Todo era muy difícil. Su mama había muerto pero su tía estaba llena de vida.
Lentamente escribió:
"Estimado señor Whitlock:
Mi tía me indico que podía responder a su amable invitación para pasear por el bosque. Me pidió que le informara que no puedo ir sola, y que si alguien mas nos acompaña, estaría encantada de darme permiso. -Atentamente- Isabella Vulturi."
Isabella la leyó una y otra ves. Le hubiera gustado que fuera mas ceremoniosa y mas formal, pero no pudo mejorarla.
Finalmente puso la carta en un sobre con la dirección y se dirigió al salón. Al llegar a la puerta, en el otro extremo, se percato que su tía ya no estaba sola. Escucho la profunda y ronca vos del Barón y supo que eran mas de las cinco.
-Oh, Sioba! -escucho decir a su tía-. Estoy tan contenta de verte. Tuve una tarde muy difícil.
-Entonces, que esperamos? -pregunto el Barón.
La duquesa río un poco. Parecía joven, alegre, casi emocionada.
Isabella los oyó atravesar la habitación y dirigirse a los altos.
De momento solo pudo pensar en lo que dicho por su tía: "Una tarde muy difícil".
Difícil por que estuvo con ella. Tal vez porque le hizo preguntas. De nuevo, aquel terrible presentimiento de que algo andaba mal, y, sin embargo, no sabia que era. Por que seria tan introspectiva? Por que seguía haciéndose preguntas en lugar de aceptar las cosas como eran?
Firme y decididamente camino hacia el vestíbulo. Había dos lacayos de guardia y la entregó uno de ellos.
-Que lleven esto de inmediato -ordeno-, a la embajada británica.
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