Las manecillas de mi reloj de mano indicaban que las horas pasaban, pero yo no veía diferencia alguna salvo las mínimas lucecitas que empezaban a teñir el cielo.

“Al fin” Pensé, recostada sobre un árbol de cerezo, me obligué nuevamente a pensar, algo lo imposibilitaba, sentía sed… Mi garganta ardía en llamas.

En mi mente, algo así como en una película, las imágenes retrocedieron en el tiempo, vi a Edward sobre los acolchados, a mí misma tumbada sobre su pecho, la fragancia… Ese perfume dulce entraba por mi nariz… ¡Sangre!

Edward me había mordido, miré nuevamente mi herida, no cabían dudas, desprendí suavemente la gasa, que en un comienzo seguro fue blanca, ahora estaba pintada de rojo, sentí ansias de colocar mis propios colmillos sobre mi muñeca.

Mi cabeza hizo “click”, ¿Era ya un vampiro? ¿Una neófita fuera de control? No había llegado a esa conclusión hasta que vi mi sangre, esto no está bien. Quizás, luego de ese percance, esa noche quise  morder a Edward, y el me abandonó aquí… Cierto, todavía no se donde estoy.

-Disculpe, señorita… ¿Me permite si...?

Ladeé mis ojos, estaba en problemas, un joven rubio estaba frente a mí, tendiéndome la mano para incorporarme, ya era de día.

Fruncí el cejo, ese no era Edward, ¿Y si lo era? ¿Y si no lo recordaba?

-Soy el Dr. Newton, ¿sabe donde se encuentra?

¿Dr. Newton? ¡Qué formalidad! Si este muchacho debía tener de mi edad.

-¿Dónde esta Edward? Es alto, de tez clara, más bien pálida, de cabellos rojizos, de ojos…

-Perdóneme… ¿Cómo es su apellido?

-Soy Bella, Isabella Cullen. ¿Dónde esta mi esposo? Por favor, necesito encontrarlo, es que…

Me quebré. El doctor me miraba extrañado, Ah… creo que era por el modo en cómo miraba su cuello, es que su vena principal latía fuertemente contra su piel.

-Oh, casada…-clavó sus ojos en sus manos- Este… Quiero decir… Bueno, el avión donde usted viajaba con su… marido, y donde iba yo incluido, tuvo un accidente, los motores fallaron, y ya ve… Acá estamos.

-¿Accidente? ¿Y Edward?

-Lo siento, no se cómo decirlo, este joven que usted describió hace un instante, yo mismo lo atendí, él le salvó la vida. Pero… cuando hice unos chequeos, su corazón no latía. De verdad lo siento Isabella.

Mi mundo se detuvo, no había reloj que valga, esto no podía estar sucediendo. Edward… ¿Muerto? No… No puede ser…

Mis labios se tensaron en una fina línea, el médico rubio dio un paso hacia atrás, no dijo nada, esperó.

Me olvidé de él, ¡Edward no podía estar muerto!

-Isabella… -continuó aunque apenas lo escuchaba- Tienes que acompañarme, por allá están los equipos médicos. Deben revisarte.

-¿Dónde esta… el cuerpo?

-Lo llevaron esta mañana cuando lo encontré- le fulminé con la mirada y me levanté, lo tomé del cuello de la chaqueta con una furia incontenible- Él no sufrió… Te lo aseguro.

-Llévame donde esté ¡AHORA!-chillé.

-Esta de camino a la morgue, encontramos en sus pantalones sus datos, es de Forks- eso ya sabía, mis ojos me impedían ver con claridad, estaba en completa negación, Edward no estaba muerto, no podía- Así que… Lo deben estar llevando de regreso.

-¿Te dijo algo antes de…?-no podía decir la frase entera.

Lanzó un suspiro frotándose los ojos con sus manos. La bronca volvió a mí, de una peor manera.

-Cuando lo encontré, ya estaba…-quiso abrazarme viendo que yo me ponía histérica, no me dejé- Pero pasó algo curioso, ayer creí haberlo visto pegado a ti, bueno, a una joven de aspecto similar al tuyo pero como era de noche no puedo estar seguro, pero juraría que estaban bien, los dos, en los asientos.

-¡HABLA! ¡POR DIOS!

-… Pero hoy ya, él estaba solo, tendido en la gramilla a unos cuantos kilómetros de distancia que tu.

-¿En los asientos? Eso del avión… Cuenta… ¿Cómo es que llegué allí?

-Claramente estas en shock, es normal, y yo también lo estoy, no me hagas caso, tal vez… Perdona, es que mi lugar en el avión era cercano al de ustedes, y con todo esto, estoy confundido. Estoy atendiendo hace horas sin respiro. Vi tantas cosas, triste en su mayoría. Lo siento de verdad.

Comencé a correr sin dirección fija, donde vi que había mucha gente, seguí esa ruta. Cuerpos tumbados, ensangrentados… La sangre, mi garganta la pedía a gritos pero Edward era más importante que toda esa maldita sed.

Sentí un cosquilleo en mis ojos, en las pupilas se pegaban unas pelusas diminutas pero oscuras, era como polvillo. Humo. ¿El se había incendiado? Y si… No…

En ese momento, pensé que aspecto tendría. Edward siempre dijo que por la ingesta de sangre, los ojos quedaban teñidos de color rubí. Que suerte que hoy estaba algo nublado, el sol apenas se dejaba entrever.

Escuché unos pasos detrás de mí junto con un jadeo.

-Hey. Espérame. Detente por favor.

Volteé mi cabeza gruñendo. Mis colmillos asomaron a la luz y el medicucho que no me dejaba en paz quedó en su sitio.

Dos pares de fuerte brazos me encerraron, yo tenía mas fuerza que ellos en absoluto pero no iba a dejar al descubierto a la “raza” Culle, mi raza…

-Puedo sola, gracias- me soltaron.

Todo estaba tan mullido, y mi cabeza cada vez se sentía peor, veía colores, luces llameantes, fogonazos cruzando la… ¿Habitación?

-¿Estás mejor?

-¿Qué me hicieron? ¡Te odio! ¿Por qué no me dejas ir de una vez por todas? Necesito a Edward… Por favor, te lo ruego.

-Calma-dijo el Dr. “Molesto”- era necesario, estabas demasiado alterada. Debes reponerte.

-Sí- grazné- estoy mejor que nunca- me quité las sábanas de la camilla, y me puse en pie, el quiso detenerme, pero ni modo. Me voy. Estoy sana… Físicamente.

-No soy nadie para impedírtelo, toma tus cosas- me pasó el bolso- pero eso no está en mis manos, mañana recién podremos irnos todos, sólo los de urgencia están viajando.

-Estoy viuda. ¿Eso no cuenta?

-Shhh…

-¡SUÉLTAME!- grité lanzándolo al suelo, Edward decía “Shhh” siempre…

Me miró confuso.

-Lo siento, veré que hago, irás mañana mismo a ver el cuerpo de tu difunto esposo.- quiso acariciar mi rostro bañado en lágrimas pero yo ya estaba fuera de la habitación.

Tenía el resto del día para entretenerme en cosas como… ¿Ya soy vampiro? ¿Y si es así por qué puedo controlar mi sed? ¿Edward realmente estaba… muerto? No podía ser, era imposible ya que los vampiros no mueren, claro su corazón no late, son fallecidos en vida. Quizás… exista la posibilidad de que a Edward lo revisaron, y al ver que su corazón no bombeaba sangre como cualquier humano, lo dieron por muerto, si ojala fuera eso. Por favor.

Quedé sentada todo el rato junto a un árbol, alejada de la multitud que me dejaron en paz después de estudios, que no sé cuales fueron ya que el doctor idiota me sedó y quién sabe uno que me hicieron.

-Todo listo, Sra. Cullen-dijo una voz femenina desconocida- Mike… Perdón, el doctor Newton hizo unos ajustes y podrá viajar mañana a primera hora a Forks.

Eso me recordó que yo estaba en Verona, con Edward, y nos habíamos casado, con anillo y acta matrimonial incluidos.

-¿Dónde estamos? ¿Y qué fecha es hoy?- Me levanté y comencé a hacer muecas con las manos.- ¿Por qué no hablas italiano? ¿Esto es Verona?

La rubia me miró con gesto cansado.

-Nosotros también viajábamos para Estados Unidos, soy la secretaria de… Mike, y seguimos en Italia. Hoy es 30 de diciembre. Vaya fecha viene a caer el viaje ¿Eh? Ah, estamos Florencia, para ser exactos.

-Yo no tengo nada que festejar.

-Claro que sí, créeme.-terminó.