Corazón de diamante(+18)

Autor: kelianight
Género: Sobrenatural
Fecha Creación: 18/08/2010
Fecha Actualización: 21/11/2010
Finalizado: SI
Votos: 9
Comentarios: 42
Visitas: 40137
Capítulos: 26

 

Bella se convierte en vampiro por amor y una profecía olvidada se vera cumplida… ¿Podrá Edward, convivir con la culpa que siente al ver que Bella perdió su alma por el? Solo el tiempo lo dirá o no…

Los personajes les pertenecen a Stephenie Meyer y el fic es de Crisabella Cullen, que me dio permiso para publicarlo aqui.

 Su beta es Darla gilmoe

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Capítulo 13:

Mientras Edward contaba lo que había visto en la mente de Eliam, yo me quedé congelada. Los Vulturis le habían arrancado el corazón a Hadara. Mancillaron su cuerpo, lo destrozaron. La ira me invadió, no pude evitarlo. Fue más fuerte que mi voluntad. Dejé escapar un rugido gutural que incluso a mí me asustó.

— ¡Todos a cubierto, Bella se está enfureciendo! — advirtió Emmett.

Apreté los puños, rechiné los dientes y una terrible sed de venganza se apoderó de mí ser. El fuego acudió sin ser llamado a mis manos. Mi piel brillaba con fuerza, e iluminó la casa y los primeros abetos que daban paso al bosque.

No me di cuenta de que tenía los ojos entre cerrados, pero si advertí como se alejaban de mi, incluso Edward. Por mi mente pasaron imágenes de los hermanos, nunca los había visto, sólo en el cuadro de Carlisle. Pero eso me bastó para rugir otra vez, un gruñido celestial, feroz y aterrador, e iba para ellos. Deseé que en donde estuvieran me escucharan, se asustaran, porque si, definitivamente iba a ir por todos ellos.

— Aunque vayas, no te darán el corazón de Hadara.

Alice caminó alrededor de mí, pero a distancia segura. Vio me decisión de ir a por ellos, estaba segura.

—Los obligare — escupí con ira.

— No servirá de nada, créeme, lo he visto.

El fuego se agitó dentro de mí en respuesta a sus palabras. Alice parecía estar muy segura de su visión. Pero estaba segura de que si iba a ellos y los amenazaba con mi don, ellos me lo darían por las buenas o por las malas.

— Están preparados para la llegada de alguien como tú, Bella, tienen aspersores de agua anti incendios en todos lados.

Pestañeé confusa, no sabía que es lo que quería decir con eso.

— Eso no me frenara. Si Hadara viene conmigo podré controlar el agua — remarqué.

Edward tomó el relevo viendo mi decisión en la mente de Alice. Caminó hasta mí y ordené al fuego que regresara a mis pies en el acto.

— Bella, amor, no podrás. Y pondrás en peligro de muerte a todos nosotros — indicó él, haciendo un gesto en dirección a los Cullen.

— ¿Qué? — dije casi en un grito.

— Así es, mi joven señora.

Eliam se unió a ellos. Su mirada triste era inquietante para mí.

— Habla— le ordené a él.

Eliam asintió.

— Usted no está preparada para un enfrentamiento con ellos. Debe primero aprender a no luchar contra Hadara cuando se apodera de su cuerpo. Debe estar en total comunión con ella, en mente pero también en cuerpo, y sobre todo… en alma.

Edward jadeó.

— Los vampiros no tienen almas — afirmo el mirando a Eliam a los ojos.

— ¿Quién dice que no? — cuestionó con una voz tranquila.

Observé como mi novio centraba toda su atención en el vampiro de piel de cebolla y la sábana adunada en su cintura.

— Somos monstruos, un error de la naturaleza, una abominación.

Eliam negó con la cabeza.

— En verdad no saben nada sobre sus proveniencias y sus raíces, señor Edward. Nuestras gentes están andando en el error por culpa de los Vulturis y su afán de gobernar nuestro mundo. La verdad, espero se sepa algún día.

— Para eso, debes compartirla con nosotros— indicó Carlisle.

— Debo confesarles que siento… miedo.

— ¿Por qué?

Carlisle fue hasta él, Esme lo acompañó.

— Porque la última vez que intenté contar lo sucedido a nuestras gentes, y los Vulturis se enteraron…

— Los exterminaron a todos — terminó Edward la frase que Eliam no podía decir.

— Es horrible — replicó Esme.

Decidí alejarme unos pasos, sentí como el fuego volvía a mí. Edward seguía concentrado en los pensamientos de Eliam y no me prestaba atención alguna. Me di cuenta de que los Denali estaban presentes, supuse que llegaron en cuando me entró la ira antes. Los saludé de lejos con la mano, ellos respondieron haciendo lo mismo. Desde donde estaba los veía y los escuchaba perfectamente. No quería herir a nadie con mi don. Pero si ansiaba ir a por los Vulturis, aunque no podía.

Noté el aroma de Jasper, se acercó silencioso a mí. Tanteó discretamente mis emociones y me envió unas olas relajantes. Poco a poco mi ira fue aminorando para dejar paso a la tranquilidad. El fuego dentro de mí se calmó al instante.

— Gracias — murmuré.

— No hay de qué. Entiendo lo que sientes.

Lo miré agradecida, y volví mi atención a la charla.

— Mataron a los que sabían la verdad de lo que ellos hicieron.

— Si — respondió Eliam a Carlisle.

Todos estaban reunidos a fuera. Los Denali y los Cullen.

— Cuando mi hermana, Ilisondra, profetizó por primera vez el nacimiento del verdadero inmortal, ellos se rieron de ella. Se decían los verdaderos reyes de los vampiros, pero Ilisondra sabía que no, al igual que yo. Había visto en el futuro la verdad. Y Aro Vulturis leyó en su mente su profecía. Por eso fue que la encerraron en un lugar secreto. No la volví a ver nunca, pero percibía que seguía con vida hasta hace algunos meses.

— ¿Por qué no intentaste ir por ella? Con tu súper don, habrías borrado la memoria de tu paso por allí y recatado a tu hermana— dijo Emmett.

— Lo intenté, pero no sabía dónde buscar, y cada vez que preguntaba a alguien sobre ella o me acercara a la verdad, los Vulturis sospechaban algo. Mi don no es perfecto, me temo. Cuando más borro la memoria y vuelvo a hacerlo y la gente me ve, se dan cuenta de que me conocen, pero no saben de qué.

— Como un… deja vu — comprendió Carlisle.

— Sospecharon de Eliam. No sabían que intenciones traía — continuó Edward viéndolo en la mente de Eliam —; lo vieron como una amenaza y sospecharon que tenía un don fuera de lo común.

— Cuando me di cuenta, les volví a borrar la memoria y abandone Volterra.

— Recuerdo eso — intervino Eleazar de repente.

Todos se giraron hacia él. Su cara era de sorpresa e incredulidad.

— Yo también lo recuerdo, Eleazar.

— Los Vulturis me ordenaron investigarte. Y cuando percibí tu don… luego, no… recuerdo que pasó luego.

— Te borré la memoria.

— Ahora comprendo la impresión que tuve al verte antes. En realidad nos conocimos hace bastante. En Volterra.

— Esto se pone cada vez más interesante. ¡Es mejor que ir al cine! — exclamó Emmett.

Fue ignorado cuando de repente la sábana que cubría las caderas de Eliam, cayó al suelo.

— Deberíamos entrar, iré a buscar algo de ropa — dijo Esme desapareciendo en un borrón.

Rosalie y Alice se unieron a nosotros. Mientras los hombres acompañaban a Eliam adentro de la casa. Tanya, Carmen e Irina se dieron la vuelta riendo con disimulo.

— Este vampiro no tiene ni un ápice de moda — remarcó Alice —, mira que pasarse la existencia con un trapo viejo como vestimenta.

Sonreí a pesar de la situación. Alice no perdía el norte.

— Supongo que no le hacía falta vestirse si a su paso borraba la mente de la gente — replicó Jasper acariciando la mejilla de Alice.

— Aun así, es una necesidad vestirse. No le costaba nada ponerse un pantalón al menos.

— Igual en su época no acostumbraba a ello. Quién sabe.

— Y tú te mueres por comprarle ropa — repuso Jasper dulcemente.

Todos reímos y Alice sonrió alegremente y sacudió su cabeza haciendo que su pelo puntiagudo se moviera por todas partes.

— Eres un monstruito adorable — le dijo él.

Ella pasó sus brazos por su cuello y antes de besarlo le dijo.

— Y es por eso que me amas tanto.

En ese mismo momento, todos notamos las emociones de ellos dos. Y a gran escala. La lujuria nos invadió con ondas peligrosas. Intentar luchar contra ese sentimiento era casi imposible, no tenía otra cosa en mente que no fuera Edward. Tenía que estar con él. Ya.

— ¡Emmett! — gritó Rosalie, se puso a correr en dirección a la casa.

Él asomó la cabeza por la puerta en el momento en que Rose le salto encima y le planto un beso apasionado. Los dos desaparecieron en dirección al bosque. Y yo me alejé de Jasper y Alice. La tensión sexual era demasiada para mí. Fui hasta donde se quedaron las mujeres del aquelarre de Eleazar

— Creo que Jasper se ha dejado llevar por las emociones de Alice — dijo Carmen riendo.

— Eso parece — contesté.

Me ardía la cara como si estuviera sonrojándome.

— Sé que es imposible, pero juraría que te estás ruborizando, Bella — aseguró Tanya.

Entonces era un hecho. Estaba ruborizada de vergüenza, que mala suerte.

— Er… si… yo a veces, me ocurre eso — contesté tartamudeando.

Bien hecho idiota

, pensé para mí.

— Oh. Pues sí que eras rara.

Asentí y miré para otro lado. Me sentía como una tonta ahora, rara entre humanos y ahora anormal también entre los vampiros. Definitivamente era un caso de pura mala suerte, no podía remediarlo, y eso me perseguía incluso en esta vida. Bufé.

Carmen apretó mi brazo como si hubiera comprendido mi punto de vista. Su pequeño gesto me reconforto mucho. Pero no dijo nada, y agradecí eso.

—Bella.

Giré a ver a Edward. Vino hasta mi y tomo mi mano.

— ¿Ya lo han vestido? — preguntó Carmen.

— Esme encontró ropa de su talla, aunque los pantalones le queden un poco cortos. Se van de caza, Eliam lleva demasiados días sin alimentarse.

Eso lo compendía pero lo de ropa era normal. No me extrañaba dada su altura. ¿Cuánto mediría? Seguro sería cerca de dos metros.

— Si. Pueden entrar, Esme los espera.

Tras unos minutos, Edward seguía callado. Lo miré con curiosidad. Traía el rostro serio.

— Edward, ¿Qué ocurre? — pregunté finalmente.

— Aquí no, vamos.

Comprendí que quería hablar conmigo a solas, lejos de todos. Me limité a seguirlo, casi inmediatamente empezamos a correr, despacio al principio y luego más rápido. Edward era muy rápido, tanto que en segundos me dejó atrás. Algo muy malo le molestaba, estaba segura de eso. Olfateé el aire y seguí su rastro. Su aroma olía maravilloso, miel y sol. El rastro seguía montaña arriba. Salté de roca en roca sin esforzarme, siguiendo mi instinto. Cuando llegué al enorme pedrusco partido en dos, brinqué entre la abertura y aterricé sobre la hierba con suavidad.

Su aroma era mucho más fuerte aquí, estaba cerca. Lo encontré en medio del pequeño prado. Las flores silvestres en tonos azules, blancas y amarillas me recordaba a nuestro prado en Forks.

Una pincelada de remordimiento se apoderó del centro de mi pecho. Pensé en mi padre. ¿Cómo estaría él? ¿Cómo habría vivido mi trágica muerte? Deseaba verlo, asegurarme de que se encontraba bien, de que se alimentaba sanamente. Me deshice de esos pensamientos, si por lo que fuera me pusiera a llorar, Edward se afligiría aun más. Compuse una cara serena y caminé hasta Edward.

— Edward.

Se volteó hacia mí. Los primeros rayos del amanecer aparecieron y chocaron de lleno contra su cara. Aguanté la respiración viendo tal espectáculo de nuevo. No me cansaría de ver con su centellante piel atrapaba la luz solar y emitía tanta belleza a la vez. Diamantes en miniatura, un regalo para la vista.

— Eres hermoso.

Sonrió un poco y se acercó a mí. Presionó sus labios en mi frente y susurró.

— Tu sí que eres hermosa, mírate.

Levanté un brazo, y si, mi piel brillaba exactamente igual que la suya. Llevé mi mano a su rostro y lo acuné. Blanco sobre blanco, diamante sobre diamante. Sonreí aliviada de ver que era como él y no un fenómeno.

—Bella, dime qué tienes en la mente.

Levanté la vista a verle a los ojos.

— Pues que me alegro ver que soy como tú.

La tristeza ensombreció sus ojos dorados como la mantequilla derretida.

— Yo no estoy de acuerdo con eso.

— Eso me recuerda lo que dijo Eliam antes. ¿Los vampiros tienen almas?

En verdad no se me había escapado.

— No, y no he encontrado nada en su mente que me indique lo contrario, solo conjeturas y esperanzas. Absurdo. Seguimos siendo…

Le tapé la boca con mi mano obligándolo a callarse.

— Da igual lo que seamos, no me importa mientras este contigo.

No respondió, se limitó a mirarme. El sol se escondió, y unas nubes dieron fin al espectáculo. Mire como el cielo se encapotaba. Parecía que iba a llover. Perfecto.

— Ya estamos aquí, Edward.

Alice apareció y vino dando pequeños pasos con su andar de bailarina. Vi a Jasper tras de ella. Luego Carlisle y Esme se unieron a nosotros. No comprendía qué hacían aquí.

— Bien, debemos hablar lejos de él.

Edward se desplazó de manera a quedar frente a su familia, pero sin soltar nuestras manos entrelazadas.

— Emmett, Rosalie y los Denali se lo llevaron de caza, irán tan lejos como puedan. Nos deja unas horas.

— Era un plan para alejar a Eliam, ¿pero por qué? — pregunté confundida.

— Porque esconde muchas cosas.

— Bella, siento lo de la ola de lujuria antes, fue a propósito para alejarlos a todos. Lo siento — se disculpó Jasper.

— Rosalie y Emmett actuaron a la perfección, pero creí que iban a hacerlo ahí…

— Debía ser creíble— le contestó Edward a una Esme inquieta.

Alice carraspeó.

— A lo que vamos, Eliam miente.

— ¿Sobre qué? — le preguntó Carlisle.

— Él quiere a Bella.

Me sobresalte.

— Yo no comprendo a qué te refieres con eso.

— Quiere manipularte, y a todos nosotros, para su fin de recuperar el corazón de Hadara.

— Iré de todos modos, no es tarea de él.

— Lo sé, pero esconde mucho más de lo que en realidad dice.

— Hijo. ¿De qué se trata, que has visto en su mente? — le urgió Carlisle.

— Aparte de la escena de Hadara, él arde de sed de venganza. Es algo demasiado obvio para mí. Quiere el corazón, y a Bella como… compañera. Piensa así que será como el rey de los vampiros.

Mi mente tardó tres segundos en comprender sus palabras.

— Eso es una locura, te amo a ti — murmuré.

— Se me hizo difícil no saltarle al cuello, Jasper, gracias. Sin ti no hubiera podido manejar esto.

— No hay de qué. Debo añadir que desear matar a Eliam como lo ansiabas tu, fue muy duro… casi parecía que estuviera… yo enamorado de Bella en vez de ti.

Lo miré levantando una ceja. De repente me entraron unas ganas tremendas de… Oh, Dios mío… ¡de irme de compras! Pestañeé y sacudí la cabeza. Comprar ropa, pantalones, calzado, camisetas y el último bolso de moda y… ¡Alice! Me parecía a ella.

— No me gusta ir de compras, odio eso. ¡Pero no puedo evitar tener ganas de salir corriendo ahora mismo e ir a la primera tienda abierta! — exclamé con miedo.

— Perdón, Bella. Son las emociones de Alice, y a eso me refería antes.

— ¡Luego nos vamos de compras, Bella! — chilló Alice.

Las emociones de ella fueron desapareciendo y suspiré aliviada.

— No. No iré. Definitivamente sigo odiando eso, gracias al cielo.

Alice le dio a él una mirada de cachorro triste, incluso hizo un mohín.

— Podrías haber hecho que durara un poco más — le dijo ella molesta.

Jasper no respondió, se limitó a observarla con amor y cariño.

— Lo mejor será estar sobre alerta en cuanto a Eliam.

Miré a Carlisle.

— Intentará manipular nuestros recuerdos, debemos tener cuidado.

— Podría extender mi escudo sobre ustedes y proteger sus mentes — dije.

— No funcionará, Bella. No podrías aguantar tanto esfuerzo, en algún momento se te escapará — contradijo Edward.

— Eliam debe tener la libertad de entrar en nuestros recuerdos, debe ver que no hay peligro.

Carlisle parecía confiado.

— ¿Por qué no se lo dicen y ya? — pregunté.

— Porque aparte de los Vulturis, es el único que sabe dónde está el templo de Hadara. Su isla no aparece en las visiones de Alice.

— Y sigo sin ver dónde está. El futuro cambia constantemente, solo el enfrentamiento con los Vulturis es un hecho.

Miré a Alice, ahora se veía totalmente concentrada. Mientras hablaban de cómo actuar delante de Eliam, me di cuenta de que en verdad los conocía muy poco a todos.

Todos se complementaban. Alice vio las intenciones de Eliam antes de que él viniera a la casa, supuse que eso ocurrió mientras dormía, o quizá antes. Edward al leerle la mente advirtió a su familia y a los Denali. Todo fue previsto, cada detalle y cada palabra por así decirlo.

Y ahora más que nunca me sentí ajena a ellos. Fuera de lugar, de esta familia y muy lejos de Edward, porque él se sentía culpable de haberme convertido en lo que es. Un monstruo sin alma.

El extraño presentimiento que tuve meses antes volvió a mí. Como si algo muy malo iba a ocurrir muy pronto. Y no tenía que ver con Hadara, si no con Edward y yo misma.

Capítulo 12: Capítulo 14:

 
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