Narra Alma

Busqué en Internet los apuntes que dejó la profesora y empecé a imprimirlos. No eran muchos.

Los estudié. Se me quedaron rápidamente en la mente así que empecé a repasar cosas anteriores, porque vi que dentro de tres semanas era el final de teórico, y luego empezarían las prácticas.

Me puse en ese instante nerviosa pero me tranquilicé pensando que aprobaría.

Cuando me di cuenta pasaron tres horas, ya eran las seis de la tarde.

Bajé bajo un poco con mis padres.

-         Hija, ¿Ya has terminado? –me preguntó mi madre.

-         Sí.

-         Voy a limpiar la habitación.

-         Vale, mamá.

-         ¿Entonces esta noche te vas con Jake?

-         Sí, pero no se que aremos…

Mi madre subió a mi habitación y yo también a ayudarla.

Mientras ella limpiaba mi escritorio me habló:

-         ¿Te acuerdas? –me dijo mirando un retrato, luego miré mejor y lo vi.

-         Sí, era una niña.

-         Y ahora eres toda una mujer.

-         Mamá… -la abracé.

-         A mi me encanta esta. –dije cogiendo la foto que nos hicimos de familia.

-         Y a mi también.

Volvimos a la limpieza y de pronto empezó a sonar mi teléfono.

-         ¿Si? –pregunté.

-         Cari. ¿Cómo vas?

-         Bien, terminé hace rato. Ahora cuando termine de limpiar la habitación me ducho y voy.

-         No tranquila, no te molestes.

-         ¿Qué ocurre?

-         Nada, nada. Que ha venido mi hermana.

-         ¿Sí? ¿Cómo está?

-         Bien, genial. Ya la verás. Bueno, nos ha convidado esta noche a su casa a cenar.

-         Vale. Me arreglo un poco. Lo de quedar con nuestros amigos otro día.

-         Claro. Pues paso a buscarte dentro de dos horas.

-         Vale. Te quiero.

-         Y yo.

Cuando colgué mi madre se me quedó mirando.

-         Mamá… se me olvidó… ¿Sabes que tengo el final de aquí tres semanas?

-         ¿Si? Pues ha estudiar.

-         Sí, sí. Me lo se todo lo que entra.

-         Muy bien. Ve a arreglarte.

Eso hice. Me duché rápidamente y luego cuando salí tenía la habitación limpia.

-         Gracias.

-         De nada. –dijo mi madre desde bajo.

Entonces no sabía que ponerme de ropa. Decidí llamar a mi salvadora.

Alice.

-         ¡Alice! –grité cuando la vi aparecer por la puerta.

-         ¿Te crees que no lo vi? ¿Cómo está mi sobrina favorita?

-         De lujo. ¿Y tú?

-         Bien, como siempre. –reímos. –Bueno a ver…

-         ¿Me ayudas?

-         Sí.

Alice empezó a sacar cosas de mi armario y de pronto sacó un corsé floreado y una falda vaquera.

- Esto niña. Y los tacones y con ese cinturón. Perfecta.

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-         ¡Gracias! Me encanta como combinas, no sabía ni que lo tenía en mi armario.

-         Pues hace tiempo, te lo compré yo.

-         No me acuerdo.

-         Pues ale a estrenarlo. Pásatelo bien. Espera –se quedó pensativa y eso me asustó.

-         Alice… Tía…

-         ¡El maquillaje!

Empezamos a reír –Nunca cambiarás –le dije dándole un beso en la mejilla.

Me maquilló con tonos pasteles en los ojos y me hizo sombra marrón, ahumados. Luego me puso un rosa carne en los labios y brillo. Por último la ralla negra en los ojos.

-         ¡Lista! –gritó Alice.

-         Gracias.

Cuando estuve preparada vino mi tío Jasper buscando a mi tía. Cuando los dos se encontraron se dieron un dulce beso.