Un año después...
Edward se volvió en la cama para abrazar el cálido cuerpo de su esposa, y se despertó de inmediato al darse cuenta de que estaba intentando arrimarse a un espacio vacío. Puso los pies en la gruesa alfombra, miró en la cuna que había al lado de la cama, y frunció el ceño. También estaba vacía.
Tras ponerse apresuradamente unos mocasines de cuero, salió del lujoso dormitorio del nuevo yate, al que había bautizado con el nombre de su esposa, y subió de dos en dos los escalones que llevaban a la cubierta principal.
Al ver la imagen que lo esperaba al llegar arriba, sintió que estaba ante la obra de arte más maravillosa del mundo: su mujer y su hija, enmarcadas contra el telón de fondo de un océano bañado por la luz de la luna.
Isabella llevaba un largo camisón blanco, y su largo cabello le caía por la espalda; acunaba tiernamente a su hija en los brazos, y al ver aquella estampa angelical, a Edwardse le hizo un nudo en la garganta.
Al darse cuenta de que su hija y ella ya no estaban a solas, en compañía sólo de la luna y el océano, Isabella miró con una sonrisa llena de amor a su apuesto marido; con el pelo revuelto y el pecho desnudo, cubierto sólo por los pantalones de seda del pijama, la dejó sin aliento.
—¿Qué estás haciendo aquí fuera? —preguntó él, con voz ronca y un poco preocupada, cuando se puso a su lado en la barandilla.
—Le estaba enseñando las estrellas a Angela —murmuró Isabella; cuando el brazo de Edward la rodeó por la cintura en un gesto posesivo, la recorrió un escalofrío de felicidad—. ¿Las has visto?, debe de haber millones... —Isabella volvió a levantar la vista hacia el cielo, con ojos maravillados.
Edward apartó reacio la mirada del exquisito rostro de su mujer, increíblemente hermoso bajo la luz de la luna, y miró hacia arriba obedientemente. Tras contemplar durante unos segundos la manta plateada centelleante que cubría el cielo, bajó la cabeza y posó un breve pero tierno beso en la suave mejilla de Isabella.
—En este momento sólo me interesan dos estrellas, amor mio —le dijo, sonriente.
—Edward... —Isabella se volvió hacia él, y la recorrió una fugaz ráfaga de miedo. Su corazón se aceleró un poco cuando lo miró a los ojos, y admitió—: a veces soy tan feliz, que me da miedo. Como ahora, con los tres juntos bajo un cielo nocturno tan increíble, y cuando todo es tan perfecto. Tengo miedo de que no dure... de que pase algo que lo estropee, que nos lastime.
Incluso antes de conocer a su marido en la isla, cuando una serie de circunstancias la habían empujado a embarcarse en una búsqueda personal para cambiar su vida, Isabella había decidido cambiar su actitud cauta, poner algo de fe y confianza en el destino en vez de intentar buscar siempre una sensación de seguridad.
Su decisión había valido la pena, porque había conocido al hombre de sus sueños, y se había rendido ante lo que sentía por él, en vez de creer que un futuro juntos era imposible. El resultado había sido una hermosa hija, cuyo nombre habían elegido en honor a su querida y muy añorada amiga. Además, Edward había arreglado las cosas con su padre, y ella había hecho lo mismo con los suyos. Junto con la maravillosa madre de Edward, Esme, eran las dos parejas de abuelos más cariñosos del mundo con la pequeña Angela.
—No tengas miedo, Isabella —dijo Edward. Acariciando la mejilla de su esposa, bajó la mirada a la niña dormida que ella tenía en los brazos, y con una sonrisa llena de seguridad y de amor, añadió—: no nos va a pasar nada malo a ninguno de nosotros, porque nos merecemos esta felicidad. Tú y yo somos aventureros, hemos luchado contra mares embravecidos y hemos encontrado nuestro tesoro. ¿No sabes que el universo le sonríe a los valientes como nosotros?
Lo dijo con tanta confianza y firmeza, que todos los temores de Isabella desaparecieron, y sintió por fin una gran paz; levantó la cabeza para que él la besara, y después de que su devoto marido obedeciera gustoso, regresaron lentamente al dormitorio.
Poco tiempo después, Edward tenía a su hermosa mujer justo donde la quería: en su cama, rodeada por sus brazos y acurrucada contra él,mientras su hija dormía tranquila y segura junto a ellos.
Fin!
-Alaaaa...¿pero qué has hecho EllaLovesVampis?
-Qué pasa? ¿Porqué gritas, que he hecho?
-No sé...¿Subir toda la historia de golpe, quizá?
-Y ¿qué?
-Pues que tienes que subir un capítulo detrás de otro y solo si te dejan reviews.
-¿Qué dices? No puedo ser tan perra y hacerles eso a mis lectoras... Ellas serán muy buenas y me dejarán reviews cuando acaben de leer, ¿verdad chicas?
-¡Dios! ¿Qué hice para merecerme una conciencia como tu?
- O.o o.O ...¿Te recuerdo que tu eres la conciencia, aquí?
-¡Aaaarrrrrggg!
-EllaLovesVampis 1 - Conciencia 0
-Esta me la pagas, EllaLovesVampis...
-¿En efectivo o con tarjeta?
- :O :O :O :O
Bueno...tras esta interesante conversación con mi conciencia me sentaré a esperar vuestras opiniones :D :D
Besitos y abrazos,
EllaLovesVampis/Gabylor/Gabriella
#SoyLaMismaEnDiferentesPaginas
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