Aquella noche fue casi imposible permanecer cerca de mi padre. Me concentré mucho en un libro que estaba leyendo, pero no podía evitar pensar en Jacob a veces, recordar momentos en los que mostraba mi cuerpo desnudo ante él... Apuesto a que Edward estaba con la mosca detrás de la oreja. Por eso, me fui a la cama pronto y, a pesar de que no recuerdo lo que soñé, creo que fue algo normal porque mi padre no comentó nada en el desayuno. Al acabar de desayunar, me di cuenta de que me había despertado demasiado pronto. Incluso como para ir al instituto, por lo que decidí pasarme por la Push para tratar de convencer a Jake de que no tenía que sentirse culpable por salir con una niña de 10 años. Cogí el coche y me dirigí hacia la Push. Mis padres no preguntaron nada, pero estaba segura de que percibieron que mi estado de ánimo estaba últimamente muy cambiante... Pronto me pedirían explicaciones. Una vez llegué a la Push, vi a Billy salir de la casa en su silla de ruedas. Me saludó con la cabeza y me dijo: -Hola, Ness... Jacob está dentro, y despierto. –se acercó un poco a mí, frunciendo el ceño-. Últimamente está muy... raro. ¿Tienes idea de por que? -No, Billy –dije con cara inocente-. Trataré de averigüarlo. -Gracias, Ness –me guiñó un ojo y me dio una palmada en el brazo, despues avanzó un poco más hacia su coche-. Me voy de pesca con tu abuelo... -Pasaoslo bien. Billy entró en su coche y se marchó. Tomé aire y llamé a la puerta de la casa de Jake. Tardó unos segundos en abrirme, y cuando lo hizo pareció sorprendido. No llevaba camiseta y tenía el pelo despeinado, como si acabara de despertarse. Pero, puesto que también llevaba ramitas y hojas enredadas en el pelo, supuse que había estado en el bosque de ronda. -¿Puedo pasar? –dije. -¿Me prometes que no te vas a volver a desnudar para convencerme de algo? –dijo Jake, enarcando una ceja. Me crucé de brazos y me apoyé en el marco de la puerta. -No te lo puedo prometer... pero intentaré controlarme. Suspiró y se hizo a un lado para que yo entrara en la casa. Al pasar, cerré la puerta y le seguí hasta el salón. -¿Qué quieres, Ness? –dijo, volviéndose hacia mí. Ladeé la cabeza y dije: -Jake, de verdad, te necesito. Sabes que te quiero, no puedo vivir sin ti. Él me miró, y en sus ojos vi dolor. -Ness, sabes lo que pienso. Tal vez si esperamos cinco años... -¡No quiero esperar! Jake, tal vez mi edad sea de 10 años. Pero sabes que mi mente es mucho más adulta, y mi cuerpo. –Desvió la vista-. Una sola cifra no va a cambiar lo que es inevitable. Sabes que tengo las mismas necesidades de una chica de 18 años. Mentales y corporales, Jake. -Yo... lo sé, y lo entiendo, Ness. Pero no puedo, no puedo besarte y tocarte como si tuvieras dieciocho años. Desvié la vista. Jake cada vez me hacía más daño. Sabía que estaba imprimado de mí, pero a veces me daba la sensación de que había sido un error, una equivocación. Como si hubiera encontrado a otra mejor, más guapa y más mayor que yo. ¿Y si fuera eso? ¿Y si Jake estaba tan confuso porque, tras diez años pensando que yo era su media naranja, había encontrado a otra mejor aún que yo? ¿Por eso se comportaba tan raro? La idea me golpeó como si un tsunami se pasase por mi corazón. La idea de perder a Jake, que todo mi futuro forjado con él se desvaneciera en la nada, que me quedara sola mientras él se divertía con otra... los ojos se me llenaron de lágrimas, sin querer, mientras sentía como si el corazón se me saliera del pecho del miedo a perderle. Al ver que yo estaba al borde de las lágrimas, Jake se acercó y me abrazó. De pronto, me miró a los ojos, con sorpresa e incredulidad. -¡Ness, por favor! ¿Qué demonios...? –me acarició la mejilla, provocando que se me pusiera la piel de gallina en los brazos-. Tú eres la única para mí, Ness. No es eso lo que me detiene. Comprendí que, con lo asustada que estaba de que Jake tuviera a otra chica, mis defensas habían bajado, y al tocarme, le había transmitido involuntariamente mis pensamientos. -¿Y entonces por qué pones tantas trabas? Sabes, a veces me gustaría ser normal. Tal vez, si tuviera también física y mentalmente diez años, no estaría sufriendo así. Me preocuparía por mis amigas y el colegio, en vez de pensar en que el chico de quien estoy enamorada cree que soy una niña. Y... y pensar en que si tan solo tuviera cinco años más, nada de esto estaría ocurriendo. –Sollocé, dándome la vuelta para que Jake no me viera llorar así. Sentí cómo me abrazaba por detrás y me susurraba al oído: -Oh, Ness, perdóname. He sido un estúpido, y lo siento. Sabes que te quiero con toda mi alma, lo sabes, Ness. Nunca me fijaría en otra. Créeme, por favor. Me volví y quedé en sus brazos. -Te creo. -No debería haberle dado tanta importancia a tu edad, Ness. Es que... no sabía que sentías todo eso. Pensaba que lo hacías sólo para complacerme, que fingías ser así porque sabías que yo te deseaba. Perdóname Ness. Entonces, me besó. No fue un beso salvaje ni tampoco torpe. Fue el beso más dulce, era como una reconciliación. Mientras que me besaba, nos abrazábamos fuertemente, como si no quisiéramos separarnos nunca más. Como todo lo bueno, acabó demasiado pronto. Jake me siguió susurrando al oído lo mucho que me quería, cómo yo “brillaba para él entre los demás” y lo que sentía un hombre lobo imprimado. Sus palabras eran como vendas para mi corazón herido, y me encontré sonriendo, pletórica. Jake me quería. Jake no pensaba en ninguna otra. Ahora, el mundo entero parecía mucho mejor que antes. Todo parecía reanudarse, pero con un brío y una alegría mil veces mayores que antes. Entonces fue cuando me dí cuenta de que íbamos una hora tarde para el instituto.
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