Corazón de diamante(+18)

Autor: kelianight
Género: Sobrenatural
Fecha Creación: 18/08/2010
Fecha Actualización: 21/11/2010
Finalizado: SI
Votos: 9
Comentarios: 42
Visitas: 40134
Capítulos: 26

 

Bella se convierte en vampiro por amor y una profecía olvidada se vera cumplida… ¿Podrá Edward, convivir con la culpa que siente al ver que Bella perdió su alma por el? Solo el tiempo lo dirá o no…

Los personajes les pertenecen a Stephenie Meyer y el fic es de Crisabella Cullen, que me dio permiso para publicarlo aqui.

 Su beta es Darla gilmoe

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Capítulo 12:

Los personajes les pertenecen a la gran Stephenie Meyer.

 

 

Edward pov:

Alice conducía en silencio mientras vigilaba el futuro. El trayecto de vuelta pasó sin problemas y en menos de una hora llegaríamos a casa. Emmett, Jasper y Rosalie rastreaban a Eliam. Una buena partida de caza al vampiro me hubiera venido realmente bien. Ansiaba encontrarme con él, cara a cara. Exigirle la verdad sobre Hadara y qué quiso decir con "inversión". Eso nunca pasaría, no era posible. El cuerpo humano al convertirse en vampiros dejaba de funcionar. Las venas se secaban, el corazón no latía. Nada podría invertir eso, jamás. La observé, absorto, mientras Bella seguía durmiendo de un sueño agitado.

Edward.

Acto reflejo busqué al oír mi nombre, aunque no es que nadie lo hubiera pronunciado en voz alta, sólo lo habían pensado y no era mi hermana. Mi mirada se encontró durante una breve fracción de segundo con la de un par de enormes ojos rojos en su rostro pálido, con forma de corazón. Seguía entre mis brazos, agarrada con fuerza a mi cuerpo. De vez en cuando abría los ojos, me miraba y los volvía a cerrar. Identifiqué la «voz» como la de Hadara. Bella estaba intranquila y se removía como si algo le molestara. Hadara le hablaba en su mente y yo era incapaz de oírla, solo atisbé escuchar mi nombre. El espacio vacío donde deberían estar sus pensamientos me irritaba y desconcertaba. Deseaba poder volver a escuchar sus pensamientos otra vez.

Edward… — Alice me llamó en su mente. Alcé la mirada a verla por el espejo retrovisor — ¿Cómo lo lleva?... — me preguntó.

— Sigue teniendo el sueño agitado. ¿Vez algún peligro?

— No.

Me tranquilicé un poco al ver las imágenes de su mente. Bella iba a ponerse mejor y volverían las cosas a su normalidad, luego las imágenes cambiaron, y nos vi los dos en una cueva, rodeados de agua cristalina, y la manera en que Bella me miraba, me emocionó hasta el punto de sonreír. Era la sorpresa para Bella.

— Gracias — murmuré.

— De nada. Todo va a salir bien.

Aunque no paraba de decir eso, no sabía si realmente se dirigía a mí o a ella misma. La guerra contra los Vulturis seguía apareciendo en el futuro, veía a Bella en Volterra, rodeada de todos ellos, y sola. No comprendía el por qué de eso, ¿Dónde estaba yo? ¿Y mi familia?

— Lo han perdido — replicó Alice de repente.

Al instante en que Alice vio que mi teléfono móvil iba a sonar, lo tomé en mano y descolgué.

— Si, Alice acaba de verlo. Nos vemos en casa.

Alice aceleró repasando los ciento cincuenta por hora. Llegamos a la casa en donde Esme y Carlisle esperaban en la entrada. La ansiedad en sus rostros era visible. Abrí la puerta y cargué a Bella con cuidado.

— Edward, estaba tan preocupada.

Esme se aproximó a nosotros con una mirada ansiosa.

— Lo sé, lo siento, mamá.

Carlisle no dijo nada, vi en su mente que también había estado preocupado. Me siguió al subir a Bella a nuestra habitación. La deposité con cuidado y la arropé con una manta, aunque no lo necesitara. Balbuceó palabras incomprensibles, pero no se despertó.

Le di la espalda, mientras mi padre la revisó.

— ¡Parece que le allá sangrado la nariz! — exclamó Carlisle. Sentí su sorpresa y su repentina preocupación. Me tensé, no recordaba nada de eso.

— Ese vampiro, Eliam, nos borró la memoria a todos. Parece que perdimos al menos treinta minutos.

Escuché como cerraba su maletín. Me giré hacia a él.

— Vamos a dejarla descansar, lo necesita.

Asentí y tras depositar un beso en la frente de Bella, bajamos al comedor. Esme vino a abrazarme y Alice depositó sobre la mesa el manuscrito. Quitó con cautela la piel que lo envolvía.

— ¿Qué es eso? — preguntó Esme.

— Lo encontramos en la habitación en donde se recluía Eliam.

Alice arrugó la nariz.

— Apesta a muy viejo — declaró ella.

Les conté a Esme y Carlisle le que ocurrió en el Vaticano. Mientras Alice seguía desenvolviendo el libro con sumo cuidado. Parecía que nadie lo hubiera abierto en miles de años.

— Voy a llamar a Eleazar y le preguntaré si ha oído hablar de tal vampiro — dijo Carlisle yendo hacia el teléfono.

— Buena idea. Él ha estado muchos años al servicio de los Vulturis, igual sabe algo.

Esme lo acompañó, y yo me centré en Alice.

— Mira la tapa, tiene escrito algo.

Me acerqué y miré la tapa del libro. Las letras estaba parcialmente borradas, pero no fue problema descifrarlo.

— Esta en griego antiguo.

Levantó la vista a verme.

— ¡Dime que sabes leer eso!

Sonreí sin proponérmelo, pero me congelé al comprender lo que ponía.

— Si, pone… "el comienzo de los no muertos".

El silencio se hizo de repente. Carlisle se quedó parado con el teléfono en el oído. Esme se llevó las manos a la boca y sofocó un sollozo. Alice, ella no dijo nada.

— ¿Eso contiene la verdad sobre nuestra existencia? — preguntó Carlisle, incrédulo.

— No lo sabremos hasta que lo leas, hijo —. Replicó Esme con un hilo de voz.

Mi madre parecía a punto de romperse. Carlisle colgó el teléfono y le pasó un brazo por los hombros a ella. Bloqueé sus pensamientos. Pensábamos lo mismo.

— Los Denali vienen de visita, nos han pedido que esperemos a que lleguen para leerlo.

— Veo, que cuando pueda abrirlo, ellos ya estarán aquí — afirmó Alice.

— Yo te ayudo, Alice, se de algunos productos para la restauración que nos serán útiles.

Mientras ellas se pusieron manos a la obra, salí al exterior de la casa. El aire frío inundó mis pulmones. ¿Sería cierto? Tantas veces que me pregunté de dónde proveníamos, quién nos convirtió a todos en monstruos. Miré a lo lejos y decidí ir a alimentarme.

Carlisle me acompañó, no habíamos estado solos desde que volví de Denali. El recuerdo de la sangre exquisita de Bella la primera vez de nuestro primer encuentro, me estremeció.

Mientras corríamos por el negro bosque, lo escuché pensando sobre el manuscrito. En su memoria vi cómo sus expectativas se habían desmoronado convirtiéndose en una fiera esperanza de conocer nuestras procedencias.

— ¿Edward?

— Carlisle, ahora no.

— Hijo, sé que sigues atormentándote — afirmó.

Me cogió del brazo. Sentí cómo herí sus sentimientos cuando me escapé de su mano. Dejamos de correr y bajé la cabeza, avergonzado.

— Tienes que aprender a superar las cosas. Como yo. La eternidad es un largo tiempo como para pasarlo con culpa.

Me alcanzó de nuevo para tocarme, ignorando cuando traté de arrancarme de nuevo, y su mano izquierda se posó en mi hombro. Él, mejor que nadie me conocía.

— No sé si podré hacer eso. ¡La he condenado a una eternidad maldita! Le robé su alma… la alejé de su familia, su vida, sus amigos.

Mi voz se rompió.

— Siento mucho que estés sufriendo, Edward. Sabes y lo has visto en mis recuerdos, que yo mismo lo pasé mal con ese tema.

Asentí levemente.

— Lo sé. ¿Cómo pudiste superar esto? El dolor es… insoportable. Jamás me perdonaré por lo que le hice, y lo que le está pasando ahora.

Mi padre suspiró, y luego de unos segundos y después de haber pensando su respuesta, continuó.

— Con el tiempo se pasa. Eres mi primer hijo, te salvé de morir. Esta existencia, aunque sea maldita, tiene sus cosas buenas. Y tu aun no lo has vivido todo con Bella — afirmo él con confianza —. Cuando encontré a Esme, su inmenso amor me devolvió la vida.

Lo miré sobre mi hombro, asintió, y me hizo ver en su mente sus sentimientos cuando se enamoró de Esme, y lo feliz que estuvo cuando ella le correspondió al instante. Bloqueé sus pensamientos, ya los conocía, pero ahora los veía de manera diferentes.

— Tú crees… que es… ¿posible?

Estudió mi expresión durante un largo segundo, leí en su mente que comprendió a lo que me refería.

— No. Cuando el cuerpo humano muere, eso es definitivo, hijo. No se puede volver atrás.

Suspiré. La pequeña ilusión que se me había formado se hizo añicos. Justo en ese momento el había captado la esencia de una pequeña manada de ciervos. Era difícil mostrar mucho entusiasmo, incluso bajo las mejores circunstancias, por un aroma que apenas abría el apetito. Esto dio por finalizada nuestro rato padre e hijo. Ambos cambiamos a una posición de ataque y dejamos que la poca apetente esencia nos guiara silenciosamente hacia adelante.

Cuando estábamos por regresar a casa, la briza nos trajo un aroma a vampiro, y no cualquiera. Automáticamente mis labios se retrajeron hacia atrás y un gruñido se formó en mi pecho. Mis ojos buscaron por el limbo del bosque a Eliam, estaba muy cerca. Y yo ansiaba apresarlo.

¿Hijo, ese aroma es de Eliam? — me preguntó mi padre en su mente.

Asentí, y nos separamos, él se fue por la derecha y yo por la izquierda. Tenía que atraparlo. Sin hacer ningún ruido, trepé a un abeto, impulsando mi cuerpo con silencio y con los sentidos en alertas. Salté de rama en rama, buscándolo, escuchando los sonidos del bosque. Olfateé el aire, el aroma era cada vez más fuerte, y mi cólera también. La ponzoña llenó mi boca en cuando lo vi, tan quieto y tan tranquilo. Mi cuerpo se impulsó hacia él y literalmente le caí encima, él no se defendió en absoluto en un primer momento, su espalda dio contra el suelo de lleno. Luego se defendió agarrándome un brazo y mordiéndome, sus afilados dientes entraron en mi piel, y su ponzoña a su paso ardió en mis venas. Siseé de dolor cuando su mirada se encontró con la mía, su rostro se deformó por la sorpresa y me quitó de un zanjeo de encima. Aterricé sobre mis pies y me agazapé preparado de nuevo a atacarlo, pero él levantó las manos en aire en señal de rendición y agachó la cabeza.

— ¡Por favor, piedad! No quise…yo no sabía que era usted… Yo, perdón mi señor, ¡perdón!

Vi en su mente su total arrepentimiento. También vi, la escena en la habitación tras la puerta envuelta en llamas, me vi a mí y a Bella, en el suelo cerca de la puerta. Yo a través de sus recuerdos, viví la escena que él borró. También la sorpresa de el al observar como ayudaba a Bella en ese momento.

— Levántate y explícame por qué nos borraste la memoria.

Noté la presencia de Carlisle, se posicionó en mi lado derecho. Me erguí con la mirada fija en él, al mismo tiempo frote la mordedura que seguía picándome. El no se movió, empezó a temblar.

Edward, estamos llegando.

Escuché Alice en mi mente, y segundos después se materializó en mi lado izquierdo. Emmett, Jasper y Rosalie rodearon a Eliam. Intenté leerle lamente pero era un verdadero caos de imágenes. No comprendía lo que veía.

— No habrá violencia si sabes comparte — le dijo Carlisle a él.

— Yo… llevo demasiados años lejos de todo contacto con gente de mi misma especie, Carlisle.

Todas las miradas volaron a mi padre, estupefactos. Pero él fue el más sorprendido de todos. Bloqueé la mente de mis hermanos ya que su dudas fueron inmensas al igual que las mías.

— Amigo, conoces mi nombre, pero yo no te recuerdo.

Poco a poco Eliam se levantó y fijó su mirada en Carlisle. Pasó todo muy deprisa, de repente aparecieron en la mente de mi padre unos recuerdos. Exactamente de la época en que vivió con los Vulturis, y Eliam se le acercó a conocerlo. Mi padre parpadeó.

— Sí, te recuerdo, me hiciste muchas preguntas. ¿Pero por qué borrar los recuerdos?

Puede sentir cómo Jasper tanteaba el terreno emocional, enviaba ondas tranquilizadoras a todos. La gran tensión era muy notable.

— Es mi don, y mi única protección. Lo que me permitió seguir con vida y salvarme de ellos — confesó él.

Se percató de la presencia de mis hermanos y que estaba rodeado, dio un paso atrás para intentar escaparse, pero Emmett le bloqueó el camino con su imponente estatura. Alice jadeó de repente y mis ojos volaron hasta ella, vi el futuro que veía ella y no muy lejanos. Nos vi a todos aquí, pero sin Eliam, y sin saber lo que ocurría.

— ¡Lo va a volver a hacer! — gritó Alice.

— No lo hagas… — le rogó mi padre.

Jasper le mandó tantas ondas relajantes y confiadas como pudo.

Siente miedo, pánico — murmuró él en su mente.

Asentí.

— Eliam — lo llamé, su vista se fijó en mi —. No temas, nadie va a hacerte daño — lo tranquilicé.

Alice viendo mi intención, comprendió y se alejó tres pasos atrás, Jasper la imitó. Emmett y Rosalie también. Me aproxime a él y le tendí la mano.

— Soy Edward Cullen. Ya conoces a mi padre.

Asintió y miró a Carlisle, con una mano vacilante se la tendió a él, se la tomó con confianza.

— Estos de aquí son mis otros hijos, Emmett, Rosalie su mujer. Alice y Jasper su marido.

Alice se aproximó a él con una gran sonrisa, Jasper se pegó a ella como su sombra.

— Hola, yo soy Alice.

Me di cuenta de que me bloqueó sus pensamientos pensando en las últimas compras que realizó. Fruncí el ceño confundido.

— ¿Usted, vio lo que pretendía hacer? — inquirió él.

— Si, también veo que se va a quedar con nosotros por un largo tiempo.

El ambiente se relajo al instante.

— Eres una enana diabólica—. Emmett estalló a carcajada pasando una mano por el pelo despuntado de Alice.

— Eliam, se bienvenido a mi casa, estas invitado a quedarte el tiempo que quieras.

Carlisle le propuso lo que fue obvio.

— Gracias.

Seguí intentando entender lo que veía en su mente, era tan confuso que me preocupaba. Mientras regresábamos a la casa, capté los pensamientos de Rosalie, casi gritaba en su mente y vi como ella tenía la misma esperanza que tenía yo. Quería volver a ser humana, no importaba el precio a pagar. Sentí lástima por ella.

— ¿Eliam, cuando fuiste creado? — le preguntó Alice de repente.

Él esbozó una pequeña sonrisa triste.

— Soy mucha más viejo que todos ustedes juntos.

Su respuesta surtió un efecto de querer saber más de él, en todos nosotros.

— ¿Entonces eso te convierte en…un tatatatatatatatatatatatabuelo de nosotros o algo así?

La exclamación de Emmett hizo reír al vampiro.

— Emmett — lo reprendió Carlisle.

— No sé en qué año nací, no lo recuerdo, solo sé que soy más antiguo que los mismos Vulturis.

— Pensé que nadie era más viejos que ellos, nunca he conocido a nadie que fuera creado antes que a ellos — replicó mi padre con un tono de desconcierto.

— Lo sé, todos nosotros fuimos exterminados, solo quedamos mi hermana y yo, pero llevó algunos meses que no puedo sentirla.

La voz de él se torno preocupado y en su mente vi a quién se refería, y me detuve en seco a dos metros de la casa.

— Tu hermana es… ¿Ilisondra?

Se giró hacia mí.

— ¡Si! ¿La conocéis? ¿Qué saben de ella? — me urgió con esperanza.

Alice ahogó un gemido. Esme salió a encontrarnos con nosotros y se aproximó a Carlisle con ojos cautelosos mirando al nuevo llegado.

— Alice, tuvo una visión de ella hace algunos meses — le contestó mi padre.

— Debo concluir por su tono que no son buenas noticias.

Mi padre negó, y la felicidad de Eliam decayó de golpe. Su rostro se cerró.

El aroma de Bella me llegó y siguiendo el rastro alcé la vista, estaba apoyada en el marco de la ventana abierta. Su mirada estaba fija en Eliam y su piel centellaba una suave luz roja. Esboce una pequeña sonrisa al verla mejor de nuevo. Sentí el anhelo de abrazarla, llevaba horas sin estar a su lado. Con un pequeño impulso, saltó de la ventana y aterrizó detrás de Eliam en un suave y perfecto movimiento. La vi levantar una mano, y la bola de fuego surgió en su mano. La escuché resoplar furiosa. Todos dimos un paso atrás excepto yo.

— Te advertí que te iba a tostar el culo en cuanto recupera fuerzas.

— Merezco una muerte tan noble, y será para mí un honor morir par la mano de mi reina.

La bola de fuego se estremeció en respuesta.

— ¿Bella es una reina? — se mofó Emmett.

— Lo es, ella es la verdadera reina de los vampiros.

La respuesta de Eliam desconcertó a Emmett y a todos nosotros.

— Creo que nos debes una explicación a todos nosotros.

Mi padre habló calmadamente.

— ¡Deja de repetir eso! — le gritó Bella enojada.

— Es la verdad.

— No… ¡No! No lo vuelvas a decir, nunca.

Jasper se posicionó atrás de ella y posó su mano en su hombro. Ella se lo quita de encima de una sacudida y se movió como un borrón para aparecer cara a cara con Eliam. No lo pensé y fui hasta ella, deslicé mis brazos por su cintura y apoyé mi mentón en su cuello. Sentí el calor que emanaba su cuerpo, y mi instinto me gritaba que me alejara de ella.

— Tranquila, amor, cálmate. No querrás quemarme… ¿verdad?

Negó con la cabeza, pero seguía cabreada, sentí como su cuerpo volvió a la temperatura normal, pero en su mano derecha, en la cual la bola de fuego seguía flotando, brilló con más energía. Fascinante. Cada vez controlaba mejor su don.

— Habla ahora, o juro que no dudare en asarte — lo amenazó Bella.

— Le diré todo lo que quiera saber mí… mí…

Lo vi dudar en cómo dirigirse a Bella de nuevo.

— Bella, se llama Bella — aclaré.

— Gracias… Edward.

Bella bufó impaciente.

— ¿Y bien? ¿Me vas a decir ya qué quiere Hadara?

— Quiere recuperar lo que los Vulturis le robaron.

— ¿El qué?

En la mente de Eliam apareció un recuerdo nítido y claro, el de una mujer, muerta, yacía sobre un altar, y por el contorno parecía estar en un templo. Su Belleza incluso sin vida era impresionante. Su cabellos negro y muy largo se esparcía alrededor de ella, su piel era tan blanca con la nieve, y sus labios rojos. Parecía estar durmiendo, esa fue la impresión que me dio al observarla. La reconocí por la visión de Zafrina, ella era… Hadara.

De repente vi aparecer los Vulturis, Aro llevaba un puñal en la mano. Me envaré al ver como se acercaba a ella y levantó la mano en dirección a su pecho. Su mirada llena de avidez al mirar a sus hermanos me hiso sentir miedo. Sin un ápice de duda hundió la hoja en el pecho de Hadara.

— ¡No! — les grité.

— ¿¡Edward! — escuché como me llamaban pero fui incapaz de responder viendo la escena que me mostraba Eliam.

La hoja del puñal cortó la frágil piel de Hadara sin miramientos, y la risa de Aro y sus hermanos retumbo en el templo. Lo vi retirar el puñal y llevar una mano al corte, y adentrarse en su cuerpo. Les rugí intentando acercarme a ellos, pero no podía aproximarme a ellos, algo me retenía. Miré a mi alrededor y no vi nada ni a nadie, pero si vi a Eliam a mi lado, su mirada horrorizada, estaba fija en lo que hacían los Vulturis.

— ¡Sacrilegio!

Gritaba en su mente una y otra vez.

Volví a observar a los hermanos, asqueado de su comportamiento. Aro con una risa de triunfo, sacó su mano del pecho abierto de Hadara, en su mano sostenía su corazón que le acaba de arrancar. Lo levantó en alto gritando que todo el poder era suyo. El recuerdo se fue de repente como vino, y pestañeé volviendo a la realidad. Me di cuenta de que Emmett me tenía agarrado entre sus brazos, Bella me miraba con ansiedad, y el resto de mi familia también.

— Este bien, Emmett, puedes soltarme.

Lo escuché dudar.

— Lo he visto, no va a volverse loco de nuevo — afirmó Alice.

So agarre aflojó y me vi libre. Bella vino a abrazarme y me miró a los ojos buscando respuestas.

— Vi en la mente de Eliam lo que quiere Hadara. Más bien viví lo que le robaron — expliqué haciendo una mueca de dolor.

— ¿Qué es Edward?

Respiré profundamente antes de soltar lo inexplicable. Y con la voz temblando, respondí:

— Su corazón.

Capítulo 11: Capítulo 13:

 
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