Ajenos al destino (+18) ©

Autor: vickoteamEC
Género: General
Fecha Creación: 12/09/2011
Fecha Actualización: 14/02/2012
Finalizado: SI
Votos: 12
Comentarios: 164
Visitas: 72688
Capítulos: 20

 

¡FINALIZADO!

Isabella Swan, una exitosa empresaria decide dar un giro a su vida mudándose al pequeño pueblo en el que vivió cuando era niña.

Tras un gran agotamiento físico y mental; decide dejar a cargo de sus negocios a Ángela, su mejor amiga y socia. Y retirarse del ajetreo, las prisas y la adicción al trabajo que le ocasiona su vida en la gran manzana. Deja atrás computadoras, teléfonos celulares de última tecnología y coches modernos; para ahora enfrentarse a biberones y pañales. Entrega solicitud en una importante agencia de niñeras en Port Angeles, en la que es aceptada de inmediato.

Tras el inesperado cambio, toma la decisión de vivir de nuevo con su padre en el pequeño pueblo de Forks y retomar su antigua vida entre las montañas y los bosques.

El destino le tiene preparadas muchas sorpresas, entre ellas una pequeña que deberá cuidar como parte de su trabajo y que la hará retomar el curso de lo que, según ella, estaba en el pasado y jamás volvería a ocurrir.

 

*******************

Los personajes (y todos sus derechos) son propiedad de Stephenie Meyer. Sólo la trama es de mi creación.

 

PROTEGIDO POR REGISTRO DE DERECHOS DE AUTOR  SAFE CREATIVE

 

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Capítulo 10: SOÑÉ QUE CONTRUÍAMOS NUESTRAS VIDAS JUNTOS

 

HOLAAAAA!!!!!!!!!!

MIL MILLONES DE GRACIAS POR LA ESPERA!!!! GRACIAS POR ESTAR AQUI!!! SÉ QUE NO LO MEREZCO PERO ME ENCANTARÍA LEER SUS COMENTARIOS!!

 

GRACIAS A MI FAMILIA HERMOSA QUE TANTO AMO!!! POR JALARME LAS OREJAS!!! POR REGAÑARME Y DARME ALIENTO!!!

 

MIL BESITOS DE BOMBON!!!!

 

CANCIONES!!

1.-The Wedding Song - Angus and Julia Stone.

2.-Te soñé - Alex Sintek

3.- Silent Night - Sara Ramirez

4.-Have yourself a merry little christmas - ColdPlay

 

 

 

Bella se removió entre el mar de mantas. Sabía que era tarde pero aún no quería levantarse. Se giró de hacia el centro de la gran cama abrió lentamente los ojos, pegó un brinco y dio un gritito al darse cuenta de que alguien la observaba atenta, suponía que estaba sola.

-Me asustaste, mi amor.

-Lo siento, mami- dijo Allie. Alargó su mano y acarició el cabello de Bella.

-Buenos días- le sonrió.

-Buenos días. Papá no llegó- dijo Allie con tristeza.

-Lo sé, pequeña. Anoche me habló para decirme que su vuelvo se había retrasado.

-¿Por qué yo no supe de esa llamada?

-Porque ya estabas dormida, mi niña.

-Pero hoy es mi cumpleaños- dijo escondiendo su rostro en la almohada.

-Ya sé, hoy cumples 10 años. Ven aquí- dijo abriéndole sus brazos.

Allie brincó entre los brazos amorosos de su madre. Bella la estrechó con fuerza en su pecho mientras acariciaba su hermoso cabello ondulado y rojizo. Cantó dulcemente “Cumpleaños feliz” y la meció igual que cuando era una bebé. Luego la observó apreciando sus dulces facciones de niña, su piel pálida y suave, sus hermosos ojos verde intenso y la expresividad de su mirada. Recordó la primera vez que la vio, cuando la encontró en el baño de la plaza comercial y le pareció igual de hermosa que aquella vez; pero mucho más perfecta.

-¿Qué piensas mami?

Bella no contestó. Acarició sus mejillas y rozó sus narices, igual que cuando era bebé, luego la besó en la frente y la abrazó de nuevo. Sintió nostalgia al imaginar que su otro bebé debería también estar entre sus brazos. Recordó con un nudo en la garganta el tortuoso parto de su primer embarazo, el sufrimiento físico y el desgarre emocional de haber perdido parte de su vida y sus ilusiones al dejar una pequeña cajita blanca en un solitario nicho. No sabía por qué, pero recordó la tortura que vino en los siguientes años; en los que intentó de mil maneras tener un poco de ilusión, embarazarse de nuevo, pero las secuelas de su parto eran tan fuertes que no le permitían cumplir su sueño. En ese momento se dio por vencida.   

-En que eres el mejor regalo que me ha dado la vida.

-¿Y cuando nazca mi hermanito? Ahí tendrás otro regalo de Dios.

-No mi amor. Sólo seremos tu papá, tú y yo.

-No mami. Seremos más de tres- dijo Allie recargando su cabeza amorosamente sobre el vientre de Bella.

Bella acarició su cabello y dejó que unas cuantas lágrimas se deslizaran por su rostro. Allie alzó la vista y le sonrió.

-¿Son lágrimas de felicidad, mami?- dijo enjugándolas con sus manos –Porque no debes estar triste.

-Sí, mi amor. Tú me haces muy feliz- acarició sus mejillas y rozó sus narices de nuevo, haciéndola reír.

Luego se levantaron y comenzaron a preparase para el nuevo día.

 De camino al colegio Bella le prometió a la niña que tendría todo listo para cuando llegaran sus amiguitas, después de clase, para festejar su cumpleaños. Le prometió que sus tíos y abuelos estarían ahí, la noche anterior habían llegado a Nueva York desde Seattle, L.A. y Forks. Y con suerte, Edward también estaría ahí.

Bella junto con Alice y Rose decoraron y prepararon la casa para la pequeña fiesta. Justo unos minutos después de la hora de salida Allie llegó del colegio rodeada de sus amiguitas. Había regalos, globos, flores y motivos rosados por doquier. Todo estaba saliendo de maravilla, las niñas jugaban y bailaban felices, y Allie lucía dichosa; siempre sonriente y con un brillo especial en los ojos.  Allie y Bella se encontraron en la cocina, la niña regresaba por refresco y Bella llenaba una bandeja de bocadillos.

-Te estás divirtiendo ¿eh?- dijo Bella.

-Sí, mami- dijo en un tono que parecía como si la hubieran regañado en lugar de haber  bromeado con ella.

-¿Qué pasa, Allie? ¿No estás feliz?

-Sí. Mis abuelos, mis tíos y mis amigas están aquí pero…- dijo en tono nostálgico.

-¿Pero?

-Mi papá…

-Oh, cariño. Sabemos que no fue su culpa- le contestó abrazándola.

-¿Llegué tarde?- dijo una voz a sus espaldas.

Las dos se giraron rápidamente hacia Edward.

-¡Papi!- chilló Allie emocionada. Corrió para colgarse de su cuello.

-Siento llegar tarde, princesa.

-¡No, llegas justo a tiempo! ¡Ven, quiero presentarte a mis amigas!- dijo jalándolo de la mano.

-Hola, amor- dijo cuando pasó al lado de Bella y la besó fugazmente porque Allie demandaba toda su atención en ese momento.

Pasaron el resto de la tarde felices y juntos. Allie abrió sus regalos, partió su pastel y poco a poco los invitados se fueron despidiendo. Al final sólo quedaban ellos tres.

Edward tenía abrazada a Bella, mientras permanecían sentados en la sala viendo cómo Allie reía feliz entre un mar de regalos y envolturas. Era una escena cliché, típica de una película navideña. Edward se inclinó hacia Bella para depositar un tierno beso de sus labios.

-Mi amor- dijo él un poco titubeante ante la mirada atenta de Bella –Hay un nuevo tratamiento en Suiza…

-No.

-¿Qué? Pero ni siquiera he terminado de explicarte que…

-No, Edward. ¡Ya no!- sentenció.

-Pero…

-Pero nada. Ya estoy cansada. No quiero ilusionarme una vez más con algo que no va a tener éxito. Dios no quiso que tuviéramos más hijos, está bien, por fin lo entendí y lo acepto.

-Bella…- siseó él.

-¿Qué?- preguntó desafiante.

-No puedes darte por vencida así…

-¿Qué no puedo? ¡Por supuesto que puedo! ¡Y lo voy a hacer! Es más, ya lo hice- dijo retadora.

-Bella no hagas esto- dijo Edward entre dientes.

-No puedes obligarme. Pero claro, tú no sufres ningún dolor físico.

-Pero sí sufro el emocional- sentenció Edward furioso –Y ese, es igual o peor que el físico.

-Estás obsesionado- bufó Bella.

-¿Mami? ¿Papi?- dijo Allie con la voz rota.

Bella volteó a ver a la niña, observó sus ojitos llorosos y resopló poniéndose de pie. No discutiría más con Edward con ella en frente. El timbre sonó y Bella fue a abrir la puerta. Le entregaron un gran paquete dirigido a Allie.

-¡Otro regalo!- chilló Allie emocionada.

Desgarró enérgicamente el papel mientras Bella se entretenía leyendo la tarjeta.

-¿Qué dice, mami?

-Allie: Ya eres una niña grande. Te mando muchos besos y un gran abrazo. Pórtate bien. Tu…

-¿Quién mami? ¿Quién lo manda?- Bella negó con la cabeza -¿Mi abue Esme? ¿Tía Alice? ¿Quién?- Bella no dejó de negar con actitud taciturna.

-Allie ve a tu habitación.

-Pero, mami…

-Por favor- pidió con seguridad y viéndola directo a los ojos. Allie asintió y se fue.

-¿De quién es?- preguntó Edward llegando a su lado -¿Quién firma?- preguntó con cautela.

-Victoria- Edward le quitó la tarjeta y la leyó con incredulidad.

-No puede ser- dijo furioso.

-Pues lo es.

-Pero si nunca asistió a las visitas, ya no llamó, ni preguntó. ¿Cómo dio con nuestra dirección?

-No sé pero…- Bella se giró furiosa cuando Edward caminó en sentido contrario a ella.

El movimiento se violentó con un intenso mareo que la hizo trastabillar. Edward reaccionó demasiado tarde, cuando quiso alcanzar a Bella y detenerla, ella ya había caído sobre un mueble ganándose un sonoro golpe. Él ya estaba a su lado cuando calló por completo al piso, esperó al más mínimo movimiento pero no hubo ninguno. La giró suavemente y la sacudió un poco. Cuando se dio por vencida un par de minutos después, la tomó en brazos, la llevó hasta el coche y salió disparado al hospital.

Bella despertó, reconoció el lugar y encontró a Edward a un lado de ella. Él tomaba su mano y sollozaba recargado sobre el borde de la cama. El pulso de Bella se disparó, su respiración se hizo entre cortada y no supo ni qué pensar.

-Edward- llamó, él alzó el rostro y le dio un abrazo eufórico -¿Qué pasa?- preguntó separándose –Edward, por el amor de Dios… me estás asustando.

-Mi amor…

-¿Qué? ¿Qué pasa?

-Es… tú…

-¿¡Qué!?

-Estás embarazada- dijo con devoción –Resultó, el tratamiento resultó- dijo incrédulo.

-¿Qué? ¿Resultó? No… no… no lo puedo creer- dijo en medio de un jadeo. Se abrazaron y besaron con alegría.

El tiempo pasaba tan rápido que apenas y se daban cuenta. Bella ya estaba a mediados del segundo trimestre de embarazo, ella, Edward y Allie esperaban trillizos. Bella tenía su vientre muy hinchado, su embarazo era delicado pero no de riesgo. Justo ese día Edward y Bella irían a la consulta rutinaria para revisar el progreso del embarazo. Se llevaron una gran sorpresa al descubrir a un cuarto bebé creciendo escondido entre los otros tres. Ellos estallaron de felicidad, se sintieron totalmente dichosos, no podía ser más perfecto.

-¡Tendremos cinco hijos, amor!- exclamó Edward que no cabía de felicidad.

-¡Sí! Ya quiero ver la carita de Allie- dijo Bella emocionada mientras Edward abría la puerta de la casa.

Entraron sonriendo, sumergidos en su burbuja de dicha y felicidad. Se pararon en seco cuando vieron a Allie parada en medio del recibidor con una mirada fría y despectiva.

-Qué bueno que llegas, papá- dijo Allie antes de que alguien más hablara –Y tú también… Isabella- dijo despectivamente.

-¿Is… Isabella? Pero, Allie…-dijo Bella al borde de las lágrimas.

-Sí. Isabella… ese es tu nombre ¿no?

-Allie no le hables así a tu…- regañó Edward.

-¿madre? ¡No! Esta mujer NO es mi madre.

-¡No le hables así!- dijo Edward.

-¡Tú no le hables así a la niña!- dijo Victoria apareciendo detrás de Allie. Cuando estuvo detrás de ella apoyó sus manos en los hombros de su hija.

Bella estaba envuelta en llanto, sólo veía y escuchaba todo sin comprender nada en realidad. No podía creer lo que sus propios ojos veían y mucho menos lo que sus oídos escuchaban.

-Despídete, Allie- dijo Victoria en tono altanero.

-Adiós… señora- dijo Allie viéndola de pies a cabeza.

-Allie- jadeó Bella.

Pasaron de largo hacia la salida, Victoria a la cabeza y Allie siguiendo sus movimientos como una sombra. Cuando volteó detrás de ella vio que Edward había desaparecido, ¿dónde estaba?, ¿por qué la había dejado sola?

-Oh, y por cierto- dijo Victoria regresando frente a Bella –Suerte con eso- dijo dándole un empujón recargándose en su vientre.

-Sí… con eso- dijo Allie imitando el gesto de Victoria.

Siguieron diciéndole cosas y empujándola en las partes donde sus brazos no alcanzaban a proteger a sus hijos. Bella lloró, rogó y gritó… pero las agresiones no cesaron. Luego ya no veía nada, sólo escuchaba sus murmullos como una nebulosa muy confusa.

*

*

*

-¡No! ¡Allie, no!- Bella se removió y  se sentó de golpe sobre la cama.

Bajó la vista y se encontró con Allie moviendo sus manitas, pateando al aire y balbuceando a gritos. Bella suspiró aliviada y la cargó entre sus brazos mientras lloraba desconsolada. Había tenido una horrible pesadilla, encontró un poco de consuelo mientras mecía a Allie entre sus brazos y miraba su carita. Acarició sus mejillas y rozó su nariz con la de ella. La puerta de la habitación se abrió, Edward entró cargando una gran bandeja con comida.

-Buenos días, amor- saludó él feliz. Cuando vio a Bella dejó la bandeja a un lado y se sentó junto a ella. -¿Qué pasa?- dijo abrazándola.

-Una tontería.

-Cuéntame.

-Una pesadilla- Edward las abrazó y meció suavemente.

-Ya, mi amor. Sólo fue eso, una pesadilla- Bella asintió.

-Mejor desayunemos, ¿sí? De seguro Alice, Rose, Esme y Reneé no nos dejan en paz por todo lo que resta de la semana. Disfrutemos este tiempo, juntos- dijo Edward.

-Tienes razón- Bella le sonrió y Edward la besó –Buenos días- dijo ella.

Esa semana prácticamente vivieron en la casa Cullen. La cabaña estaba con las últimas reparaciones y dando los últimos detalles a las construcciones. Bella no sabía nada al respecto, apenas y tenía conciencia de que Edward había ampliado para hacer la habitación de Allie; pero no tenía ni idea de cómo quedaría ni de cuándo se dedicarían a decorarla. La pequeña cabañita descuidada poco a  poco se estaba convirtiendo en su hogar.

El miércoles por la noche, estaban todos reunidos en el comedor cenando en familia y ultimando detalles sobre el evento que tendrían en tres días más.

-Pero dime, hija… ¿cómo vas con el embarazo?- preguntó Carlisle cambiando de tema.

-¡Muy bien!, la doctora Smith dijo que todo iba de maravilla. La ecografía salió bien, está creciendo y todo es perfecto- explicó orgullosa.

-¿Doctora? ¿Qué no te había canalizado con el doctor Brand?- Bella vio a Edward de reojo.

-Sí… pero tu hijo es un celoso de lo peor. El día de mi cita ya estaba todo listo para que me viera con Smith.

-Es sólo que a mí me parece que la doctora Smith es mejor que Brand- se defendió Edward haciéndose el desinteresado.

-Sí, ajá- dijo Emmett interviniendo.

-Es en serio- contestó Ed.

-Y yo soy la reina Isabel- dijo Alice burlona.

-¡Está bien! ¡No iba a dejar que un tipo le pusiera las manos encima! ¿Contentos?- dijo Edward explotando haciendo que todos soltaran una leve risita.

-Y ahí tienen a Edward Picapiedra- se burló Alice.

-Hijo, él es el mejor ginecólogo que Bella puede tener- explicó Carlisle-

-Pero después de él está la doctora Smith- dijo Edward.

-Déjalo, Carlisle. Ella es muy buena, además no tengo ningún problema en verla y me parece mejor estar estable con un solo doctor en lugar de estar yendo y viniendo- intervino Bella para dar por terminada la discusión.

-Está bien, tú decides- dijo Carlisle dándose por vencido.

-Cuando menos pensemos no podremos ni darle los buenos días- le dijo Emmett a Jasper haciéndolo estallar en carcajadas. Edward lo fulminó con la mirada y pasó el resto de la cena ceñudo.

Al siguiente día Bella salió a la plaza comercial en compañía de Alice y Allie. Después de mil vueltas detrás de su cuñada decidió irse a tomar algo en lo que ella iba a una tienda de juguetes con Allie. Se sentó en la mesita de siempre. Tenía un par de minutos sentada disfrutando de una deliciosa malteada cuando alguien posó su mano en el hombro de Bella, se giró lentamente para encontrarse con una gran sonrisa. Bella pegó un brinco y se dejó envolver por un cálido abrazo.

-¡Jacob!- chilló Bella feliz.

-Hola, ¿cómo estás?

-Muy bien- contestó ella sonriente.

-Se nota… estás resplandeciente- dijo haciéndola girar.

-Gracias. ¿Y qué hay de ti?

-Nada nuevo, lo mismo de siempre y lo que ya sabes- dijo haciendo un mohín.

-Jacob… pronto se arreglará, ya verás- el asintió y la invitó a sentarse de nuevo en la mesa.

Conversaron largo y tendido. Jake le contó lo que había pasado con su vida el tiempo que no estuvieron en contacto y Bella le dio las buenas noticias sobre Allie, su embarazo y la próxima boda.

-Jake… quiero pedirte algo muy especial- dijo ella sonriendo abiertamente.

-¿Quieres que te rapte el día de tu boda porque te da terror casarte?- el comentario hizo que Bella se riera a carcajadas.

-No, eso no- dijo entre risas.

-¿Entonces? No entiendo qué necesitas de tu amigo- preguntó divertido. Bella alargó la mano y la puso sobre la de Jacob que descansaba sobre la mesa.

-Jacob… ¿quieres ser mi testigo?- él abrió los ojos sorprendido y le sonrió.

-¡Ah!, ¿nadie quiere ser el culpable de tu boda?- continuó bromeando.

-¡Ya! En serio.

-Sí, Bella. Sí seré testigo de tu boda.

Bella brincó de alegría, le dio un gran abrazo a su amigo y le agradeció. La burbuja de felicidad de Bella se interrumpió cuando un fuerte y molesto carraspeo llamó su atención. Edward estaba parado a un lado de ellos, con el ceño fruncido y algo taciturno.

-Hola- dijo con voz dura.

-Edward- dijo Bella poniéndose de pie –él es Jacob- dijo haciendo referencia a su amigo.

-Mucho gusto- dijo el aludido ofreciendo su mano con cortesía. Edward sólo asintió y estrechó su mano con la de Jake un poco más fuerte de lo debido.

Edward se puso a la defensiva, tomó a Bella por la cintura y la apretó un tanto brusco a su lado. Luego la atrajo en un beso que hizo a sonreír a Jake. Era obvio que estaba “marcando territorio”.

-Amor…- dijo Bella sobre sus labios.

-¿Qué pasa?

-Es que… le pedí algo a Jacob y…

-¿Qué? ¿Qué cosa?

-Pues… que sea mi testigo… ¿te molesta?- Edward estuvo a punto de gritarle que sí, pero en cambio fingió una postura desenfadada y sonrió.

-Si es lo que tú quieres…- dijo un poco entre dientes.

-Pero me gustaría saber si estás de acuerdo.

-Si no estás de acuerdo, por mí no hay problema- intervino Jacob.

 -No, en serio. Está bien- dijo él.

Después de eso se sentaron los tres a platicar un rato mientras Edward y Bella esperaban a Alice. Edward se sorprendió mucho al encontrar que Jacob no era tan desagradable como lo había imaginado. Aún así sentía celos de su amistad con Bella, era tonto pero al mismo tiempo inevitable. Se pusieron de acuerdo para la boda y cuando Alice llegó se despidieron y se fueron a casa.

La semana terminó rápidamente, el esperado día llegó. Después de todo, Bella había tomado prácticamente todas las decisiones con respecto a la sencilla boda. Sólo asistirían Esme, Carlisle, Reneé, Charlie, Sue, los dos hijos de Sue Seth y Leah, Rosalie, Jasper, Roger y María. Los testigos de Edward serían Alice y Emmett; y los de Bella Jacob y Ángela. La decoración se limitaba a un dosel de flores y telas suaves al centro del salón de la casa que había sido despejado para la ocasión, había algunas flores en lugares específicos y en el comedor había una tenue decoración en tonos claros. Después de la ceremonia se ofrecería una cena familiar como celebración. Todo se limitaría a eso. Luego ella y Edward irían a la cabaña, y al siguiente día se prepararían para el viaje familiar a Nueva York en lo que Bella llamaría “una luna de miel original”.

Bella había escogido un vestido sencillo, color perla, strapless, con un adorno debajo del busto, con tela suave y vaporosa en la parte inferior. Disimulaba a la perfección el apenas notorio bultito de su embarazo. Con la ayuda de Rosalie se había hecho un peinado que recogía su melena castaña y Alice la maquilló muy natural, sólo acentuando su mirada con sombras oscuras.

Edward se había puesto un traje negro, lucía muy elegante. Parecía un modelo de revista y si los ponían juntos parecían fotografía de portada. Ambos radiantes y sonrientes. Edward por fin tenía todo lo que había soñado y Bella por fin podría disfrutar al completo de su tiempo libre de oficina. La dicha podía sentirse a distancia, toda la familia se reunía para celebrar la felicidad de dos personas que merecían nada más que lo mejor.

El juez hizo una ceremonia rápida y precisa. Usó las palabras perfectas, el momento fue mágico y los votos sencillos. Cuando llegó la hora de las firmas el corazón de Bella latió desbocado, en ese momento se estaba convirtiendo en la mujer más feliz del mundo. Cuando el acta no dejó ningún espacio en blanco Edward y Bella celebraron la constitución de su nueva familia con un beso intenso después de la famosa frase “puede besar a la novia”. La pequeña recepción pasó muy amena entre el afecto de sus más allegados. Cuando los invitados se fueron, incluyendo a Rosalie y Emmett que habían llevado a Allie con ellos; Bella y Edward partieron hacia la cabaña.

Bella jamás imaginó las sorpresas que su ahora esposo le había preparado, tenía la idea de que la cabaña estaría en el mismo estado inhabitable de la última vez que estuvo ahí. Al llegar a la puerta, Edward abrió lentamente y antes de que Bella fuera a ningún lugar la tomó de la mano para guiarla. Bella admiró sorprendida la nueva extensión del pasillo y murió de curiosidad por saber qué había detrás de las puertas. Antes de abrir la primera puerta Edward se colocó detrás de ella y tapó sus ojos. Dieron un par de pasos adentro luego Edward quitó sus manos para que Bella pudiera ver.

Era la habitación de Allie. Estaba decorada en tonos lilas y rosados. Tenía la temática de una princesa, en un extremo estaba una preciosa cuna de madera que después le serviría como cama, los muebles a juego, un espacio en una esquina era para tomar el té y justo enseguida un juguetero con varias repisas en forma de castillo con sus juguetes y muñecas. Bella estaba encantada, era un lugar hermoso y de seguro Allie quedaría igual de fascinada que ella.

-Este es sólo el principio- murmuró Edward.

Llevó a Bella frente a la otra puerta, siguió el mismo procedimiento y cuando descubrió sus ojos ella se quedó sin aliento. La habitación estaba delicadamente decorada en tonos verdes y amarillos con algunos espacios en blanco, había una cuna similar a la de Allie y casi no había mobiliario, pero lo poco que había hacía que resultara encantador.

-Lo demás lo haremos juntos- propuso Edward. Ella giró y lo abrazó.

-Es hermoso- dijo a punto de llorar de emoción.   

Se giró hacia Edward y lo besó con intensidad. Se encaminaron hacia la habitación, SU habitación y sin despegar miradas comenzaron con su velada especial. Sintieron que debían estar juntos a partir de entonces y para siempre, como si de eso dependiera su vida. Edward se alejó un momento de ella para ir a su equipo de sonido y poner una dulce canción.

-Nuestra primera canción como marido y mujer- dijo Edward regresando a su lado y abrazándola en un estrecho apretón. (1)

Se mecieron suavemente mientras Edward se sentía morir de felicidad, era como si su vida dependiera directamente de la mujer que tenía entre sus brazos. Entre más pensaba en el futuro al lado de sus hijos y el amor de su vida, sentía que no podía ser más feliz. El nacimiento de sus hijos y esa noche serían los momentos más felices para Edward.

Una vez terminado su vals, las suaves notas de la música grabada de piano inundaron el ambiente. Aún atrapados en la hipnosis de sus miradas comenzaron con el goce del éxtasis total de encontrarse y amarse en su noche de bodas. Disfrutaron el uno del otro sin sentirse satisfechos, al parecer eso sería imposible ninguno de los dos tenía cabida en su mente para cansarse del otro.

(2) Al amanecer despertaron con una sonrisa tatuada al rostro. Se encontraron con su familia y comenzaron a prepararse para el viaje. Llegaron a Nueva York, descansaron para al siguiente día seguirle el ritmo a Alice con las compras. Estarían una semana ahí, luego regresarían a Forks para prepararse para las fiestas navideñas. La estancia era de lo más divertida, Bella se enorgullecía cada día más de haber tomado la decisión de hacer un viaje familiar en lugar de ser sólo ellos dos. 

Ya que faltaban tres días para el regreso Alice planeó una tarde de chicas en los lugares más emblemáticos y las mejores tiendas. Al siguiente día todos irían a Central Park para llevar a Allie a pasear y sacarle muchas fotografías. Ya entrada la tarde Bella llegó al cuarto de hotel que tenía junto con Edward y Allie, que más bien parecía un departamento, junto a su habitación estaba la de Allie en la que habían instalado una cuna portátil.

Bella se dejó caer sobre el sillón, estaba sumamente cansada. Luego de un rato Edward se acercó para  quitarle lentamente los zapatos, acarició con  un suave roce sus pies, los besó, luego la puso de pie y la vio hipnóticamente a los ojos mientras bajaba sus manos hasta desabotonar su blusa. Dejó el vientre apenas hinchado al descubierto, puso las manos a los lados y le dio un beso. Luego  se incorporó para terminar de desabotonarla, abrió la blusa por completo y la admiró con deseo. Cuando deslizó sus manos por sus costados suavemente ella suspiró y dejó caer la cabeza hacia atrás. Edward jugueteó un rato con los movimientos de sus manos, comenzó a desabrochar el pantalón de Bella, la tomó por la cintura para luego pegar sus labios a los de ella. Apenas habían comenzado con el beso cuando escucharon el llanto de Allie, Bella se rió sobre los labios de Edward.

-Yo voy- dijo ella separándose.

Se abrochó rápidamente el pantalón y abotonó su blusa con destreza, mientras iba caminando hacia la habitación de Allie. Cuando llegó se echó el cabello a un lado.

-¿Qué pasa Allie?

La tomó en brazos, la meció suavemente y besó su cabecita. Regresó a la habitación con Edward y lo encontró acostado viendo la tele, Bella se sentó a un lado con la niña en su regazo.

-Hola, princesa. ¿Sabías que eres una niña muy grosera?- dijo él.

-Edward…- lo regañó Bella, él le sonrió y le dio un beso.

Bella sentó a la niña en la cama, él se levantó para darle un biberón, cuando regresó se lo dio, Allie  se acostó a tomárselo y se quedaron los tres viendo caricaturas. Poco tiempo después se prepararon a dormir, al siguiente día tenían la salida familiar a Central Park que Alice había planeado.

Central Park estaba hermosamente decorado con motivos navideños, cada espacio era lindo y especial para fotografiar a la pequeña Allie. Todos disfrutaban y convivían como la gran, hermosa y feliz familia que eran. En cierto punto de su reunión, Rosalie y Emmett fueron a una tienda cerca de ahí a comprar pastelitos para los antojos de las chicas. Mientras Bella paseaba un poco más alejada que los demás, se plató frente a ella quien menos esperaba.

-Hola… querida- dijo despectivamente recorriéndola con la mirada.

-Victoria- susurró Bella sorprendida.

-¿Dónde está mi hija? Quiero llevarla a pasear- dijo autoritaria. Bella no supo qué contestar y sólo la vio con coraje -¿Qué? ¿Acaso Edward no te dijo de las visitas?

-Sí, pero no has ido a ninguna.

-Es un buen día para comenzar, ¿no crees? En verdad es una suerte que James esté de viaje de negocios justo cuando a ti se te ocurre regresar- farfulló.

-¿Qué quieres?- dijo cubriendo su vientre protectoramente.

-Ya te dije… a mi hija.

-¿Qué buscas aquí?- preguntó la voz molesta de Edward a espaldas de Bella.  

-Quiero ver a Allie- contestó Victoria.

-La niña no está- dijo con firmeza y Victoria sonrió maléficamente.

-Está bien. Olvídalo. Nos vemos en dos días en la corte de Seattle- dijo tendiéndole un folder que sacó de su bolso y retirándose del lugar.

Al abrirlo se dieron cuenta de que era un citatorio. Victoria había prácticamente comprado al juez de Seattle para retomar el caso en una absurda apelación. El caso estaba perdido para Edward, técnicamente. La malvada Victoria había ingeniado su plan junto a su nueva amiga: Tanya Denali. La fecha del juicio era el 24 de diciembre, quería derrotar a Edward en todos sentidos y de todas las maneras posibles en una pelea sin sentido.

Regresaron a Forks en medio de la penumbra de la incertidumbre del juicio. El 24 a medio día Edward salió con Allie en brazos, se despidieron de todos con una gran pena y poco tiempo después Bella prácticamente huyó al refugio de la cabaña. Entró a la habitación de Allie con nostalgia y repasó con su mano todos aquellos lugares que su nenita había tocado apenas unas horas antes.  

Bella se sentó en la sala envuelta en una manta, había dejado la puerta de la recámara abierta para que el halo de calor que irradiaba de la chimenea la rozara. Encendió la radio para aplacar un poco la soledad y la desesperanza. Se perdió en sus pensamientos mientras veía la nieve caer por la ventana al son de “Silent Night”, interpretada por Sara Ramírez. (3) Un par de lágrimas cayeron suavemente por sus mejillas, imaginando que Edward no pudiera lograrlo, ¿por qué justamente ese día tenía que resolverse el juicio? Le dolía que Allie estuviera en medio de todo, más sabiendo que Victoria no era una buena madre.

Casi eran las doce, Bella comenzaba a resignarse. Tal vez ya no vería a Allie. En eso la puerta se abrió, sólo pudo ver la sombra de la silueta de Edward, se puso de pie y aventó la manta a un lado. Con pasos titubeantes se acercó lentamente, sintiendo que el corazón se le saldría del pecho, en eso Edward dio un paso hacia la luz y Bella rompió en llanto… entre sus brazos traía un bultito arropado. Bella corrió el estrecho espacio y abrió sus cálidos brazos para la niña, su pequeña. Ella rió de felicidad y apretó a la niña contra su pecho. Edward las abrazó y dejó un beso en la cabeza de Bella.

Caminaron en un abrazo hacia la habitación, Bella acostó a la niña a mitad de la cama y Edward la levantó jalándola de una mano. Luego la apretó en un emotivo abrazo, mientras sollozaba sobre su hombro, había sentido un miedo terrible de perder a su hija; había luchado tanto por su familia que cuando sintió la amenaza de Victoria, Edward estuvo desesperado e impaciente de sólo pensar que su princesita no regresara a su hogar; y justo en ese momento no podía estar más feliz y pleno. Bella lo estrechó entre sus brazos y pasó sus dedos por su cabello mientras trataba de tranquilizarlo, hasta que poco a poco el llanto de Edward se apagó. Desde la sala comenzaron a llegar las notas de “Have yourself a merry little christmas” interpretada por Cold Play (4), y comenzaron a mecerse suavemente, Allie despertó y Bella la tomó en brazos.

-Ven aquí, princesa- le dio un beso en la cabeza y regresó al lado de Edward.

Se abrazaron con Allie en medio y siguieron bailando suavemente. Luego se vieron a los ojos como hipnotizados y sonrieron sintiéndose dichosos. Edward miró el reloj sobre el buró.

-Feliz navidad- murmuró y se inclinó para besar a Bella para luego darle un besito en la frente a Allie.

La nena sonrió sin soltar el mechón de cabello de Bella que tenía atrapado en su manita.

-Feliz navidad- dijo Bella.

Continuaron con su dulce vals, disfrutando su primer navidad en familia…

 

 

 

*********

 

Besitos de bombón!!!!

 

 


 

Capítulo 9: NUESTRAS VIDAS EN MI SUEÑO HECHO REALIDAD. Capítulo 11: *ESPECIAL*

 
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