5.35 Lucha
Recordé las palabras de Josh… ella miente… Mi vista se dirigió a Nessie con curiosidad. Ella también me miraba, su rostro expresaba sorpresa. Deseaba poder introducirme en su mente, saber qué tenía pensado hacer, por qué no se movía, por qué me observaba, qué quería de Kahiel…
Sentí algo en mi cabeza, pero no me preocupó en aquel momento. Seguía observando los ojos de Nessie, buscando respuestas a todas las preguntas que se acumulaban en mi mente. Pero algo me perturbó.
-Bien, lobito, ya es hora de que empecemos a jugar en serio. Hace algún tiempo te dije que ibas a ser mío… ya es hora de ponerlo en práctica – la voz de aquella niña vampira golpeaba cada rincón de mi mente. Sabía que solo me estaba hablando a mí, podía sentirlo.
-No… - mascullé- no puedes…
Un dolor me atravesó el cuerpo completamente, quedándose atrapado en mi cabeza, sentía como la sangre palpitaba en mi cerebro, y como algo comenzaba a controlarme. Gritaba pidiendo ayuda, pero sabía que no conseguía decir nada que los demás pudieran entender. Escuchaba a Josh llorando, a Edward gritando, pero de pronto no pude resistir más y me desplomé en el suelo.
-Ahora eres mío – susurró Kahiel en mi interior.
No podía resistirme más, ella ya estaba en mi mente. Escuché como Nessie pronunciaba mi nombre, intenté pedirle ayuda a ella… pero de mi boca solo salieron las palabras que nunca pensé que le diría…
-Te mataré – volví a intentar pedirle ayuda, pero solo pude repetir lo mismo, Kahiel controlaba cada uno de mis movimientos-. Te mataré.
Volví a escuchar la voz de Edward, de Leah, y de Kahiel, esta vez fuera de mi cuerpo. Grité, intenté entrar en fase para librarme del control de la niña, pero eso había sido la peor idea que había tenido.
-Bien, mi querido Jake, eso era lo único a lo que no te podía obligar… ahora te controlo completamente, licántropo… adelante, mata a Edward…
Sentí impotencia, y al momento mi cuerpo se abalanzó sobre él. Clavé mis colmillos en el abdomen de Edward antes de que él se diese cuenta de mi ataque. Su sangre comenzó a brotar violentamente, llenando mi hocico del líquido rojizo. Edward se removió y consiguió librarse de mis fauces. Saltó hacia atrás alejándose de mí, pero sin intenciones de eludir aquel combate.
-Jacob, sabes que siempre quise hacer esto… - comenzó a decir Edward – No pienso contenerme, y menos después de tu ataque sorpresa.
Sus ojos se volvieron negros como el carbón y enseñó sus colmillos. Yo gruñí y también le enseñé los míos, adoptando una posición de ataque. No quería hacerlo, no quería luchar contra Edward, pero el control sobre mí mismo estaba encerrado en una esquina de mi mente. Nos abalanzamos uno sobre el otro, podía sentir las miradas de incertidumbre que nos dirigían el resto de los vampiros que nos rodeaban. Los Cullen… No quería hacerle daño a ninguno de ellos, pero aquella maldita niña me estaba obligando. Edward y yo rodamos por el suelo, destrozando las piedras que formaban el camino. Él se defendía, luchando como nunca lo había visto. Su sangre y la mía se mezclaban en los pequeños charcos que se iban formando en el suelo. En un movimiento rápido consiguió inmovilizarme. Mi hocico estaba a escasos centímetros de su cara, un simple mordisco y podía matarme. Desesperado, se me ocurrió la última idea que podía llevar a cabo, intentar comunicarme con Edward mentalmente. Podía pensar por mí mismo, aunque no consiguiera ejecutar ninguna orden que dirigiese a mi cuerpo.
-Edward… Edward, Kahiel me está controlando… Por favor, hazme caso, no quiero hacerte daño – pensé.
Noté que su mirada cambiaba, del odio pasó a la desconfianza, y luego a la curiosidad.
-Vamos, Edward, demuéstrame que me crees, sabes perfectamente que nunca os atacaría… - le supliqué.
Vi cómo sus ojos se volvían más claros. Me estaba escuchando. Su don por fin había sido útil para mí.
-Edward, continúa fingiendo la lucha, detenme todo el tiempo que puedas, no puedo controlar mi cuerpo, Kahiel me controla, está manejándome.
Edward me cedió un poco en la fuerza con la que me sujetaba, y mi cuerpo aprovechó aquella debilidad para tomar el control. Ahora era yo el que estaba sobre él, su cuerpo estaba completamente aprisionado bajo mis patas, y mi hocico se acercaba peligrosamente a su cuello. Pero en el momento en que abrí mi boca para atacar, un grito cruzó la noche y recuperé el control sobre mí…
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